NOVIAS TRÁGICAS: SOY LEYENDA II
“Eran amantes eternos, buscarse y encontrarse una y otra
vez era su karma.”.
Isabel Allende, “Retrato en sepia”
¿Es posible contraer matrimonio con una persona muerta?
La respuesta, por loca que parezca, es
afirmativa. Aunque resulte increíble, existe, a nivel mundial, una cifra
bastante elevada de matrimonios post-mortem debidamente
certificados.
La legislación
francesa es la única en Occidente que permite que una persona muerta y otra viva,
o bien dos personas muertas, contraigan
matrimonio legalmente. La ley que lo garantiza está respaldada por el Artículo 171
del Código Civil Francés, pero la única persona de toda Francia con
el poder de autorizarlos es el presidente de la nación. El señalado Artículo 171
del Código Civil Francés sostiene: “El Presidente de la República
puede, por motivos graves, autorizar la celebración del matrimonio si uno de
los futuros esposos falleció luego de haber cumplimentado formalidades
oficiales que indicaban inequívocamente su consentimiento. En tal caso, los
efectos del matrimonio son retroactivos a la fecha del día precedente al deceso
del cónyuge. Sin embargo, tal matrimonio no entraña ningún derecho de sucesión
ab-intestato en beneficio del esposo sobreviviente reputándose además que no
existió ningún régimen matrimonial entre los esposos.”
El matrimonio
post-mortem no se encuentra contemplado en ningún otro cuerpo
legal occidental fuera de Francia, dato que podría sugerir que esta rareza
jurídica es inusual incluso en el citado país galo. Sin embargo, se celebran en
Francia aproximadamente 50 bodas póstumas al año, llevadas a cabo cuando es
comprobable que el contrayente muerto tenía la concreción del casamiento entre
sus planes inmediatos.
Esta curiosa
ley francesa ha motivado situaciones realmente absurdas. Quizás la más extraña sea
la que involucra la figura del poeta Isidore
Lucien Ducasse (1846-1870), más conocido como Conde de Lautréamont, autor de los famosos “Cantos de Maldoror” (“Les
Chants de Maldoror”). El Conde de Lautréamont falleció
misteriosamente el 24
de noviembre de 1870, con apenas 24 años. En el año 2004 (más
de 130 años después de la muerte del poeta), la artista neoyorquina Shishaldin solicitó formalmente al
gobierno de Francia (mediante una carta a su
presidente Jacques Chirac) el permiso para casarse póstumamente
con Lautréamont, argumentando que la ceremonia sería la unión
de almas y mentes, un matrimonio entre el arte y la literatura. La
solicitud fue, como era de esperarse, inmediatamente desestimada.
Otros casos
conocidos de matrimonios entre personas vivas y muertas en Occidente tienen su
origen en las contiendas bélicas. La muerte de soldados en distintos conflictos
a través de la historia obligó a echar mano a estas bodas póstumas para dar un
marco legal a parejas e hijos que, de otro modo, serían considerados
ilegítimos. En Alemania, por ejemplo, existía la figura del matrimonio con
caídos, el leichentrauung, que ofrecía la posibilidad de contraer matrimonio
con un soldado fallecido en combate. En los casos en los que la viuda
póstuma manifestaba algún tipo de comportamiento indigno, se sancionaba el totenscheidung,
es decir, el divorcio post-mortem, invocando el previsible deseo del
fallecido de divorciarse de una esposa infiel.
En Oriente existe el minghun
(literalmente ceremonia de boda oscura o infernal), una
tradición rural no demasiado conocida, que existe desde los tiempos de la
segunda dinastía China (1766-1122 a.C.). Se la conoce también como qianzang (reentierro) o jiashang (casar a los que han muertos jóvenes). A
pesar de sus esfuerzos, el régimen comunista no pudo erradicar esta macabra práctica.
La cultura china ha practicado,
desde épocas inmemoriales, el culto a los antepasados, que consiste en honrar a
sus muertos pero también en procurarles bienestar en su vida de ultratumba. El
matrimonio, según la tradición china, proporciona paz y felicidad a los
hombres, y morir soltero se considera una desgracia que, además, puede acarrear
mala suerte a la familia del difunto. Por
tal motivo dicha familia se ve obligada a hacer todo lo posible para brindarle al muerto
una compañera para la vida eterna. Los
padres del fallecido buscan entonces a una
familia que haya perdido recientemente a una hija con el fin de que los jóvenes
occisos compartan la vida de ultratumba. Esta esposa es popularmente conocida
como novia fantasma.
Una vez acordada la unión
de los novios y realizado el intercambio de presentes, se procede a desenterrar
a los cadáveres para realizar la ceremonia de bodas que consta de ritual
matrimonial, fiesta, música, comida y bebida, como si se tratara de un enlace
entre vivos. La celebración culmina con un nuevo entierro de los cadáveres,
esta vez juntos, para que pasen una eterna luna de miel en el más allá.
Si al momento de fallecer un
joven no se encuentra una pareja disponible o los padres no tienen el
dinero suficiente para la fiesta y los presentes de boda, el muchacho es
enterrado con una figura femenina hecha de paja o de tela, que representa
a una novia y que será reemplazada por una de carne y hueso cuando sea posible.
Como era de esperarse,
algunas personas sin escrúpulos han visto en esta tradición un negocio seguro,
y se han dedicado a desenterrar cadáveres de jóvenes, sin el consentimiento de sus parientes, para venderlos a familias con un hijo muerto soltero, fijando el precio de acuerdo con la belleza de la mujer fallecida, pues se considera que mientras más bella haya sido en vida, más dicha proporcionará en la muerte. También ha habido casos en los cuales muchachas jóvenes han sido asesinadas para proporcionar felicidad a los difuntos y, de paso, hacer un muy buen negocio. Los precios de los restos humanos para las bodas fantasma han crecido en los últimos años. A finales de la pasada década se vendían a 30.000–50.000 yuanes (4.500–7.500 dólares), pero en la actualidad los comerciantes ilegales los venden con frecuencia a unos 15.000 dólares como mínimo.
Vayamos ahora a la segunda y última parte de esta lista de novias trágicas que se han convertido en leyenda.
LA NOVIA DEL PUERTO
Cuenta la leyenda que una mujer vestida de novia aparece y desaparece a altas horas de la noche en la vía que comunica a Barranquilla con Puerto Colombia (Colombia). La mujer, a quien se conoce como "la novia del puerto", puede verse a un costado de la ruta, y suele pedirles a los conductores que pasan por allí que la trasladen a algún lugar. La mayoría no frena e incluso acelera, buscando alejarse de la mujer, pero no lo consigue. A los pocos segundos ella está instalada en el asiento trasero del vehículo. El desenlace de esta tétrica historia es un terrible accidente de tránsito que puede conllevar a la muerte del conductor.
Sandra Angulo, quien fuera amiga de la mujer cuyo espíritu supuestamente vaga por la carretera, asegura que se trata de Blanca Rosa Vilar Villamizar. Cuenta que fueron amigas desde los 9 años y que, gracias a esta amistad, conoció a sui primer esposo Carlos Valencia Vilar, primo hermano de la difunta.
Aparentemente, Blanca Rosa murió en el día de su casamiento con el libanés Yesaia Mohamed Souidean, de 22 años. Después la boda, tenían planeado viajar y, cuando se dirigían hacia el aeropuerto acompañados por varios invitados, tuvieron un accidente que le costó la vida a la novia. A diferencia de lo que cuenta la leyenda, Blanca Rosa, de 17 años, no murió en la vía a Puerto Colombia sino en La Circunvalar yendo hacia el aeropuerto el 7 de febrero de 1983.
LA NOVIA ASESINA
La leyenda de “la novia asesina” proviene de la Ciudad de México, donde es muy
popular. Cuenta que hace muchos años vivía allí una hermosa joven de buena
familia que tenía ya edad de casarse. Muchos hombres de la ciudad la cortejaban
esperando obtener sus favores, pero la chica era algo presumida y no parecía
conformarse con ninguno de los galanes que la pretendían. Sus padres la
animaban a elegir marido, pero ella demoraba el momento, en pos de conseguir al
mejor partido.
Fue entonces que la joven conoció, por
casualidad, a un caballero extraordinariamente apuesto, de excelente educación
y mejores modales, y se enamoró perdidamente de él. La proposición matrimonial
del galán no tardó en llegar, pero con una imposición: antes de celebrar el
casamiento ella debía entregarle su virginidad, pedido que era conocido en
otros tiempos como “la prueba de amor”. La
chica, enamoradísima, accedió al pedido del joven. Luego pusieron fecha para la boda.
El día de la ceremonia llegó por fin y,
a la hora señalada se presentaron en la iglesia muchísimos invitados. La
novia lucía un vestido impactante, y las celebraciones planeadas rivalizaban
con las de una princesa. Pero el novio jamás acudió a la cita y jamás se lo
volvió a ver.
La boda se suspendió, y la joven mujer
se sumió en la depresión más profunda. Sus familiares y amigos le decían
que había sido afortunada, ya que se había librado de un timador sin pagar los
costos por ello. Nadie sospechaba el terrible secreto que la desafortunada
joven guardaba, en una época en la que la virginidad femenina era considerada
requisito indispensable para el matrimonio.
Una tarde, la chica se puso su vestido
de novia, se paró frente a un espejo y se quitó la vida acuchillándose. Su muerte conmovió al toda la ciudad.
Pasaron los meses y, cierto día, un
crimen sacudió las calles de Ciudad de México: un hombre fue apuñalado frente a
una iglesia. Entre sus manos se halló un anillo de bodas. Según los testimonios
de las personas que encontraron el cadáver a la madrugada, la sombra de una
mujer que vestía atuendo de novia había sido vista en los alrededores. Los
familiares de la joven muerta, temerosos de lo peor, acudieron secretamente al
cementerio y, al abrir el ataúd, descubrieron que estaba vacío. Supieron luego
que el hombre asesinado era el mismo que había engañado a la joven y faltado a
su palabra. Desde entonces, se habla de un fantasma vengador que recorre la Ciudad de México y asesina
sin piedad a los hombres que destruyen los sueños y reputación de las mujeres.
FELICITAS GUERRERO
Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, popularmente conocida como Felicitas Guerrero, fue una adinerada dama porteña, considerada en su época como la "mujer más bella de la República Argentina". A los 15 años se casó con el hacendado sexagenario Martín de Álzaga, con quien tuvo dos hijos que murieron en la infancia. A los 26 ya era viuda; seguía siendo hermosa y muy rica. Se la disputaban dos jóvenes impetuosos, Enrique Ocampo y el estanciero Samuel Sáenz Valiente, quien ganó el corazón de la joven y con quien planificó un nuevo casamiento. Ocampo, que la cortejaba desde siempre, no soportó el desprecio y pidió verla antes de la boda. Discutieron y él le asestó dos disparos. Felicitas murió al día siguiente, la mañana del 30 de enero de 1872. Según la familia Ocampo, los Guerrero mataron a Enrique; según los Guerrero, el desesperado pretendiente se suicidó. La familia de la joven muerta hizo construir en su honor la Iglesia de Santa Felicitas.
La leyenda cuenta que Felicitas pasea por detrás de las rejas de la iglesia todos los 30 de enero. Llora. Algunos le dejan pañuelos atados a los barrotes o cintas blancas esperando lograr suerte en el amor. Si aparecen mojados, con lágrimas de Felicitas, habrá deseos cumplidos y el amor por fin llegará.
Se dice que cuando la iglesia fue restaurada por primera vez, el arquitecto encargado de la tarea descubrió que todos los ángeles de la fachada tenían el ala derecha caída, cosa que nadie vio como una casualidad: Felicitas había sido herida en su hombro derecho.
FELICITAS GUERRERO
Felicia Antonia Guadalupe Guerrero y Cueto, popularmente conocida como Felicitas Guerrero, fue una adinerada dama porteña, considerada en su época como la "mujer más bella de la República Argentina". A los 15 años se casó con el hacendado sexagenario Martín de Álzaga, con quien tuvo dos hijos que murieron en la infancia. A los 26 ya era viuda; seguía siendo hermosa y muy rica. Se la disputaban dos jóvenes impetuosos, Enrique Ocampo y el estanciero Samuel Sáenz Valiente, quien ganó el corazón de la joven y con quien planificó un nuevo casamiento. Ocampo, que la cortejaba desde siempre, no soportó el desprecio y pidió verla antes de la boda. Discutieron y él le asestó dos disparos. Felicitas murió al día siguiente, la mañana del 30 de enero de 1872. Según la familia Ocampo, los Guerrero mataron a Enrique; según los Guerrero, el desesperado pretendiente se suicidó. La familia de la joven muerta hizo construir en su honor la Iglesia de Santa Felicitas.
La leyenda cuenta que Felicitas pasea por detrás de las rejas de la iglesia todos los 30 de enero. Llora. Algunos le dejan pañuelos atados a los barrotes o cintas blancas esperando lograr suerte en el amor. Si aparecen mojados, con lágrimas de Felicitas, habrá deseos cumplidos y el amor por fin llegará.
Se dice que cuando la iglesia fue restaurada por primera vez, el arquitecto encargado de la tarea descubrió que todos los ángeles de la fachada tenían el ala derecha caída, cosa que nadie vio como una casualidad: Felicitas había sido herida en su hombro derecho.
LA NOVIA DE TILTEPEC
Cuenta
la leyenda que en Tiltepec (Chiapas, México), vivían Jimena
y Pedro, una pareja de enamorados con planes de casamiento.
Estaban inmersos en los preparativos de la boda, cuando Jimena sufrió la
desilusión más grande de su vida: encontró a su novio en la cama de su mejor
amiga. Llena de rabia, apaleó a su prometido y a su amiga traicionera hasta provocar
la muerte de ambos. Luego de cometer los crímenes, limpió la habitación y
embolsó a los cadáveres, de los que se deshizo más tarde.
Los días transcurrieron y Jimena continúo haciendo los preparativos de su
boda, fingiendo que no veía a su amado antes de la misma porque así lo dictaba
la tradición. El día de la boda finalmente llegó. Jimena se puso su vestido de
novia, arregló su cabello y partió en una hermosa limusina hacia la iglesia, donde
la esperaban los invitados. Al ver que el novio no aparecía, los presentes
comenzaron a burlarse de ella, gritándole en tono sarcástico “¡Vivan los
novios!”. Humillada, la mujer atravesó las calles hasta llegar a su casa y
allí se quitó la vida.
Poco tiempo después, aquellos que
se habían burlando de Jimena fueron muriendo uno a uno en extraños accidentes. Se dice, desde entonces, que algunos días,
entre las 9 de la noche y las 3 de la mañana pueden oírse en la iglesia donde
todo sucedió los trajines de un casamiento y a los invitados gritando “¡Vivan los novios!”. Si alguien se
atreve a salir a la calle durante ese tiempo, corre el riesgo de convertirse en
un espectro más.
LA NOVIA DE ARENA
Elisa Brown nació el 31 de octubre de 1810 en Inglaterra, donde Guillermo Brown, su padre, había contraído matrimonio con Elizabeth Chitty el año anterior. Poco después su familia se estableció definitivamente en Buenos Aires, donde Brown se convirtió en líder de la naciente Marina Argentina. En 1826 se sumó a la flotilla el marino británico Francisco Drummond, quien pronto se comprometió en matrimonio con Elisa, de sólo 17 años. En esos momentos, la República Argentina se encontraba en guerra con el Brasil, cuya flota, muy superior en número y poder de fuego, bloqueaba el Río de La Plata. El 8 de abril de 1827, Drummond, al comando del Bergantín Independencia, fue herido de muerte por una bala de cañón. Enterada del hecho, Elisa enloqueció de pena y el 27 de diciembre de ese año, se ahogó en el Río de la Plata.
Elisa Brown es conocida en el barrio de La Boca como “la novia de arena”, y los viejos habitantes del lugar aseguran que puede vérsela deambular por allí.
LA NOVIA DE ARENA
Elisa Brown nació el 31 de octubre de 1810 en Inglaterra, donde Guillermo Brown, su padre, había contraído matrimonio con Elizabeth Chitty el año anterior. Poco después su familia se estableció definitivamente en Buenos Aires, donde Brown se convirtió en líder de la naciente Marina Argentina. En 1826 se sumó a la flotilla el marino británico Francisco Drummond, quien pronto se comprometió en matrimonio con Elisa, de sólo 17 años. En esos momentos, la República Argentina se encontraba en guerra con el Brasil, cuya flota, muy superior en número y poder de fuego, bloqueaba el Río de La Plata. El 8 de abril de 1827, Drummond, al comando del Bergantín Independencia, fue herido de muerte por una bala de cañón. Enterada del hecho, Elisa enloqueció de pena y el 27 de diciembre de ese año, se ahogó en el Río de la Plata.
Elisa Brown es conocida en el barrio de La Boca como “la novia de arena”, y los viejos habitantes del lugar aseguran que puede vérsela deambular por allí.
LA NOVIA FANTASMA DE XOCHIMILCO
La
leyenda de “la novia fantasma” cuenta que, en el siglo pasado, un joven
limpiaba la tumba de uno de sus parientes fallecidos en un cementerio de
Xochimilco (Ciudad de México), cuando a lo lejos pudo divisar la figura de una
mujer ataviada con un vestido de novia. Esto le pareció extraño, por lo que
decidió acercarse a la dama y comenzar una breve charla. La mujer le dijo
que vivía cerca del lugar y se fue, no sin antes besar al muchacho, que sintió
sus labios muy fríos. Al preguntarle al cuidador si éste había visto a la
chica, el trabajador le comentó que era “la novia fantasma” y, ante la
incredulidad del joven, le mostró la tumba donde descansaban sus restos, que
tenía un retrato de la mujer.
Aparentemente, la chica
se llamaba Agripina Muñoz Cuevas y había fallecido a causa de un terrible
accidente durante su luna de miel.
LA NOVIA ITALIANA
Julia Buccola Petta, una joven de ascendencia italiana residente
en Chicago, esperaba con ilusión a su primer hijo. Corría el año 1921 cuando la
muchacha, de 29 años, falleció al dar a luz. También murió su bebé. La
mujer fue sepultada junto a su pequeño hijo, ataviada con su vestido de novia.
Su madre, Filomena Buccola, comenzó a tener sueños recurrentes en
los que aparecía su difunta hija pidiéndole que la desenterrara, presa de una
tremenda angustia. La mujer se convenció
de que su hija estaba viva y se obsesionó con la idea de la exhumación. Recién
en el año 1927 y después de muchos trámites logró llevarla a cabo.
El ataúd fue abierto y
para sorpresa de todos los presentes, los restos de la joven aparecieron
intactos. Julia parecía dormida. Su
cuerpo no presentaba ningún signo de
putrefacción ni de decoloraciones en la piel. Su
rostro sereno era el mismo que en el momento del entierro y sólo sus ropas evidenciaban
el paso del tiempo. Aterrados y desconcertados, sus familiares tomaron una foto
y volvieron a cerrar el ataúd. Como homenaje a Julia, erigieron una estatua en
su lugar de descanso. La muchacha fue eternizada en la piedra con su vestido de
novia y un ramo de rosas en sus manos.
Muchas personas aseguran haber visto a “la novia italiana” vagando por el cementerio y que cerca de su
tumba se percibe un dulce y tenue aroma a rosas.
LA NOVIA ETERNA
Una verdadera
tragedia náutica ocurrió el 4 de junio de 1922, cuando conocidas y destacadas
personas de la sociedad correntina de la época, murieron en un tremendo
incendio ocurrido a bordo del “Villa Franca”, vapor que se dirigía a
las Cataratas del Iguazú surcando el río Paraná. Allí viajaban los recién casados Ana María Reguera y
Fernando Pampín, y la hermana de Ana María, Celestina. Las jóvenes eran hijas
del conocido estanciero Ernesto Meabe.
El enlace de la
pareja se llevó a cabo en la iglesia de La Merced y los padres ofrecieron luego
una pomposa fiesta. Los novios durmieron esa noche en la quinta Pampín, ubicada
en las afueras de la ciudad de Corrientes (Argentina). Algunas supersticiones populares dicen que los casamientos llevados a cabo en días de lluvia traen desgracias a
los contrayentes, y justamente el matrimonio Pampín-Meabe se concretó en una
jornada de intensas precipitaciones. Pero, además de esto, hubo otro hecho
premonitorio: los recién casados descubrieron al llegar a la quinta Pampín, que,
por error, habían llevado otras llaves, que eran del panteón familiar, por lo
que hubo que forzar la puerta para poder entrar. Un trágico augurio que habría
de cumplirse al pie de la letra.
Ernesto Meabe
había hecho construir una residencia
suntuosa y enorme para que habitaran los novios. La casa estaba ubicada en la
calle 25 de Mayo, entre La Rioja y San Juan, y nunca se llegó a utilizar como
residencia familiar. Vecinos y circunstanciales testigos aseguran que en el
edificio, que a lo largo de los años fue usado para distintos fines, más de una
vez fue vista la figura de la novia doliente transitando los pasillos e,
incluso, atravesando las paredes y
saliendo por la actual calle La Rioja. Los correntinos llaman a esta aparición “la novia eterna”.
MarcinRetecki
LA NOVIA ESQUELETO
Las famosas curvas de Ligui,
ubicadas en el estado de Baja California Sur (México) son la cuna de la
leyenda de “la novia esqueleto”, personaje famoso por sus múltiples apariciones en la carretera de estas
desoladas y peligrosas curvas del Municipio de Loreto.
La leyenda habla de una
misteriosa mujer que se aparece vestida de blanco en medio de la carretera o sorprende
a los desprevenidos conductores con sus gritos repentinos, provocando
innumerables accidentes en el lugar. Suele pedir a los conductores que la
trasladen de un lado a otro y aparece misteriosamente en los asientos traseros
de los automóviles, convertida ya en un esqueleto ataviado con un raído vestido
de novia.
“La novia esqueleto” es el
espíritu de una mujer que se suicidó en el lugar debido a un mal de amores. La
dama fue abandonada en el altar el día
de su boda y, presa del dolor, corrió hacia la carretera y se arrojó debajo de
un automóvil.
LA NOVIA DEL SUBTE A
La línea A del subterráneo (Buenos Aires, Argentina) se inauguró en 1913 y hace el recorrido de Plaza de Mayo a Primera Junta. Fue uno de los primeros subtes de Latinoamérica, el tercero en el mundo y se mantiene casi intacto. Está rodeado de mitos y leyendas. Una de ellas es la de “el fantasma de la novia”.
El mito cuenta que, hace muchos años, una mujer se encontraba en el altar esperando a su novio para casarse, pero recibió por parte de sus amigos una terrible noticia: su amado se había arrepentido y no se presentaría a la boda. La muchacha sufrió una crisis nerviosa y corrió a la boca de subte, arrojándose luego a las vías.
Desde entonces, entre las estaciones Pasco y Alberti, se vio deambular al fantasma de la infortunada mujer, ataviada con su vestido de novia. El fantasma sólo se ha visto los días sábados por la tarde, dentro del horario en que habría tenido lugar la boda, de haberse realizado.
La historia cuenta que después de varios años, el novio fue mortalmente acuchillado en la calle San José y a partir de ese momento, jamás volvió a verse a la etérea figura flotando por las estaciones Alberti y Pasco.
Otra versión de esta historia asegura que la novia fue obligada por sus padres a casarse con alguien que no amaba y que por ello decidió suicidarse.
BONUS TRACK: LA LOCA DEL MUELLE DE SAN BLAS
BONUS TRACK: LA LOCA DEL MUELLE DE SAN BLAS
Rebeca Méndez Jiménez era una adolescente
a punto de casarse con un pescador llamado Manuel. Ambos vivían en San Blas
(Nayarit, México). Tres días antes de la boda, el 1 de octubre de 1971, Manuel
se internó en el mar y fue sorprendido por la tormenta tropical Priscilla. Lo
que era un viaje de rutina se convirtió en tragedia. El muchacho nunca regresó.
Rebeca, desconsolada, vistió su ajuar de novia, caminó por la playa El
Borrego y allí se quedó esperando a su novio por días. Algunas personas se
compadecieron de ella y le llevaron comida, sobre todo porque muchos de los
habitantes del lugar también habían perdido a alguno de sus familiares al paso
de esa tormenta.
La
historia de Rebeca inspiró una de las canciones más populares del grupo Maná. Fher,
cantante de Maná, conoció a Méndez Jiménez en Puerto Vallarta, donde ella
trabajaba vendiendo dulces vestida de novia. Al músico le llamó la atención el
atuendo de la señora, quien le relató su particular historia. El resultado de
ese encuentro fue el tema "En el muelle de San Blas", que forma parte
de su disco "Sueños líquidos", de 1997.
Rebeca Méndez Jiménez falleció el domingo, 16 de septiembre de 2012, en Monterrey a los 63 años. Es conocida popularmente como “la loca del muelle de San Blas".
Hasta aquí, mis queridos, la segunda y última parte de mi lista de novias trágicas. Me despido de ustedes con un maravilloso cuentito de Alejandro Dolina extraído de su libro "Crónicas del Ángel Gris":
LA CALLE DE LAS NOVIAS PERDIDAS
Hay una calle en Flores en la que viven todas las novias abandonadas. Al atardecer salen a la vereda y miran ansiosas hacia las esquinas para ver si vuelven los novios que se fueron. A veces conversan entre ellas y rememoran viejos paseos por el Rosedal.
Rebeca Méndez Jiménez falleció el domingo, 16 de septiembre de 2012, en Monterrey a los 63 años. Es conocida popularmente como “la loca del muelle de San Blas".
Hasta aquí, mis queridos, la segunda y última parte de mi lista de novias trágicas. Me despido de ustedes con un maravilloso cuentito de Alejandro Dolina extraído de su libro "Crónicas del Ángel Gris":
LA CALLE DE LAS NOVIAS PERDIDAS
Hay una calle en Flores en la que viven todas las novias abandonadas. Al atardecer salen a la vereda y miran ansiosas hacia las esquinas para ver si vuelven los novios que se fueron. A veces conversan entre ellas y rememoran viejos paseos por el Rosedal.
Por las noches se encierran a releer cartas viejas que guardan en cajitas primorosas o a mirar fotografías grises.
Los domingos se ponen vestidos floreados y se pintan los labios. Algunas escriben diarios íntimos con letra prolija.
Dicen que no es posible encontrar esa calle. Pero se sabe que algún día desembocará en la esquina el batallón de los novios vencedores de la muerte para rescatar a las novias perdidas y llevarlas de paseo al Rosedal. Esto será dentro de mucho tiempo, cuando endulce sus cuerdas el pájaro cantor.
Existen por ahí infinidad de personas confiables que juran que el amor es posible en todos los barrios. No habrá de discutirse semejante tesis. Pero el que quiera vivir pasiones locas, es mejor que no pierda el tiempo en rumbos equivocados. Una historia terrible está esperando en Flores.
Buenas noches.
Buenas noches.
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