lunes, 10 de mayo de 2021

LA MADRE QUE LO PARIÓ


LA MADRE QUE LO PARIÓ

 “Suegra, abogado y doctor, cuanto más lejos mejor.”

Cada día que pasa me convenzo más de que, a causa de alguna ley kármica o del humor retorcido de los dioses, en cualquier momento y en cualquier lugar, nace alguien cuyo destino y fin último es cagarnos la vida. Puede ser una madre desgraciada, una pareja conflictiva, una amiga venenosa, una vecina con ganas de romper las bolas o una hermana neurótica. Puede ser también, y lo es, en la mayoría de los casos, esa señora que parió a nuestra media naranja y supone que semejante esfuerzo la habilita para convertirnos en el símil con tetas de un trapo de piso.
La suegra es, para la mayoría de las mujeres, una antagonista difícil de poner en su lugar y un dolor de cabeza perpetuo. Pero suponer que todas las suegras son iguales es ignorar olímpicamente la complejidad del alma humana. Hay suegras y suegras, del mismo modo que hay diferentes tipos de bacterias. Todas nos enferman, pero no vamos a andar confundiendo un estreptococo con un bacilo. Porque somos gente culta y porque lo que mata a uno a otro lo fortalece.
Investigando acerca de esta bicha de fama tenebrosa, me he topado con un interesante listado que alude a los diferentes tipos de suegra, y cuya noble finalidad es que las damas y damiselas que no tuvieron la fortuna de enredarse con huérfanos, sepan con qué bueyes aran. Mi reputado espíritu de servicio me obliga a compartirlo con ustedes, amables lectoras. Seguro que entre tanta suegra malparida encuentran a la suya.

TIPOS DE SUEGRA: CON ESTOS BUEYES ARAMOS

El listado que desplegaré a continuación ha sido extraído del libro de Matilde Saavedra, “Manual de la buena suegra”. Sé que muchas de ustedes se estarán preguntando si Matilde abusa del alcohol o fuma marihuana, porque la buena suegra no existe. No sean tan drásticas, queridas amigas. Alguna buena suegra debe haber. Los comentarios que acompañan a la lista son míos. Imagino que Matilde Saavedra no es tan turra como yo. Mi vasta experiencia con el sexo masculino me ha permitido padecer a más de una de estas suegras enlistadas. Así que, como siempre, tengo bastante que decir. Vayamos, pues, al recuento de estas señoras infames:

SUEGRA INSIDIOSA: Esta suegra es aquella a la que le gusta revolver en tu pasado porque, a contramano del tango, ella es quién para juzgarte. Se interesa en tus ex parejas, busca rastros de las mismas en tu casa (una foto, un recuerdito de miércoles) y es capaz de aludir a estos souvenirs delante de tu almita gemela, cosa de predisponer al masculino en tu contra. Es el tipo de suegra que está convencida de que el nene se casó con una puta y que si busca lo suficiente va a encontrar hasta la tarifa de tus servicios sexuales (que imagina magra, porque vos no valés nada). Es una suegra dañina como pocas. Matilde Saavedra aconseja: “Es necesario que para este tipo de suegra se fijen los límites, debido a que es demasiado peligrosa al comparar recuerdos de ex parejas”. Los límites se fijan con cianuro. Otra cosa no funciona.

SUEGRA AGRESIVA: Esta suegra es la maleducada que siempre tiene un improperio a flor de labios. Su hijo es maravilloso y vos, obviamente, no lo merecés. Es maltratadora, pero, frente a tu pareja, lo es de forma muy sutil, cosa de que el ganso que supiste conseguir no se aperciba de que ha sido parido por una bruja hecha y derecha. Yo no sé si esta suegra pega, pero puede ser. A esta también hay que ponerle límites. Un cortito de izquierda o algo así.

SUEGRA DETECTIVE: Esta es la suegra que quiere saber todo acerca de tu persona y no duda en invadir tus espacios vitales para averiguarlo. Tiene que saber si sos digna de su retoño y eso la empuja a interrogar a tus amigas y vecinas, a merodear cerca de tu hogar a horas insospechadas y a ponerte un micrófono en la bombacha. Sospecha que nunca estás donde decís estar y que no sos lo que pretendés ser. “A veces, este tipo de suegras se conocen cuando llaman a los trabajos de las nueras, por ejemplo, para saber si trabajan donde dijeron que trabajaban”, comenta Matilde Saavedra. Estricnina es una buena opción para agasajar a esta madrecita política con alma de Maxwell Smart.

SUEGRA SEDUCTORA: Esta suegra es la típica pendevieja. Seguramente está teñida de rubio, viste de animal print y va por la vida munida de un caniche insufrible. No te va a dar demasiada bola, porque no se asume como suegra. Cuando tengas hijos va a enseñarles a llamarla “Titi”, “Coqui” o “Luli”, pero jamás de los jamases abuela. “Son ese tipo de mujeres a las que les gusta aparentar la edad que ya no tienen y pretenden conquistar a los novios de sus hijas”, revela Matilde. Como suegras no joden demasiado; como madres son dignas de una patada en el culo bien dada.

SUEGRA SIN RIVAL: Todas la conocemos: esta suegra es la que mejor cocina, la que mejor plancha, la que mejor barre y la que mejor limpia el inodoro. Es la progenitora del pollerudo que no duda en comentar, ante un asado al horno con papas de tu humilde cosecha, que a su santa madre le sale más rico. Tratar de competir con ella es inútil y desgastante. Es como si cualquier hija de vecino, vistiendo una capa hecha con una cortina vieja, intentara plantarle cara a la Mujer Maravilla. Lo más apropiado, según mi ladino punto de vista, es usarla: que cocine ella. Vos limate las uñas.

SUEGRA LLORONA: Esta es la suegra que echa mano a las lágrimas para manipular al pavote de su retoño y, obviamente, para manipularte. Es la típica madre enferma que llora en la boda de su hijo a lágrima viva, porque lo suyo no es emoción: es necesidad de dejarle bien clarito a su vástago que la está abandonando como si fuera un trasto viejo. Es experta en hacer que su entorno siempre se sienta culpable por algo. Yo la juzgo más peligrosa que los otros tipos de suegras. El poder de las lágrimas es incalculable. Para ésta, arsénico y encaje antiguo.

SUEGRA MEZQUINA: Esta es la suegra que no piensa invertir un centavo en tu no grata persona y, en el día de tu onomástico, te regala cualquier porquería que previamente le regalaron a ella, cuanto más berreta, mejor. Se supone que hay que aceptar sus regalos con hidalguía y dar las gracias educadamente, aunque una tenga ganas de metérselos en el culo. Personalmente, esta suegra no me jode demasiado. Un angelito de yeso mal pintado o una remera de La Salada no son nada comparados con las malas artes de otras suegras mucho más temibles. La dejamos pasar.

SUEGRA HIPOCONDRÍACA: A esta suegra, más pesada que un collar de melones, le duele hasta la uña del dedo gordo del pie. Se queja más que un bandoneón. Tiene asma, tiene tuberculosis, tiene rabia y tiene cáncer. No tiene sarampión por una cuestión de edad, que si no también lo tendría. Vive con un pie en la tumba, pero a meter el otro pie no se decide nunca. Esta es la típica vieja de mierda que termina enterrando a todo el mundo. ¿Qué tal un tecito de cicuta?

SUEGRA ABUSIVA: Esta es la suegra que supone que en casa de su hijo tiene los mismos derechos que en la propia. Es la que se deja caer en tu hogar a cualquier hora, te cambia los muebles de lugar y pretende decidir a qué escuela deben ir tus hijos. En el peor de los casos, tiene la llave de tu vivienda. Y entra como Pancho por su casa. A esta suegrita también hay que ponerle límites de manera urgente: si no basta con cambiar la cerradura, es menester cambiar de domicilio sin dejar detalles de la nueva ubicación de la familia ni rastros que puedan ser seguidos por la susodicha.

SUEGRA CÓMPLICE: No, no te hagas ilusiones. Cómplice tuya, no. Cómplice de su hijo. Es la que justifica cualquier barrabasada que haga su pimpollo y la que lo consolará y lo protegerá cuando se vea envuelto en alguna trifulca hogareña. El modo más sencillo de neutralizarla es poner cientos de kilómetros entre nos y la aludida. Medida que se aconseja, también, para contrarrestar las malas influencias de todos los otros tipos de suegra, si una todavía no se anima al veneno.

Hasta aquí llega la lista confeccionada por Matilde Saavedra. Parece que yo tengo un poco más de calle que Matilde, porque conozco algunos tipos de suegras más, a saber:

SUEGRA ESOTÉRICA: Es aquella suegra involucrada con curanderos, trabajos, daños y velones de colores. En el peor de los casos, tiene un altarcito dedicado a San La Muerteadentro del ropero. Si bien no puede dañarnos realmente con sus hechizos y supersticiones, es bastante molesta. Sobre todo cuando nos acusa a nos de haber engualichado a su pobre hijo. A ésta hay que matarla con la sugestión: un muñequito vudú con sus características convenientemente abandonado en la puerta de su hogar, hará que entre en pánico. Para disfrutar.

SUEGRA ATORRANTA: La suegra atorranta es una suegra seductora pasada de rosca. Viuda o separada, no se conforma con teñirse las mechas, vestir animal print y portar un perrito insufrible. Se pone “de novio” cuatro veces en seis meses y, como era de esperarse, nos obliga a invitar a cenar al enamorado de turno. El tipo suele ser un vivillo que se come hasta las fuentes, fanfarronea sin tener con qué y nos echa el humo de los cigarrillos en la cara. Un asco.

SUEGRA MÍSTICA: Esta es la suegra que te mete una estampita hasta en el culo. Si te descuidás, te salpica con agua bendita. Es habitué de la iglesia, el templo o la sinagoga y considera que una es una hereje que arrastrará a su hijo por el camino de la perdición. Lo peor que podés hacerle a esta suegra bendita es embarazarte antes de que Dios haya unido lo que tiene que unir. No te lo perdonará nunca jamás en la vida y, en cuanto tenga oportunidad, te recordará el mal paso. Con un poco de suerte, esta pía señora se pierde rumbo a Luján, San Nicolás o el Muro de los Lamentos. Recemos para que así sea.

SUEGRA EN SEGUNDAS NUPCIAS (O EN TERCERAS, CUARTAS O QUINTAS):Es seguro que esta suegra le hizo la vida imposible a su nuera anterior. Pero en cuanto el hijo la dejó, la abandonada pasó a ser un dechado de virtudes. Virtudes que nosotras, obviamente, no tenemos. Esta dama jamás terminará de aceptarnos como nueras. Seguirá invitando a las ex a reuniones y cumpleaños, sólo para fastidiarnos o para que nosotras nos quedemos en casa. Para festejarla, yo recomendaría una tardecita de té con masas con la grata compañía de Yiya Murano.

SUEGRA ENVIDIOSA: Esta es la madre política que quiere tener lo que vos tenés. Tus cortinas, tus sábanas, tus muebles, tu perro y tu pullover favorito. El hijo tiene que comprar las cosas de a dos para que la señora no se ofenda. Es una suegra que desearía a todas luces estar en tu lugar y necesita horas y horas de terapia o, en el peor de los casos (o el mejor, no sé), una temporadita en un neuropsiquiátrico.

SUEGRA HIPÓCRITA: Es la que te quiere. O, mejor dicho, finge que te quiere, vaya uno a saber con qué inicuas intenciones. Se deshace en sonrisas y atenciones, pero una sabe que muy dentro de sí lleva a una salvaje que, si tuviera la oportunidad, nos cortaría el cuello sin ningún miramiento. Sonriamos nosotras también y simulemos tener con esa tramoyista una relación sana y afectuosa. Hasta que la cose explote. Que va a pasar, seguro, más tarde o más temprano.

De este desagradable opúsculo se desprenden dos rotundas conclusiones:
A) La buena suegra es una leyenda urbana, tan falsa como la de la muerta de vestido blanco y vaporoso que hace autostop en la ruta y los caramelos efervescentes mezclados con Coca Cola que te revientan las tripas.
B) Mi método de exterminio favorito es el envenenamiento. Esto se debe a que la sangre me da impresión y a que, cuando se trata de venenos, una puede justificarse diciendo que no quería matar a su madrecita política, sino provocarle un dolorcito de barriga. La mano se le puede ir a cualquiera.

Ya lo dijo Paracelso: "Todo es veneno, nada es veneno. Sólo la dosis hace el veneno".

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