LABIOS COMPARTIDOS
“El adulterio es la aplicación de la democracia al amor.”
H. L. Mencken
H. L. Mencken
En uno de mis habituales recorridos
por la web terminé recalando, como tantas otras veces, en el sitio Entre
Mujeres, donde llamó mi atención una nota sobre un tema recurrente en las
publicaciones orientadas al público femenino, virtuales o no: la
infidelidad, algo que, evidentemente, preocupa mucho a damas y damitas de
todas las latitudes. La nota, surgida de la sapiencia de María Gracia
Franco, licenciada en Psicología y docente, especializada en terapia
individual y grupal, e intitulada, muy suelta de cuerpo, “¿Qué tipo de infiel sos? Catálogo de engaños en la pareja”, plantea
que hay diferentes tipos de infidelidad, basándose en una variedad de
parámetros y sin dejar de tener en cuenta la percepción que cada uno de
nosotros tiene acerca de lo que se puede considerar una conducta
infiel. Hay mucha, muchísima gente, que está convencida de que si
no hubo sexo no hay infidelidad. Para estos vivilllos, los
arrumacos no cuentan, y pueden andar besuqueándose con Dios y María Santísima
sin un atisbo de culpa. Otras personas, bastante más extremistas, consideran
que se puede ser infiel de pensamiento y que tan sólo basta
fantasear con François Arnaud para cometer alta
traición. Por último, existe un grupo adicto al histeriqueo,
que se dedica a seducir gente compulsivamente, llegando a entablar largas
charlas y devaneos amorosos que no consideran infidelidad (pero que, casi
siempre, ocultan a sus parejas). Lo cierto es que, en cualquier caso, ante una
infidelidad descubierta la fe en el otro suele hacerse añicos. La persona
engañada tendrá dificultades en volver a creer, en confiar nuevamente cuando no
se cumplió con lo que tenían pactado o convenido, un contrato implícito que
consta de reglas que aceptan ambos miembros de la pareja, en donde la
exclusividad suele ser un factor común en la mayoría de las
relaciones.
Si bien todos los cuernos duelen, y
mucho, hoy en día los expertos aseguran que la infidelidad no es un
fenómeno homogéneo, y que existen diferentes tipos y grados. La Licenciada
Franco se atreve a dos calificaciones, una breve y una ampliada. Para regocijo
de mis lectores y también para que les cueste menos encontrar justificaciones
para sus derrapes, paso a desarrollarlas. De nada.
Clasificación breve
* Infidelidad accidental: Con este término se hace referencia a aquella infidelidad que no es esperada
ni buscada. Es como una manzana que nos cae en el regazo mientras nos echamos
una siestita debajo de un árbol. Algo fortuito. Cosas que pasan. Un
ejemplo podría ser un encuentro imprevisto con nuestro amor de la adolescencia
entre las góndolas del supermercado chino. Paquete de jabón en polvo va, lata
de tomate viene y terminamos en un telo, con toda la mercadería
desparramada en el piso. Feo, sí. Pero totalmente inesperado y no
buscado. Que parezca un accidente.
* Infidelidad pura: Se da en aquellas personas que engañan frecuentemente a su pareja. Infieles
compulsivos. Engañan por engañar. Son aquellos que no pueden resistirse a
un touch and go y le dan a lo que venga, aún a señoras y
señores bastante más baqueteados que los propios. Feo, sí. Pero para nada
peligroso. El infiel puro no se va a ir con otro/a. Lo
suyo es simplemente un hobby.
* Aventura romántica: Se refiere a las infidelidades ocasionales que se llevan a cabo simplemente
como un escape de la realidad y la monotonía. Encuentros donde la fantasía es
tan importante como el sexo. O más. Las aventuras románticas son
realmente peligrosas. Empiezan, en general, como chichoneos inofensivos
y suelen terminar en catástrofe. Cuando alguien está inmerso en una aventura
romántica suele olvidar que la relación monótona que lo obliga a
buscar nuevos aires tuvo, alguna vez, visos de aventura romántica.
Y corre el riesgo de meter la pata hasta al cuadril.
* Arreglos especiales: Son aquellos acuerdos en donde se permite, por
ejemplo, abrir la pareja o se dan separaciones temporales y en esos momentos
existe una infidelidad. Los arreglos especiales son pactados
por los integrantes de la yunta amorosa por diversas razones. Y son muy
respetables.
Clasificación ampliada
En todos los casos siguientes
presuponemos que la persona en cuestión está comprometida en algún tipo de
relación, en donde existe un vínculo afectivo de cierta exclusividad.
-En cuanto a las relaciones
sexuales:
* Infidelidades
sin relación sexual: Existen juegos de seducción, besos, abrazos,
declaraciones, etc., pero no existe intimidad sexual. Pero igual es
infidelidad, no se hagan los burros.
* Infidelidades
con relación sexual: Se refiere a aquellas en donde existieron o existen
relaciones sexuales.
-En cuanto al grado, tiempo y
compromiso afectivo
* Infidelidades de pensamiento, fantasías: Ideas o pensamientos que se tienen con un tercero. Lo
maravilloso de las infidelidades de pensamiento es lo
absolutamente imposible que resulta ser sorprendidos in fraganti y
las increíbles posibilidades que nos ofrecen: podemos ser infieles con un Brad
Pitt, con un Johhy Depp, con un Leo DiCaprio. Porque si vamos a fantasear,
fantaseemos como Dios manda. Además, en la variedad está el gusto.
Seamos infieles con todo el reparto de “Entrevista con el vampiro” sin
que las vecinas cuchicheen a nuestras espaldas. ¿No es divino?
* Devaneos amorosos o juegos de
seducción: Simplemente
existe una seducción constante, sin llegar a concretar nada, más allá del juego
de las insinuaciones. Y es algo que está muy de moda en estos días, alimentado
por las relaciones virtuales. Hombres cómodamente situados en la Cochinchina
tienen largas charlas, jalonadas con piropos y dobles intenciones, con señoras
y señoritas que se aburren en Gregorio de Laferrere. Intercambian
fotos, cada vez más atrevidas. Se cuentan sus fantasías más calientes. Pero
nunca llegan a concretar. Qué quieren que les diga: me parece horroroso. Si
me gusta alguien a mí me tira el manoteo. Pero hay gentes de todas las edades
que utilizan estos entuertos que no son ni chicha ni limonada para
levantar sus alicaídas autoestimas sin tener que pagar psicólogo.
* Infidelidades
platónicas: Personas que piensan
constantemente en alguien en particular, ocupando gran parte de su día
fantaseando con su amante imaginario, sin que exista una relación de amantes en
la realidad. Las infidelidades platónicas presentan casi
las mismas ventajas que las infidelidades de pensamiento, y
alguien un poco despistado podría suponer que son lo mismo. Pero, no. Las
platónicas las cometemos siempre con la misma persona.
* Infidelidades
de una vez: Se limitan a un único encuentro e
incluyen al sexo pago, los encuentros de una noche, los touch and go, etc.
Son las que cometen los infieles puros. No suelen desembocar
en tragedias griegas por dos motivos. En primer lugar, son
consideradas por los perpetradores casi como un deporte: los infieles de una
vez no se comprometen jamás sentimentalmente ni se obsesionan con un par de
calzones. En segundo lugar, sus parejas oficiales saben con qué clases de
bueyes aran y tienen una vaga idea de que sus gallitos picotean en
otros corrales. Así que nada los toma por sorpresa jamás.
* Infidelidades
esporádicas: Se dan en forma ocasional,
con frecuencia baja y sin compromiso afectivo importante. Son esos
encuentros entre amantes que se conocen, lo pasan lindo juntos, pero no se
obsesionan, ni se apasionan, ni lloran por los rincones. Algo así
como lo que pasa entre Ellen Burstyn y Alan Alda en “El año
que viene a la misma hora”, si eso fuera remotamente posible. Sexo
eventual entre amigos entrañables. Qué se yo.
* Infidelidades
fijas: Con una misma persona en
forma sostenida, pero espaciadas en el tiempo, en general se dan encuentros en
donde el principal motivo es sexual. Las infidelidades fijas suelen
ser peligrosas. Pueden empezar únicamente con fines sexuales y acabar tomando
el bendito rumbo de los tomates.
* Infidelidades
plenas o puras: Se mantienen en el tiempo, se
comparten salidas, afecto, sexo y existe entre los amantes un vínculo
relativamente estable. El principio del quilombo. Las
infidelidades plenas o puras no son el preámbulo de nada bueno.
Son infidelidades fijas que tomaron el bendito rumbo
de los tomates, tal como auguré y previne unos renglones arriba. Los
involucrados en este tipo de entuerto olvidan que están de trampa y
empiezan a creer que están de novios. De ahí a la
catástrofe hay sólo un paso.
* Infidelidades
compulsivas: Son aquellas en
donde la persona constantemente engaña a su pareja, sin dejar pasar una
oportunidad de ser infiel. En casos graves pueden tener dificultades en controlar
el impulso sexual y pueden caer en situaciones de promiscuidad. Son los adictos
al sexo, quienes esgrimen una
conducta constante, que se intensifica hasta tal punto que el deseo sexual
controla todos los aspectos de sus vidas. Ya sé lo que están
pensando: que la tal adicción al sexo no es más que una excusa
inventada por un vivillo para justificar sus constantes derrapes. Pero, no.
Existe. De verdad.
* Doble vida: La persona involucrada forma dos familias
paralelas, existen vínculos afectivos, sólidos y estables con ambas y tiene un
despelote en la cabeza que ni les cuento.
Hasta aquí, amabilísimos lectores,
la sapiente clasificación de la María Gracia Franco, que nos ha permitido
conocer un poco más acerca de esa conducta tan humana y fastidiosa que llamamos
infidelidad. Los dinosaurios de siempre postularán que un cuerno es un
cuerno y que todos los engañadores merecen los eternos fuegos del Averno y
una docena de tridentes clavados en sus culos veleidosos. Puede ser,
puede ser. Pero ya lo dijo Nuestro Señor Jesucristo: “Quien
esté libre de pecado que arroje la primera piedra.”
Me despido de ustedes con una cita
de la escritora, novelista, guionista y abogada española Belén
Gopegui, extraída de su obra “La escala de los mapas” (1993): “Pues
bien - prosiguió don Emilio -, el amante sería el observador, de modo que sólo
cuando una mujer está conmigo puedo decir que existe, ya sea en forma de onda,
ya sea como corpúsculo. Todo amor es entonces un amor adúltero, y todo amor
adúltero es un gato de Schrödinger que no está muerto ni vivo en tanto no
poseamos a la mujer. Cuando no está en nuestros brazos, la amada desaparece,
amigo mío. Es inútil seguirla o perseguirla, nadie puede ser onda y corpúsculo
al mismo tiempo. Los pensamientos circulares, las obsesiones, las escenas de
celos son inútiles. Como ve, la mecánica cuántica está a favor de un conocido
aserto popular: "Ojos que no ven, corazón que no siente". Si el hombre
fuese humilde y aceptara regirse por los mismos principios que sus átomos, no
volvería a sufrir a causa de la infidelidad.”
Buenas noches.
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