MERJOR SOLA…
“Mi soledad consciente mira
las hermosuras inútiles del mundo.”
Manuel Altolaguirre
“Es mejor estar sola que
infeliz con alguien.”
Marilyn Monroe
Harto
sabido es que, por alguna tara genética, a las mujeres todavía no se nos ha
hecho carne la sabia máxima popular que reza “Mejor solo que mal
acompañado”, y que, por andar esquivando soledades, nos dejamos
acompañar por señores que dan pena. Desde que éramos así de chiquititas, nos
han metido en la cabeza la peregrina idea de que somos la mitad de algo y
vamos por la vida buscando a la otra mitad, porque sin un hombre al
lado nos sentimos incompletas, no importa lo ricas, bellas,
talentosas o famosas que seamos (que no es el caso, pa’ qué les voy a mentir).
Dado mi
proverbial espíritu de servicio y, para ayudar a las damas que están buscando
esa mitad perdida, he confeccionado una pequeña lista de los especímenes
masculinos de los que, cualquier señorita medianamente avispada, debe huir si
no quiere que su vida se convierta en un Vía Crucis. Pasen
y vean.
10 HOMBRES INCONVENIENTES
-EL NENE DE MAMÁ: He aquí un espécimen masculino superabundante. El nene
de mamá es ese señor que aún no ha podido cortar su cordón
umbilical (o ni siquiera lo ha intentado) y tiene una relación de dependencia
enfermiza con esa mujer a la que nunca, jamás, vamos a llegarle a los talones.
Puede que, al principio de la relación, todo sea miel sobre hojuelas, pero más
temprano que tarde comenzarán a surgir entre los nosotras y nuestro tórtolo
pequeños roces y fricciones, siempre relacionados con la sacrosanta figura de la
madre de este Edipo infeliz. Nuestras milanesas serán
denostadas por las de Ella, que es una santa y no usa Preferido:
ralla el pan a pulmón, como corresponde. Una camisa planchada por
nosotras será un inmundo trapo de piso comparada con una planchada por Ella. Y
así, hasta el infinito y más allá.
Si no querés
pasar el resto de los domingos que te quedan de vida almorzando en la casa de
una vieja horrible que siempre te va a odiar (o yendo al cementerio con cara de
circunstancia, una vez que estire la pata), te conviene huir del nene
de mamá. Rápido.
-EL AMO Y SEÑOR: Este desagradable masculino
con ínfulas de Arnaldo André, es aquel que piensa que su mujer es un objeto que
le pertenece. El amo y señor, lejos de adorarte, como te
quiere hacer creer, busca dominarte. Para él, todas tus amigas son
putas y todos tus amigos, unos atorrantes que te quieren bajar la caña. Tu
familia, una mala influencia. Tus compañeros de trabajo, unos garcas. El
amo y señor quiere controlar cada ámbito de tu vida y puede resultar,
incluso, un hombre violento.
Es cierto
que estar sola es un bajón, pero estar con un amo y señor es
una tragedia. Implica perder autonomía y relaciones.
Si tu
idea no es vivir dando explicaciones de lo que hacés y de lo que no hacés, ni
ocultándote como una criminal cada vez que salís a tomar un café con una amiga,
lo más atinado es no enredarte con el amo y señor. Te vas a
evitar unos cuantos malos momentos.
-EL PENDEVIEJO: Hace muchos años que este
señor debería haber abandonado la adolescencia. Pero no lo hizo. El
pendeviejo es fácil de reconocer a simple vista: sigue pensando,
actuando y vistiéndose como si tuviera diecisiete años. Ridículo, pensarán
ustedes. Absolutamente. Pero esa ridiculez no impide que, muchas damas
incautas, caigan bajo los influjos de este señor que sabe quién es David
Guetta y quiénes son los Angry Birds sin tener un hijo que se
lo haya explicado.
El pendeviejo es absolutamente
irresponsable. Incapaz de autoabastecerse, la mayoría de las veces. Si bien
alguna pincelada de frivolidad puede darle cierto encanto a la relación, lo que
este personaje tiene para ofrecernos como partenaire es más bien pobrecito. Y
lo que tiene para demandarnos, demasiado.
Si no
querés pasarte la vida lidiando con amigotes insoportables, juegos de Playstation y
DJs pelotudos, en cuanto te cruces con un pendeviejo hacete la
burra y seguí de largo.
-EL VAGO: Lejanamente emparentado con el
pendeviejo (por esa cuestión del no autoabastecimiento), el
vago es un tipo que, tal como su apelativo lo sugiere, reniega del
trabajo. De perfil sumamente parasitario, se presentará como un señor tratado
injustamente por empresarios desalmados y patrones malísimos, y no
faltará la inocente que creerá que este impresentable es una pobre víctima
explotada por gentes sin escrúpulos. Si tiene trabajo, lo abandonará no bien
iniciada la relación, con una excusa nimia. Si no lo tiene, ni se molestará en
buscarlo.
¿Cómo
puede ser que una mujer medianamente inteligente termine dándole de comer a un vago? ¿Chi
lo sa? Pero pasa. Por eso, si tu fantasía de un futuro venturoso no
incluye la manutención de un señorito del montón, te recomiendo escapar del vago antes
de que se instale cómodamente en tu casa y se morfe todo lo que tenés
en la heladera. Porque para mantener, mantenemos a Christian Bale.
-EL AMIGO CON PRETENSIONES DE: El amigo con pretensiones de es un señor anodino que, teniendo en cuenta tu desinterés en su
persona, se emplazará en tu vida como el mejor amigo, aunque
sus fines últimos serán convertirse en tu pareja. Te hará creer que disfruta de
tu compañía desinteresadamente, se convertirá en tu confidente y
estará ahí, firme como rulo de estatua, cuando cualquiera de los otros señores
indeseables te cuelgue la galleta, para ser tu paño de lágrimas.
Si bien el
amigo con pretensiones de no es nocivo en sí mismo, lo nocivo es que,
por ese terror innato a la soledad que tenemos todas las mujeres, termines
admitiéndolo en tu cama. Si no querés condenar tu futuro al aburrimiento, más
vale que superes la tentación de creer que más vale pájaro en mano que
cien volando.
-EL INSENSIBLE: El insensible es un hombre al que no le importa nada. Pero
nada de nada, ¿eh? Es indiferente, frío, impenetrable, desinteresado y
duro. O al menos eso aparenta, lo que para el caso es lo mismo. El
insensible jamás se interesará por tus sentimientos, ignorará tus
llantos y pataleos y desestimará tus problemas. Jamás
tendrá para con vos un gesto de afecto o una frase amable, ni siquiera en el
sepelio de tu perro.
Si tu
paradigma de un porvenir más o menos pasable no incluye compartir la cama con
un señor que ronca indiferente mientras vos te deshacés en lágrimas, cuando te
topes con un insensible emprendé la retirada sin darle ningún
tipo de explicaciones. Que tampoco le importan, te aclaro.
-EL DEBUTANTE: El debutante es un señor inexperto que no sabe cómo tratarte ni sabe cómo
encarar la relación, porque vos sos la primera mujer medianamente importante en
su vida. Si bien las torpezas del debutante pueden resultar
simpáticas, entusiasmarse con este espécimen suele tener contraindicaciones. El
debutante está haciendo sus primeros pinitos en las lides amatorias y,
tarde o temprano, querrá probar otra cosa.
Si tu
idea no es terminar llorando por los rincones porque ese señor al que le diste todo te
cambió por un modelo más nuevo, complicarte la vida con un debutante es
una idiotez.
-EL BABOSO: Empalagoso como un kilo de
dulce de leche, el baboso pasa, en los primeros tiempos de la
relación, por un señor cariñoso y dedicado. Nosotras, ilusas, creemos haber
encontrado al hombre ideal y, cuando nos queremos acordar, estamos atrapadas en
su inmunda telaraña de azúcar como moscas desafortunadas, sin poder zafar de
sus melosidades.
El baboso no sólo es pródigo en
zalamerías y arrumacos. También es una presencia constante en nuestras vidas.
Nos seguirá a sol y a sombra, siempre atento a nuestras necesidades. Hasta
convertirse en una pesadilla.
Si no
querés morir atragantada con almíbar, en cuanto un baboso se
atraviese en tu camino poné patitas en polvorosa.
-EL MUJERIEGO: Todas las damas y damitas,
en algún momento de nuestras vidas, hemos padecido de las malas artes de este
seductor empedernido. El mujeriego es ese señor encantador que
todas queremos conquistar y reformar. Pero a no engañarnos: los
hombres no cambian, empeoran. Un mujeriego jamás
podrá conformarse con una sola y única mujer, porque para este individuo
insaciable, el placer está en la conquista y no en la
conquistada.
Si no
aspirás a vivir humillada por las reiteradas infidelidades del mujeriego, reclamándole
una felicidad que jamás podrá darte, conviene que te apartes del camino de este Casanova imparable,
sin darle tiempo a que te lance el primer piropo.
-EL
GAY: Y si de reformar hablamos, ¿a qué mujer no se le
cruzó alguna vez el fulero berretín de reformar a
un gay y convertirlo en un heterosexual hecho y derecho? Aunque suene a locura,
son muchas las señoras y señoritas que se enamoran perdidamente de un gay. Este
amor, obviamente no correspondido, es fuente de lágrimas, suspiros y lamentos
varios. Cuesta admitir que ese hombre casi perfecto que no nos arrastra al cine
a ver películas donde explotan cosas todo el tiempo y nos acompaña al teatro a
ver “El fantasma de la Ópera”, gusta de la última saga
de Batman por la misma razón que nosotras.
Si querés
llorar, llorá, pero si no querés llorar, te conviene aceptar que un gay es gay
y se siente atraído por los hombres, por mucho que te pese.
Hasta
aquí, la lista de caballeros –y no tanto- con los que una mujer no debe
involucrarse si quiere entablar una relación que llegue a buen puerto. Además
de tenerla en cuenta a la hora de enredarnos con un señor, sería bueno que las
señoras y señoritas comprendiéramos de una vez por todas que sí, que es
mejor estar solas y que no somos la mitad de ninguna naranja. Ya
lo dijo Henri Lacordaire: "La soledad es una gran fuerza que
preserva de muchos peligros."
De nada.
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