14 TIPOS DE
SEXO SIN ATADURAS
“Una de las supersticiones
del ser humano es creer que la virginidad es una virtud.”
Voltaire
Once upon a time, cuando yo era tan
blandita como un matambrito tiernizado con leche, mi madre y mi abuela repetían
como una soporífera letanía que el revoleo de chancleta en materia sexual sólo
debía darse cuando una estuviera muy, pero muy, pero muy enamorada. Y,
obviamente, después de haber pasado por el Registro Civil. Para estas damas
bienintencionadas pero un tanto arcaicas, la virginidad femenina era un tesoro
que había que custodiar y proteger de los inescrupulosos que pretendían hacerse
con tan noble trofeo. En las telenovelas, las heroínas jamás entregaban el rosquete,
y si lo hacían eran brutalmente castigadas con un embarazo no deseado que
irrumpía en sus pobres vidas después de la primera vez que perpetraban el acto
lúbrico, poniendo en evidencia la triste puntería de sus partenaires. Estos
desgraciados, que en general tenían bastante más fortuna que las pobres ilusas,
las dejaban en Pampa y la vía y se casaban con unas guachas tan adineradas como
ellos. Semejante situación les quitaba a las muchachas cualquier atisbo de
ardor sexual y las empujaba a un lúgubre celibato. Leonor Benedetto en "Rosa
de Lejos" y Verónica Castro en “El derecho de nacer”, entre
otras, experimentaron estas lamentables peripecias. Como para que a una le
quedara bien clarita la sombría máxima popular que postula condenatoriamente “Pájaro
que comió voló.”
Los años
han pasado y no en vano. Hoy en día, las madres y las abuelas son mucho más
modernas y no se ocupan de los escarceos eróticos de las señoritas de la
familia. La virginidad perdió su calidad de tesoro y las chicas no tienen
ningún problema en revolear las chancletas, las alpargatas, los borceguíes y
los stilettos. Y de repimpolotear con muchachos a los cuales no aman con
frenesí. Una, que además de prestarle oído a las adalides de la castidad
durante años y años, creció juntando figuritas de Sarah Kay y leyendo “Mujercitas”, no
adhiere demasiado al peliagudo asunto del sexo casual y sin compromiso. Tiene
la cabeza llena de ideas extravagantes y está convencida de que para intimar
con un masculino hay que estar 100% segura de que el señor en cuestión es lo
suficientemente limpito, lo suficientemente sanito y no tiene veleidades de
psicópata. Pero una es un dinosaurio.
Investigando,
como siempre, acerca de los usos y costumbres sexuales de las nuevas
generaciones, me topé con una lista escandalosa, “14 tipos de sexo sin
ataduras”, orientada, claro está, a las jovencitas del nuevo milenio.
Como es mi insoportable costumbre, voy a hacerlos partícipes de este indecoroso
descubrimiento. Para ilustrarlos debidamente y para tener a otros dinosaurios
con quienes compartir mi estupor.
14 TIPOS DE SEXO SIN ATADURAS
1- SEXO RECREATIVO: Antes las mozas nos
recreábamos viendo la televisión, escuchando a “The Beatles” o
bordando en bastidor. Ahora, la entretención pasa por tener sexo con un
inescrupuloso que jamás nos juró ni nos jurará amor eterno. “Imaginemos
que este tipo de encuentro sexual es como una divertida cabalgata por el campo,
donde estás felizmente subida a otra criatura... u otra criatura está subida
sobre ti”, dicen los puercos mentores de la lista. Para
esta graciosa incusión por encima o por debajo de un señor con ínfulas de
Rocinante, es preciso sentirse feliz y positiva, porque nada
puede ser considerado recreativo si una está a tres pasos del suicidio. “El
sexo recreativo no te salva de posibles complicaciones futuras (como celos o
enfermedades sexuales), pero mientras lo tienes, estás viviendo en el presente
sin preocuparte por lo que vendrá después”, continúan los
enlistadores. Y una no puede dejar de putear a esos disolutos irresponsables.
Siempre hay que preocuparse por lo que vendrá después. Porque
si lo que viene después es sífilis o VIH, la recreación te la metés en el culo.
2- SEXO DE ÚLTIMO MINUTO: “Esta modalidad de
sexo se da entre amigos con beneficios y suele acordarse por teléfono luego de
las once de la noche, básicamente porque él (o tú) no encontraron a nadie mejor
con quien irse a la cama... o estuvieron bebiendo”, cacarean los autores
de la lista. Y a mí se me pone la piel de pollo. El sexo
de último minutoes tan emocionante como ver crecer un geranio. Adherir a
esta tristísima modalidad erótica equivale a llevar colgado del pescuezo un
cartel lastimoso que reza “SALE – 100% OFF” en grandes letras de
neón.
3- SEXO POR CITA: El sexo por cita es
casi similar al sexo de último minuto, sólo que el mustio encuentro
se acuerda con 24 hs. de anticipación y no por teléfono sino por correo
electrónico (¿?). Parece que este modo de tener actividad lujuriosa es muy
común entre los workaholics (en castizo, adictos al
trabajo) y los padres solteros que no tienen ni tiempo ni ganas para
salir a buscar algo mejor que un ente tan insulso y desahuciado como ellos.
4- SEXO CON EL EX: Lógicamente, es mucho
más fácil tener sexo con un malo conocido que con un bueno por conocer. Por eso
algunas féminas concretan encuentros carnales con mozos con los que ya tuvieron
algún tête-à-tête, aunque las relaciones con los susodichos hayan
acabado de forma brutal. Los creadores del listado aconsejan darse un lindo
revolcón con el ex cada vez que aparecen unas picarescas cosquillitas ahí
abajo, pero no intentar recuperarlo entre las sábanas, so pena de un corazón
destrozado. A mí esto del sexo con el ex no se me da. Terminé
tan mal con ellos que no me quieren ver ni en figuritas.
5- SEXO UNILATERAL: Antes de leer la
escueta descripción que hacen los autores de la lista, especulé que
el sexo unilateral se daba en aquellas situaciones en las que
uno de los integrantes de la yunta amatoria estaba dormido o muerto y el
partenaire todavía no se había dado cuenta. Pero no: el sexo unilateral es
aquel en el cual uno de los amadores supone que el encuentro es meramente
sexual y el otro barrunta que es el inicio de un gran romance. El sexo
unilateral también es triste. Sobre todo para la pavota que ya está
eligiendo el salón donde van a celebrar la fiesta de casamiento.
6- SEXO TENTEMPIÉ: Este sexo con vocación de
canapé es el que se da cuando una está muerta de hambre y es capaz de comerse
cualquier cosa o coso. Es un refrigerio ligero que, si bien no quita el
apetito, sirve para engañar al estómago.
7- EL SEXO DÉJÀ VU: Esto es más o menos
así: en el viaje de egresados tuviste un encuentro cercano con un mocito al
que, previa graduación, no volviste a ver en la puta vida. Pero resulta
que, después de diez años, te lo volvés a encontrar. Y terminás retozando con
él entre las sábanas: eso es sexo déjà vu. Yo, personalmente,
desconfío de este encontronazo erótico. La vida no es “El efecto
mariposa” y el muchacho con el cual te revolcaste en Bariloche tampoco es
Ashton Kutcher. Así que no vale la pena.
8- SEXO MISERICORDIOSO: He aquí el sexo que
ofrece una buena samaritana: “En realidad el chico no te atrae mucho,
pero te da lástima. Quizás haya estado enamorado de ti toda la vida y lo único
que desea es "una noche contigo entre sus brazos" para recordarla por
siempre. También puede que el chico tenga 30 años y aún sea virgen, o que esté
pasando por una larga abstinencia sexual.” Hacer el amor por lástima
es el postulado más escabroso del que tuve noticias. Una no puede andar
bajándose los calzones con todos sus enamorados platónicos. Tampoco está en el
mundo para desvirgar pajarones ni para volver a poner en circulación a señores
retraídos o traumados. La que quiera hacer caridad tiene que vaya a la
iglesia.
9- SEXO LA ESCALA TÉCNICA: Esta modalidad sexual
consiste en interrumpir tus actividades diarias para echarte un rapidito y
después volver a tus diligencias. Los hacedores del listado no especifican con
quién te echás el rapidito. Lo dejo a su criterio.
10- SEXO EL CALDO DE POLLO: “Tuviste un día
horrible en la oficina, se murió tu perrito o acabas de romper con el amor de
tu vida y necesitas calor humano para reconfortarte. Tal vez tengas que pedirle
a alguien que te haga el favor (vuelve a leer el número 8). Será lento, en
posición misionera, sostendrás su cara entre tus manos y quizás haya música
clásica de fondo.” Como verán, el sexo caldo de pollo es
como el sexo misericordioso pero al revés. Acá, la que anda
dando lástima es una. ¿Cuán desesperada debe estar una damisela para
arrastrarse por el puto fango y pedirle a un masculino que le haga el favor? No
sé, no sé.
11- SEXO CIRCUNSTANCIAL: El sexo
circunstancial se da, como su nombre lo indica, cuando las
circunstancias se confabulan para que nos urja sacarnos la bombacha. Estas
circunstancias pueden ser “un gran apagón (se fue la electricidad y no
había otra cosa que hacer), una declaración de guerra o hasta la euforia que
provoca el lanzamiento del nuevo álbum de tu artista favorito.” A mí
lo de la guerra mucho no me cierra. Pero, en fin, por ahí las chicas modernas
se hacen eco del consabido consejo del vulgo: “A repimpolotear que se
acaba el mundo”.
12- SEXO LA MENTA: Para sacarse el mal
gusto que un ex nos dejó en la boca, nada mejor que echar mano a un señor con
vocación de caramelo Mentho-Lyptus. Este sexo también es conocido
por las gentes sapientes como sexo sorbet, ya que, al igual que los
sorbetes de limón que se ofrecen entre plato y plato en las cenas copetudas,
sirve para limpiar el paladar.
13- SEXO TEMPORAL: Resulta que una está
esperando que aparezca el príncipe azul que le prometieron los estudios Walt
Disney. Podría esperar fumando, como dice el tango. Pero, no. Espera
teniendo amantes temporarios, cosa de que no se le apolille “la
Zona V”. “El bar de los happy hour o el club literario pueden ser
considerados como agencias de empleo temporal", prometen los
mentores del puerco inventario que nos ocupa. El bar de los happy hour, puede
ser. Pero el club literario, definitivamente no. En un club literario las
mujeres se encuentran con pavotes con anteojos o con babosos desquiciados que
escriben poemas empalagosos. Si hay algún espécimen que valga la pena, seguro
que viene munido de una señorita con alma de vigilante.
14- SEXO DE ODIO: Permítanme decirles
que éste es el mejor sexo de todos. “El sexo con alguien a quien odias
con toda tu alma puede ser incendiario”, sugieren los responsables de la
lista. Y tienen razón, nomás. “Gritarle "Te odio"
mientras llegas al orgasmo posiblemente sea una buena terapia”. Morderlo,
arañarlo y darle un lindo trompazo, también. Si vamos a odiar, odiemos como
Dios manda. Porque de pico odia cualquiera. Hay que odiar a
trompada limpia.
Aquí
culmina la lista que desencadenó mi estupor y me hizo tomar
conciencia de mi triste condición de triceratops. Porque de todos estos
escandalosos sexos el único que tuve es el sexo de
odio. Ya se sabe que soy un mal bicho y tengo una tendencia a odiar
que da calambre. Odio a mis ex, odio a mi actual y odio a los señores que
vendrán. Odio a los hombres en general. Mucho más a los que están tan
estropeados como para relacionarse conmigo. El sexo de una sola noche no me va,
porque a mí a los hombres me gusta atormentarlos. Y para atormentarlos como
corresponde se necesita un poco más de tiempo.
Yo sé,
queridas gentes, que haber dejado atrás los prejuicios con los que debieron
cargar nuestras madres y abuelas es algo que amerita una fastuosa celebración.
Y que el hecho de que la “Zona V” de señoras y señoritas haya
perdido su condición de tesoro inexpugnable es una gran noticia.
Me
despido de ustedes con una frase de José Luis Alvite con la que me siento totalmente
identificada: “Detesto cualquier
ejercicio físico cuya última consecuencia no sea el orgasmo.”
Buenas tardes.