LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS DE HADAS: LA CENICIENTA
"Una mujer con buenos zapatos nunca es fea."
Coco Chanel
Hace muchos, muchos años, existían a lo largo y
a lo ancho del mundo, míticos lugares hoy extintos llamados videoclubs. En uno de estos locales,
donde se alquilaban películas en videocasete para solaz y esparcimiento de los humanos,
tuve el gusto de trabajar promediando los veinte años. Ganaba poco, cierto, pero me puse al día con
los clásicos y con las prohibidas para
mayores de 18, en un derroche de lujuria cinematográfica que me cambió la
vida. Y, además, convidé a todos los pequeñuelos de la familia con películas
gratis, lo que me posicionó como la mejor hermana y tía de zona sur. Salvo por una vez. Por una única y trágica vez en la que tuve la poco feliz idea de
llevarle a mi sobrina Camila, muy
chiquita por entonces, una versión en dibujos animados del cuento de Hans Christian Andersen, “La Sirenita”. La de Disney, pensarán ustedes. Pero no, no era la de Disney. Era una versión
japonesa muy fiel a la historia original. Excesivamente fiel. Que dejó a mi sobrina llorando como una Magdalenita, a mi hermana tirándome dardos con los ojos y a mí con la
espantosa sensación de que Disney me engañaba.
Más tarde, mientras hacía el Profesorado
de Nivel Inicial, me tocó leer las versiones originales de los cuentos de
Andersen, Perrault y los Hermanos Grimm.
Y entendí que el que me había engañado era el mundo todo. Porque estas
historias diferían enormemente de las que conocía.
Jacob
Grimm y Wilhelm Grimm recopilaron, a comienzos del siglo XIX, una serie de
historias procedentes de la tradición oral alemana que no eran cuentos para
niños. Lo mismo había hecho el francés
Charles Perrault unos años antes. El danés Hans
Christian Andersen escribió sus propios cuentos, pero algunos eran tan tristes
que hubo que pasteurizarlos bastante para no traumatizar a los niños modernos.
Hoy, mis queridos, les traigo la primera entrega de las verdaderas
historias detrás de los cuentos que formaron parte de nuestra infancia. Se van
a sorprender.
LA CENICIENTA
“La Cenicienta” (“Cendrillon” en francés; “Aschenputtel” en alemán) es
un cuento de hadas que cuenta con varias versiones, orales y escritas, antiguas
y modernas, procedentes de varios lugares del mundo.
Charles Perrault escribió en 1697 una versión de la historia
transmitida mediante tradición oral, que se conoce con el título: "Cendrillon
ou La petite pantoufle de verre" (“Cenicienta o El zapatito de
cristal”). Anterior a ella es la del italiano Giambattista
Basile: "La Gata Cenicienta" (en italiano, “La
Gatta Cenerentola”; en el original napolitano, “La Gatta
Cennerentola”).
En Alemania, “Aschenputtel” ("La
Cenicienta") fue llevada al papel por los Hermanos Grimm. La
versión del año 1812 de los Grimm varía en muchos
detalles de la francesa, lo que no es extraño considerando que cada país
europeo tiene su propia tradición oral del personaje.
Disney realizó
en 1950 una versión de
"La Cenicienta" que se asemeja más a la de Perrault que a la de los Hermanos Grimm, razón por la que en América es la de Perrault la más conocida.
RÓDOPE, LA CENICIENTA DE EGIPTO
La versión del cuento
“La Cenicienta” más conocida en occidente es la del francés Charles Perrault, que escribió en 1697 una
adaptación de la historia transmitida mediante tradición oral, "Cendrillon ou La
petite pantoufle de verre" (“Cenicienta” o “El zapatito de cristal”).
Pero esta historia hunde sus raíces mucho más atrás en el tiempo, hasta
el extremo de que un relato del Antiguo Egipto guarda muchas similitudes con “La
Cenicienta”. Es la historia de Ródope, una joven griega raptada por unos piratas y
llevada a Egipto para ser vendida como esclava. Su amo, un buen hombre
pero desantendido de lo que ocurría en su hogar, no
se enteraba de que las otras muchachas de la casa (antecedentes de las malvadas y envidiosas hermanastras),
todas libres pero siervas, se burlaban de la extranjera porque era distinta. Como
en la historia de Cenicienta, Ródope se encargaba siempre de las tareas más ingratas de la
casa acompañada por pájaros, un mono y un viejo hipopótamo. Durante un acto
real celebrado por Amosis
I en Menfis, la joven griega se vistió con sus mejores galas, incluidas unas sandalias de
oro rojo, pero las otras siervas impidieron que fuera a la ceremonia. Entonces, un halcón (supuesta
encarnación del dios Horus) robó las sandalias a la griega y se las llevó al faraón,
quien vio un designio divino en la escena y dio la orden de que todas las
doncellas de Egipto se probaran la sandalia, ya que la dueña se convertiría en su reina.
El
faraón recorrió el Nilo buscando a la dueña de las
sandalias hasta que encontró a Ródope y la convirtió en Reina de Egipto.
YEH SHEN, LA CENICIENTA DE CHINA
La influencia asiática en el cuento de la Cenicienta siempre ha tenido muchos adeptos, sobre todo por la idea de los pies pequeños como símbolo de belleza.
Existe un interesante relato que tiene su origen en la Dinastía Tang (618-907), que nos presenta a una joven llamada Yeh Shen, muy bella y con unos pequeñísimos pies que hacen que se destaque entre todas las jóvenes (es más o menos para esta época cuando empiezan a ponerse de moda los pies de loto, que debían medir menos de 10 centímetros para considerarse hermoso). Yeh Shen es la hijastra de una mujer malvada que la humilla y la hace trabajar limpiando la casa y sirviendo al resto de sus hijas.
Un día se celebra un baile en la región, acontecimiento que le es vetado a la joven Yeh Shen, a la que su madrastra y hermanastras encierran bajo llave por considerarla una rival peligrosa, demasiado bella para asistir. El único amigo de la joven es un bonito pez de colores, pero su madrastra, temiendo que el animal pudiera ayudarla lo cocina y se lo come. Pero la chica guarda las espinas sabiendo que son mágicas, e invoca a los espíritus para que la ayuden. Y así lo hacen. Yeh Shen acude al baile con un precioso vestido y unos bellos (y diminutos) zapatos. Cuando huye del baile porque la magia está a punto de desaparecer, pierde uno de ellos, que es recogido por el Emperador que, obviamente, se enamora de ella y proclama un edicto afirmando que la muchacha cuyo pie entrara en dicho zapato sería su esposa. Ante esta irresistible proposición, la madrastra le corta los dedos de los pies a una de su hijas para que logre pasar la prueba. Al ver que no funciona, le corta los talones a otra de sus hijas. Pero el engaño -y la tortura- son descubiertos y la malvada mujer es arrojada a un pozo. Y sus hijas, apedreadas hasta la muerte.
Finalmente, Yeh Shen aparece junto al emperador calzándose a la perfección el zapato perdido y se convierte en su esposa.
MUTILACIONES Y CASTIGOS MEDIEVALES
Giambattista Basile, un militar napolitano, incluyó en su antología póstuma "Lo cunto de li cunti overo lo trattenemiento de peccerille" ("El cuento de los cuentos, o el entretenimiento de los pequeños", de 1634, la historia de "La gatta Cenerentola" ("La gata Cenicienta"). En esta versión ya aparecen elementos que perdurarían en
versiones posteriores: la madrastra y hermanastras malvadas, el Hada Madrina, las transformaciones mágicas, la pérdida del zapato de cristal y el príncipe buscando a la dueña, aunque Perrault prefirió prescindir de la violencia desmedida
del texto de Basile. En esta historia, existe una primera madrastra que es
asesinada por la protagonista cuando deja caer la pesada tapa de un arcón
estando ella debajo, rompiéndole el cuello.
En la versión de Grimm, Cenicienta es una joven doncella que pierde a su madre y sufre la tiranía de una madrastra y unas hermanastras "de corazón muy duro y cruel". Los Hermanos Grimm dan mucha importancia al dolor que causa en la muchacha la muerte de su madre, en contraste con la historia de Charles Perrault, que apenas menciona a la mujer fallecida. La tumba de la madre de Cenicienta, situada junto a una fuente, es el lugar desde donde brote la magia en forma de un pájaro, que le concede a Cenicienta lo que le pida.
En esta adaptación, los bailes de Cenicienta en la corte se prolongan durante tres noches, tras las cuales siempre escapa sin revelar su identidad. En la última, el príncipe decide poner pegamento en el suelo para evitar que la misteriosa doncella escape. La joven consigue igualmente huir a tiempo, pero debe dejar uno de sus zapatos de oro atrás. El príncipe sale a buscarla, empleando la única pista a su alcance, el calzado perdido.
Y aquí llega una de las partes más tétricas del cuento: cuando el príncipe llega a la casa de Cenicienta, la hermanastra intenta probarse el zapatito, pero como no le entra y a instancias de su madre, se corta dos dedos del pie para que el zapato encaje. El príncipe se marcha con la joven, quien apenas puede contener el dolor de haberse amputado dos dedos. Pero, por intervención de dos palomas, descubre que la joven está sangrando por los horribles cortes y vuelve a la casa a probar el zapato en el pie de la hermanastra menor. Como ésta tampoco puede calzarse el zapato, la madre sugiere a su hija menor que se corte el talón: "Si no te cupiera, coge este cuchillo y corta un pedazo de tu talón. Apenas te va a doler, y de este modo serás reina". La sangre y las palomas revelarán una vez más el engaño.
"Las hermanastras se sirven del engaño, y esta falsedad las conduce a su propia mutilación", dice Bruno Bettelheim en su libro"Psicoanálisis de los cuentos de hadas" ("The Uses of Enchantment: The Meaning and Importance of Fairy Tales", 1976). Según el autor, este elemento, omitido por Perrault, fue obviado porque "es un detalle de extrema crueldad. La automutilación no es común en los cuentos de hadas".
Al final, Cenicienta se calza el zapato, el príncipe se casa con ella y las hermanastras tienen su castigo: "Cuando el príncipe y su novia entraron en la iglesia, la hermana mayor caminó a su diestra, y la menor a la izquierda de la pareja, y entonces las palomas salieron volando de los hombros de Cenicienta y picotearon un ojo de cada una de las hermanas, hasta arrancárselos." Curiosamente, en la primera versión publicada por los hermanos alemanes en 1812 las hermanastras no reciben castigo alguno. El castigo en forma de ceguera se añadió en 1819 y se mantuvo en las ediciones posteriores.
MORALEJAS
La versión de "La Cenicienta" de Perrault cuenta con dos moralejas en forma de verso. La primera habla de la bondad y la gentileza son virtudes superiores a la belleza:
Moraleja
En la mujer rico tesoro es la belleza,
el placer de admirarla no se acaba jamás;
pero la bondad, la gentileza
la superan y valen mucho más.
Es lo que a Cenicienta el hada concedió
a través de enseñanzas y lecciones
tanto que al final a ser reina llegó
(Según dice este cuento con sus
moralizaciones).
Bellas, ya lo sabéis: más que andar bien
peinadas
os vale, en el afán de ganar corazones
que como virtudes os concedan las hadas
bondad y gentileza, los más preciados dones.
La segunda es imperdible y jamás pierde actualidad:
Otra moraleja
Sin duda es de gran conveniencia
nacer con mucha inteligencia,
coraje, alcurnia, buen sentido
y otros talentos parecidos,
que el cielo da con indulgencia;
pero con ellos nada ha de sacar
en su avance por las rutas del destino
quien, para hacerlos destacar,
no tenga una madrina o un padrino.
LA RIVALIDAD ENTRE HERMANOS EN LOS
CUENTOS DE HADAS
Uno de los elementos más importantes del cuento “La
Cenicienta” es la rivalidad entre hermanos. Si bien Cenicienta no
tiene hermanas de sangre, posee hermanastras que no hacen más que degradarla
con el apoyo de su madre (madrastra), quien la obliga a cubrir tareas que
les corresponderían también a las demás hermanas.
La sensación
de ser rebajado frente a sus hermanos es común a casi todos los niños, quienes
muchas veces se sienten despreciados y relegados. Generalmente, estos
sentimientos son desproporcionados comparados con las vivencias reales del
niño.
Dice el psicoanalista Bruno Bettelheim en su libro "Psicoanálisis de los cuentos de hadas" ("The Uses of Enchantment: The Meaning and Importance of Fairy
Tales", 1976): “(Cenicienta) es un relato
sobre las esperanzas y las angustias presentes en la rivalidad fraterna, y
sobre el triunfo de la heroína rebajada por las dos hermanastras que abusan de
ella. Mucho antes de que Perrault diera a 'Cenicienta' la forma bajo la que
actualmente se ha hecho famosa, 'el tener que vivir entre cenizas' significaba
la inferioridad respecto a los propios hermanos, sea cual fuere su sexo. En
Alemania, por ejemplo, existían historias en las que un muchacho, que se veía
obligado a vivir entre las cenizas, se convertía finalmente en un rey, gozando
así del mismo destino que Cenicienta. "Aschenputtel" es el título de la versión
de los Hermanos Grimm. Este término designaba originariamente a la fregona, sucia
y humilde, que estaba al cuidado de las cenizas del fogón. En la lengua alemana
existen numerosos ejemplos que nos demuestran que el hecho de verse obligado a
vivir entre las cenizas, no sólo era símbolo de degradación sino también de
rivalidad fraterna; sobre todo, del hermano que consigue superar a los otros
que lo han relegado a esa posición despreciable. Martín Lutero en sus Sermones
cita a Caín como el poderoso malvado, alejado de Dios, mientras que el piadoso
Abel se ve forzado a ser el hermano ceniciento (Aschenbrödel), una nulidad a
manos de Caín; en uno de sus sermones, Lutero nos recuerda que Esaú fue
obligado a ocupar el puesto del hermano ceniciento de Jacob. Caín y Abel, y
Jacob y Esaú, son ejemplos bíblicos de la destrucción y aniquilación de un
hermano a manos de otro. Los cuentos de hadas sustituyen las relaciones
fraternas por las relaciones entre hermanastros, mecanismo que permite explicar
y aceptar las rencillas que uno desearía que no existieran entre verdaderos
hermanos.
Ningún
otro cuento de hadas expresa tan bien como las historias de 'La Cenicienta' las
experiencias internas del niño pequeño que sufre la angustia de la rivalidad
fraterna, cuando se siente desesperadamente excluido por sus hermanos y
hermanas. Cenicienta es menospreciada y degradada por sus hermanastras; su
madre (madrastra) la obliga a sacrificar sus propios intereses en beneficio de
los de aquéllas; tiene que realizar los trabajos más sucios de la casa y,
aunque los lleve a cabo con toda minuciosidad, no recibe gratificación alguna;
al contrario, se le exige cada vez más y más. Esta es la descripción exacta de
cómo se siente el niño cuando le acosan los efectos de la rivalidad fraterna.
Por muy exageradas que puedan parecer las tribulaciones y penalidades de
Cenicienta a los ojos de un adulto, éstas corresponderán exactamente a los
sentimientos del niño.
(…) Sea cual fuere nuestra posición en el seno de la
familia, todos nos hemos sentido acosados, en alguna época de nuestra vida, por
la rivalidad fraterna. Incluso el hijo único cree que los demás niños gozan de
mayores ventajas, hecho que le hace experimentar intensos celos. Además, puede
llegar a sufrir con la idea de que, si tuviera un hermano, éste sería el
preferido de sus padres. 'La Cenicienta' es un cuento que atrae tanto a los
niños como a las niñas, ya que ambos sexos experimentan por igual la rivalidad
fraterna y desean, del mismo modo, ser arrancados de su humillante posición
para, así, sobrepasar a aquellos que parecen superiores.”
EL AMOR DEL PADRE
En “La Gata Cenicienta”, de Giambattista Basile,
la protagonista tiene, en un principio, una madrastra malvada de la cual se
deshizo asesinándola. Bruno Bettelheim aclara que la Madrastra y la Madre
biológica son la misma persona en este cuento, solo que en estados diferentes,
y la acción que realiza Cenerentola para matarla proviene de
sus propios deseos edípicos.
Hay varias versiones de este cuento en los que Cenicienta es
expulsada del reino por su padre porque la joven no lo amaba como él quería. Otras
(que la emparentan directamente con “Piel de asno”), cuentan que Cenicienta
huye de un padre que quiere casarse con ella.
Según Bruno Bettelheim:
“La trama es mucho más compleja en las historias actualmente conocidas
del tema de 'La Cenicienta', por lo que será necesario hablar extensamente para
poder explicar por qué estas versiones han sustituido a las anteriores, como,
por ejemplo, la de Basile. Los deseos edípicos en cuanto al padre aparecen
reprimidos si exceptuamos el hecho de que la niña espera algún regalo mágico
por parte de éste. El presente que el padre trae a Cenicienta, como la palmera
en 'La Gata Cenicienta', le brinda la oportunidad de encontrarse con el príncipe y
ganar su amor, hecho que le permite sustituir al padre, que, hasta entonces,
había sido el hombre que más amaba, por la pareja ideal. El deseo de Cenicienta
de eliminar a la madre está totalmente reprimido en las versiones modernas y
sustituido por desplazamiento y proyección: no es la madre quien desempeña, de
modo manifiesto, un importante papel en la historia, sino una madrastra; la
madre ha sido sustituida. La muchacha no quiere rebajar a la madre, para ocupar
su lugar en la vida del padre, sino que, proyectando este deseo, es la
madrastra la que anhela la desaparición de la niña. Aún hay otro indicio de que
el desplazamiento sirve para ocultar los verdaderos deseos: son las hermanas
las que quieren arrebatar el lugar que, por derecho, le corresponde a la
heroína. En las versiones actuales, la rivalidad fraterna suplanta al conflicto
edípico.”
EL ZAPATITO DE CRISTAL
El objeto más representativo de “La Cenicienta” es,
sin duda alguna, el zapatito de cristal, que aparece por primera vez en
la versión del cuento de Charles Perrault. Se cree que, originariamente, el
zapatito era de piel jaspeada.
El
significado de las escenas en el que aparece es puramente sexual. “Cuando se inventó la historia de Cenicienta, se solía oponer el vigor y la talla del hombre a la pequeñez e
insignificancia de la mujer, por lo que los pies pequeños de Cenicienta la
hacían especialmente femenina. En cambio, el mayor tamaño de los pies de las
hermanastras, que no podían calzarse la chinela, es un rasgo de masculinidad,
que las hacía menos atractivas que Cenicienta. Desesperadas por conquistar al
príncipe, las hermanastras no se detienen ante nada para parecer lo más
delicadas posible”, afirma Bettelheim. Y agrega: “La sangre que
fluye de sus heridas descubre a las hermanastras que intentaban engañar al
príncipe. Intentaron ser más femeninas cortándose una parte de su cuerpo; su
consecuencia fue la hemorragia. Se castraron a sí mismas simbólicamente para
probar su feminidad; la sangre fluyendo de la parte del cuerpo castrada puede
ser otra demostración de sus cualidades femeninas, ya que puede representar la
menstruación.”
Estas
hemorragias pueden simbolizar, también, la falta de pureza de las hermanastras,
que ya no son vírgenes, en contraposición con Cenicienta.
El zapatito de cristal, elemento fundamental de la historia de Cenicienta, ya que
decide su destino, es un símbolo muy complejo. A nivel consciente no es más que
un zapato; sin embargo, inconscientemente y en esta historia, puede ser símbolo
de la vagina o de las ideas relacionadas con ella.
“Cuando el príncipe le ajusta el zapato, se supone que
ella acepta el compromiso. También se interpreta como el acto sexual. El
zapato en la versión de los Grimm es de oro y en la de Perrault es de cristal. El
oro simboliza riqueza y también es una forma, un lazo de unión entre
el príncipe y Cenicienta. Es el hilo de Ariadna y gracias a él el príncipe
encontrará a Cenicienta”, sostiene Patricia Sánchez-Cutillas en su libro “El
Oráculo de los cuentos de hadas” (2015)
SIMBOLOGÍA
DEL ZAPATO
En su libro "Sueños / Dreams: El Lenguaje Onírico
Devalado", Antonio Las Heras explica: "Los zapatos, como cualquier tipo de vestimenta, muestran el modo de presentarnos ante los demás y también
implican una protección respecto de los agentes externos.
"En el sentido freudiano, el pie es un símbolo fálico, por
lo tanto el zapato, que lo contiene, sería un símbolo del órgano sexual
femenino; entonces entonces
presentarse sin zapatos, en un sueño, estaría revelando la situación sexual del
soñador. El hecho de meter el pie
en el zapato, por ejemplo,
es un claro símbolo del deseo o el o
el derecho a la posesión de otra persona. Es el mismo simbolismo que subyace en la historia de la Cenicienta, en
el que el zapato es la personificación de su dueña, por lo cual solo puede ser
calzado por ella.
"Soñar que se está sin zapatos en
público muestra que el soñante se siente indefenso, inseguro y
desprotegido en el ambiente en que vive. Si se siente temor, está
mostrando el miedo a ser herido, como puede herir la tierra al caminar
descalzos.
"En muchas tradiciones de
la Antigüedad, el calzado era un símbolo de libertad, a la vez que constituía una
demostración de autoridad, de dominio, y una garantía de propiedad. Por eso se
obligaba a los esclavos a caminar descalzos. Y de esa de esa convicción
procede la clásica pose del cazador colocando su pie sobre la pieza
abatida.
"El zapato posee un simbolismo más: el de la
marcha. No se puede andar mucho sin zapatos, y esto puede significar el partir
lejos como símbolo del caminante, como partir al otro mundo, por lo cual en
muchas culturas se enterraba a los muertos con los zapatos para ayudarles en su
partida."
En diferentes culturas el zapato se relaciona estrechamente con la sexualidad y
el poder. Los romanos entregaban un
par en las bodas para simbolizar el traspaso de autoridad. “Y durante siglos,
los tacones tuvieron que ver con la clase social. Cuanto más altos, más
notoriedad”, explica Suzanne Ferris, profesora universitaria y autora del
libro “Footnotes: on shoes” (2001). Pero la verdadera asociación entre sensualidad
y stilettos llegó tras la
Revolución Francesa cuando "el hombre empezó a vestir de modo funcional y en la
mujer primaban las modas y la decoración”. Entonces los pies escondían bajo
largos vestidos, y la psicología de la época, con Freud a la cabeza, relacionó los tacos con el fetichismo. La cultura popular hizo el resto, los hizo míticos:
“Desde el zapato de cristal de la Cenicienta a las bailarinas de Dorothy en el
Mago de Oz”, afirma Ferris.
EL COMPLEJO DE CENICIENTA
El Complejo de Cenicienta (o síndrome)
fue estudiado por la investigadora Colette Dowling, quien, en el año 2014,
publicó un libro cuyo título es “Complejo de Cenicienta: el miedo de las mujeres a la
independencia" (“The Cinderella Complex: Women's Hidden Fear of
Independence”). Brevemente, se podría decir que se trata
del deseo inconsciente de
una mujer de ser protegida o cuidada en todo momento, que impide que desarrolle sus habilidades más allá de cuidar del hogar o ocuparse del cuidado de
los hijos. Esto puede deberse a la crianza o a las
presiones sociales o religiosas. Dowling indica que en realidad, este síndrome
procede del miedo a ser independiente.
En el cuento de “Cenicienta”, el Hada Madrina convierte a la
protagonista en princesa y. gracias a ello, conoce en el baile al ejemplar masculino por
excelencia. De esta historia se desprende, según Dowling, la idea errónea de que la mujer sólo puede cambiar el curso de la vida
gracias a entablar una relación con un hombre. De lo contrario, será una
esclava o una sirvienta por siempre.
Hasta aquí, amables lectores, todo lo que tenía para decir acerca de "La Cenicienta". Me despido de ustedes con un exquisito poema del chileno Gonzalo Rojas:
ÉXTASIS DEL ZAPATO
¿De dónde habrá salido este zapato
de mujer, enterrado vivo
entre el cerezo y el espectáculo
del cerezo?
Alguna vez hubo
uñas de diamante ahí de un pie
libertino en diálogo
con el otro
del que no hay noticia.
Ocioso
ahora duerme su desamparo en el pasto
a medio fulgor, mezcla
de altivez y
lástima: todo tan lejos. Lo
arqueológico, lo arterial del arco, el tacón;
¡y esa música!
Ilustración 1: Yvonne Gilbert
ilustración 2: Frédéric Théodore Lix
Ilustración 3: Mural egipcio
Ilustración 4: OnceISpoke
Ilustración 5: Carl Offterdinger
Ilustración 6: Walt Disney
Ilustración 7: Walt Disney
Ilustración 8: Autor desconocido
Ilustración 9: Walt Disney
Ilustración 10: Lisa Falzon
Ilustración 11: Corinna Marie