.WAITING FOR
McCARTNEY
"Coming Up!"
Paul
McCartney
Este año, no voy a tener regalo del Día
de la Madre. Ni de cumpleaños. Ni de Navidad. Mis cálculos son siempre bastante
sospechosos, pero presumo que tampoco va a tocarme ningún paquetito para Reyes.
El dinero que mis convivientes pensaban invertir para agasajarme en estas
fechas especiales ya ha sido gastado. Y de la mejor manera.
Viene Paul.
Lo que comenzó siendo un esperanzado
rumor se convirtió, hace pocos días, en una realidad tan tangible como los
abdominales de Jared Padalecki.
Viene Paul.
Gritos histéricos, corridas, desmayos y,
después, lo más importante: hay
que comprar las entradas.
Adriana, mi amiga beatlemaníaca, y yo,
nos metimos 500.000 veces a la página de Ticketek en busca de novedades. Y, cuando
las novedades aparecieron, no fueron para nada alentadoras.
Mi amiga lloró en el teléfono:
-¡La preventa es exclusiva para clientes
del Banco Francés!
-¡Ah, no! ¡Eso es una turrada! ¿Y los que
no somos clientes del Banco Francés qué
hacemos? ¿Qué hacemos? ¿QUÉ HACEMOS?
Buscamos un hombre de buena voluntad que sea cliente de la mentada entidad.
Y lo encontramos. Querer es poder, dice el vulgo.
Y tiene razón.
No abundaré en detalles acerca de las
peripecias que el hombre (que, vale aclararlo, no está unido a
nosotras ni por lazos sentimentales ni por lazos familiares) tuvo que atravesar
para conseguir las deseadas entradas para el concierto de Paul McCartney. Sólo
diré que, poco tiempo después de que las mismas se pusieran en venta, la página
de Ticketek colapsó. Y que el hombre de buena voluntad tuvo TANTA
BUENA VOLUNTAD como para ir a
comprarlas en vivo y en
directo. Eso, para los
incrédulos convencidos de que no hay ángeles caminando entre nosotros. Si esto
no es “Supernatural” le pegó en el poste.
Viene Paul.
El tío, que tiene 70 años y no puede
concebir que un hombre de su edad todavía tenga ganas de seguir jodiendo,
preguntó escandalizado por el dinero desembolsado en pos del feliz evento:
-Pero, ¿vale la pena ese McCartney?
-¡Tío! ¡ES
PAUL McCARTNEY! ¡Vale la pena
aunque venga mudo y en una silla de ruedas!
Viene Paul.
Por este año no habrá más regalos. ¿Pero
qué significan un par de vestiditos y una planchita para el pelo ante la
prodigiosa oportunidad de estar cerca de McCartney?
Ahora sólo resta esperar y rogar que
ningún gato vernáculo se acerque a nuestro adorado beatle. Una falsa rubia
falsamente tetona gimiendo en los programas de la tarde que está embarazada de
McCartney sería demasiado para mi precario equilibrio mental.
Viene Paul.
Por fin un tiro para el lado de la
justicia.
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