DESPABILANDO
AL CHICO COSMO
“El
sexo sólo es sucio si se hace bien.”
Woody
Allen
Siempre he sostenido, gratos
lectores, que este espacio pretende ser la más de las veces un servicio
desinteresado para socorrer a las damiselas en apuros. Para tal menester echo
mano a mi lamentable experiencia con el sexo masculino y a unas cuantas revistas
femeninas empeñadas en que la mujer de hoy sea una explosiva mezcla entre
Claudia Schiffer y la Cicciolina. Hay que ser bella, moderna, elegante y glamorosa, pero también hay que
saber comportarse como un putón
hecho y derecho cuando la
situación lo amerita. Estas publicaciones suelen disparar la psicosis femenina
a la estratosfera: las chicas
Cosmo y afines pierden
contacto con su prosaica realidad y acaban convencidas de que viven en un
capítulo de “Sex and
the City” y que Mr. Big las espera recostado en la Torre Eiffel. Situación que no
es tan dramática si la chica es chica, pero resulta un bochorno si la chica
dejó de ser chica hace rato y araña los infortunados cuarenta.
Habrán notado ya que entre
todas las revistas femeninas que andan pululando por ahí mi favorita es la “Cosmopolitan”. Cierto es que, con fines absolutamente científicos,
hojeo cada tanto la “Glamour”, la “Ohlalá!” o la tradicional “Para Ti”. Pero estos pasquines tienen tantas y
tantas páginas dedicadas a la moda que termino fastidiada, abrumada y harta:
las modelos son lo suficientemente flacas y altas como para recordarme que peco
de diminuta y rolliza. La ropa es talle cero y, para que me entre, tendría que
estar seis meses muerta. Además, es carísima. Pero la “Cosmopolitan” es otra cosa: cada tanto exhibe alguna
pilchita, pero está dedicada casi íntegramente al sexo. Abunda en trucos, tips,
movidas y consejos para sacarle chispas al colchón. Y tiene un extravagante
argot que alude al orgasmo como “la
Gran O”, al monte de Venus y
aledaños como “la Zona
V” y a las partes masculinas
como “la Zona Sur”, que resulta de lo más pintoresco.Mucho
ha sugerido la “Cosmo” a
señoras y señoritas. Y, como si eso no fuera suficiente, se atreve, esta vez, a
aconsejar a los muchachos. Así que, sólo por hoy, este espacio pretende ser un
servicio desinteresado para socorrer a mozalbetes en apuros. Si es que queda
alguno.
Intérnense conmigo, por
favor, en este explicativo artículo intitulado descaradamente “Adiviná qué
quiere ella en la cama”. Va a
ser provechoso para masculinos y femeninas por igual, siempre y cuando tengan
dentro de sí el maravilloso espíritu
Cosmo. Porque es de público
conocimiento que las chicas quieren cosas y los chicos se las niegan
sistemáticamente. De pajarones que son, nomás.
ADIVINÁ QUÉ QUIERE ELLA EN LA
CAMA
Hay una leyenda urbana dando
vueltas por ahí que asevera que cuando
la dama pide sexo el caballero jamás le dice que no. No vamos a discutir aquí su veracidad,
aunque yo, como imaginarán, la
pongo en tela de juicio sin ningún reparo. Según la “Cosmo”, cuando la chica quiere fiesta el chico
echa mano a los pitos, las matracas y el papel
picado. Supongamos que así
fuera. Parece que, una vez que el muchacho se decide a complacer a la
jovenzuela, no sabe muy bien que hacer con los mentados artículos de cotillón.
Porque la piba es una hincha pelotas y hoy quiere pito, mañana matraca y pasado mañana maracas y serpentinas. Y el pobre tipo no tiene cómo saber si
la cosa viene de carnaval
carioca o de mascarada veneciana.Pero la “Cosmo”, la bendita “Cosmo”, le acerca al mocito desesperado una
serie de pistas para saber qué quiere la chica. A ver si se aviva de una vez
por todas.
SEXO REVOLTOSO
Qué se entiende por sexo revoltoso, no sé. Pero barrunto que debe ser sexo
de lo más corriente convenientemente aderezado con una guerra de almohadas y
algunos cantitos típicos de los viajes de egresados. Sexo con mucho ruido. Y
esperemos que no con pocas nueces. Porque ya se sabe que el ruido es harto
engañoso. Y si es demasiado exagerado, posta que una está inventando una “Gran O” de aquellas.Para saber si la chica
quiere sexo revoltoso el chico debe prestarle especial
interés a su ropa interior y pensar en los corpiños, las bombachas y los
ocasionales portaligas como si fueran los envoltorios de una apetitosa
golosina. Si la chica tiene una bombacha de algodón común y silvestre no anda buscando sexo revoltoso. Si viene con prendas de encaje, sí.
Está deseosa de que la ropa intima le sea arrancada con ferocidad y
barbarie.Otra señal confiable para saber si la muchachuela quiere consumar el
acto de forma vivaracha y bulliciosa es su lenguaje corporal. Si la chica
aprieta más que de costumbre y sus lengüetazos son más tórridos, pretende un
revolcón mucho más rudo que en las ocasiones en las que se hace la lánguida.
Otros indicadores son el maquillaje (decía mi tío: "La mujer es como el
indio, cuando se pinta quiere guerra"), el atuendo provocador y los
zapatos rojos (para ser absolutamente sincera, debo confesar que lo de los
zapatos rojos es de mi cosecha).
ALGO NUEVO
A veces los hombres se ponen
aburridos. Reiterativos. Rutinarios. Insoportables. Tienen una tendencia muy
marcada a la repetición. Y repiten, repiten, repiten. Como loros amaestrados.
¿Cómo saber si la chica está harta de su falta de imaginación y exige nuevas
peripecias eróticas? Sencillo: si la fémina está juguetona, hace chistes,
coquetea y se la ve con la energía muy alta, es hora de proponerle alguna
novedad. Salvo que sea bipolar, porque en ese caso hay que ajustarle la
medicación.La mujer que quiere probar cosas novísimas se comporta de manera muy
particular: convida a su chico con un bocado de su comida o lo provoca
preguntándole si siempre fue así de feo o se puso tan malcarado ese día (¿?).
El masculino no debe dejar pasar jamás la oportunidad que la femenina le
ofrece. Según los sexólogos que
despliegan sus conocimientos en la “Cosmo”, probar nuevas posturas o sensaciones
mantiene bien alto el deseo sexual a través del tiempo.No sé, no sé. Yo, cuando
leí algo nuevo, imaginé
cosas más jugosas que un cambio de postura o un gel lubricante efecto calor.
Pero ya se sabe que yo soy una degenerada.
SEXO ROMÁNTICO
Cuando llegan los
aniversarios, los cumpleaños y otras celebraciones pavotas, la muchacha quiere sexo romántico. Hay que
ofrecerle, entonces, un encuentro tierno y dulce, dejar de lado las frases
carnales y murmurarle al oído las boludeces que salen en los “Dos Corazones”. O, en su
defecto, en los sobrecitos de azúcar. Que también dicen cada gansada. No hay
que rebuznarle a la señorita “Me
encantan tus lolas” porque
eso de romántico no tiene nada. Hay que dorarle la píldora y ensayar un
edulcorado “Me encanta estar
así, cerca de vos.”Ya sabemos nosotros, queridos leedores, lo que el vulgo
entiende por romanticismo:
el encendido compulsivo de velas, velitas, velones y cirios
pascuales. Yo no termino de comprender la obsesión por las velas que tienen
las gentes modernas. Soy un ente extraño que sólo prende velas cuando cumple
años, se corta la luz o quiere pedirle a San
Marcos que algún desgraciado “venga, venga y nada lo detenga”. La “Cosmo” le dice a los muchachos ávidos de
conocimiento amatorio: “El
buen amante es aquel que conecta sensiblemente con las necesidades del otro.” Así que si la piba quiere velitas, se
prenden velitas. Y sanseacabó.
RAPIDITO Y SILENCIOSO
Saber si la chica quiere un rapidito (porque el rapidito a mitad de semana puede ser muy
sexy) es harto sencillo: la locuela se restregará contra el masculino como un
gato en celo o lo abrazará por la espalda. Cierto es que, para desgracia del
sexo débil, no todos los señores ofrecen una espalda como la de Jared Padelecki
con el cual, como habrán conjeturado, estoy
obsesionada. Mucho menos un traste como el del susodicho. Pero, así y todo,
cuando las damas quieren un rapidito se prenden del espinazo del caballero
como garrapatas acaloradas.La gente de la “Cosmo”, que a veces se pasa de estrafalaria,
asegura que si la mozalbeta está cansada pero busca al mozalbete en la cama, lo
que quiere es “sexo de corta
duración, un rapidito que la satisfaga sin agotarse.” Para mí, los rapiditos en la cama son toda una novedad.
Porque la cama, señores, es para tomarse su tiempo. Los rapiditos hay que dejarlos para los callejones,
los zaguanes y los pasillos. Para el asiento de atrás del auto. Para los
terrenos baldíos y las obras en construcción. Las sábanas ameritan un poco más
de dedicación.
Según la “Cosmopolitan” estas son las cuatro variantes
sexuales que pretenden las mujeres. Pensarán ustedes, y con justa razón, que
son bastante pobres. Pero para empezar están bien. Tampoco
es cuestión de atosigar al masculino con propuestas de sexo tántrico, olvidando que el tipo no es Sting. O
de hematofilia, ignorando olímpicamente que el
caballero no es Dexter Morgan. O de cualquier cosa retorcida y
puerca que se nos ocurra, porque el hombre
Cosmo, por mucha prensa que
le haga el pasquín, es tan inofensivo como un Boyero
de Berna ahíto de clonazepan. Y dudo que un hombre que no sea Cosmo pierda el tiempo leyendo estas
gansadas.
Aquí termina esta parrafada
orientada exclusivamente al público masculino pero de la cual las señoritas
despistadas pueden sacar provecho. Ahora los gentilhombres saben cómo elucidar
qué clase de sexo quiere su chica sin que la damita tenga que hacer uso de esa estupidez enorme que es el
lenguaje. Porque si la
mozuela anda diciéndole al pibe “Hoy
quiero pito”, “Hoy quiero matraca” u
“Hoy quiero a Rita Lee cantando Lanza Perfume” pierde el glamour y el misterio y deja de ser una chica Cosmo para convertirse en una lamentable chica Paparazzi.
Como se imaginarán, amables
gentes, a pesar de mi favoritismo por la “Cosmopolitan”, yo chica
Cosmo no soy. En primer
lugar, porque dejé de ser
chica hace rato. Y en segundo, porque no
doy el target. Es triste, lo sé. Pero es la verdad desnuda. No podría ser
una chica Cosmo aunque tuviera veinte años. Veraz es
que en 1965, Sue Williams posó para “Playboy” midiendo apenas 1,50. Pero eran otras
épocas. Hoy en día, para ser celebrada,
distinguida y cosmopolita hay que ser lunga. Dicho todo lo que había
que decir, me retiro hasta la próxima. Agradezco a los benévolos individuos que
han leído esta enorme gansada hasta el final.
Agradezcan ustedes que la
pavota que gasta $15 en la “Cosmopolitan” soy yo.