CÓMO PROLONGAR EL EFECTO LUNA DE MIEL
“Que todas las noches sean noches de boda,
que todas las lunas sean lunas de miel.”
Joaquín Sabina
Parece,
mis queridas, que la luna de miel se
acaba, como todo en esta perra vida, pero si una tiene los tips indicados, su efecto puede prolongarse por lo menos un tiempo. Esto es lo que sostiene Constanza Boquet en una reveladora nota publicada
en el sitio web de la revista “OhLaLá”, un
folletín dedicado a la chica OhLaLá, que no tiene nada que envidiarle
a la chica Cosmo. Hay algo que esta
gente, habitante de glamorosos mundos paralelos al mundo de miércoles donde
vive una, llama honeymoon style y la sana
intención de Constanza es que aprendamos a perpetuar en el tiempo esa época
preciosa. Así que, con su permiso,
voy a recrear su artículo, siempre en pos de la felicidad de mis lectoras.
Es de público conocimiento que en los albores de
cualquier relación amorosa todo es miel y baba. Cualquier cosa que haga nuestro
pastelito, desde lavarse los dientes hasta soplarse la nariz, es perfecto y
esplendoroso. El romance está en su etapa más efervescente, no comemos, no
dormimos, tenemos mucho sexo (o muchas ganas de tenerlo) y la vida es rosa como
un vestidito de Reese Witherspoon en “Legalmente rubia”. Todo marcha sobre
rieles hasta que llega el aciago día en que uno de los dos termina una llamada
telefónica sin decir antes “Colgá vos primero”.
Se acabó la estupidez, pensarán
ustedes, que se empeñan en leer el diario y enterarse de todos los males de
este mundo. Pero no. Se acabó la fantasía y caemos de cabeza en la vida real. Y nuestra relación, hasta
ese entonces idílica, empieza a no serlo tanto. Porque pasa a una fase donde
prima la madurez y empezamos a darnos cuenta de que nuestro chico se sopla la nariz de una forma bastante desagradable.
Se supone que es bueno alcanzar
esta etapa donde la relación se vuelve real,
con sus cosas buenas y malas. Si me preguntan a mí, siempre preferí vivir en el
limbo cazando mariposas de azúcar. Las realidades nunca me interesaron
demasiado Pero la gente normal no piensa como yo. Gracias a Dios.
En cuanto ponemos las patitas en
la tierra, aparecen los reclamos y los desacuerdos. Ya no nos resulta tan
atractiva una noche de lujuria si al otro día tenemos que madrugar para
hacernos eco de esa costumbre tan fastidiosa que es trabajar. Vuelve el hambre. Vuelve el cansancio. El
Príncipe dejó de ser azul. Las mariposillas estomacales están muertas. Pero no
hay que desesperar: el amor pasa por diferentes etapas y, si bien ninguna es
tan maravillosa como la primera (para qué las voy a engañar), las otras también
tienen su encanto. Escondido, pero lo tienen. Se los juro. Porque cuando el amor ideal se convierte en amor real hay más certezas, menos
ansiedad y la convicción de que elegimos al sátrapa que nos acompaña sin estar
engañadas por un enamoramiento fatuo. Lo elegimos a pesar de. Y él nos elige a
pesar de.
Si queremos que esta segunda etapa, que se nos antoja
bastante desangelada, no decaiga, hay
que trabajar. Mucho. Ponerse las pilas y, aunque estemos algo desengañadas, no
dejar de lado ni la comunicación ni la seducción, y, muchísimo menos, la
sexualidad. Para ello hay una serie de
tips que no debemos pasar por alto. Tomen nota.
Consejos para estirar el efecto honeymoon
1) Sorpresa: Parece que la sorpresa nunca falla. Para sorprender
basta con ponerse en los zapatos de nuestra media naranja y pensar en lo que a
él más le gusta. Lo podemos sorprender con entradas para la película que quiere ver o con su comida favorita. Quizás con una carta de amor, que ya sabemos
cómo redactar porque lo leímos en otro sitio web femenino.
2) Invitación erótica: La invitación
erótica tampoco falla. Podemos mandarle durante el día a nuestro bombón un mensajito hot, porque es harto sabido que el ratón siempre garpa. Eso sí: si son
cortas de vista, antes de enviar el caluroso convite, pónganse los lentes. No
hagan como yo que le envié a Héctor un
mensaje cuyo destinatario era Néstor.
Con las consecuencias tragicómicas que provocó el entuerto.
3) Salidas en grupo: Lejos de lo que pensaba vuestra servidora,
las salidas en grupo pueden ser estimulantes para la pareja. Porque sirven para
desarrollar la complicidad frente a terceros. Yo creo que es porque ver lo
miserables que son los otros nos ayuda a aceptar nuestra miserabilidad con mejor
disposición.
4) Buen humor: La diversión y el buen humor siempre son el mejor remedio para todo. ¿Vence el contrato de alquiler y no tienen $$$ para
renovarlo? Diversión y buen humor. ¿Cortaron
la luz por falta de pago? Diversión y
buen humor. ¿Les afanaron la billetera en el subte? Diversión y buen humor. Bailen en el balcón pero no se tiren.
5) Perfume: Ya lo decían las abuelas: "¡Nena, esperalo con perfume!" (mi abuela nunca lo dijo pero la de Constanza, sí). El olfato afecta nuestras percepciones.
Puede llevarnos a una tierna remembranza. Y, además, los frasquitos son
divinos.
Para saber en qué etapa de
la pareja estamos, Constanza también nos ofrece una serie de síntomas
inherentes a nuestro Príncipe. Según
el color que el susodicho adopte frente a nuestros ojos veremos por dónde
andamos.
1) Azul
-Le contás a todo el mundo
que tenés palenque ande ir a rascarte, y
mostrás la foto del macho en cuestión a medio planeta, como si del mismísimo Brad Pitt
se tratara.
-Sale de bañarse sin toalla
y empapa alfombras y muebles, pero vos no podés quitar la vista de ahí y al carajo con la casa.
-No importa cuántas
boludeces diga, lo escuchás arrebolada.
-Vas por la vida sonriendo
como una idiota.
Diagnóstico: Estás en la etapa de la
miel y la baba. Las mariposas de azúcar y el limbo absoluto. Disfrutalo, nena,
porque no dura.
2) Decolorado
-Ni azul, ni celeste, con
un lamentable efecto batik. Ese imbécil
con más manchas que un dálmata nunca fue un Príncipe. Ni siquiera un perro.
-Cada día que pasa le
encontrás más y más defectos: ronca, usa escarbadientes, lo único que lee son
los fixtures del torneo de fútbol en curso y tiene madre.
-No le das el brazo a
torcer en nada. Un idiota así sólo merece guerra.
-Si te llama, es
controlador. Si no te llama, es desinteresado. El tipo será un pelotudo pero
vos sos la gata Flora.
Diagnóstico: Bienvenida a la
realidad, mamita. ¿Por qué te creés que se muere DiCaprio al final de “Titanic”? Para no tener que atravesar
esta etapa de mierda. Si no se moría, Kate Winslet, con cien años y todo, todavía lo estaba puteando. Lo que
te queda por hacer es buscarte otro si sos adicta a la miel y a la baba o
tratar de tener una relación menos
rosada y más real.
3) Multicolor
-La vida se va acomodando.
Se aceptan los gustos, las posibilidades y las limitaciones del otro.
-Si se enferma le llevás un
tecito a la cama y él hace lo mismo con vos. Al final, ninguno de los dos es
tan malo.
-Pueden no hablarse en todo el día, pero llega la
noche y ahí está él para ver la tele. Perdón, perdón. Para escucharte y
aconsejarte.
-Todo lo que te molestó de
él en la etapa anterior, lo tomás como parte del combo. No sabés si dejó de sacarte de las casillas
porque la pareja evolucionó o porque te ganó por cansancio.
Diagnóstico: Estás atravesando las
vicisitudes de la pareja estable. ¿Es más aburrida que chupar un clavo? ¿Por
qué te creés que se murió DiCaprio al final de “Titanic” si entraba en la tabla y todo?
Hasta aquí, todo lo
expuesto por Constanza Boquet en su nota orientada a prolongar el honeymoon style. Espero que les haya sido de
utilidad, aunque más no sea para enterarse del porqué del ingrato fallecimiento de
Leonardo. Me despido de ustedes con un pensamiento de Miguel Mihura: “Lo único molesto del matrimonio son esos primeros cincuenta años que
siguen a la luna de miel.”
Buenas noches.
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