MISTERIOSA BUENOS AIRES XIII
“¡BuenosAires!
Para el alma mía
no habrá geografía
mejor que el paisaje
de tus calles,
donde día a día
me gasto los miedos,
las suelas y el traje.”
Eladia Blázquez
Bienvenidos a este nuevo recorrido por la ciudad de la furia.
-Jardín Botánico Carlos Thays (Palermo)
El Jardín Botánico de Buenos Aires llamado,
desde 1937, Carlos Thays en honor al paisajista que lo concibió
y, desde 2011, Gerencia Operativa Jardín Botánico Carlos Thays, se
encuentra próximo a los bosques del barrio de Palermo de la mencionada ciudad.
Su
extensión es de 79.772 m², posee más de 1.500 especies vegetales, cuenta con
numerosas esculturas como "La Primavera" u "Ondina de
Plata", "Loba Romana", "Mercurio", "Venus";
y magníficos grupos escultóricos como "Saturnalia"
-estatuas de mármol que simbolizan los movimientos de la VI sinfonía de
Beethoven ("La Pastoral")- y "El Despertar de la
Naturaleza". Posee
además cinco invernáculos, una biblioteca botánica y una biblioteca infantil,
todo rodeado de serenos senderos para caminar y contemplar la variada
vegetación. Fue
inaugurado el 7 de septiembre de 1898 y
su mantenimiento depende del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires. Desde 1996 es Monumento Histórico
Nacional.
Este
el espacio verde, refugio de una gran cantidad de gatos, en el que muchísimos
porteños y extranjeros se dedican a pasear tranquilamente, no pareciera ser un
lugar ideal para trabajar, y mucho menos de noche.
Muchísimos
vendedores y empleados del parque Carlos Thays sostienen
que hay duendes y fantasmas que asustan a los gatos. El invernadero es uno de los
lugares que más actividad paranormal presenta. Varios guardias
nocturnos explican que, en las grabaciones de las cámaras de seguridad, se
ven imágenes y siluetas blancas. Amanece con las puertas y ventanas abiertas
muchas veces, aunque hubiesen sido cerradas la noche anterior.
Además,
los serenos aseguran que, casi todas las noches, se escuchan ruidos y lamentos
en medio de la vegetación del lugar.
-La Casa de los leones (Montes de Oca 110, Barracas)
El millonario Eustoquio Díaz Vélez, hijo del General Eustoquio Antonio Díaz Vélez, figura relevante en la lucha por la independencia argentina, era dueño de la mansión de estilo francés ubicada hasta hoy en la avenida Montes de Oca 110, en el barrio de Barracas (Ciudad Autónoma de Buenos Aires). La leyenda cuenta que Eustoquio tenía pasión por los leones, por lo que hizo traer de África tres hermosos ejemplares. Los animales estaban sueltos en el jardín por la noche (salvo que se celebrara algún evento nocturno), y durante el día permanecían en sus jaulas.
Una de las hijas de Díaz Vélez, María Mathilde, conoció a un joven de alta alcurnia, de quien se enamoró, y al poco tiempo, la pareja decidió comprometerse. Eustoquio, rebosante de felicidad por semejante acontecimiento, decidió festejar a lo grande y realizar la celebración del compromiso en su casa con vecinos, familiares y amigos de toda la vida.
La noche de la fiesta, cuando el novio hacía entrega a María Mathilde del anillo que sellaría su compromiso, uno de los leones de Eustoquio se abalanzó ferozmente sobre él. Su jaula había quedado mal cerrada y este descuidó desencadenó la tragedia.
Don Díaz Vélez tomó una escopeta y puso fin a la vida del animal, lo que no impidió que el joven novio falleciera. Las ilusiones de María Mathilde quedaron hechas trizas y se suicidó poco tiempo después de sucedida la tragedia.
Eustoquio Díaz Vélez se deshizo de los leones y, curiosamente, mandó a construir las estatuas de estos animales que hoy decoran la mansión. Entre ellas, se destaca una de un león atacando a un hombre.
Algunos historiadores aseguran que esta leyenda carece de fundamentos ya que Eustoquio nunca tuvo una hija, la fiesta jamás existió y las estatuas de leones responden a la moda decorativa de la época. Otros testimonios afirman que la tragedia fue un hecho real. Cierto o no, la historia de Montes de Oca 110 es una leyenda urbana muy popular en Buenos Aires.
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-EL NIETO DEL REY JORGE IV DE INGLATERRA (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)
A principios del siglo XIX llegó a las costas del Río de la Plata un misterioso personaje apellidado Haines y señalado como el hijo natural del rey Jorge IV de Inglaterra. Estableció un puesto comercial en Colonia del Sacramento, Uruguay, y entró en sociedad con el almirante Guillermo Brown, de origen irlandés. Haines tenía un hijo cuyo nombre era Michael, conocido como Miguel en tierras argentinas. El joven, ciego, y se dedicó a la música y fue profesor, pero muchos detalles de su vida han perdido, al igual que su tumba.
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-EL NIETO DEL REY JORGE IV DE INGLATERRA (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)
A principios del siglo XIX llegó a las costas del Río de la Plata un misterioso personaje apellidado Haines y señalado como el hijo natural del rey Jorge IV de Inglaterra. Estableció un puesto comercial en Colonia del Sacramento, Uruguay, y entró en sociedad con el almirante Guillermo Brown, de origen irlandés. Haines tenía un hijo cuyo nombre era Michael, conocido como Miguel en tierras argentinas. El joven, ciego, y se dedicó a la música y fue profesor, pero muchos detalles de su vida han perdido, al igual que su tumba.
En 1880 el gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires emprendió una serie de reformas en el Cementerio de
la Recoleta con el fin de reorganizar el espacio. Miguel se encontraba
enterrado en el sector 3. La reorganización fue algo desprolija y muchas tumbas
y restos se perdieron, entre ellos los de Miguel Haines. Años más tarde se
intentaron rectificar esos errores, pero ciertos daños fueron irreparables,
dado que los registros de muchos entierros y tumbas también se extraviaron.
Hoy día se considera que su
sepulcro está perdido. Desde entonces se ha especulado con que alguna de las figuras
espectrales que pueblan el Cementerio de la Recoleta pertenezca a Miguel
Haines. Se lo ha descrito de muchas maneras, pero en general se trata de un
hombre de mediana edad, con atavíos antiguos, que luce triste y desorientado. Cuando
alguna persona se le acerca, la figura desaparece misteriosamente.
-Estadio Alberto J. Armando (Brandsen 805, La
Boca)
El Estadio Alberto J. Armando,
mundialmente conocido como La Bombonera, es un estadio
de fútbol, propiedad del Club Atlético
Boca Juniors. Se ubica en el barrio de La Boca,
en Buenos Aires. Tiene una capacidad para
49.000 espectadores y es reconocido por diversos medios internacionales
como uno de los estadios más emblemáticos del mundo. Inaugurado el 25 de mayo de 1940 con
un partido clásico amistoso entre Boca Juniors y San
Lorenzo, encuentro que ganó el local por 2 a 0, fue declarado de
“interés deportivo, turístico y cultural de la Ciudad de Buenos Aires”.
"La Bombonera está llena de fantasmas y almas en
pena", aseguran varios funcionarios y
trabajadores del club de la Ribera. Tal es el caso de Federico Retone,
auxiliar del equipo de básquet, quien contó que una noche estaba arreglando la ropa de los jugadores y salió para fumar: "Vi un señor de traje color ceniza que luego
desapareció. Me dijeron que por la descripción era Tarija Fernández, mi
antecesor, que murió hace años." Más sorprendente es la versión de
un miembro de la seguridad del club, que prefirió no ser identificado, pero que
dice haber visto sombras esfumadas y bultos corriendo por las gradas del
estadio. "En general aparecen de madrugada, cuando no hay
nadie y hay mucho silencio", dijo.
Un hombre de camisa blanca aparece siempre en el
sector L de las tribunas, una mujer vestida de novia, y un niño en bermudas,
zapatos blancos y camisa azul, son frecuentemente vistos durante la noche,
afirma otro guardia de seguridad. Además, algunas puertas se abren solas, hay lámparas de
luz que se encienden y apagan sin explicación y otros fenómenos paranormales.
Es conocido que algunos familiares de los socios
muertos cumplieron la última voluntad de estos aficionados y arrojaron
sus cenizas en el estadio. El parapsicólogo Ricardo Pacuta dice que esta
podría ser una de las razones para los fenómenos. “Es más común de lo que
parece. Son fantasmas que fueron llamados para ayudar a Boca, y no para hacer
mal”, explicó el experto.
Para evitar que las personas siguieran arrojando las
cenizas de los socios fallecidos dentro de La Bombonera, la dirección
del club mandó a construir un cementerio propio para sepultar a sus
aficionados más fanáticos. El camposanto está en funciones desde el año 2006
y tiene una capacidad para 3.000 sepulcros, todos decorados con flores azules y
amarillas, los colores de Boca Juniors. El área se encuentra localizada en un
sector del cementerio “Parque Iraola”, en Berazategui, a 30 km al sur de Buenos
Aires, por eso se presume que nada tiene que ver con los fantasmas de La
Bombonera.
El cementerio fue inaugurado con una ceremonia de
exhumación de los restos mortales de dos antiguos atletas del club, los arqueros Juan Road y Julius Elias Musimessi, cuyas cenizas fueron transferidas
al lugar. Ese día el ex mediocampista Antonio Ubaldo Rattin, que vistió los
colores de Boca en los años 60, dijo: “Es tan hermoso que hasta ganas dan
de quedarse. Con esto el Boca Juniors también pone en práctica una de las
estrofas de su himno que dice: ‘ni la muerte nos va a separar, desde el cielo
te voy a alentar’”.
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-El fantasma de Juan de Osorio (Parque Lezama, San Telmo)
En el Parque Lezama, más precisamente sobre la intersección de la Avenida Paseo Colón y Brasil, se levanta un busto en cuya base reza: "Ulrico Schmidl, primer cronista del Río de la Plata". Schmidl fue el encargado de tomar nota de todo lo que acontecía cada día en la expedición patrocinada por el Adelantado Don Pedro de Mendoza. Dejó constancia escrita de los vaivenes de la conquista en su "Crónica del viaje a las regiones del Plata".
Según Schmidl, Don Pedro de Mendoza traía a bordo dos lugartenientes, uno llamado Juan de Ayolas (su sucesor más directo llegado el caso, su confidente, su mano derecha), y el otro, Juan de Osorio (hombre de gran carisma y mucha valentía). Mendoza venía un tanto enfermo (padecía de sífilis) y Ayolas comenzó a temer por su suerte, ya que la muerte del Adelantado favorecería a Osorio, dada su gran popularidad entre de la tripulación. Por este motivo, Juan de Ayolas convenció a Pedro de Mendoza acerca de un plan macabro de Juan de Osorio, que supuestamente buscaba asesinar al Adelantado, por lo que fue inmediatamente condenado a muerte. Ulrico Schmidl relata que fueron tantas las puñaladas que recibió que, "con cada uno de sus alaridos, el alma parecía escapársele del cuerpo".
Los integrantes de la expedición comenzaron a temer al alma de Osorio, que fue muerto siendo inocente y sin recibir cristiana sepultura, y todas las desgracias acontecidas a la expedición de Don Pedro de Mendoza fueron achacadas a su fantasma, que buscaba venganza.
El espectro de Juan de Osorio fue el primero que recorrió la Ciudad de Bs. As. Dicen que puede vérselo en Parque Lezama, cerca del monumento a Don Pedro de Mendoza.
Hasta aquí esta nueva entrega de "Misteriosa Buenos Aires". Me despido de ustedes con un pensamiento de Jorge Luis Borges: "Sí, me importa mucho volver, y aún en algún viaje último, en que yo sabía que no volvía a algo especialmente grato, que volvía a una rutina no demasiado deliciosa. Pero siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso. Cuando yo he estado fuera del país, por ejemplo en los Estados Unidos, y alguien dijo de visitar América del Sur, lo he incitado a conocer Colombia, por ejemplo, o le recomiendo Montevideo. Buenos Aires, no. Es una ciudad demasiado gris, demasiado grande, triste –les digo–, pero eso lo hago porque me parece que los otros no tienen derecho de que les guste."
Buenas tardes.
Hasta aquí esta nueva entrega de "Misteriosa Buenos Aires". Me despido de ustedes con un pensamiento de Jorge Luis Borges: "Sí, me importa mucho volver, y aún en algún viaje último, en que yo sabía que no volvía a algo especialmente grato, que volvía a una rutina no demasiado deliciosa. Pero siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso. Cuando yo he estado fuera del país, por ejemplo en los Estados Unidos, y alguien dijo de visitar América del Sur, lo he incitado a conocer Colombia, por ejemplo, o le recomiendo Montevideo. Buenos Aires, no. Es una ciudad demasiado gris, demasiado grande, triste –les digo–, pero eso lo hago porque me parece que los otros no tienen derecho de que les guste."
Buenas tardes.
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