sábado, 22 de mayo de 2021

LOS SAPOS QUE TODA SOLTERA DEBERÍA BESAR


LOS SAPOS QUE TODA SOLTERA DEBERÍA BESAR

“No fracasé, solo descubrí 999 formas de no hacer una bombilla”
Thomas Edison

Es de público conocimiento que todas las mujeres salimos con varios hombres antes de conocer al indicado. Es más, algunas no lo conocen nunca y se pasan la vida boyando entre estúpidos y abusadores.  Según Leila Sobol, autora de una jugosa nota titulada Los sapos que toda soltera debería besar, todos estos amoríos que, con ligereza juzgamos inútiles,  son pasos ineludibles que nos acercan al verdadero amor.


El amigo con beneficios: Se conocen de toda la vida. Se ven sólo cuando tienen ganas o cuando las papas queman y no encontraron a nadie mejor para sacarlas del fuego. Ninguno de los dos se ofende si no se llaman o no se mensajean durante días. Es una relación funcional y, según mi arcaico punto de vista, bastante patética. No hay planes a futuro. Para el psicólogo Patricio Furman, en estas relaciones modernas prevalecen, por sobre todo, la comodidad y el placer instantáneos. Un vínculo de este tipo te permite disfrutar y explorar lo sexual desde un lugar relajado”, afirma el especialista, y no me voy a poner a discutir porque él estudió y yo no. Pero lo que muchos consideran comodidad y relax es para mí, adicta a los fuegos eternos, falta de pasión. Jamás tuve un amigo con derecho a roce (eso no existía en mi época) pero supongo que tener sexo con un amigo debe ser menos conmocionante que jugar al Ludo Matic con las primas solteronas.


El 24/7: 24 horas el día, los 7 días de la semana. Algo así como un Maxikiosco amoroso. Te skypea apenas te despertás, te llama al mediodía para ver qué tal tu mañana, y te envía emoticones románticos por todos los medios imaginables cada 20 minutos. O sea, es más pesado que un collar de melones. Agobiante. Asfixiante. ¿En qué estabas pensando cuándo te enredaste con este marmota? Según la psicóloga Rosina Duarte, en la pareja el equilibrio brilla por su ausencia. No vibran en la misma frecuencia.  “La mirada de él está puesta en el afuera, en vos: eso hace que esté excesivamente atento a tus necesidades y no a las propias. Pone demasiadas expectativas en vos”, cacarea Rosina. El licenciado Furman vuelve a tomar la posta: “La falta de suspenso y el escenario previsible pueden aburrirte y apagar tu deseo” (y yo me pregunto si no es exactamente eso lo que nos termina sucediendo con el amigo con derechos, más allá de la comodidad y el poder andar con una bombacha de algodón sin elástico y las piernas sin depilar porque, total, somos amigos y ya me conoce como una hippie chic sin chic). Según el mentado especialista, esta relación es enriquecedora para tu autoconfianza: Tener el registro de que podés gustarle mucho a alguien es un buen primer paso para un modelo de novio que te cuide y que esté atento a tus necesidades. Claro que, como todo en la vida, lo ideal es que sea en su justa medida.” Mejor dicho por Sor Juana: el amor es como la sal, dañan su falta y su sobra.


El huidizo: Lo más romántico que él te dijo alguna vez fue: “Qué sexy tu corpiño”. No es muy demostrativo, pero la pasan bien cuando están juntos. Eso sí,  hay un pequeño detalle: casi nunca están juntos. Siempre hay una causa, razón o circunstancia que le impide verte. Siempre tiene otros planes: sacar a pasear al perro, jugar al Monopoly con los pibes del secundario, ir al Comic Con disfrazado de Aquaman con otros dementes como él, acompañar a la mamá al supermercado, etc.  Nuestra amiga Rosina opina que “se trata de un hombre demasiado analítico, nunca termina de definir lo que quiere y así evita hacerse cargo del vínculo con vos”. Los especialistas, tan dispuestos siempre a meter la cuchara en las notas de la “Cosmo”, advierten: “Esta relación se sostiene por tu fantasía, por lo que creés que él podría ser si estuviera más tiempo con vos o si te viera más seguido. Te terminás enamorando de lo que vos imaginás”.


El boomerang: Va y viene. Le gustás, obviamente, pero no lo suficiente como para establecer con vos una relación medianamente seria. Mientras tanto, él sale con otras personas y si vos hacés lo mismo (seguro que no lo hacés, porque cuando estamos enamoradas a chitrulas no nos gana nadie), muere de celos. Son una pareja que no llega a ser pareja y se ven muy bien juntos, por eso nadie entiende por qué no formalizan de una vez por todas. Para el Licenciado Furman, estar inmersa en este tipo de relación tiene que ver con tu miedo a salir de la zona de confort. “Siempre volvés a él porque es lo conocido y lo seguro”, aguijonea. También recomienda valorarte y entender que merecés mucho más que un toco y me voy consuetudinario. No te conformes con un hombre que no te hace feliz. Ni con un infeliz.


El vendehumo: Parecía el tipo más jaranero y salidor del mundo.  En las primeras citas, te llevaba a fiestas divertidas, restaurantes cool, boliches de onda y carritos de la Costanera. Pero ahora solo quiere quedarse en casa viendo una peli o jugando  a la Play, está  ensimismado la mayor parte del tiempo y parece que casi no tiene amigos. “A veces, entusiasmado por una nueva relación, un hombre se muestra excesivamente emocionado y, con el tiempo, ese entusiasmo disminuye. En algunas ocasiones, lo que cambia es la mirada del otro: las cosas que antes se minimizaban quizá sean motivo de desilusión ahora. Por las ganas que tenías de estar con él, consideraste algunas cosas a través de un lente benévolo que hoy no funciona”, dice el inefable Furman. Rosina acota: “La moraleja de esta historia es que no todo lo que brilla es oro. Gracias a esta experiencia, aprendiste a no idealizar al otro y a darte tiempo para conocerlo realmente.”


El chico malo: ¡Ah! Qué taquillero es el chico malo. Es ese hombre que tiene actitudes que pueden molestarte o hasta lastimarte, como dejarte plantada, correrte la cara cuando le vas a dar un beso, despreciar un regalo o responderte secamente gracias cuando le decís que lo amás. Lo más probable que esta relación se sostenga por tu expectativa de que algún día él recapacite, cambie y se convierta en el novio ideal. Ay, mi querida. Te faltan años para saber que los hombres no cambian: empeoran. Si es un pelotudo ahora dentro de diez años será un pelotudo con más experiencia y vos te merecés algo mejor que un zángano que viva martirizándote. Furman, que no opina como yo (él sí cree que la gente puede cambiar) sostiene que, por lo general, “cuando la otra persona cambia, la relación ya no funciona porque se sostenía en una fantasía que rara vez coincide con la realidad”. Hay que generar vínculos que no estén basados en la esperanza de cambiar al otro.


Mr. Perfecto: Es EL candidato. Las amigas lo adoran, las madres los aman, las abuelas les tejen medias y bufandas. El auténtico galán de los hogares, que me perdone Palito Ortega. Es buenmozo, inteligente, amable, un profesional exitoso y le encanta disfrutar de lo mejor de la vida. Tu novio es tan, pero tan perfecto, que muchas veces te sentís inhibida, te parece que no estás a su altura, que un bichito canasto como vos no pudo levantarse a semejante guacho. “Como en cualquier tipo de vínculo, lo importante es que estés a gusto con el otro. Si con este hombre te sentís en desventaja y eso no te permite ser vos misma, claramente no es el indicado para vos”, asegura nuestra amiga Rosina Duarte. Y eso no es todo: puede que Mr. Perfecto esconda detrás de esa fachada ideal algún secreto inconfesable (esto lo agrego yo, adicta a las intrigas y con suficiente calle como para saber que cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía).
Salir con él te levanta la autoestima. Dejarlo, ni te cuento. Comprender que nadie es perfecto, no tiene precio.



La gran novedad: Un paisaje exótico, un club de jazz o un refugio en la montaña pueden ser escenariso perfectos para conocer a un desconocido irresistible que, aparentemente, no tiene nada que ver con tu mundo. El Licenciado Furman nos pincha el globo: “Al iniciar la relación, inevitablemente lo vas a familiarizar con tus reglas del juego (cada cuánto verse o qué tipos de salidas), y ya no pesará lo exótico ni lo nuevo que te atrajo en un principio”. Aprendé que, si te fijás en alguien porque es diferente, no tenés que tratar de convertirlo en alguien parecido a vos.

Hasta aquí, los sapos que, según nuestra amiga Leila Sobol tendremos que besar antes de dar con el príncipe azul. Me despido de ustedes, mis queridos,  con una frase de Megan Maxwell: “Todos, príncipes y princesas desteñimos en algún momento de nuestras vidas.” 

Buenas noches.

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