martes, 5 de octubre de 2010

WAITING FOR McCARTNEY


.WAITING FOR McCARTNEY

"Coming Up!" 
Paul McCartney 

Este año, no voy a tener regalo del Día de la Madre. Ni de cumpleaños. Ni de Navidad. Mis cálculos son siempre bastante sospechosos, pero presumo que tampoco va a tocarme ningún paquetito para Reyes. El dinero que mis convivientes pensaban invertir para agasajarme en estas fechas especiales ya ha sido gastado. Y de la mejor manera.
Viene Paul.
Lo que comenzó siendo un esperanzado rumor se convirtió, hace pocos días, en una realidad tan tangible como los abdominales de Jared Padalecki. 
Viene Paul.
Gritos histéricos, corridas, desmayos y, después, lo más importante: hay que comprar las entradas.
Adriana, mi amiga beatlemaníaca, y yo, nos metimos 500.000 veces a la página de Ticketek en busca de novedades. Y, cuando las novedades aparecieron, no fueron para nada alentadoras.
Mi amiga lloró en el teléfono:
-¡La preventa es exclusiva para clientes del Banco Francés!
-¡Ah, no! ¡Eso es una turrada! ¿Y los que no somos clientes del Banco Francés qué hacemos? ¿Qué hacemos? ¿QUÉ HACEMOS?
Buscamos un hombre de buena voluntad que sea cliente de la mentada entidad.
Y lo encontramos. Querer es poder, dice el vulgo. Y tiene razón.
No abundaré en detalles acerca de las peripecias que el hombre (que, vale aclararlo, no está unido a nosotras ni por lazos sentimentales ni por lazos familiares) tuvo que atravesar para conseguir las deseadas entradas para el concierto de Paul McCartney. Sólo diré que, poco tiempo después de que las mismas se pusieran en venta, la página de Ticketek colapsó. Y que el hombre de buena voluntad tuvo TANTA BUENA VOLUNTAD como para ir a comprarlas en vivo y en directo. Eso, para los incrédulos convencidos de que no hay ángeles caminando entre nosotros. Si esto no es “Supernatural” le pegó en el poste.
Viene Paul.
El tío, que tiene 70 años y no puede concebir que un hombre de su edad todavía tenga ganas de seguir jodiendo, preguntó escandalizado por el dinero desembolsado en pos del feliz evento:
-Pero, ¿vale la pena ese McCartney?
-¡Tío! ¡ES PAUL McCARTNEY! ¡Vale la pena aunque venga mudo y en una silla de ruedas!
Viene Paul.
Por este año no habrá más regalos. ¿Pero qué significan un par de vestiditos y una planchita para el pelo ante la prodigiosa oportunidad de estar cerca de McCartney?
Ahora sólo resta esperar y rogar que ningún gato vernáculo se acerque a nuestro adorado beatle. Una falsa rubia falsamente tetona gimiendo en los programas de la tarde que está embarazada de McCartney sería demasiado para mi precario equilibrio mental.
Viene Paul.

Por fin un tiro para el lado de la justicia.

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