domingo, 2 de septiembre de 2012

MEJOR SOLA...



MERJOR SOLA…

“Mi soledad consciente mira las hermosuras inútiles del mundo.” 
Manuel Altolaguirre

“Es mejor estar sola que infeliz con alguien.”  
Marilyn Monroe

Harto sabido es que, por alguna tara genética, a las mujeres todavía no se nos ha hecho carne la sabia máxima popular que reza “Mejor solo que mal acompañado”, y que, por andar esquivando soledades, nos dejamos acompañar por señores que dan pena. Desde que éramos así de chiquititas, nos han metido en la cabeza la peregrina idea de que somos la mitad de algo y vamos por la vida buscando a la otra mitad, porque sin un hombre al lado nos sentimos incompletas, no importa lo ricas, bellas, talentosas o famosas que seamos (que no es el caso, pa’ qué les voy a mentir).
Dado mi proverbial espíritu de servicio y, para ayudar a las damas que están buscando esa mitad perdida, he confeccionado una pequeña lista de los especímenes masculinos de los que, cualquier señorita medianamente avispada, debe huir si no quiere que su vida se convierta en un Vía Crucis.  Pasen y vean. 

10 HOMBRES INCONVENIENTES

-EL NENE DE MAMÁ: He aquí un espécimen masculino superabundante. El nene de mamá  es ese señor que aún no ha podido cortar su cordón umbilical (o ni siquiera lo ha intentado) y tiene una relación de dependencia enfermiza con esa mujer a la que nunca, jamás, vamos a llegarle a los talones. Puede que, al principio de la relación, todo sea miel sobre hojuelas, pero más temprano que tarde comenzarán a surgir entre los nosotras y nuestro tórtolo pequeños roces y fricciones, siempre relacionados con la sacrosanta figura de la madre de este Edipo infeliz. Nuestras milanesas serán denostadas por las de Ella, que es una santa y no usa Preferido: ralla el pan a pulmón, como corresponde.  Una camisa planchada por nosotras será un inmundo trapo de piso comparada con una planchada por Ella. Y así, hasta el infinito y más allá.
Si no querés pasar el resto de los domingos que te quedan de vida almorzando en la casa de una vieja horrible que siempre te va a odiar (o yendo al cementerio con cara de circunstancia, una vez que estire la pata), te conviene huir del nene de mamá. Rápido.

-EL AMO Y SEÑOR: Este desagradable masculino con ínfulas de Arnaldo André, es aquel que piensa que su mujer es un objeto que le pertenece. El amo y señor, lejos de adorarte, como te quiere hacer creer, busca dominarte.  Para él, todas tus amigas son putas y todos tus amigos, unos atorrantes que te quieren bajar la caña. Tu familia, una mala influencia. Tus compañeros de trabajo, unos garcas. El amo y señor quiere controlar cada ámbito de tu vida y puede resultar, incluso, un hombre violento.
Es cierto que estar sola es un bajón, pero estar con un amo y señor es una tragedia.  Implica perder autonomía y relaciones.
Si tu idea no es vivir dando explicaciones de lo que hacés y de lo que no hacés, ni ocultándote como una criminal cada vez que salís a tomar un café con una amiga, lo más atinado es no enredarte con el amo y señor. Te vas a evitar unos cuantos malos momentos.

-EL PENDEVIEJO: Hace muchos años que este señor debería haber abandonado la adolescencia. Pero no lo hizo. El pendeviejo es fácil de reconocer a simple vista: sigue pensando, actuando y vistiéndose como si tuviera diecisiete años. Ridículo, pensarán ustedes. Absolutamente. Pero esa ridiculez no impide que, muchas damas incautas, caigan bajo los influjos de este señor que sabe quién es David Guetta y quiénes son los Angry Birds sin tener un hijo que se lo haya explicado.
El pendeviejo es absolutamente irresponsable. Incapaz de autoabastecerse, la mayoría de las veces. Si bien alguna pincelada de frivolidad puede darle cierto encanto a la relación, lo que este personaje tiene para ofrecernos como partenaire es más bien pobrecito. Y lo que tiene para demandarnos, demasiado.
Si no querés pasarte la vida lidiando con amigotes insoportables, juegos de Playstation y DJs pelotudos, en cuanto te cruces con un pendeviejo hacete la burra y seguí de largo.

-EL VAGO: Lejanamente emparentado con el pendeviejo (por esa cuestión del no autoabastecimiento), el vago es un tipo que, tal como su apelativo lo sugiere, reniega del trabajo. De perfil sumamente parasitario, se presentará como un señor tratado injustamente por empresarios desalmados y patrones malísimos,  y no faltará la inocente que creerá que este impresentable es una pobre víctima explotada por gentes sin escrúpulos. Si tiene trabajo, lo abandonará no bien iniciada la relación, con una excusa nimia. Si no lo tiene, ni se molestará en buscarlo.
¿Cómo puede ser que una mujer medianamente inteligente termine dándole de comer a un vago¿Chi lo sa? Pero pasa. Por eso, si tu fantasía de un futuro venturoso no incluye la manutención de un señorito del montón, te recomiendo escapar del vago antes de que se  instale cómodamente  en tu casa y se morfe todo lo que tenés en la heladera. Porque para mantener,  mantenemos a Christian Bale.

-EL AMIGO CON PRETENSIONES DE: El amigo con pretensiones de es un señor anodino que, teniendo en cuenta tu desinterés en su persona, se emplazará en tu vida como el mejor amigo, aunque sus fines últimos serán convertirse en tu pareja. Te hará creer que disfruta de tu compañía desinteresadamente, se convertirá en tu confidente y estará ahí, firme como rulo de estatua, cuando cualquiera de los otros señores indeseables te cuelgue la galleta, para ser tu paño de lágrimas.
Si bien el amigo con pretensiones de no es nocivo en sí mismo, lo nocivo es que, por ese terror innato a la soledad que tenemos todas las mujeres, termines admitiéndolo en tu cama. Si no querés condenar tu futuro al aburrimiento, más vale que superes la tentación de creer que más vale pájaro en mano que cien volando.

-EL INSENSIBLE: El insensible es un hombre al que no le importa nada. Pero nada de nada, ¿eh? Es indiferente, frío, impenetrable, desinteresado y duro. O al menos eso aparenta, lo que para el caso es lo mismo. El insensible jamás se interesará por tus sentimientos, ignorará tus llantos y pataleos  y desestimará tus problemas.  Jamás tendrá para con vos un gesto de afecto o una frase amable, ni siquiera en el sepelio de tu perro.
Si tu paradigma de un porvenir más o menos pasable no incluye compartir la cama con un señor que ronca indiferente mientras vos te deshacés en lágrimas, cuando te topes con un insensible emprendé la retirada sin darle ningún tipo de explicaciones. Que tampoco le importan, te aclaro.

-EL DEBUTANTE: El debutante es un señor inexperto que no sabe cómo tratarte ni sabe cómo encarar la relación, porque vos sos la primera mujer medianamente importante en su vida.  Si bien las torpezas del debutante pueden resultar simpáticas, entusiasmarse con este espécimen suele tener contraindicaciones. El debutante está haciendo sus primeros pinitos en las lides amatorias y, tarde o temprano, querrá probar otra cosa.
Si tu idea no es terminar llorando por los rincones porque ese señor al que le diste todo te cambió por un modelo más nuevo, complicarte la vida con un debutante es una idiotez.

-EL BABOSO: Empalagoso como un kilo de dulce de leche, el baboso pasa, en los primeros tiempos de la relación, por un señor cariñoso y dedicado. Nosotras, ilusas, creemos haber encontrado al hombre ideal y, cuando nos queremos acordar, estamos atrapadas en su inmunda telaraña de azúcar como moscas desafortunadas, sin poder zafar de sus melosidades.
El baboso no sólo es pródigo en zalamerías y arrumacos. También es una presencia constante en nuestras vidas. Nos seguirá a sol y a sombra, siempre atento a nuestras necesidades. Hasta convertirse en una pesadilla.
Si no querés morir atragantada con almíbar, en cuanto un baboso se atraviese en tu camino poné patitas en polvorosa.

-EL MUJERIEGO: Todas las damas y damitas, en algún momento de nuestras vidas, hemos padecido de las malas artes de este seductor empedernido. El mujeriego es ese señor encantador que todas queremos conquistar y reformar. Pero a no engañarnos: los hombres no cambian, empeoran. Un mujeriego jamás podrá conformarse con una sola y única mujer, porque para este individuo insaciable, el placer está en la conquista y no en la conquistada.
Si no aspirás a vivir humillada por las reiteradas infidelidades del mujeriego, reclamándole una felicidad que jamás podrá darte, conviene que te apartes del camino de este Casanova imparable, sin darle tiempo a que te lance el primer piropo.

-EL GAY: Y si de reformar hablamos, ¿a qué mujer no se le cruzó alguna vez el fulero berretín de reformar a un gay y convertirlo en un heterosexual hecho y derecho? Aunque suene a locura, son muchas las señoras y señoritas que se enamoran perdidamente de un gay. Este amor, obviamente no correspondido, es fuente de lágrimas, suspiros y lamentos varios. Cuesta admitir que ese hombre casi perfecto que no nos arrastra al cine a ver películas donde explotan cosas todo el tiempo y nos acompaña al teatro a ver “El fantasma de la Ópera”,  gusta de la última saga de Batman por la misma razón que nosotras.
Si querés llorar, llorá, pero si no querés llorar, te conviene aceptar que un gay es gay y se siente atraído por los hombres, por mucho que te pese.

Hasta aquí, la lista de caballeros –y no tanto- con los que una mujer no debe involucrarse si quiere entablar una relación que llegue a buen puerto.  Además de tenerla en cuenta a la hora de enredarnos con un señor, sería bueno que las señoras y señoritas comprendiéramos de una vez por todas que sí, que es mejor estar solas y que no somos la mitad de ninguna naranja.  Ya lo dijo Henri Lacordaire: "La soledad es una gran fuerza que preserva de muchos peligros."

De nada.   


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