SEXO: 30 COSAS PARA HACER ANTES DE MORIR I
“Tome sus placeres seriamente.”
Charles Eames
Es de público conocimiento que, si uno quiere tener
una vida plena y sin desperdicio, antes de morir tiene que hacer muchas cosas. Escribir
un libro, plantar un árbol y tener un hijo dicen los más clásicos y,
quizás, los menos pretenciosos. Libros escribe cualquiera. Y los publica,
además. Mientras lo pueda pagar. Vivimos en una era perversa donde son los
escritores, y no los lectores, el gran negocio de las Editoriales. Nadie lee,
todos escriben. Plantar un árbol no es ninguna ciencia. Tener un hijo, tampoco.
Los hijos pueden ser biológicos o no. Tener un hijo, más que una cuestión de
embarazos y partos, es una cuestión de amor.
Seres más arriesgados (o menos achanchados) postularán
que antes de morir hay que hacer cumbre en el Everest, cruzar a nado el Río de
la Plata, correr la Maratón de Boston o pasar la noche en la Estación
de trenes de Once. Yo a esas cosas no me animo. Me tengo en muy alto
aprecio como para ponerme en riesgo: no me interesa terminar congelada,
ahogada, pisoteada por maratonistas enloquecidos o en bolas y a los gritos. No
sé ustedes.
El sitio web Entre Mujeres también
realizó una lista de 30 cosas que hay que hacer entes de
morir. Y, como no podía ser de otro modo, esas cosas están
relacionadas con el sexo. Porque las mujeres que otrora tejían capelinas a
crochet o pintaban gallinas y pollitos sobre tela, ahora se dedican pura y
exclusivamente a revolear los calzones. El mundo va pa’lante, mis
queridas. Ser mujer es, hoy en día, algo más que coser botones y limpiar los
azulejos del baño.
Para que se enteren de cuáles son esas 30
sensacionales cosas y tachen las que ya hicieron, paso a
transcribir la primera parte volcánica lista confeccionada por Entre Mujeres. Disfruten.
1) Practicar sexo oral: A esta altura del
partido, creo que esto ya lo hicimos todas. No es ni novedoso ni sensacional,
pero no por eso resulta menos agradable. Si todavía queda alguna remilgada que no
pobró, se lo recomendamos calurosamente.
2) Tener sexo karezza: Qué corno es sexo karezza se
preguntarán algunas desinformadas. Les cuento: el término karezza es
una deformación de la palabra italiana carezza, que significa caricia. Este
tipo se sexo, no apto para señoras y señores apurados, privilegia la
sensualidad sobre el clímax y promueve un encuentro erótico cariñoso, suave y
lento. Quienes tengan ganas de probar esta variante sexual tienen que contar,
no sólo con un par de horitas largas, sino también con ganas de
conectarse realmente con su pareja. Durante el encuentro es
importante sonreír, mantener el contacto visual con el otro, tratar de que las
respiraciones de ambos se sincronicen y, por supuesto, tocarse mucho. Acariciar,
abrazar, masajear, detenernos en latidos, gemidos y suspiros, son premisas
indispensables para que el sexo karezza sea un rotundo
éxito. Este tipo de encuentro sexual está contraindicado para gentes
apuradas y jóvenes ardorosos que sólo piensan en la consumación del acto. Los
demás lo podemos practicar sin problemas, porque no exige un escenario
predeterminado ni una falta de prejuicios escandalosa.
3)
Masturbarse (y ver cómo ambos se masturban): Aunque las gentes más pacatas lo nieguen e
insistan en salpicarnos con agua bendita, esto también lo hicimos todas. Por lo
menos la primera parte de la premisa. La segunda, no sé. Pero habría que
probar. Total, es gratis y tampoco requiere una puesta en escena demasiado
elaborada.
4) Poner en práctica (al menos) la mitad de las
posturas del Kamasutra: Acá la cosa se complica un poco. Si llegamos a cierta
edad sin haber probado las mentadas posturas no creo que vayamos a decantar por
ese lado. Cierto es que a la vejez, viruela. Pero hay que
tener un estado físico respetable para meterse con el Kamasutra.
5) Tener sexo cibernético y/o por teléfono: ¿Todavía no lo
hicieron? ¡Corran y llamen ya! O aprovechen que están frente
a la computadora leyendo pavadas y entren en una sala de chat caliente.
No se pierdan la esplendorosa oportunidad de tener sexo sin peinarse, sin
depilarse y, lo mejor de todo, sin levantar el culo de la silla.
6) Vendarse los ojos mientras hacen el amor: Este tip,
que puede resultar tremendamente revelador, también es fácil de llevar a la
práctica. Basta tener a mano un pañuelo y animarse a hacer algo diferente. Ni
siquiera los dinosaurios más aferrados a sus buenas costumbres podrán poner
objeciones a este jueguito inocentón.
7) Tener relaciones sexuales en un lugar público: Hay muchos y muy
variados lugares públicos que pueden prestarse como escenarios de un revolcón de
ensueño. El más taquillero es, sin dudas, la playa. Un lugar con muchas cosas a
favor (paisaje sumamente romántico, cierta intimidad entre los médanos pero sin
renunciar a las estrellas y a la estimulante brisa nocturna acariciando cada
centímetro de nuestra piel, etc.) y, por qué negarlo, algunas en contra (arena
en las partes íntimas si en el fragor de la contienda erótica nos olvidamos de la
lonita y picaduras de bichos que no sé qué corno son pero que
los hay, los hay). También se puede tener relaciones en micros y trenes, en los probadores del shopping y en los baños de los restaurantes.
8) Usar lencería súper sexy: Por lo menos una vez en
la vida hay que animarse al portaligas y a las medias de red. No importa si
estamos gordas. No importa si estamos viejas. No importa si hacemos el
ridículo. Importa que nos demos el gusto. Que nos sintamos coristas del Moulin
Rouge. Preciosas. Sensuales. Sintámonos diosas y como diosas seremos
tratadas.
9) Animarte a un baile erótico: ¿Por qué no? No hace
falta ser una acróbata consumada y prenderse a un caño para hacer un baile
erótico memorable. Basta con ponerse una tanga jacarandosa y mover el culo con
gracia.
10) Usar un vibrador: Hay que animarse, señoras. Los vibradores no muerden. Los hay de todos los
colores, formas y tamaños.
11) Atar a tu pareja (y otro día, ¡dejarte atar!): Estimulante juego que sólo debemos
practicar con señores más o menos conocidos, no sea que nos aten con la excusa
de ponerle pimienta al encuentro erótico
y terminen afanándonos todo lo que tenemos en la casa.
12) Seducirlo con un disfraz erótico: Enfermera hot, colegiala hot,
policía hot, conejita hot, cajera del supermercado chino hot… No importa de qué se disfracen: lo
importante es que el disfraz sea hot (escote
hasta el ombligo y medio culo afuera). Para seducir a un hombre disfrazada hay que ser muy segura
de una misma. Tener en cuenta que, probablemente, la primera respuesta que
recibiremos como llaneras solitarias hot será
una carcajada. A no amedrentarse. Tarde o temprano el reidor será seducido. Se
los juro.
13) Practicar sexo
tántrico: Los practicantes del sexo tántrico opinan que menos es mejor, y
recomiendan hace el amor una vez al mes para acumular energía sexual. La base del disfrute está en los preparativos (velas, flores, incienso), el poder de miradas,
caricias y masajes, y en el control de la respiración. También para
practicar esta variante sexual hay que tener tiempo y, sobre todo, paciencia. Sting dijo
en una entrevista, tras el lanzamiento de su disco “Sacred Loved”, que,
gracias al tantra, podía hacer el amor durante ocho
horas. Qué quieren que les diga: a mí ocho horas de sexo seguidas, aún con
Sting, me parecen una exageración. Prefiero
encuentros más cortos y más asiduos.
14) Tener relaciones en la ducha: Esto también lo hicimos todas, ¿o no? Basta con tener
cuidado con los resbalones.
15) Leer literatura erótica (y poner en
práctica lo que les inspire...): Leer es
siempre una aventura fascinante. Pero algunas aventuras son más fascinantes que
otras. No lean “50 sombras de Grey”,
lean “Las edades de Lulú”. Háganme
caso una vez en la vida, que yo me leí todo y sé de qué estoy hablando.
Hasta aquí, mis queridas, la primera parte de esta sensacional lista de 30 cosas relacionadas con el sexo que debemos hacer antes de morir. Prontito, la segunda parte. Me despido de ustedes urgiéndolas a hacerlas YA, porque nadie sabe qué día será su último día. Y dejándoles, de yapa, la maravillosa poesía de Kahlil Gibran: "Anoche inventé un nuevo placer, y cuando lo iba a disfrutar por vez primera, llegaron violentamente a mi casa un ángel y un demonio. Entraron en mi puerta y disputaron acerca de mi nuevo placer. Uno gritaba: ¡Es un pecado! Y el otro decía: ¡Es una virtud!"
Buenas noches.
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