LA BOMBACHA ROSA
“Nunca he entendido la ropa interior sexy.
Quiero decir, ¿Cuál es el punto? El chico sólo va a quitársela.”
Candace Bushnell
Se acerca la Navidad y, como todos los años, el mundo
capitalista comienza a pensar en los regalos: juguetes para los más chiquitos
y, para damas y damitas en edad de merecer, las infaltables bombachas de color
rosa. Vedettinas, culottes, cola-less, de algodón, de lycra, de gasa,
de satén, de encaje, trasparentes, bordadas, lisas, rayadas, estampadas,
puntillosas, todas son buenas a la hora de cumplir con esta simpática tradición
tan instalada en los festejos navideños como el arbolito decorado, el pan dulce
y las trifulcas con primos borrachos y cuñadas mete cizaña.
Las
bombachas de color rosa son, tradicionalmente, regalos de abuelas, tías o
madres. Por superstición o por costumbre, este rito cordial, tal como la receta
del vitel toné, se transmite de generación en generación.
Según la creencia popular, la bombachita rosa nos debe ser obsequiada por una
mujer con la que compartimos la mesa de Nochebuena. El origen
del ritual no es demasiado claro: para algunos tiene un tufillo
pagano y está ligado a la procreación y la fertilidad y para otros,
se relaciona con una práctica de los cristianos quienes, el tercer
domingo de Adviento (período
que señala el comienzo del año litúrgico cristiano y comprende las cuatro
semanas anteriores a la Navidad),
encendían una vela rosa como símbolo del júbilo que les generaba la llegada de
Jesús al mundo. Según la lictomancia -arte de la adivinación de sucesos
por medio de la observación del comportamiento de las velas- el rosa es un
color que atrae a la buena suerte y se usa especialmente para resolver
conflictos relacionados con los asuntos del corazón.
Algunos
historiadores creen que el uso de la bombacha rosada en tiempos festivos está
ligado a las tradiciones de la moda victoriana o a las celebraciones navideñas alocadas y excéntricas de la Belle Epoque, en las que era consigna vestirse de rosa
de la cabeza a los pies, incluyendo la ropa interior. Para ese entonces, tal
como ustedes imaginarán, las prendas interiores eran totalmente diferentes a las
actuales: calzones largos, realizados en muselina y adornados con puntillas,
lazos y cintas. Todas las mujeres vestían según esa moda poco sexy y bastante
engorrosa. En las primeras décadas del siglo XX, las bombachas fueron
acortándose y entre la Primera y la Segunda
Guerra Mundial, aparecieron materiales como el nylon, que revolucionaron el
mundo de la ropa interior.
Se presume
que la bombacha que una dama recibe como regalo el 24 de diciembre (o el 25)
debe ser estrenada la noche del 31 para que la prosperidad y la buena suerte no
falten en el año que se inicia. Aunque quienes relacionan esta costumbre
con la fertilidad sostienen que la bombacha debe ser estrenada el mismo 25.
Dicho todo
lo que había que decir sobre el tema, me despido de ustedes con un pensamiento
de la escritora, feminista y patriota francesa Marie-Anne de Bovet: “¡Cuántas
mujeres deben la preservación de su virtud a que en el momento fatal e
imprevisto... se acordaron de que ese día su ropa interior estaba descuidada!”
Buenas tardes.
Buenas tardes.
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