lunes, 3 de septiembre de 2012

“VIRUS”, DEMASIADO PARA UN MUNDO ENANO


“VIRUS”, DEMASIADO PARA UN MUNDO ENANO

“A ver si levantan esos culos y bailan un poquito.”  - Federico Moura

A mediados de los ’80 yo estaba enamorada de Federico Moura. Federico era homosexual, pero ese era un detalle sin importancia. Lo importante era la energía y el talento que el tipo desplegaba en escena. Era como un David Bowie en miniatura. Me fascinaba.
En esa época me atraían los hombres (los proyectos de hombre, bah) que se ponían de perfil y desaparecían. No en vano mi primer novio “oficial” era casi un alambre con pelo largo. Y Federico encajaba perfectamente en ese modelo de  hombre etéreo y sensual. Además, tenía una voz maravillosa.
Cuando en el rock nacional todo era etiqueta y protocolo, “Virus” fue una amalgama entre ironía y modernidad que le puso los pelos de punta a más de un dinosaurio con guitarra. Tipos que postulaban al rock and roll como su estilo de vida y, por ende, vociferaban a favor de la libertad (libertad de hacer de su culo un pito y de su pito un sonajero), se ensañaban con Federico. Mi alergia a Luca Prodan (que no pude superar a pesar del paso de los años y de lo bien visto que está rendirle culto al chabón) nació, precisamente, por sus reiterados ataques al cantante de “Virus”. Cuando Moura se cansó de estas embestidas injustificadas salió al ruedo: “Luca Prodan se tuvo que meter el inglés en el culo y hacer letras como ‘La Rubia Tarada’ para shockear a señoras burguesas.” Grande, Federico.
Otro pelotudo que se metió con los Moura fue Pil Trafa, de “Los Violadores”. En el festival “Rock in Bali”, el 24 de enero de 1987, lanzó al público la reaccionaria frase: “No queremos la luna de miel de los maricones”. El día anterior, en el mismo festival, Luca terminó de tocar y anunció: “Ahora viene la banda de los putos”. Un horror.
Cabe destacar que, cuando en 1982 y en plena Guerra de Malvinas, la dictadura auspició y difundió el “Festival de la Solidaridad Latinoamericana” (una mamarrachada que avalaba, de algún modo, la estúpida prohibición de difundir temas cantados en inglés en los medios locales) “Virus” fue el único grupo que se negó a formar parte del circo. Su posición frente a la deplorable aventura militar de Galtieri quedó muy bien sentada en la letra de “El banquete”: “Han sacrificado jóvenes terneros para preparar una cena oficial, se ha autorizado un montón de dinero, pero prometen un menú magistral.” (“Recrudece”, 1982).
Federico Moura fue el primero en reivindicar a Sandro cuando todos lo consideraban un “grasa”. Reconocía que “el gitano”, en los inicios de su carrera, había hecho su aporte al rock argentino. Muchos años después, en 1999, se editó Tributo a Sandro-Un disco de rock”, donde bandas como “Divididos”, “Bersuit Vergarabat” y “Attaque 77” versionaron temas de Sandro. Federico, como siempre, veinte años adelantado.
A los fans de “Virus” se nos acusaba de “huecos”. Que la música del grupo fuera apta para bailar, la convertía en defenestrable. Estos prejuiciosos jamás se habían sentado a escuchar atentamente una letra de “Virus” y, obviamente, no podían captar con su diminuta mente stone, las sutilezas del grupo ni la inclusión, en muchas canciones, de frases y versos de grandes íconos de la cultura (la cultura que va más allá del porrito, el tetra y el “que se muera Cerati, la puta madre que lo parió”). En “Entra en movimiento” (“Recrudece”, 1982), los “Virus” parafrasean una ocurrencia de Girondo (“A la poesía hay que levantarle la pollera”) e incluyen textualmente una frase del gran Oliverio: “Los críticos cacarean y nosotros ponemos los huevos”. “Una luna de miel en la mano” (“Locura”, 1985) es un título que pidieron prestado a James Joyce (además, la letra de la canción es una genialidad, un canto a la masturbación mucho más transgresor que las puteaditas de los rockers “duros”). En “Despedida nocturna” (“Tierra del fuego”, 1989) se incluye un verso de Alejandra Pizarnik: “La noche soy”. Todo esto sin contar las múltiples lecturas que podían hacerse de muchas letras del grupo; dice Roberto Jacoby, coautor, junto a Marcelo Moura, de la canción “Polvos de una relación” (“Superficies de placer”, 1987): “…el tema es la modernidad, y tiene muchas lecturas: el tema del oro, el del cuerpo y el de las sustancias, todo mezclado alrededor de la relación social, el cuerpo, el deseo del cuerpo del otro y la mediación que puede ser el dinero, la droga, el poder o como se quiera ver”.
Tuve la suerte de ver a “Virus” en vivo, en la discoteca “Hollywood”, de Avellaneda, a mediados de los ’80. Disfruté de una ubicación privilegiada frente al escenario ya que, mientras todos bailaban y se estaban probando el sonido y los instrumentos, me planté en el mejor lugar y de ahí no me moví (hubieran necesitado una grúa para moverme). Juro que Federico me miró a los ojos cuando cantaba “¿Qué hago en Manila?”. Tengo a mi hermana de testigo.
Así como recuerdo exactamente el momento en que me enteré de la muerte de Lennon (mi vieja abriendo la puerta del dormitorio el 9 de diciembre de 1980 y diciendo, compungida: “Mataron al beatle que estaba casado con la japonesa”), recuerdo el momento en que supe que Federico había perdido su batalla contra el SIDA: el 21 de diciembre de 1988, mi novio me dio la noticia en su peluquería (pobre, no sabía cómo decírmelo). Me senté en un sillón del salón, me cubrí la cara con las manos y me puse a llorar como una condenada, ante el estupor de las clientas y de un proveedor de Bonmetique que, casualmente, estaba por ahí. “Guardá las lágrimas para cuando se te muera tu madre”, me dijo, sin un ápice de sensibilidad, mi suegra de aquel entonces (cosas de suegra).
Perder a Federico Moura fue perder a uno de los artistas más talentosos de la música argentina. A muchos todavía no les cayó la ficha. Pero ya les va a caer.
En diciembre de 2006, el Correo Argentino decidió homenajear al rock “nacional” en su 40º Aniversario y emitió una serie de sellos postales. Soy filatelista, y el día de la emisión estuve, obviamente, en el Correo Central. De más está decir que puteé lindo a todos los pobres empleados del Correo y al Secretario de Cultura de aquel entonces, Jorge Nun, promotor de la creación de las estampillas en cuestión. Los cuatro sellos, muy bonitos, por cierto, llevaban las figuras de  Luca Prodan, Tanguito, Miguel Abuelo y  Norberto Pappo Napolitano. ¿¿¿¿¿Y Federico?????? No me gusta Luca, pero no discuto su papel en el rock “nacional”. No tengo objeciones para hacer a Miguel Abuelo ni a Pappo. Pero Tanguito, al lado de Federico Moura, me parece una figura irrelevante. Y aunque no lo fuera, creo que fue bochornoso obviar a Federico en este supuesto homenaje a la cultura del rock.
Hoy tenía ganas de hablar de “Virus” y, especialmente, de Federico. Sigo creyendo, como en el ’82, que a la música, al igual que a la poesía, hay que levantarle la pollera. Sigo esperando el gran homenaje y el gran reconocimiento a este maravilloso hombre alado. Sigo un poco enamorada de Federico, aún después de tantos años. Ya no soy tan moderna y -¡la puta madre!- todavía no pude dejar de fumar.



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