LA
LOCA DE LA CASA
“La
fantasía tiene fama de ser la loca de la casa.”
José
Ortega y Gasset
"Vístete de putita, corazón, vuélveme loco."
Joaquín
Sabina
Las
mujeres, señores, somos tan de carne y hueso como cualquiera. Y, como
cualquiera, tenemos una gama infinita de fantasías sexuales, a
pesar de la educación represora que, tradicionalmente, hemos recibido. Hasta
hace poco tiempo, las féminas sólo nos permitíamos utopías con mucho romance y
poco sexo. Pero hoy en día, gracias a Dios, las cosas están cambiando y señoras
y señoritas nos animamos a soñar despiertas con situaciones más acaloradas.
Según
Sigmund Freud, las fantasías son sueños diurnos,
escenas, episodios, novelas, ficciones que las personas forjamos en
nuestras mentes y nos narramos a nosotras mismas en
estado de vigilia, es decir, cuando estamos despiertas. Son
representaciones mentales que pueden contener una escena completa o sólo
algunos recortes o imágenes aisladas, y que, en general, visualizan y llevan
a cabo deseos insatisfechos. O crean situaciones placenteras y algunas veces
muy atrevidas que no tenemos intención de convertir en realidad.
Las fantasías son,
para hombres y mujeres, producciones del psiquis que nos permiten
jugar, desplegar nuestros apetitos sin pudor y entregarnos a placeres que en la
realidad nos resultarían prohibidos, en el mejor de los casos, o tremendamente
bochornosos, en el peor. Quien pergeña la fantasía siempre
forma parte de la misma, como espectador o como participante activo.
Las personas se permiten, a través de estas ficciones escandalosas, imaginar,
crear y formar parte de situaciones excitantes que probablemente jamás
concretarían en la realidad, por vergüenza o por culpa.
La
faena sexual tiene su origen y su desarrollo en el mágico terreno de las fantasías. Las
adolescentes tienen fantasías sexuales sobre el primer
encuentro erótico, el primer beso y otras escenas privadas que sirven como base
para el desarrollo de la identidad y de la actividad sexual futura.
Las
mujeres, que para pensar pavadas somos mandadas a hacer, tenemos, como dije
anteriormente, una gama muy rica de fantasías sexuales. Atrás
estamos dejando, de a poco, la idea de que para disfrutar del sexo es menester
estar enamoradas y nos animamos a imaginar situaciones hot con
señores que no son el nuestro, por mucho que les pese a nuestras abuelas y al
cura del barrio. A medida que nos despojamos de prejuicios y mandatos sociales
y culturales, las féminas estamos enriqueciendo nuestra vida sexual. Nos
atrevemos a explorar en nuestro interior, asumir jacarandosamente nuestros
deseos más cochinos y crear escenas sumamente excitantes que aumentan nuestras
posibilidades de dar y recibir placer.
Ante
esta catarata de quimeras atrevidas no tenemos por qué horrorizarnos: sólo son fantasías. A
las que podemos mantener en absoluta privacidad si somos algo tímidas o
compartir con nuestra media naranja, siempre y cuando no estemos emparejadas
con un bruto que se pone celoso hasta de su sombra. Teniendo en claro que, en
lo que a sexualidad adulta se refiere, todo esta permitido, siempre y cuando no
haya presiones, coacción, maltrato o abuso de personas.
Las
ventajas de las fantasías sexuales están a la vista: son
gratuitas, confeccionadas a nuestra medida, podemos prenderlas y apagarlas a
gusto, son discretas, y aportan adrenalina a nuestro lecho sin las
complicaciones que acarrean las aventuras reales.
Usar lencería
erótica (desde los sobrios encajes hasta las impactantes bombachas
comestibles), jugar a interpretar diferentes personajes a la hora de los
bifes (la enfermera hot, la colegiala calenturienta, la galena
ardorosa o la vecina que salió a sacar la basura y se olvidó de ponerse los
calzones), estimular todos los sentidos a través de sonidos, olores, sabores,
imágenes visuales y sensaciones corporales, son costumbres que ofician como
disparadores de fantasías sexuales.
Pasen
y vean, mis queridos, algunas de las escenas con las que señoras y señoritas
nos hacemos el coco.
ALGUNAS
FANTASÍAS SEXUALES FEMENINAS
-Fantasías sobre nuestra pareja actual: Aunque parezca pavote, la fantasía
sexual preferida por las mujeres es aquella que implica algo que han
hecho o desean hacer con su pareja. Bondage, splosh, petting… son
muchas las prácticas sexuales que nos gustaría probar pero todavía no tuvimos
el valor (o la oportunidad) para hacerlo. Y como somos muy
humildes, en lugar de imaginar que Brad Pitt nos unta con Casancrem imaginamos
que lo hace el impresentable con el que compartimos colchón.
-Sexo
con un hombre que no es nuestra pareja: Cuando las mujeres fantaseamos que tenemos sexo con un
hombre que no es nuestra pareja, generalmente lo hacemos con algún ex. Un
desperdicio de fantasía, pensaran ustedes: pudiendo imaginar un
revolcón apoteósico con Leonardo Di Caprio o con Christian Bale, nos
conformamos con una canita al aire con un señor que fue tan pavote como para
dejarnos o tan insufrible como para hacer que lo dejáramos. Pero ya les dije
que somos humildes. Fantasear con un ex responde,
generalmente, a que el sátrapa en cuestión nos excitaba más que nuestra actual
media naranja o tenía un mejor rendimiento sexual. Además de fantasear que
tenemos sexo con una ex pareja, las mujeres solemos elegir para nuestros
chichoneos mentales señores que pertenecen a etnias diferentes a la nuestra (si
somos blanquitas se nos hace agua la boca con un negrito querendón), actores
famosos o gigolós de alta performance.
-Sexo
con otra mujer: No
hace falta ser lesbiana para fantasear que se está en la cama con otra señora o
señorita. Imaginar que hacemos el amor con una persona de nuestro mismo sexo es
bastante común y no significa que seamos homosexuales. Se supone que, a pesar
de nuestra flagrante heterosexualidad, hay damas que nos provocan cosas. Damas
que pueden ser anónimas, en el caso de las más timoratas, o pueden tener las
curvas de la maestra del nene, en el de las más desaforadas. En el caso de las
incondicionales a la teta de cristal la fémina de nuestros
desvelos puede ser Kat Dennings, la voluptuosa Max de “2
Broke Girls”, porque las anoréxicas no nos mueven un pelo.
-Sexo
romántico: Al contrario de lo
que imaginan los señores que todavía no descubrieron nuestro erotismo
desenfrenado, hoy en día las fantasías que incluyen sexo
romántico no son muy comunes entre damas y damitas. Son sí, las fantasías que
las mujeres estamos más dispuestas a reconocer, porque es mucho más aceptable
socialmente confesar que soñamos con un príncipe azul nos pasa a buscar en un
carruaje encantador que comentar que nos calienta imaginar que
tenemos sexo salvaje con dos albañiles y un pintor de brocha gorda.
-Menage
à trois: Parece
que el famoso trío es una de las fantasías
sexuales predilectas de las muchachas de toda edad. Según
los especialistas, la opción más taquillera es un señor y dos señoras,
situación que permite dar rienda suelta a los impulsos lésbicos que las damas
tenemos reprimidos. También hay mujeres que se permiten fantasear con un trío donde
ellas son las únicas damas y reciben atenciones y arrumacos de dos caballeros
bien dispuestos. O con uno exclusivamente femenino. Vale aclarar que las
muchachas más pudorosas no le ponen un rostro determinado a los compañeros
sexuales con los que fantasean. Las más atrevidas, en cambio, sueñan que
retozan con señores muy concretos, como el sodero o el repartidor de pizza. Y
las adictas a la TV como vuestra servidora, imaginan que departen eróticamente
con Dexter y el Asesino del Camión de Hielo.
-Violación: Por loco o depravado que pueda parecer,
hay señoras y señoritas que tienen fantasías en las cuales son
sometidas sexualmente. Lo que no tiene absolutamente nada de malo: ya dijimos
que las fantasías son sólo eso y, de ninguna manera,
representan un deseo que la fantasiosa quiera llevar a cabo en la vida real.
Esta fantasía en particular reafirma el rol pasivo fomentado
por la cultura falocéntrica.
Los
sexólogos tienen dos hipótesis para explicar por qué esta fantasía es
tan común entre las mujeres. Una es que la sociedad nos envía a las damas
mensajes contradictorios con respecto a nuestra sexualidad. Se nos exige
ser seductoras y sexualmente activas y, además, moralmente recatadas. Como una
no es Mandrake (ni siquiera el mago Fafa), para
dejar a todos contentos, recurre a la fantasía de ser violada,
ficción que nos permite ejercer nuestra sexualidad y librarnos de todo tipo de
responsabilidades. La otra hipótesis es que en una cultura donde ser
sexualmente atractivo está sobrevalorado, excitar a un hombre hasta el punto de
hacerlo perder el control refuerza nuestra autoestima.
-Dominación: En las fantasías de dominación somos
nosotras las agresoras, las que tenemos el poder y controlamos la situación,
sometiendo a nuestro compañero. Sin necesidad de convertirnos en dominatrices (esa
es otra historia) somos las que llevamos la batuta en la relación, actuando,
incluso, algunas veces, contra la voluntad del señor con el que nos desfogamos.
En
un mundo dominado por hombres, no es extraño que la fantasía femenina
tome visos justicieros e intente invertir la situación.
-Sexo
con un desconocido: Si
bien en la vida real una es una señora muy remilgada que pretende saber antes
de concretar con un señor que es lo suficientemente sanito, lo suficientemente
limpito y no tiene veleidades de psicópata, en el terreno de la fantasías el
sexo con un desconocido aporta novedad y nos libera de las exigencias y obligaciones
que implica mantener a flote una relación. Sólo se trata de dar y
recibir placer e imaginar que una es Maria Schneider en “El
último tango en Paris”.
El hombre
sin rostro (el que aparece, en general, en este tipo de fantasía)
es sumamente seductor. Por eso a las señoras y señoritas nos encantan los
antifaces, las máscaras y los disfraces de Batman.
-Escenas
de seducción: Damas
y damitas de todo el mundo fantaseamos todo el tiempo con cálidas o infartantes escenas
de seducción, en las que gustamos de sentirnos admiradas y codiciadas por
otros y otras.
-Voyeurismo: Otra situación hot con
la que fantaseamos las mujeres es aquella en la que nos convertimos en
espectadoras de las actividades sexuales de otras personas. Como siempre, las
chicas más recatadas se conformarán con mirar. Las más volcánicas tarde o
temprano gustarán unirse a la escena contemplada, lo que convertirá la fantasía
de voyeurismo en una fantasía de menage à trois.
-Prostitución: Sí, es verdad. Algunas veces las mujeres
fantaseamos con que somos prostitutas. Yo soy especialmente romántica, así que
cuando echo mano a esta fantasía impúdica siempre soy Julia
Roberts en “Mujer bonita”. Pero hay mujeres más audaces que
fantasean con que son putas de verdad. Si bien esta fantasía puede
escandalizar a los pacatos de siempre y a las señoras prontas a manotear sus
rosarios y rociar al prójimo con agua bendita, es tan aceptable como cualquier
otra. Permite, además, que una mujer pueda dar rienda suelta a su erotismo con
la excusa del dinero que obtendrá a cambio de sus calores y que su autoestima
suba como la espumita, porque, si un hombre la encuentra tan apetecible como
para pagar por sus favores, es que está muy bien. Requetebién. Además, al no
existir un vínculo emocional con el cliente, la mujer tiene la
maravillosa oportunidad de hacer lo que le plazca sin temor al
juicio del otro.
DUDAS
FRECUENTES
Si
bien la mayoría de las mujeres fantaseamos con alegría, hay algunas damas a las
que este asunto de la imaginación calenturienta las llena de dudas. Hete aquí
las preguntas más comunes que se hacen las chicas con respecto a sus fantasías
sexuales:
-¿Soy
infiel si fantaseo con un hombre que no es mi pareja? No, mamita, no. Las fantasías
eróticas, aún cuando no incluyan a tu media naranja, pueden ser muy sanas
para la relación. Es normal que nos aburramos de tener sexo con la misma
persona, durante años (o meses, o semanas, o días). La fantasía nos
permite dar rienda suelta a nuestros deseos más calenturientos sin necesidad de
ser infieles ni lastimar al masculino que supimos conseguir. Hay, sí, una
señal de alarma a la que deberíamos prestar atención: si todas las
veces que tenemos sexo con nuestro partenaire imaginamos que lo estamos
haciendo con otro señor tenemos de qué preocuparnos.
-¿Soy
perversa si tengo fantasías anormales? ¿Qué se entiende por fantasías
anormales? Cada persona debe tener su opinión con respecto a este espinoso
asunto. Para mí, las fantasías anormales son aquellas que
giran alrededor de la necrofilia, la zoofilia y otras filias que no me terminan
de convencer. Para ustedes probablemente sean otras. Lo concreto es que la
perversidad no existe si una comprende cabalmente la diferencia entre fantasía y
realidad. La señal de alarma, en este caso, sería que las fantasías siempre
versen sobre temas violentos, sin excepción, o que nos sea imposible alcanzar
el orgasmo si no nos imaginamos determinada escena.
-¿Soy
homosexual si fantaseo con otra mujer? No,
por supuesto. Si una tiene dudas con respecto a su orientación sexual debe
hacerse dos sencillísimas preguntas: “¿Siento en la vida real deseos
constantes hacia personas del mismo sexo? ¿Disfruto haciendo el amor con
personas del otro sexo?”. Las respuestas a estos interrogantes son los
indicadores más certeros de nuestra orientación sexual. Incluso haber tenido
algunas experiencias sexuales con personas del mismo sexo no nos convierte en
homosexuales; generalmente estas situaciones aisladas sólo responden a la
curiosidad.
Dando
respuesta a los tres interrogantes que suelen torturar a las damas fantasiosas
doy por concluida esta alegre parrafada. Citando, esta vez, al genial Jimi
Hendrix: “Todo está en tu mente. Un poquito de fantasía aquí y allá.
¡Todo va a salir bien!”
Bon Appétit.