DEVUÉLVANNOS A LA BESTIA
“El hombre es como el oso,
cuanto más feo más hermoso.”
"Mira dos veces para
ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello."
Henry F. Amiel
Hete aquí
que ayer estaba yo, tal como acostumbro, leyendo las noticias del día en la web,
cuando en una pequeña columna a la derecha de las mismas me topé con un enlace
prometedor: “¿El hombre más lindo del mundo?” Ingenuamente y
esperando encontrarme con Simon Baker, mojadito y a punto caramelo, en algún
fotograma de la publicidad del perfume “Gentlemen only'” de Givenchy,
o con Jensen Ackles haciendo gala de sus infartantes atributos, hice
click, apresuradamente, en el mentado enlace. Y, ante mi asombro infinito y mi
desilusión más pura, me encontré con un señorito de boquita fruncida y ojos de
bebote Yolly Bell, maquillado como Sarita Montiel, con las cejas de Morticia
Adams, un lunar a lo Marilyn y tan masculino como un
protector diario Carefree. “¿Este el el ‘hombre’?”, mascullé
desengañada, tratando de adivinar por qué en un sitio llamado entremujeres.com publican
una nota barajando la posibilidad de que el hombre más lindo del mundo sea
un pibe irremediablemente gay. Que ni siquiera es gay como
Jake Gyllenhaal y Heath Ledger en “Secreto en la montaña”. Es gay como
Michel Serrault en “La jaula de las locas”. Por supuesto, y
antes de que el INADI me mande a la AFIP, aclaro
que no tengo nada contra los gays. Tan sólo soy
una troglodita a la que le gustan los hombres de pelo en pecho. Y
todavía espero que en opúsculo que habla del hombre más lindo del mundo haya,
por lo menos, un atisbo de testosterona. Además, Ahmed Angel, el
iraquí que se presume tan bello, no es lindo. Se parece
a las muñecas de porcelana de los años ’40, que más que lindas eran siniestras.
Ahmed
Angel tiene dieciocho años y, según todos los sitios de Internet que
hablan del tema, es dueño "de una cabellera abundante, de unos
ojos color cielo y de un narcisismo a prueba de todo”. Saltó a la fama hace
tres meses, después de publicar una serie de fotos sexies en Facebook, donde
cosechó más de un millón de seguidores. Las fotos, “que van desde lo naif a
lo sensual”, son tituladas ampulosamente por este bobo que en la puta
vida debe haber visto una película de Brad Pitt: “Muy caliente”, “La
cara más bella de todas” y otras pavadas por el estilo. Al ver a este
niñito iraquí amanerado hasta la caricatura una no puede dejar de añorar
los turbantes de Peter O’Toole en “Lawrence de Arabia”. Ya sé
lo que estarán pensando mis detractores: que mi clásico cipayismo me
lleva a preferir a un irlandés sobre un iraquí. Nada que ver, señores. No sólo
me parecen lindos los anglosajones: Omar Shariff fue un hombre muy bello y
sigue dando gusto a los ochenta y un años. Naveen Andrews, el indio hot de “El
paciente inglés” no tiene desperdicio. Tony Leung Kar Fai, el
amante de la China del Norte, era exquisito. Incluso me gusta Kunal Nayyar,
el entrañable Rajesh Koothrappali de “The Big Bang
Theory”, petisón y todo. Así que no me corran con
estupideces: no soy homofóbica ni racista. Soy
una dama que jugó con muñecas hasta los catorce años y que
todavía se viste de rosa.
Según
Claudia, una amiga de Facebook (¿o se creen que sólo Amed
pierde tiempo en la citada red social?), lo que ofrece este chico “posiblemente es el tipo de
belleza andrógina que se viene, y que no es tan descabellada teniendo en cuenta
la desaparición del género femenino/masculino" (si este es el tipo de belleza que se viene, ruego a
Dios que me llame a su lado antes de que se venga). Según mi
marido, el mundo se fue al carajo.
Parece
que los seguidores de Amed están tan encandilados con esta rutilante mariposa
que le dejan mensajes lamentables en su página, tales como "Es
tu planeta. Gracias por permitirnos a todos vivir en él" ó "Debes
saber que eres el rey de toda la Tierra". Deseo, de
corazón, que esos seguidores no pertenezcan a la grey
femenina, situación que pondría en serio riesgo la continuidad de la raza
humana. Que sean varones, que se diviertan mucho y nos permitan habitar la
Tierra por un par de milenios más.
Concluyo
este opúsculo aquí, antes de que a María José Lubertino se le ocurra que fui yo
la que tuvo la espeluznante idea de que los huevos Kinder vinieran
en empaques celestes y rosados y con
sorpresas acordes a los sexos que tradicionalmente estos colores representan.
Antes de despedirme, quiero dejar en claro que lindo es
Christian Bale y que sexy era Axl Rose en 1987 cantando “Sweet
Child o' Mine” en cueros, con un calzón de lycra estampado con la
bandera yankee. Y regalarles, como de costumbre, una cita que
apunte a vuestro enriquecimiento personal, esta vez del multifacético Sacha
Guitry, que pone de manifiesto que la belleza es mucho más que una
cabellera abundante y unos ojos color cielo: "¡Dios
mío, qué guapa estabas esta tarde cuando hablamos por teléfono!"
Buenos días.
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