martes, 28 de junio de 2011

DESPABILANDO AL CHICO COSMO


 DESPABILANDO AL CHICO COSMO

“El sexo sólo es sucio si se hace bien.” 
 Woody Allen

Siempre he sostenido, gratos lectores, que este espacio pretende ser la más de las veces un servicio desinteresado para socorrer a las damiselas en apuros. Para tal menester echo mano a mi lamentable experiencia con el sexo masculino y a unas cuantas revistas femeninas empeñadas en que la mujer de hoy sea una explosiva mezcla entre Claudia Schiffer y la Cicciolina. Hay que ser bella, moderna, elegante y glamorosa, pero también hay que saber comportarse como un putón hecho y derecho cuando la situación lo amerita. Estas publicaciones suelen disparar la psicosis femenina a la estratosfera: las chicas Cosmo y afines pierden contacto con su prosaica realidad y acaban convencidas de que viven en un capítulo de “Sex and the City” y que Mr. Big las espera recostado en la Torre Eiffel. Situación que no es tan dramática si la chica es chica, pero resulta un bochorno si la chica dejó de ser chica hace rato y araña los infortunados cuarenta.
Habrán notado ya que entre todas las revistas femeninas que andan pululando por ahí mi favorita es la “Cosmopolitan”. Cierto es que, con fines absolutamente científicos, hojeo cada tanto la “Glamour”, la “Ohlalá!” o la tradicional “Para Ti”. Pero estos pasquines tienen tantas y tantas páginas dedicadas a la moda que termino fastidiada, abrumada y harta: las modelos son lo suficientemente flacas y altas como para recordarme que peco de diminuta y rolliza. La ropa es talle cero y, para que me entre, tendría que estar seis meses muerta. Además, es carísima. Pero la “Cosmopolitan” es otra cosa: cada tanto exhibe alguna pilchita, pero está dedicada casi íntegramente al sexo. Abunda en trucos, tips, movidas y consejos para sacarle chispas al colchón. Y tiene un extravagante argot que alude al orgasmo como “la Gran O”, al monte de Venus y aledaños como “la Zona V” y a las partes masculinas como “la Zona Sur”, que resulta de lo más pintoresco.Mucho ha sugerido la “Cosmo” a señoras y señoritas. Y, como si eso no fuera suficiente, se atreve, esta vez, a aconsejar a los muchachos. Así que, sólo por hoy, este espacio pretende ser un servicio desinteresado para socorrer a mozalbetes en apuros. Si es que queda alguno.
Intérnense conmigo, por favor, en este explicativo artículo intitulado descaradamente “Adiviná qué quiere ella en la cama”. Va a ser provechoso para masculinos y femeninas por igual, siempre y cuando tengan dentro de sí el maravilloso espíritu Cosmo. Porque es de público conocimiento que las chicas quieren cosas y los chicos se las niegan sistemáticamente. De pajarones que son, nomás.

ADIVINÁ QUÉ QUIERE ELLA EN LA CAMA

Hay una leyenda urbana dando vueltas por ahí que asevera que cuando la dama pide sexo el caballero jamás le dice que no. No vamos a discutir aquí su veracidad, aunque yo, como imaginarán, la pongo en tela de juicio sin ningún reparo. Según la “Cosmo”, cuando la chica quiere fiesta el chico echa mano a los pitos, las matracas y el papel picado. Supongamos que así fuera. Parece que, una vez que el muchacho se decide a complacer a la jovenzuela, no sabe muy bien que hacer con los mentados artículos de cotillón. Porque la piba es una hincha pelotas y hoy quiere pito, mañana matraca y pasado mañana maracas y serpentinas. Y el pobre tipo no tiene cómo saber si la cosa viene de carnaval carioca o de mascarada veneciana.Pero la “Cosmo”, la bendita “Cosmo”, le acerca al mocito desesperado una serie de pistas para saber qué quiere la chica. A ver si se aviva de una vez por todas.

SEXO REVOLTOSO

Qué se entiende por sexo revoltoso, no sé. Pero barrunto que debe ser sexo de lo más corriente convenientemente aderezado con una guerra de almohadas y algunos cantitos típicos de los viajes de egresados. Sexo con mucho ruido. Y esperemos que no con pocas nueces. Porque ya se sabe que el ruido es harto engañoso. Y si es demasiado exagerado, posta que una está inventando una “Gran O” de aquellas.Para saber si la chica quiere sexo revoltoso el chico debe prestarle especial interés a su ropa interior y pensar en los corpiños, las bombachas y los ocasionales portaligas como si fueran los envoltorios de una apetitosa golosina. Si la chica tiene una bombacha de algodón común y silvestre no anda buscando sexo revoltoso. Si viene con prendas de encaje, sí. Está deseosa de que la ropa intima le sea arrancada con ferocidad y barbarie.Otra señal confiable para saber si la muchachuela quiere consumar el acto de forma vivaracha y bulliciosa es su lenguaje corporal. Si la chica aprieta más que de costumbre y sus lengüetazos son más tórridos, pretende un revolcón mucho más rudo que en las ocasiones en las que se hace la lánguida. Otros indicadores son el maquillaje (decía mi tío: "La mujer es como el indio, cuando se pinta quiere guerra"), el atuendo provocador y los zapatos rojos (para ser absolutamente sincera, debo confesar que lo de los zapatos rojos es de mi cosecha).

ALGO NUEVO

A veces los hombres se ponen aburridos. Reiterativos. Rutinarios. Insoportables. Tienen una tendencia muy marcada a la repetición. Y repiten, repiten, repiten. Como loros amaestrados. ¿Cómo saber si la chica está harta de su falta de imaginación y exige nuevas peripecias eróticas? Sencillo: si la fémina está juguetona, hace chistes, coquetea y se la ve con la energía muy alta, es hora de proponerle alguna novedad. Salvo que sea bipolar, porque en ese caso hay que ajustarle la medicación.La mujer que quiere probar cosas novísimas se comporta de manera muy particular: convida a su chico con un bocado de su comida o lo provoca preguntándole si siempre fue así de feo o se puso tan malcarado ese día (¿?). El masculino no debe dejar pasar jamás la oportunidad que la femenina le ofrece. Según los sexólogos que  despliegan sus conocimientos en la “Cosmo”, probar nuevas posturas o sensaciones mantiene bien alto el deseo sexual a través del tiempo.No sé, no sé. Yo, cuando leí algo nuevo, imaginé cosas más jugosas que un cambio de postura o un gel lubricante efecto calor. Pero ya se sabe que yo soy una degenerada.

SEXO ROMÁNTICO

Cuando llegan los aniversarios, los cumpleaños y otras celebraciones pavotas, la muchacha quiere sexo romántico. Hay que ofrecerle, entonces, un encuentro tierno y dulce, dejar de lado las frases carnales y murmurarle al oído las boludeces que salen en los “Dos Corazones”. O, en su defecto, en los sobrecitos de azúcar. Que también dicen cada gansada. No hay que rebuznarle a la señorita “Me encantan tus lolas” porque eso de romántico no tiene nada. Hay que dorarle la píldora y ensayar un edulcorado “Me encanta estar así, cerca de vos.”Ya sabemos nosotros, queridos leedores, lo que el vulgo entiende por romanticismo: el encendido compulsivo de velas, velitas, velones y cirios pascuales. Yo no termino de comprender la obsesión por las velas que tienen las gentes modernas. Soy un ente extraño que sólo prende velas cuando cumple años, se corta la luz o quiere pedirle a San Marcos que algún desgraciado “venga, venga y nada lo detenga”. La “Cosmo” le dice a los muchachos ávidos de conocimiento amatorio: “El buen amante es aquel que conecta sensiblemente con las necesidades del otro.” Así que si la piba quiere velitas, se prenden velitas. Y sanseacabó.

RAPIDITO Y SILENCIOSO

Saber si la chica quiere un rapidito (porque el rapidito a mitad de semana puede ser muy sexy) es harto sencillo: la locuela se restregará contra el masculino como un gato en celo o lo abrazará por la espalda. Cierto es que, para desgracia del sexo débil, no todos los señores ofrecen una espalda como la de Jared Padelecki con el cual, como habrán conjeturado, estoy obsesionada. Mucho menos un traste como el del susodicho. Pero, así y todo, cuando las damas quieren un rapidito se prenden del espinazo del caballero como garrapatas acaloradas.La gente de la “Cosmo”, que a veces se pasa de estrafalaria, asegura que si la mozalbeta está cansada pero busca al mozalbete en la cama, lo que quiere es “sexo de corta duración, un rapidito que la satisfaga sin agotarse.” Para mí, los rapiditos en la cama son toda una novedad. Porque la cama, señores, es para tomarse su tiempo. Los rapiditos hay que dejarlos para los callejones, los zaguanes y los pasillos. Para el asiento de atrás del auto. Para los terrenos baldíos y las obras en construcción. Las sábanas ameritan un poco más de dedicación.

Según la “Cosmopolitan” estas son las cuatro variantes sexuales que pretenden las mujeres. Pensarán ustedes, y con justa razón, que son bastante pobres. Pero para empezar están bien. Tampoco es cuestión de atosigar al masculino con propuestas de sexo tántrico, olvidando que el tipo no es Sting. O de hematofilia, ignorando olímpicamente que el caballero no es Dexter Morgan. O de cualquier cosa retorcida y puerca que se nos ocurra, porque el hombre Cosmo, por mucha prensa que le haga el pasquín, es tan inofensivo como un Boyero de Berna ahíto de clonazepan. Y dudo que un hombre que no sea Cosmo pierda el tiempo leyendo estas gansadas.
Aquí termina esta parrafada orientada exclusivamente al público masculino pero de la cual las señoritas despistadas pueden sacar provecho. Ahora los gentilhombres saben cómo elucidar qué clase de sexo quiere su chica sin que la damita tenga que hacer uso de esa estupidez enorme que es el lenguaje. Porque si la mozuela anda diciéndole al pibe “Hoy quiero pito”, “Hoy quiero matraca” u “Hoy quiero a Rita Lee cantando Lanza Perfume” pierde el glamour y el misterio y deja de ser una chica Cosmo para convertirse en una lamentable chica Paparazzi.
Como se imaginarán, amables gentes, a pesar de mi favoritismo por la “Cosmopolitan”, yo chica Cosmo no soy. En primer lugar, porque dejé de ser chica hace rato. Y en segundo, porque no doy el target. Es triste, lo sé. Pero es la verdad desnuda. No podría ser una chica Cosmo aunque tuviera veinte años. Veraz es que en 1965, Sue Williams posó para “Playboy” midiendo apenas 1,50. Pero eran otras épocas. Hoy en día, para ser celebrada, distinguida y cosmopolita hay que ser lunga. Dicho todo lo que había que decir, me retiro hasta la próxima. Agradezco a los benévolos individuos que han leído esta enorme gansada hasta el final.

Agradezcan ustedes que la pavota que gasta $15 en la “Cosmopolitan” soy yo.

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