UNA
DE CUÑADAS
"Aquella
es bien casada, que ni tiene suegra ni cuñada."
Mucho se ha dicho y se dirá
acerca de las suegras, esas señoras que han venido al mundo
(según nuestra mezquina mirada) con dos únicas finalidades: parir al autor de
nuestros desvelos amorosos y, a partir del crucial momento en que nos cruzamos
el mentado galán, convertir nuestras vidas en un patético muestrario de
miserias. Cierto es que tan ingratas señoras alumbraron a sus hijitos solitas y
solas. Pero para el segundo menester (el de cagarnos la vida) cuentan con el
auxilio y la asistencia de otras damitas más jóvenes pero igual de temibles: las cuñadas.
A favor de las cuñadas (rubro al que pertenezco) tengo para
decir que no todas están abocadas a fastidiarnos: algunas, simplemente, nos
ignoran. Otras nos consideran un estorbo menor y otras tantas nos matarían si
pudieran. Pero todas, toditas, preferirían que sus hermanos fueran célibes.
Porque las relaciones entre mujeres son naturalmente complicadas. Y si hay un
hombre en el medio, peor. Hete aquí, los tipos de cuñada con los que me he
topado a lo largo de mi improductiva vida.
TIPOS DE CUÑADAS
-LA CELOSA: La cuñada
celosa es aquella que no
tolera que su hermano le preste atención a una mujer que no sea ella. Suele ser
una hermanita menor que fue consentida por el señor con el
que nosotras terminamos formando pareja de modo escandaloso. Hasta nuestra
aparición, fue ella la receptora de los regalos, las atenciones y los mimos de
nuestro hombre porque, pobre,
es chiquita, mi mamá no se lo puede comprar, para mí es como una hija, etc., etc., etc. Como todas las
mujeres celosas, este tipo de cuñada suele ser feroz. No perderá la
oportunidad de hacernos sentir mal, insinuará (o gritará a los cuatro vientos)
que sólo somos unas vividoras encaminadas a comerle la billetera al masculino que supimos conseguir,
dudará de nuestra fidelidad y nuestra higiene personal, nos pondrá a la madre
en contra y otras linduras por el estilo.
¿Cómo neutralizarla? La mejor manera de neutralizar a una cuñada celosa es ponerle límites. Pero muy
sutilmente. No vale encarar a nuestro amorcito y exigirle que elija entre esta
mujercita insufrible y nosotras: eso le dará a ella la impagable oportunidad de
ponerse en víctima.
Si es muy pendejita puede comprarse su buena voluntad con regalos, estrategia
que yo no recomiendo, porque no hace más que perpetuar la figura de nuestro
hombre como su proveedor. Que la chica busque por su cuenta
quien la provea, que el hermano ya tiene suficiente con tener que pagarnos los
vicios a nosotras.
-LA ENVIDIOSA: La cuñada
envidiosa tiene nuestra edad.
O casi. Pero, mientras los
años fueron más o menos generosos con nosotras, a ella la atropellaron de
manera vil. Se la ve muy avejentada o ha engordado mucho. El marido gana poco y
no puede darse algunos pequeños gustos. Sus hijos son bastante más maleducados
que los nuestros. Y ella vive todo esto como una ofensa personalísima de nosotras hacia su maltratado ser.
Cualquier atisbo de generosidad de nuestra parte (sugerirle una dieta que funciona, regalarle un
perfume o invitarla a almorzar) jamás será recibido como tal, sino como
fanfarronería o condescendencia.
¿Cómo neutralizarla? Es muy pero muy difícil conseguir que una
persona envidiosa cambie. Así que lo mejor es
mantenerse lo más lejos posible de esta cuñada insalubre. Tampoco es
recomendable poner al hermano de la dama en cuestión al tanto de sus malos
sentimientos para con nosotras: generará tensiones en la pareja, quilombos en
la familia y no significará ningún cambio en la actitud de esta tipa que, si
pudiera, nos clavaría alfileres en los ojos.
-LA ESOTÉRICA: Ya hemos hablado en este espacio de la suegra esotérica, vieja
temible involucrada con curanderos, trabajos, daños y velones de colores.
Esta señora sibilina suele tener como acólitos a sus hijas, que son o
pretenden ser tan brujas como ella. La cuñada
esotérica intentará dañarnos
con hechizos y boludeces varias, que no dan
resultado, por supuesto, pero fastidian y mucho (sobre todo cuando implican que
nos llenen la vereda de porquerías: los vecinos nos miran como si estuviéramos malditas y encima tenemos que limpiar).
¿Cómo neutralizarla? Atragantarla con un velón tricolor de San Jorge no sirve, porque vamos presas. Lo
mejor es matarla con la sugestión: con un paquete de plastilina para amasar un
monigote que se le parezca y un paquete de alfileres de cabecita es más que suficiente para hacer
que la mina entre en pánico.
-LA INDIFERENTE: La cuñada indiferente es aquella a la que le importa un
comino nuestra existencia, la tiene muy sin cuidado lo que hacemos y lo que
dejamos de hacer y, en casos extremos, ni siquiera recuerda nuestro nombre. Le
da exactamente lo mismo tenernos o no en su vida y jamás vamos a
conseguir que nos preste atención (tampoco deberíamos encapricharnos en que nos
la preste, ella a sus asuntos y nosotras a los nuestros, y todos contentos).
¿Cómo neutralizarla? No es necesario.
-LA CORREVEIDILE: La cuñada
correveidile es aquella que
no puede sofrenar su lengua y se dedica a desparramar chismes reales e
imaginarios sobre todo el mundo, incluyéndonos a nosotras. La correveidile suele presentarse como una chica
agradable, lo que nos hace
bajar la guardia y proveerla de cierta cantidad de información sobre nosotras,
que, tarde o temprano, esta lengua
de trapo convertirá en datos
de dominio público.
¿Cómo neutralizarla? Yo sé que a las mujeres nos cuesta muchísimo, porque a casi todas
nos encanta hablar, pero lo mejor es no
largar prenda. Contar sobre
nosotras y nuestros asuntos lo mínimo e indispensable. Y no engancharnos con
regocijo cuando la correveidile nos viene con chismes sobre otras
personas.
-LA HIPÓCRITA: Es la que te
quiere. O, mejor dicho, dice que te quiere. Y, en realidad, te detesta tanto
como todas las otras. O más. La cuñada hipócrita se mostrará solícita y servicial,
siempre con una sonrisa a flor de labios. Pero en el fondo de su ser deseará
verte azotada por las Diez
Plagas de Egipto: atragantada
con sangre, meada por las ranas, morfada por los mosquitos, apestada, con
úlceras y sarpullidos, etc.
¿Cómo neutralizarla? La cuñada
hipócrita es hipócrita pero también cobarde. Es incapaz de hacer nada en nuestra contra.
Así que lo mejor es sonreír y ser tan falsa como ella.
-LA BEBÉ: La cuñada bebé es una hermanita menor de nuestro
amado. Muy menor. Está entrando en la adolescencia y
la fascinación que le provocan nuestro maquillaje, nuestra ropa,
nuestro perfume y nuestros zapatos (sobre todo si no tiene hermanas mujeres)
hará que nos pida prestado todo, en el mejor de los casos, y no nos
devuelva nada, en el peor. La cuñada bebé puede resultar algo molesta, si a una
no le gustan los chicos, pero es una de las más inocuas y, con un poco de buena
voluntad de nuestra parte, puede resultar hasta divertida. Si bien habrá que
llevarla y traerla a cumpleaños de 15, boliches y fiestitas varias, tampoco es
para tanto.
¿Cómo neutralizarla? No sé si este tipo de cuñada necesita ser neutralizada. Lo que
debe, sí, es aprender ciertas reglas de convivencia:
-Lo que se pide prestado se devuelve, a menos que el prestador
haya especificado que no es necesario.
-Cuando se come y se duerme en casa ajena hay que dar una manito en lo
que a quehaceres domésticos se refiere. Eso de apoyar el culo en la silla y
mandarse mensajitos con las amigas mientras una hace todo, no va.
-Etc.
-LA AMIGA: Dirán ustedes, mis queridas, que una mujer de bien no es amiga de sus cuñadas y, por supuesto,
tendrán razón. ¿Pero qué sucede cuando la vida da vueltas y vueltas al pedo y
nos terminamos emparejando con el hermano de nuestra amiga? Hete aquí una
situación sumamente delicada. Mal que nos pese, la relación que teníamos con
esa señora o señorita jamás volverá a ser la misma. Cuanto antes
aceptemos esta verdad irrefutable, tanto mejor. Sería muy ingenuo de nuestra parte
creer que ante cualquier trifulca más o menos seria la que otrora supo
defendernos a capa y espada se pondrá en contra de su hermano o de su madre por
nosotras. La sangre es la
sangre. Sépanlo.
¿Cómo neutralizarla? En este caso específico no debería hablarse de neutralización, sino de toma de conciencia: nadie puede
estar a la vez en la misa y en la procesión. Si
es cuñada no es amiga. Y
punto.
-LA DESGRACIADA: La cuñada
desgraciada es aquella a la
que le acontecen todas las calamidades del Universo y no encuentra mejor lugar
para ir a lamentarse que nuestra casa. Abandonada por hombres variopintos,
estafada por socios inescrupulosos, carajeada por vecinos agresivos y meada por
los dinosaurios, esta dama cree que somos nosotras y nuestros hombres quienes
atendemos los teléfonos cuando la gente desesperada llama al 911. La cuñada desgraciada siempre nos hace partícipe de sus
sufrimientos: nos usa como paño de lágrimas, nos pide plata prestada y cae como peludo de regalo a cualquier hora de la noche, buscando
comida y cobijo.
¿Cómo neutralizarla? Dejarla durmiendo en la vereda sería inhumano y
nuestro amorcito jamás nos perdonaría tan cruento accionar, así que lo
aconsejable es ponerle límites. Ni ella es una niña desamparada ni nosotros
tenemos por qué ver trastocada toda nuestra existencia por sus tragedias griegas.
-LA QUE PREFIERE A LA EX: Es más que seguro que la cuñada que prefiere a la ex le hizo la vida imposible a la
pavota otrora emparejada con el hombre con el que compartimos colchón. Pero,
desde el momento en que esa dama se convirtió en ex, todos sus defectos se
desvanecieron y pasó a ser algo así como una réplica surbonaerense de Lynda
Carter, toda llena de maravillas. La cuñada
que prefiere a la ex jamás
terminará de aceptarnos como cuñadas: para ella seremos eternamente unas
atorrantas advenedizas que nos encajetamos con hombres ajenos. Seguirá invitando a la ex a reuniones
y cumpleaños, sólo para fastidiarnos o para que nosotras nos quedemos en casa.
Y no perderá oportunidad para traer a colación lo buena que era Fulanita.
¿Cómo neutralizarla? Tomando distancia, como nos enseñaron las maestras en la escuela primaria (¿vieron
que para algo servía tomar
distancia?).
Como verán, gentes queridas,
cuando digo que las únicas dañinas no son las
suegras tengo en qué basarme. Las cuñadas también suelen ser huesos duros de
roer. Damas empecinadas en complicarnos la existencia. Señoras y señoritas
prestas a echar mano a la crítica destructiva en el momento menos pensado.
Entes malignos que no toleran que sus hermanos se enreden con mujeres de dudoso
abolengo y moral más dudosa aún. Brujas hechas y derechas, la verdad.
Si no me creen, pregúntenle a
las novias de mis hermanitos.
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