¿ES O NO ES?
“Desde que te pintas la
boca en vez de Don Juan te llamamos Juana la loca.”
“Juana la loca”,
Joaquín Sabina
“Archivaste las corbatas,
transformaste en aros todos
tus gemelos,
las trabas de cuello usas
de ruleros.
Los chicos sospechan y yo
tengo miedo.”
“Qué le digo a los chicos”,
Viuda e Hijas de Roque Enroll
A la chica
Cosmo le pasó de todo. Pero de todo, de todo, pobre. Se cruzó con
señores angustiados, con desagradecidos que le pusieron cara de traste a sus
regalos, con hinchas de River y con penes XS. A esta
altura de los acontecimientos, una daba por sentado que a esta pobre mina no le
podía pasar nada más. Craso error: la chica Cosmo es como una
Sandra Villarroel fashion. Si bien ella no tuvo que pasar un 24 de
diciembre en una casilla de chapa con piso de tierra comiéndose un sánguche de
mortadela, como la desafortunada Sandra, también tiene sus padeceres. Que se
renuevan día a día. Vean ustedes, si dudan de mis dichos, el último drama
de la chica: sospecha que su novio es gay. Que lo
parió.
La Cosmopolitan arranca
diciendo que la situación en la que se encuentra nuestra desdichada amiga es
una de las más delicadas que debe afrontar una mujer enamorada. Y le creemos:
descubrir que nuestro partenaire es gay es un atroz baldazo de
agua helada. Todas somos muy modernas y aplaudimos la Ley de
Identidad de Género, los casamientos entre personas del mismo
sexo, las Marchas del Orgullo Lésbico, Gay,
Bisexual y Transexual y la mar en coche. Pero cuando descubrimos que
nuestro hombre está más cerca del brillo de labios que de la Prestobarba nos
convertimos en cavernícolas inmundas. Es así, nomás.
Las
aprensiones de la chica Cosmo aparecen cuando cae en la cuenta
de que, frente a otros varones, su chico tiene gestos, movimientos y tonos de
voz algo femeninos. Y ahí empieza su calvario: no sabe si encarar al
chico, si compartir dudas con sus amigas o si ponerse a llorar a los gritos.
Para tranquilizarla, nuestra revista favorita le comenta que hay señores que
cuidan su aspecto de manera exagerada y se van a la cama encremados como un palo
de Jacob y, aunque parezca mentira, no son gays. Y
que los prejuicios y los malos entendidos pueden hacernos creer que nuestro
varón patea para el otro lado cuando no es así. Que un señor no nos acose
sexualmente las 24 hs. del día como se supone que debería hacer el gran
macho argentino no significa que le gusten los hombres (lo más seguro
es que le guste alguna otra mujer). Que no sea un bruto consumado con
escarbadientes colgando de la comisura de los labios y camiseta
lamentable, tampoco. Ni siquiera que escriba poemas o que le guste el sushi.
Ahora bien, si una está en el cine y cuando aparece Christian Bale en la
pantalla el tipo grita: “¡Entreguen a Batman!”, o es el Guasón o es
gay.
Más allá
de lo que Christian Bale despierte o no en nuestra media naranja, hay ciertas
señales que pueden ayudarnos a dilucidar si nuestro hombre tiene inclinaciones
homosexuales. Y algunas otras señales que pueden funcionar como falsa
alarma. Esperando que nadie se ofenda, paso a develarlas, siempre en
pos del bienestar femenino. De nada.
ALGUNAS SEÑALES QUE NOS PERMITEN COMPROBAR QUE NUESTRO HOMBRE ES
GAY
En la
película de Frank Oz “In & Out” (“¿Es o no es?”, 1997),
Kevin Kline es Howard Brackett, un profesor de literatura inglesa
que tiene dudas acerca de su sexualidad. Una de las formas de descubrir si es
o no es que le propone un casete de autoayuda que adquiere en su
desespera búsqueda de la verdad, es ver qué es lo que le pasa cuando, en
cualquier ambiente, suena música bailable. Si el señor sospechado es incapaz de
quedarse quieto y esboza unos pasitos o algún movimiento de caderas, es
gay. No sé si lo anteriormente expuesto puede considerarse una verdad
irrefutable, pero yo he puesto a prueba la teoría bosquejada en la película con margen
de error cero. Todos los que bailotearon con "I will
survive" resultaron gays. Pero dejemos a Kevin Kline y vayamos a
la Cosmopolitan. La revista sostiene que hay señales que, si
bien no son determinantes si se dan aisladamente, pueden indicar que un hombre
está más interesado en los jugadores que en la pelota, si se dan en
tropel. Tomen nota.
-Que él evite tener relaciones sexuales: Que el varón que supimos conseguir le escape a la intimidad y
siempre tenga alguna excusa para no concretar el acto amoroso es, sin dudas,
una señal de alarma. Sexo hay que tener, por lo menos, una vez por semana. Si
ni siquiera hay un approche los sábados a la noche, cuando el tráfico
carnal es prácticamente obligatorio, o, en su defecto, los domingos por la
mañana, hay algo que anda mal. Puede ser, cómo no, que nuestro hombre
esté cansado, estresado o deprimido. Puede ser, también, que esté toda la semana
retozando en lechos ajenos y el sábado llegue al nuestro agotado. O, asumámoslo
de una vez, puede ser que sea gay.
-Que te bese de modo desapasionado : Si lo único que recibimos como muestras de
afecto son paternales besos en la frente o lánguidos besos en la mejilla,
estamos en problemas. Un hombre que no besa como Burt Lancaster en “De aquí a la eternidad ” nos está
diciendo cosas. Nos está diciendo que apestamos a tabaco, que no le movemos un
pelo, que está harto de nosotras, que nuestro lápiz labial tiene gusto raro… O
que es gay.
-Que sientas que no sabe tocarte en áreas típicamente femeninas: Vamos a ser, por una vez, generosas con el hombre. Si nosotras no
le decimos cómo o dónde debe tocarnos y esperamos que el asuma la identidad de Mandrake y
descubra por arte de magia nuestros puntos candentes, estamos siendo bastante
injustas. Al hombre hay que ayudarlo con algunas directivas concretas.
Que un hombre no sepa cómo tocarnos puede responder a un abanico de situaciones
diferentes: que el susodicho carezca de experiencia en las lides amorosas, que
nosotras no seamos claras a la hora de exponer nuestras necesidades, que sea un
egoísta a quien le importa bien poco tocarnos donde se debe… O que sea
gay.
-Que sientas que no se excita al tocarte en áreas típicamente
femeninas: Si una siente que el varón
no se excita cuando la toca, hay en la relación algo que no funciona. O el tipo
tiene una amante, o está repodrido de tocar siempre la misma mercadería, o está
pensando en meterse a monje tibeteano… O es gay.
-Que tenga cierta obsesión con el sexo anal: Que a los hombres les gusta el sexo anal no es ninguna novedad. La
novedad sería que el varón que nos acompaña desechara relaciones sexuales más
convencionales y sólo apuntara para ese lado. Esto nos estaría indicando que el
señor del cual nos enamoramos es un degenerado... O que es gay.
SITUACIONES QUE NO PODEMOS CONSIDERAR COMO EVIDENCIAS DE QUE
NUESTRO HOMBRE ES GAY
Así como
hay ciertas actitudes masculinas que una puede considerar señales de alarma
cuando de homosexualidad se trata, hay situaciones que podemos suponer
sospechosas desde nuestra ignorancia pero que, de ninguna manera, son
indicadores de que nuestro tórtolo sea gay.
-Que tenga amigos homosexuales: Que nuestra pareja tenga amigos homosexuales no significa que sea
gay. Los amigos se eligen por su bonhomía y su don de gente, no por su sexualidad.
Si saber que tiene amigos homosexuales nos hace dudar de la virilidad de
nuestro chico es porque somos unas pacatas segregacionistas.
-Que le gusten las comedias románticas: La mujer que sospecha de la sexualidad de su pareja porque a él le
gustan las comedias románticas no sólo es una estúpida: es una
desagradecida. Ha sido tocada por la varita mágica de Dios y nunca tendrá
que codearse con gente tan desagradable como Chuck Norris. No esperará en vano
durante 30 años que aparezca un buen cristiano que le explique “Terminator”.
Su vida será rosada como la de Doris Day.
-Que no sea japonés y le guste el sushi: Chicas, hay hombres a los que les gusta el sushi. De verdad.
Y prefieren un makizushi a un sánguche de chorizo. Esto
no es indicador de una personalidad afeminada. Ya lo dijo el talentoso Paul
Valéry: “El gusto está hecho de mil repulsiones.”
Si
después de haber estudiado atentamente las señales de alarma y las falsas
señales de alarma aquí expuestas, alguna de ustedes sigue sospechando, al igual
que la chica Cosmo, que su hombre es gay, lo más
conveniente, según la revista, es hablar con el susodicho de forma calma y
delicada, sin caer en el mal gusto y sin acusaciones melodramáticas. Tengan en
cuenta dos cosas antes de abordar el tema:
-Si el hombre en cuestión es gay y le hablamos de
forma grosera podemos herir su sensibilidad.
-Si el hombre en cuestión no es gay y
le hablamos de forma grosera podemos resultar heridas.
Dicho
todo lo que había que decir acerca de un tema tan espinoso, me voy despidiendo
de ustedes no sin antes recordarles que, aún cuando un miembro de la pareja
descubre que es gay, la cosa puede terminar bien. Recuerden, si no me creen, la
historia de amor de Freddie Mercury y Mary Austin. Estuvieron
juntos algunos años, hasta que él descubrió –o asumió- que era gay.
A pesar de haber roto como pareja, Freddie y Mary mantuvieron una cercana
amistad a lo largo de los años y él se refería a ella como su única
amiga de verdad. Incluso fue el padrino del hijo mayor de Mary,
Richard. Así que, en el caso de que descubramos que nuestro partenaire es
gay, vamos a perder una pareja pero quizás ganemos un buen amigo.
Eso sí: cuando dejemos de ser las cavernícolas inmundas que somos.
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