LAS VERDADERAS HISTORIAS DETRÁS LOS CUENTOS INFANTILES: EL PATITO FEO
"No importa si naces en un patio de patos, siempre y cuando salgas del huevo de un cisne."
Hans Christian Andersen
Buenas tardes, mis queridos. Aquí estoy nuevamente para ofrecerles
una encantadora entrega de la saga “Las verdaderas historias detrás de los cuentos infantiles”, esta vez dedicada a una de las más entrañables y
famosas historias de Hans Christian Andersen: "El patito feo".
EL
PATITO FEO
“El patito feo”
(“Den grimme ælling”) es un cuento clásico-contemporáneo escrito
por el autor danés Hans Christian Andersen. Gira
alrededor de la figura de un patito más grande, torpe y feo que
sus hermanos. El cuento fue publicado por primera vez el 11 de noviembre de 1843 en Copenhague,
y fue incluido más tarde en la colección "Nuevos cuentos de hadas. Primer libro. Primera colección. 1844." (Nye Eventyr. Förste Enlazar. Förste Samling.
1844."). La historia se
volvió a publicar el 18 de de diciembre de 1849 en "Cuentos de hadas. 1850." ("Eventyr. 1850.") y el 15 de diciembre de 1862 en "Cuentos e historias. Primer volumen. 1862." ("Eventyr og Historier. Förste. Enlazar
1862."). Ha sido traducioa a varios idiomas y publicado en todo
el mundo, y se ha convertido en el cuento más famoso cuento de Hans
Christian Andersen.
El
cuento fue el cuarto y último en el volumen que incluye "El Ángel" ("Englen"), "El ruiseñor"
("Nattergalen") y "La pareja de enamorados (Trompo y pelota)" (
"Kjærestefolkene [Toppen og bolden]"). El volumen se agotó
casi inmediatamente y Andersen escribió el 18 de diciembre
1843: "El libro se está vendiendo como pan caliente. ¡Todos los
documentos lo están alabando, todo el mundo lo está leyendo!"
La
historia del patito feo fue completamente imaginada por el autor danés y no
está inspirada en ningún cuento de hadas tradicional. Andersen
concibió el relato en 1842 mientras disfrutaba de la belleza de la
naturaleza durante su estancia en la casa de campo de
Bregentved. Inicialmente pensó llamar al cuento "Los cisnes jóvenes", pero, sin querer echar a
perder el elemento sorpresa en la transformación del protagonista, se inclinó
por "El patito feo".
LA HISTORIA
Un
huevo misterioso llega al nido de una pata que vive
en una granja del campo. Cuando los
polluelos nacen, todos son delicados y graciosos, salvo el protagonista de la
historia, que resulta ser un patito muy feo, desproporcionado en tamaño con
respecto a sus hermanitos y con un graznido muy fuerte, estridente y molesto.
El patito feo se convierte en el
hazmerreír de todos los animales de la granja y no recibe más que picotazos,
empujones y burlas, incluso de sus propios hermanos. Ni siquiera su madre desea
tenerlo con ella.
Cansado
del maltrato el patito huye y vive diversas aventuras. Una tarde de otoño ve
una bandada de grandes y hermosas aves levantando el vuelo y siente algo que
jamás había sentido, aunque ignora que esas aves majestuosas son cisnes. Poco
después llega el invierno y el patito casi muere congelado. Cuando llegó la
primavera, el patito feo se encuentra con tres bellos cisnes y queda tan
impresionado que se acerca a ellos, aunque está seguro de que lo picotearán
hasta la muerte. Pero los majestuosos animales nadan a su alrededor y lo acarician con sus picos. Entonces se ve
reflejado en el agua y descubre que él también es un cisne.
HANS CHRISTIAN ANDERSEN: EL PATITO FEO
Hans Christian Anderson confesó que “El patito feo”
era un reflejo de su propia vida. Cuando el crítico Georg Brandes cuestionó a
Andersen acerca de si iba a escribir su autobiografía, el poeta afirmó que ya
había sido escrita.
El escritor nació el 2 de abril de 1805 en un barrio
de la ciudad de Odense, Dinamarca. Sus padres, Anne Marie Andersdatter y Hans
Andersen, lavandera y zapatero remendón, respectivamente, eran muy
pobres. Su casa se reducía a una sola habitación cuyos muebles estaban fabricados
con la madera que, con esfuerzo, iban reuniendo. El pequeño Hans
Christian nació en una cama de matrimonio fabricada con los restos de un ataúd,
y quizás por este macabro detalle, siempre lo atormentó la idea de ser
enterrado vivo. De hecho, cuentan que antes de dormir, dejaba encima de su
cuerpo una nota en la que podía leerse “No estoy muerto”.
Andersen tenía una muy buena relación con su padre, un
hombre inteligente y autodidacta que vivió con la frustración de no
haber podido estudiar. Hans Andersen fabricaba juguetes para su
hijo y le leía cuentos de “Las mil y una noches” y
de La Fontaine, y comedias de Ludvig Holberg, padre del
teatro danés. Según Andersen, esos eran los únicos momentos en los que su padre
sonreía. También tenía una
estrecha relación con su abuela paterna, una mujer de finos modales, que
aseguraba provenir de una noble familia alemana venida a menos. Relegada a la
pobreza, cuidaba del jardín del manicomio municipal, donde estaba recluido su
esposo. A causa de la locura de su abuelo, el pequeño Andersen tuvo que
soportar numerosas burlas de sus compañeros de clase, que, además, no aceptaban
su extraño aspecto (desgarbado, con gran nariz y de torpes movimientos) ni sus
modales afectados.
En 1816, cuando Andersen tenía once años, su padre regresó
enfermo de luchar en las guerras napoleónicas y pasado un breve tiempo
falleció. El pequeño Hans comenzó a trabajar como aprendiz de
tejedor, primero, y de sastre, después. Sin embargo, cuando en 1819 su madre
consiguió una nueva pareja, decidió marchare a
Copenhague con la intención de ser artista.
Andersen fracasó en sus intentos de ser cantante de ópera y
actor, pero Jonas Collin, director del Teatro Real de Copenhague, decidió tramitarle una beca para que pudiera acabar sus estudios. Según él, Andersen tenía gran
potencial como escritor pero debía pulirse en la escuela. Entre 1822 a
1830, Hans pasó por dos colegios, en Slagelse y en Elsinor, que se convirtieron
en un verdadero calvario para un muchacho de su sensibilidad. Allí se vio
enfrentado a unos compañeros que lo rechazaban por sus rarezas y a un profesor,
Simón Meisling, que se convirtió en su peor enemigo. Sin embargo, su
férrea voluntad pudo más que todo y en 1829 publicó su primer cuento. Diez años
después ya era un escritor establecido.
Hans Christian Andersen alcanzó gran renombre con
sus cuentos de hadas y tuvo acceso, gracias a ellos, a círculos sociales muy
exclusivos. Tuvo que ocultar sus pobres orígenes, el analfabetismo de su madre
y el hecho de que su tía era regente de un burdel. Además de los cuentos
de hadas que lo hicieron famoso, y cambiaron para siempre el modo en que se
perciben los niños, como sujetos y como lectores, Andersen escribió obras de
teatro, novelas, poesía, libros de viajes y periodismo. También fue un artista
intérprete o ejecutante, a quien le encantaba leer su obra en voz alta, y un
animador que mantenía a los niños hechizados mientras usaba tijeras para crear figuras de papel de dragones, princesas, sirenas y trolls. Era muy
querido y, por lo general, un invitado bienvenido en todas partes, especialmente después de
hacerse famoso.
A pesar de su enorme éxito, su vida familiar no fue
muy serena. Mientras viajaba por el mundo, su madre murió en un a causa del
alcoholismo y su media hermana, que se había dedicado a la prostitución,
de sobredosis en el Barrio Rojo de Copenhague.
La tortuosa sexualidad de Hans Christian Andersen se
mantuvo oculta durante medio siglo después de su muerte en 1875, sobre todo
porque la familia de su amigo y benefactor Edvard Collin controlaba
sus papeles y deseaba evitar la vergüenza, pero en la actualidad se acepta que, aunque con
frecuencia se imaginaba enamorado de mujeres, se sentía atraído sexual y
emocionalmente por los hombres jóvenes. Sus diarios y cuadernos indican que
estaba aterrorizado y avergonzado por el sexo, y se especula que murió virgen. Se enamoró profundamente del hijo de Collin, y, solía visitar
burdeles en París, donde, para sorpresa de las chicas, solo quería
hablar.
Durante mucho tiempo, Hans Christian Andersen estuvo
obsesionado por el recuerdo de su abuelo paterno, que padecía demencia y, antes
de ser internado, deambulaba por las calles de Odense con hojas y flores en
el pelo. Con el tiempo, el escritor se volvió más excéntrico y descuidado,
y, como su abuelo, fue objeto de burlas en la calle.
Con 62 años, Andersen no vivía una mala vida. Había
sido declarado ciudadano ilustre de su Odense natal, y nombrado Consejero de
Estado por el rey de Dinamarca. La fama y la gloria le sonreían, pero en lo
personal se sentía solo y abandonado. Nadie de su familia vivía, no se había
casado y no tenía hijos ni pareja. En los últimos años de su vida, trabó gran amistad con dos familias judías de Copenhague, los Henriks
y los Melchior, ambas con hogares repletos de niños, a quienes entretenía
con sus figuritas de papel. Cuando el escritor enfermó de cáncer en 1874,
Dorotea Melchior no quiso que muriera solo en un hospital y decidió llevarlo a
su casa, donde lo cuidaron con esmero y trataron de que pasara lo mejor
posible su última Navidad. Andersen luchó contra la
enfermedad durante ocho meses y falleció en Copenhague el 4 de agosto de
1875.
El enorme talento de Hnas Christian Andersen lo llevó de patito feo a cisne, tal como lo retrató en el más famoso de sus cuentos.
¿ORIGEN REAL?
En el año 2001, en los albores de los festejos por el bicentenario del nacimiento de Hans Christian Andersen, comenzó a sonar con fuerza el rumor de que el escritor era hijo ilegítimo del príncipe Christian de Dinamarca, que se coronaría rey en 1839, y la bella condesa Elise Ahlefeldt. Supuestamenete, la condesa disimuló en todo
momento su embarazo y confió el recién nacido a su lavandera, y el futuro monarca veló por la esmerada educación del niño proporcionando a esa
humilde mujer los medios económicos suficientes para vivir.
Esta versión había sido expuesta en 1987 en una biografía sobre el autor titulada "H.C.
Andersen, el mito" ("H.C. Andersen – En Sand Myte"). En dicho libro Jens Jørgensen, rector de la de escuela de Slagelse en la cual cursó estudios el célebre cuentista danés, relató con toda clase de detalles y
fechas la escabrosa historia. Según el autor, en 1804, el príncipe Christian (de 18 años) y Elise (de 16) iniciaron un romance y el rey prohibió la relación, aunque no consiguió evitar un que naciera un hijo fruto del amor de los jóvenes. Con la publicación de su libro, Jørgensen dejó flotando en el aire varias preguntas. ¿Por qué Andersen fue bautizado por un cura y no por el vicario como los demás niños pobres de Odense? ¿Por qué era el único niño de su clase que tenía privilegios en la escuela? ¿Por qué el hijo de un zapatero pobre podía ir al castillo de Odense y jugar con el príncipe Frits, quien posteriormente se constituyó en el rey Federico VII de Dinamarca? ¿Por qué fue becado a la escuela latina de Slagelse? ¿Por qué fue nombrado oficial siendo aún estudiante en Kongens Livkorps, un título militar que sólo se concedía a los hijos de la nobleza?
A otros biógrafos les ha llamado la atención que el niño, pese a crecer en un entorno tan miserable, fue tratado como un pequeño rey. En un tiempo en el que la explotación infantil era cotidiana y los castigos corporales muy frecuentes, el pequeño Hans siempre asistió a la escuela y jamás fue golpeado, a pesar de ser un pésimo estudiante. También señalan que el escritor fue sostenido económicamente por algunos nobles y fondos de la realeza, y que pronto en su adolescencia, Andersen comenzó a frecuentar amistades de mayor nivel. El príncipe Frits (futuro Federico VII de Dinamarca) conservó su relación hasta la muerte. De hecho, Andersen fue la única persona que no pertenecía a la familia que pudo velar su cadáver. Para cuando Christian fue coronado, Andersen era un escritor de cierto prestigio y ya había sido incluido en el círculo más íntimo del rey. En 1844 fue invitado a una excursión marítima y entre los asistentes se encontraba Franziska Enger, conocida como Fanny: su padre era el propio monarca y había sido entregada a una criada después de nacer. Estos biógrafos explican el cuento "El patito feo" con la teoría del bastardo real: el animal al que todos desprecian resulta proceder de una especie tan elegante como el cisne. En 1848, Hans Christian Andersen se sintió profundamente afectado por la muerte del rey; según algunos, se estaba despidiendo de su padre. Se cuenta que último año de su vida, 1875, firmó un autógrafo como el Rey Christian IX.
ANÁLISIS DEL CUENTO
El
psicoanalista Bruno Bettelheim señala en su libro "Psicoanálisis
de los cuentos de hadas" ("The Uses of Enchantment: The
Meaning and Importance of Fairy Tales", 1976) que el patito feono no tiene que hacer frente a las tareas,
pruebas o ensayos del héroe típico cuento de hadas: "Las cosas están
simplemente predestinadas y se desarrollan en consecuencia, sea o no el héroe
el toma alguna acción." Advierte, además, que "El patito feo",
como otros cuentos de Hans Chistian Andersen, es un
relato para adultos, porque conduce la fantasía de los niños por un camino
equivocado: “El muchacho que se siente incomprendido y despreciado desearía ser
de una especie diferente, pero sabe perfectamente que no lo es”.
En "The Annotated Hans Christian Andersen" (2008), la
experta en literatura infantil María Tatar observa que Andersen sugiere que la superioridad del patito feo reside en el
hecho de que es de una raza diferente a la chusma del corral, y que la dignidad
y superioridad morales y estéticas están determinadas por la naturaleza y no
por la realización.
Para la psicoanalista Clarissa
Pinkola Estés, autora de "Mujeres que corren con los
lobos" ("Women
Who Run with Wolves", 1992), “El patito
feo” es un cuento que ilustra el camino para encontrar el grupo
de pertenencia: "Los significados esenciales que aquí nos interesan son los siguientes:
el patito del cuento es un símbolo de la naturaleza salvaje que, cuando las
circunstancias la obligan a pasar penurias nutritivas, se esfuerza
instintivamente en seguir adelante ocurra lo que ocurra. La naturaleza salvaje
resiste instintivamente y se agarra con fuerza, a veces con estilo y otras con
torpeza. Y menos mal que lo hace, pues, para la mujer salvaje, la perseverancia
es una de sus mayores cualidades.
Otro importante
aspecto del relato es el de que, cuando el sentimiento anímico particular de un
individuo, que es simultáneamente una identidad instintiva y espiritual, se ve
rodeado por el reconocimiento y la aceptación psíquicas, la persona percibe la
vida y el poder con más fuerza que nunca. El hecho de descubrir a la propia
familia psíquica confiere a la persona vitalidad y sensación de
pertenencia."
Pinkola Estés
destaca que, cuando decide alejarse, el patito feo sufre un doble
exilio interior y exterior, tal como les sucede a muchas mujeres que buscan su
identidad y su lugar en el mundo. Por regla
general, el exilio se inicia por presiones culturales y sociales, ya que
las personas se hacen eco de las imágenes negativas que su entorno les ofrece
sobre ellas. En muchas culturas, por ejemplo, se espera que una niña se
comporte de una cierta manera convencional y tenga una serie de valores
preestablecidos y se rechaza a la que no encaja en estos parámetros.
El
camino para encontrar el grupo de pertenencia no es fácil e implica poder
aceptar la propia identidad: "El
patito se encuentra en un tris de perder la vida. Se ha sentido solitario, ha
pasado frío, se ha congelado, lo han hostigado y perseguido, han disparado
contra él, ha sido abandonado, no le han dado de comer, se ha quedado
absolutamente desamparado, al borde de la vida y la muerte sin saber lo que iba
a ocurrir a continuación. Y ahora viene la parte más importante del cuento: se
acerca la primavera, se acelera la llegada de la nueva vida, es posible un
nuevo giro, un nuevo intento. Lo más importante es resistir y perseverar, pues
la vida salvaje promete lo siguiente: después del invierno, viene siempre la
primavera".
SÍNDROME DE PATITO FEO
El Síndrome de Patito feo, también denominado trastorno dismórfico corporal (TDC)
(anteriormente conocido como dismorfofobia) es un trastorno somatomorfo que
consiste en una preocupación fuera de lo normal por algún defecto, ya sea real
o imaginado, percibido en las características físicas propias (autoimagen). Si dicho defecto existe, la
preocupación y ansiedad experimentada por estas personas es excesiva, ya que lo
perciben de un modo exagerado. El afectado puede quejarse de uno o varios
defectos: de algunas características vagas, o de su aspecto en general
(global), causando malestar psicológico significativo que deteriora
su desempeño social o laboral, hasta el punto de manifestar síntomas ansioso-depresivos severos, el desarrollo de
otros trastornos de
ansiedad y aislamiento social.
Se trata de un cuadro psicopatológico
descrito por primera vez en 1891 por el italiano Enrico
Morselli (1852-1929), quien acuñó el término dismorfofobia en
1886.
El TDC fue reconocido por la Asociación
Psiquiátrica Americana en 1987 y fue registrado y reconocido
oficialmente como trastorno psiquiátrico en 1987 en el DSM-III-R. Desde entonces se ha cambiado
el nombre de dismorfofobia a trastorno dismórfico corporal.
En su práctica, Freud tuvo al menos un paciente con este
trastorno; el aristócrata ruso Sergéi Pankéyev,
llamado por el célebre psicoanalista el hombre de los lobos (der Wolfsmann), con el fin de proteger su identidad. Pankejeff manifestaba una excesiva preocupación por su
nariz e incluso llegó al punto de
evitar exponerse en público.
Hasta aquí, gente bella, esta artículo dedicado a uno de los cuentos infantiles más amados del mundo. Me despido hasta la próxima con una frase del neurólogo, psiquiatra, etólogo y pionero en la investigación de biología de los comportamientos, Boris Cyrulnik, autor del libro "Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida": "Basta una minúscula señal para transformar al patito feo en un cisne."
Buenas tardes.
Hasta aquí, gente bella, esta artículo dedicado a uno de los cuentos infantiles más amados del mundo. Me despido hasta la próxima con una frase del neurólogo, psiquiatra, etólogo y pionero en la investigación de biología de los comportamientos, Boris Cyrulnik, autor del libro "Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida": "Basta una minúscula señal para transformar al patito feo en un cisne."
Buenas tardes.
Ilustración 1: Janusz
Stanny,
Ilustración 2: David
Gilson
Ilustración 3: Giorgio
Trevisan
Ilustración
4: Estatua de Hans Christian Andersen y el patito feo
del escultor Georg John Lober,
Central Park, New York City, U.S.A
Ilustración 5: Christian
Birmingham
Ilustración 6: Daniela
Gallego
Ilustración 7: Boris Pac