MISTERIOSA BUENOS AIRES III
"Cuando en el mundo ya no quede nada,
en Buenos Aires, la imaginación."
Joaquín Sabina/Fito Páez
.
Buenas noches, mis queridos.
Aquí estoy nuevamente para ofrecerles la tercera parte de “Misteriosa Buenos Aires”, para que sigamos descubriendo
esos rincones de la ciudad que nos maravillan y nos desafían.
-Pozo de las Ánimas (Bartolomé Mitre 326, Plaza de Mayo)
El monumental edificio donde funciona
hoy la Sede Central del Banco Nación ocupa toda una manzana y es una
espléndida obra realizada por el arquitecto y pintor argentino
Alejandro Bustillo Madero, nacido en Buenos Aires en 1889. Fue construido entre
1940 y 1945.
El
edificio donde se levanta el banco en la manzana de Rivadavia, Reconquista,
Bartolomé Mitre y 25 de Mayo fue, en épocas de la colonia, un pequeño
cementerio. Algunos historiadores
reconocen que el solar era conocido como
el Pozo de las Ánimas en los siglos XVIII y XIV, y que hay registros de hechos
inexplicables atribuidos a fantasmas y aparecidos que pululaban por el predio, que era evitado por los transeúntes, sobre todo de noche. La leyenda cuenta que los espectros
siguen en el lugar. Se ha reportado, varias veces, la presencia de una niña que se pasea llevando un farol
encendido que brilla por las ventanas en la oscuridad de la noche. También se
cuenta la historia de un policía de la Federal que detuvo a un hombre vestido de
negro que se evadió desvaneciéndose en el aire.
Una
versión, negada por las
autoridades del Banco, asegura que uno de estos espectros quedó registrado en
la cámara
Nº 4 del circuito cerrado de seguridad. Aparentemente,
dicha cámara filmó a una niña de aspecto fantasmal, con una muñeca en sus
manos, caminando en un sector del segundo piso del edificio.
Los empleados de limpieza y vigilancia del
Banco aseguran que por las noches oyen y ven fantasmas en los largos y oscuros
pasillos del edificio.
-Cementerio de la peste (Av. Caseros, entre Matheu y Pasco, Parque
Patricios)
El Parque
Florentino Ameghino también llamado Plaza
Florentino Ameghino, está ubicado en el barrio de Parque Patricios. Se encuentra
limitado por las calles Monasterio, Santa Cruz, Caseros y Uspallata.
Este predio perteneció a José Antonio Escalada y a Carlos Escalada. Allí falleció a muy temprana edad la esposa
de José de San Martín, la señora Remedios
de Escalada, el 3 de agosto de 1823.
El 20 de diciembre de 1867, el
solar fue comprado por la Municipalidad
de Buenos Aires a Claudio Mejía
y se inauguró allí el Cementerio Público
del Sud, que se vio desbordado a causa de la epidemia de fiebre amarilla de 1871. El 10 de mayo de 1872 se
aprobó la creación de un monumento en el lugar en recuerdo a los fallecidos por
la fiebre amarilla de 1871. Su autor fue el escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari.
El Cementerio fue clausurado definitivamente el 24 de agosto de 1882.
Posteriormente muchos cuerpos inhumados en el predio fueron trasladados a otros
cementerios, tal como sucedió con los cadáveres del escritor José Mármol y
del médico Francisco Muñiz, pero algunas tumbas permanecieron debajo de la superficie del actual parque, como
la de la esposa del general Gregorio Aráoz de Lamadrid. Una leve
ondulación en el parque, paralela a la calle Santa Cruz, recuerda el sitio exacto
donde se encontraban las fosas comunes.
Existe
una leyenda que dice que si alguien se para frente al monumento en honor a los
fallecidos por la fiebre amarilla a la mañana muy temprano, cuando apenas sale
el sol, y en absoluto silencio, podrá escuchar los llantos y lamentos de quienes
aún se encuentran enterrados en la plaza.
-Casona de Cuitiño (Avenida Independencia 3549, Boedo)
Ciriaco Cuitiño fue un oficial de policía de la Confederación
Argentina, líder del grupo parapolicial conocido como La Mazorca,
una fuerza de policía política que actuó en la ciudad de Buenos Aires durante
el largo gobierno de Juan Manuel de Rosas.
Cuitiño, de origen mendocino, estableció relación con Rosas en el año
1834. John Lynch, en su trabajo sobre Rosas, lo definió como el más despiadado de los carceleros y
verdugos de Rosas. Luego de la derrota de Caseros, que determinó la caída
del gobierno rosista, Cuitiño fue juzgado por los crímenes que se le atribuían,
condenado a muerte y ejecutado el 29 de octubre de 1853 en la Plaza de
Mayo.
Ciriaco Cuitiño fue el primer
habitante del barrio de Boedo. Su morada, una vieja casona que se conservó en
pie hasta
el año 1925, estaba ubicada en lo que hoy es Avenida
Independencia 3549, en la intersección Avenida Boedo. Tenía un amplio jardín al frente de la casa,
al cual se accedía por una puerta enrejada flanqueada por dos grandes pilotes.
El sendero principal permitía acceder a una típica galería criolla que
culminaba en la parte de arriba con un estupendo balcón.
Los vecinos del lugar aseguran que el espíritu
de Cuitiño aún deambula por la zona.
El popularmente llamado Puente Alsina, cuyo nombre oficial fue José Félix Uriburu hasta 2015 en
que se le dio el nombre de Ezequiel
Demonty, es un puente que cruza el Riachuelo, uniendo la Avenida
Sáenz del barrio Nueva Pompeya de la Ciudad de Buenos Aires, con
la localidad de Valentín Alsina, Partido de Lanús, provincia de
Buenos Aires.
El primer puente en la zona data de 1885. El puente actual,
que corresponde al estilo neocolonial, fue inaugurado el 26 de noviembre de 1938. El ingeniero
que se encargó del diseño fue José Calixto Álvarez.
Varias personas han reportado haber visto en el puente
el espectro de una niña. Los vecinos cuentan que, a mediados de los años ’90,
vivía sobre sobre la calle Tilcara (a pocos metros de
Perito Moreno) una familia muy numerosa, compuesta por una mujer y sus cinco hijos,
cuatro varones y una mujer. El padre los había abandonado y la familia vivía
como podía. Dos
de los hijos mayores pedían ayuda en los colectivos aduciendo tener una grave
enfermedad. Los otros dos estudiaban, aunque casi siempre estaban en la calle. Rebeca,
la menor de los hermanos, no iba a la
escuela y ayudaba a su madre en la casa. La niña era maltratada por su familia,
y sólo comía dos o tres veces por semana, porque los alimentos escaseaban y los
varones estaban primero.
Cuando Rebeca cumplió los doce años, intentó
escaparse de su casa, pero no tuvo éxito. La paliza que se ganó por esa osadía
fue el principio del final. Una noche de invierno, luego de un día
agotador de maltratos e indiferencia, Rebeca preparó sopa de pollo. La sirvió y
se quedó sin comer, como casi siempre. Y, ante la mirada atónita de su familia,
bebió unas gotas de arsénico que había conseguido y murió casi
instantáneamente.
La noticia de la muerte de Rebeca conmovió al barrio. Dicen que fue noticia en una pequeña columna del diario Crónica.
En la zona dan por
sentado que la niña que aparece algunas veces en el puente es Rebeca. En las
madrugadas frías de julio, puede vérsela cruzando la calle o caminando por el
depósito de chatarra que se encuentra en la zona.
-Salvador María del Carril y Tiburcia Domínguez (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)
Salvador María del Carril fue una importante figura de los primeros tiempos de la historia argentina. Nació en San Juan en 1789 y estudió leyes. Fue gobernador de su provincia en 1823, cuando tenía en 24 años, y removido de su cargo en 1825 cuando propuso implantar una Constitución laica, inspirada en el modelo británico. Del Carril se mudó a Buenos Aires para participar en la política nacional. Apoyó firmemente al Presidente Rivadavia y animó al General Juan Lavalle para que fusile a su amigo de la infancia, Manuel Dorrego, pensando que esto contribuiría a prevenir la guerra civil.
Del Carril vivió exiliado en Uruguay durante el gobierno de Rosas. Allí
conoció a su esposa Tiburcia Domínguez, 25 años más joven que él. Salvador
María y Tiburcia contrajeron matrimonio el 28 de septiembre de 1831 en la
iglesia Nuestra Señora de Mercedes, en la Banda Oriental. Los primeros años
del matrimonio fueron difíciles y con
grandes penurias económicas. En ese
tiempo llegaron sus siete hijos.
Cuando
el matrimonio pudo regresar al país, Salvador María
volvió a brillar: fue legislador, constituyente, vicepresidente y miembro de la
Corte Suprema. Influyente y poderoso era además socio de Urquiza en varios
negocios, y poseía grandes extensiones de campo.
Del Carril fue muy conocido por sus problemas maritales. Aparentemente, Tiburcia
era muy gastadora y su marido llegó a
publicar una carta en los principales diarios porteños, afirmando que ya no
sería responsable por las deudas de su esposa. Ella se sintió tan humillada que
juró no volver a dirigirle la palabra. Y cumplió: durante
los siguientes 21 años jamás habló delante de su marido y ni siquiera se
dirigía a sus hijos delante de él.
Tiburcia
vivió la vida al modo de Salvador María hasta que él falleció de pulmonía, en
1883. Entonces, encargó un imponente mausoleo para su marido en el Cementerio de la
Recoleta donde él se observa muy cómodo sentado en un sillón mirando al
horizonte. Y luego contrató al arquitecto francés Alberto Fabré para que construyera, en Lobos, el hermoso
palacio “La Porteña”, inaugurado cuando ella cumplió 89 años. Tenía tres plantas, salones,
biblioteca, capilla, y numerosas habitaciones para invitados. Hermosos tapices,
espejos y escalinatas de ensueño fueron adornados con objetos preciosos. El
parque fue diseñado por el paisajista Carlos Thays. Poseía 240 especies de
árboles y hacia allí se dirigía toda la alta sociedad bonaerense para
participar de fiestas y reuniones.
Tiburcia
murió en 1898, quince años después que su marido.
En su testamento pidió que su busto fuera colocado de espaldas al monumento de
Salvador María. Esa posición es la muestra del rencor acumulado durante los
años de matrimonio. Sus palabras fueron: “No quiero mirar en la misma dirección
que mi marido por toda la eternidad…”.
Hasta aquí, amables lectores, todo lo que tenía para ofrecerles hoy. Me despido de ustedes con un pensamiento de Jorge Luis Borges: "Buenos Aires es la otra calle, la que no pisé nunca, es el centro secreto de las manzanas, los patios últimos, es lo que las fachadas ocultan, es mi enemigo, si lo tengo, es la persona a quien le desagradan mis versos (a mí me desagradan también), es la modesta librería en que acaso entramos y que hemos olvidado, es esa racha de milonga silbada que no reconocemos y que nos toca, es lo que se ha perdido y lo que será, es lo ulterior, lo ajeno, lo lateral, el barrio que no es tuyo ni mío, lo que ignoramos y queremos".
Buenas noches.
Hasta aquí, amables lectores, todo lo que tenía para ofrecerles hoy. Me despido de ustedes con un pensamiento de Jorge Luis Borges: "Buenos Aires es la otra calle, la que no pisé nunca, es el centro secreto de las manzanas, los patios últimos, es lo que las fachadas ocultan, es mi enemigo, si lo tengo, es la persona a quien le desagradan mis versos (a mí me desagradan también), es la modesta librería en que acaso entramos y que hemos olvidado, es esa racha de milonga silbada que no reconocemos y que nos toca, es lo que se ha perdido y lo que será, es lo ulterior, lo ajeno, lo lateral, el barrio que no es tuyo ni mío, lo que ignoramos y queremos".
Buenas noches.
Me gusta mucho este blog
ResponderEliminarGracias!!!!!
EliminarMuy bueno este blog
ResponderEliminarMuchas gracias! Abrazo y buena semana!
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