LA
MADRE QUE LO PARIÓ
“Suegra,
abogado y doctor, cuanto más lejos mejor.”
Cada día que pasa me convenzo
más de que, a causa de alguna
ley kármica o del humor retorcido de los dioses, en cualquier momento y en
cualquier lugar, nace alguien cuyo destino y fin último es cagarnos la vida.
Puede ser una madre desgraciada, una pareja conflictiva, una amiga venenosa,
una vecina con ganas de romper las bolas o una hermana neurótica. Puede ser
también, y lo es, en la mayoría de los casos, esa señora que parió a nuestra
media naranja y supone que semejante esfuerzo la habilita para convertirnos en
el símil con tetas de un trapo de piso.
La suegra es, para la mayoría
de las mujeres, una antagonista difícil de poner en su lugar y un dolor de
cabeza perpetuo. Pero suponer que todas las suegras son iguales es ignorar
olímpicamente la complejidad del alma humana. Hay suegras y suegras, del mismo
modo que hay diferentes tipos de bacterias. Todas nos enferman, pero no vamos a
andar confundiendo un estreptococo con un bacilo. Porque somos gente culta y porque lo
que mata a uno a otro lo fortalece.
Investigando acerca de esta
bicha de fama tenebrosa, me he topado con un interesante listado que alude a
los diferentes tipos de suegra, y cuya noble finalidad es que las damas y
damiselas que no tuvieron la fortuna de enredarse con huérfanos, sepan con qué
bueyes aran. Mi reputado espíritu de servicio me obliga a compartirlo con
ustedes, amables lectoras. Seguro que entre tanta suegra malparida encuentran a
la suya.
TIPOS DE SUEGRA: CON ESTOS
BUEYES ARAMOS
El listado que desplegaré a
continuación ha sido extraído del libro de Matilde Saavedra, “Manual de la buena suegra”. Sé que muchas de ustedes se
estarán preguntando si Matilde abusa del alcohol o fuma marihuana, porque la buena suegra no existe. No sean tan drásticas, queridas
amigas. Alguna buena suegra
debe haber. Los comentarios
que acompañan a la lista son míos. Imagino que Matilde Saavedra no es tan turra
como yo. Mi vasta experiencia con el sexo masculino me ha permitido padecer a
más de una de estas suegras enlistadas. Así que, como siempre, tengo bastante
que decir. Vayamos, pues, al recuento de estas señoras infames:
SUEGRA INSIDIOSA: Esta suegra es aquella a la que le gusta revolver en tu pasado
porque, a contramano del tango, ella
es quién para juzgarte. Se
interesa en tus ex parejas, busca rastros de las mismas en tu casa (una foto,
un recuerdito de miércoles) y es capaz de aludir a estos souvenirs delante de
tu almita gemela, cosa de predisponer al masculino en tu contra. Es el tipo de
suegra que está convencida de que el nene se casó con una puta y que si busca
lo suficiente va a encontrar hasta la tarifa de tus servicios sexuales (que
imagina magra, porque vos no
valés nada). Es una suegra dañina como pocas. Matilde Saavedra aconseja: “Es necesario que para este tipo de
suegra se fijen los límites, debido a que es demasiado peligrosa al comparar
recuerdos de ex parejas”. Los
límites se fijan con cianuro. Otra cosa no funciona.
SUEGRA AGRESIVA: Esta suegra es la maleducada que siempre tiene un improperio a
flor de labios. Su hijo es maravilloso y vos, obviamente, no lo merecés. Es maltratadora, pero, frente a tu
pareja, lo es de forma muy sutil, cosa de que el ganso que supiste conseguir no
se aperciba de que ha sido parido por una bruja hecha y derecha. Yo no sé si
esta suegra pega, pero puede ser. A esta también hay que ponerle límites. Un
cortito de izquierda o algo así.
SUEGRA DETECTIVE: Esta es la suegra que quiere saber todo acerca de tu persona y no
duda en invadir tus espacios vitales para averiguarlo. Tiene que saber si sos
digna de su retoño y eso la empuja a interrogar a tus amigas y vecinas, a
merodear cerca de tu hogar a horas insospechadas y a ponerte un micrófono en la
bombacha. Sospecha que nunca estás donde decís estar y que no sos lo que
pretendés ser. “A veces, este
tipo de suegras se conocen cuando llaman a los trabajos de las nueras, por
ejemplo, para saber si trabajan donde dijeron que trabajaban”, comenta Matilde Saavedra. Estricnina
es una buena opción para agasajar a esta madrecita política con alma de Maxwell
Smart.
SUEGRA SEDUCTORA: Esta suegra es la típica pendevieja. Seguramente está teñida de rubio,
viste de animal print y va por la vida munida de un caniche insufrible. No te
va a dar demasiada bola, porque no se asume como suegra. Cuando tengas hijos va
a enseñarles a llamarla “Titi”,
“Coqui” o “Luli”, pero jamás de los jamases abuela. “Son ese tipo de mujeres a las que
les gusta aparentar la edad que ya no tienen y pretenden conquistar a los
novios de sus hijas”, revela
Matilde. Como suegras no joden demasiado; como madres son dignas de una patada
en el culo bien dada.
SUEGRA SIN RIVAL: Todas la conocemos: esta suegra es la que mejor cocina, la que
mejor plancha, la que mejor barre y la que mejor limpia el inodoro. Es la
progenitora del pollerudo que no duda en comentar, ante un asado al horno con
papas de tu humilde cosecha, que a su santa madre le sale más rico. Tratar de
competir con ella es inútil y desgastante. Es como si cualquier hija de vecino,
vistiendo una capa hecha con una cortina vieja, intentara plantarle cara a la Mujer Maravilla. Lo más apropiado, según mi ladino
punto de vista, es usarla: que cocine ella. Vos limate las uñas.
SUEGRA LLORONA: Esta es la suegra que echa mano a las lágrimas para manipular al
pavote de su retoño y, obviamente, para manipularte. Es la típica madre enferma
que llora en la boda de su hijo a lágrima viva, porque lo suyo no es emoción:
es necesidad de dejarle bien clarito a su vástago que la está abandonando como
si fuera un trasto viejo. Es experta en hacer que su entorno siempre se sienta
culpable por algo. Yo la juzgo más peligrosa que los otros tipos de suegras. El
poder de las lágrimas es incalculable. Para ésta, arsénico y encaje antiguo.
SUEGRA MEZQUINA: Esta es la suegra que no piensa invertir un centavo en tu no grata
persona y, en el día de tu onomástico, te regala cualquier porquería que
previamente le regalaron a ella, cuanto más berreta, mejor. Se supone que hay
que aceptar sus regalos con hidalguía y dar las gracias educadamente, aunque
una tenga ganas de metérselos en el culo. Personalmente, esta suegra no me jode
demasiado. Un angelito de yeso mal pintado o una remera de La Salada no son nada comparados con las malas
artes de otras suegras mucho más temibles. La dejamos pasar.
SUEGRA HIPOCONDRÍACA: A esta suegra, más pesada que un collar de melones, le duele hasta
la uña del dedo gordo del pie. Se queja más que un bandoneón. Tiene asma, tiene
tuberculosis, tiene rabia y tiene cáncer. No tiene sarampión por una cuestión
de edad, que si no también lo tendría. Vive con un pie en la tumba, pero a
meter el otro pie no se decide nunca. Esta es la
típica vieja de mierda que termina enterrando a todo el mundo. ¿Qué tal un
tecito de cicuta?
SUEGRA ABUSIVA: Esta es la suegra que supone que en casa de su hijo tiene los
mismos derechos que en la propia. Es la que se deja caer en tu hogar a
cualquier hora, te cambia los muebles de lugar y pretende decidir a qué escuela
deben ir tus hijos. En el peor de los casos, tiene la llave de tu vivienda. Y
entra como Pancho por su casa. A esta suegrita también hay que ponerle límites
de manera urgente: si no basta con cambiar la cerradura, es menester cambiar de
domicilio sin dejar detalles de la nueva ubicación de la familia ni rastros que
puedan ser seguidos por la susodicha.
SUEGRA CÓMPLICE: No, no te hagas ilusiones. Cómplice
tuya, no. Cómplice de su
hijo. Es la que justifica cualquier barrabasada que haga su pimpollo y la que
lo consolará y lo protegerá cuando se vea envuelto en alguna trifulca hogareña.
El modo más sencillo de neutralizarla es poner cientos de kilómetros entre nos
y la aludida. Medida que se aconseja, también, para contrarrestar las malas
influencias de todos los otros tipos de suegra, si una todavía no se anima al
veneno.
Hasta aquí llega la lista
confeccionada por Matilde Saavedra. Parece que yo tengo un poco más de calle
que Matilde, porque conozco algunos tipos de suegras más, a saber:
SUEGRA ESOTÉRICA: Es aquella suegra involucrada con curanderos, trabajos, daños y
velones de colores. En el peor de los casos, tiene un altarcito dedicado a San La Muerteadentro del
ropero. Si bien no puede dañarnos realmente con sus hechizos y supersticiones,
es bastante molesta. Sobre todo cuando nos acusa a nos de haber engualichado a
su pobre hijo. A ésta hay que matarla con la sugestión: un muñequito vudú con
sus características convenientemente abandonado en la puerta de su hogar, hará
que entre en pánico. Para disfrutar.
SUEGRA ATORRANTA: La suegra atorranta es una suegra seductora pasada de rosca. Viuda
o separada, no se conforma con teñirse las mechas, vestir animal print y portar
un perrito insufrible. Se pone “de
novio” cuatro veces en seis
meses y, como era de esperarse, nos obliga a invitar a cenar al enamorado de
turno. El tipo suele ser un vivillo que se come hasta las fuentes, fanfarronea
sin tener con qué y nos echa el humo de los cigarrillos en la cara. Un asco.
SUEGRA MÍSTICA: Esta es la suegra que te mete una estampita hasta en el culo. Si te
descuidás, te salpica con agua bendita. Es habitué de la iglesia, el templo o
la sinagoga y considera que una es una hereje que arrastrará a su hijo por el
camino de la perdición. Lo peor que podés hacerle a esta suegra bendita es
embarazarte antes de que Dios haya unido lo que tiene que unir. No te lo
perdonará nunca jamás en la vida y, en cuanto tenga oportunidad, te recordará
el mal paso. Con un poco de suerte, esta pía señora se pierde rumbo a Luján,
San Nicolás o el Muro de los Lamentos. Recemos para que así sea.
SUEGRA EN SEGUNDAS NUPCIAS (O
EN TERCERAS, CUARTAS O QUINTAS):Es seguro que esta suegra le hizo la vida imposible a su nuera
anterior. Pero en cuanto el hijo la dejó, la abandonada pasó a ser un dechado
de virtudes. Virtudes que nosotras, obviamente, no tenemos. Esta dama jamás
terminará de aceptarnos como nueras. Seguirá invitando a las ex a reuniones y
cumpleaños, sólo para fastidiarnos o para que nosotras nos quedemos en casa.
Para festejarla, yo recomendaría una tardecita de té con masas con la grata
compañía de Yiya Murano.
SUEGRA ENVIDIOSA: Esta es la madre política que quiere tener lo que vos tenés. Tus
cortinas, tus sábanas, tus muebles, tu perro y tu pullover favorito. El hijo
tiene que comprar las cosas de a dos para que la señora no se ofenda. Es una
suegra que desearía a todas luces estar en tu lugar y necesita horas y horas de
terapia o, en el peor de los casos (o el mejor, no sé), una temporadita en un
neuropsiquiátrico.
SUEGRA HIPÓCRITA: Es la que te quiere. O, mejor dicho, finge que te quiere, vaya uno a saber con qué inicuas
intenciones. Se deshace en sonrisas y atenciones, pero una sabe que muy dentro
de sí lleva a una salvaje que, si tuviera la oportunidad, nos cortaría el
cuello sin ningún miramiento. Sonriamos nosotras también y simulemos tener con
esa tramoyista una relación sana y afectuosa. Hasta que la cose explote. Que va
a pasar, seguro, más tarde o más temprano.
De este desagradable opúsculo
se desprenden dos rotundas conclusiones:
A) La buena suegra es una leyenda urbana, tan falsa como la de la muerta de
vestido blanco y vaporoso que hace autostop en la ruta y los caramelos
efervescentes mezclados con Coca
Cola que te revientan las
tripas.
B) Mi método de exterminio
favorito es el envenenamiento.
Esto se debe a que la sangre me da impresión y a que, cuando se trata de
venenos, una puede justificarse diciendo que no quería matar a su madrecita
política, sino provocarle un dolorcito de barriga. La mano se le puede ir a
cualquiera.
Ya lo dijo Paracelso: "Todo es veneno, nada
es veneno. Sólo la dosis hace el veneno".
No hay comentarios:
Publicar un comentario