jueves, 19 de enero de 2012

IMÁGENES PAGANAS



IMÁGENES PAGANAS

“Nunca es demasiado tarde para empezar a hacerse santos.” 
Padre Raniero Cantalamessa
  
Es bien conocida por todos aquellos que me frecuentan asiduamente mi condición de hereje. Después de haber incursionado en la Iglesia Católica y en la Evangélica y de haber repetido “Hare Krishna, Hare Krishna” al mejor estilo George Harrison, haciendo denodados esfuerzos  por convertirme en vegetariana (lamentando, eso sí, que los mariscos no crezcan en los árboles), opté por declararme “agnóstica”, que suena mucho mejor que “atea” e, incluso, resulta más interesante.
Los santos, en general, me mueven a perplejidad, pero hay ciertos personajes que multiplican esa perplejidad de forma insospechada. Son los llamados “santos populares”, aquellos que fueron “canonizados” por el  vulgo, sin esperar el visto bueno del Vaticano. ¿Qué criterios se siguieron para santificar a estos especímenes? Lo ignoro, pero ahí va la gente a prenderles velas y a pedirles “milagros” de toda laya.


EL GAUCHITO GIL: ¡OH! GAUCHITO GIL TE PIDO HUMILDEMENTE SE CUMPLA POR TU INTERMEDIO ANTE DIOS EL MILAGRO QUE TE PIDO…

Antonio Mamerto Gil Núñez era un gaucho vago, malentretenido y desertor. A su favor puede decirse que, para la época en que este personaje vivió, los gauchos eran reclutados en el ejército a la fuerza. También se dice que era ladrón, aunque, a la manera de un Robin Hood criollo, le robaba a los ricos y repartía su botín entre los pobres. El tipo fue pasado a cuchillo por la justicia local y ahí mismito empezó el cuento. El Gauchito fue convertido en “santo”.
Y todos los años, en enero, cientos de argentinos van para el “santuario” del Gauchito a mamarse, bailar, ofrendarle banderas y cintas rojas y pedir “milagros” variopintos que van desde ganarse la lotería a curarse de alguna enfermedad seria. ¿Locura colectiva? Puede ser. La cosa es que el Gauchito está más en auge que nunca.

 
GILDA: ENTRE EL CIELO Y LA TIERRA

Gilda fue una maestra jardinera metida a cantante de cumbia, con voz cálida y rostro bastante atractivo. Tuvo la mala estrella de matarse en un accidente de tránsito siendo muy joven.
La muerte de una persona en la flor de la edad  siempre es impactante. Mucho más si esa persona es reconocida a nivel popular. Pero, además, el siniestro que terminó con la vida de esta pobre mina ocurrió un 7 de setiembre, a las 7 de la tarde, cuando ella tenía 34 años (3 + 4 = 7). En el accidente murieron 7 personas. Y, para colmo, unos días después del luctuoso episodio se encontró, tirado en la banquina, un cassette donde Gilda había grabado el demo de una nueva canción: “No es mi despedida”. Con esto fue suficiente para que Gilda entrara en la categoría de “santa”.
En el kilómetro 129 de la Ruta 12, en Entre Ríos, lugar donde el micro en el que iba la bailantera chocó contra un camión, se levantó un “santuario” en su honor. Y hasta allí se acercan aquellos necesitados de sus “milagros”.
En uno de mis paseos familiares pasé por el lugar:
-¡Quiero parar, quiero parar, quiero parar! ¡Quiero ir a sacar fotos al “santuario” de Gilda!
-Dejate de joder, Raquel. Estas boludeces se te ocurren solamente a vos.
-¡Quiero parar!
-Bueno, está bien, rompe pelotas. (Como se imaginarán, este es otro jugoso diálogo entre mi marido y yo).
Y ahí fui, a sacar fotos al “santuario” de la cantante. Y a pensar: “¡Qué pedo que tiene la gente!”


SAN LA MUERTE: PARA  AQUEL QUE EN EL AMOR ME ENGAÑA PIDO QUE LE HAGAS VOLVER A MÍ Y, SI DESOYE TU VOZ EXTRAÑA, BUEN ESPÍRITU DE LA MUERTE, HAZLE SENTIR EL PODER DE TU GUADAÑA…

San La Muerte es, sin duda, un “santo” de temer. Es algo así  como la versión local   del Crypt  Keeper  de los “Cuentos  de la Cripta”. Sin   su humor,  claro. Si usted le promete algo a este esqueleto antipático y no cumple, caerán sobre su cabeza sapos y culebras (el “santo” es jodido como el solo).
A San La Muerte no  sólo se le piden  “gracias” (a veces tan bizarras como “Que no me cague la cana”), sino también “daños”. Digamos que es una deidad todoterreno.
Para que su imagen sea más poderosa es menester que sea tallada en un hueso, preferentemente humano. Ya sé lo que están pensando: que esta historia es tan macabra como una película de Hannibal Lecter. Están en lo cierto, nomás.


  EL CHEEL SANTO DEL FUSIL

No contento con ser poster y remera, el Che se metió a “santo”. Bah, lo metieron. Lo que no deja de ser una incoherencia total porque el Che, como buen comunista, era ateo.
Los pobladores más viejos de La Higuera, el pueblo boliviano donde el Che fue asesinado, juran que cuando el guerrillero exhaló su último aliento el cielo se ensombreció en pleno día y el alma de Don Ernesto ascendió a las alturas, envuelta en una especie de luz enceguecedora, cual si fuera Patrick Swayze en la última escena de “Ghost”. La locura, al contrario de lo que se cree, es sumamente contagiosa, y la costumbre de estos bolivianos de prenderle velitas al Che y rogarle por “milagros” de todo tipo, cruzó las fronteras y se instaló en nuestras tierras cómodamente.


LA JUANA FIGUEROA: LIVING LA VIDA LOCA

La Juana Figueroa era una salteña jacarandosa adicta a los amores prohibidos. Un día, el salvaje del marido, amparándose en su condición de cornudo, la mató de un fierrazo en la cabeza. Fin de la historia, dirán ustedes. No, fin de la historia no: principio. Porque a partir de ese momento la Juana pasó a engrosar la lista de “santos” populares. Tiene una serie de fieles que le encienden velas y le rezan para que interceda ante Dios y se cumplan sus peticiones. Imagino que la mayoría de sus devotas serán mujeres que quieren mantener en el anonimato a sus “patas de lana”, pero no sé.


JUAN BAUTISTA BAIROLETTO: LA DELINCUENCIA SANTA

Este señor era, a todas luces, un delincuente. Ladrón, e incluso asesino (en su haber carga con la muerte de una joven madre a la que, supuestamente, él y su cómplice confundieron con un policía), fue considerado, en la década del ’30, el “enemigo público número dos” en Argentina ( el “número uno” era otro forajido famoso “Mate Cosido”, con “s” de costura, ya que, según se dice, una refriega le había dejado una cicatriz en la cabeza al mejor estilo Harry Potter).
Yo no sé que fascinación morbosa despiertan en el vulgo los delincuentes. Lo cierto es que Bairoletto (también catalogado como un Robin Hood de las pampas, amigo de los pobres y enemigo de los ricos) ha sido “canonizado” por el pueblo. Hasta su tumba se acercan muchas personas a dejar ofrendas y hacerle pedidos de todo tipo, ya que se lo considera “milagroso”. Aunque usted no lo crea.
 

 CARLOS GARDEL: MI BUENOS AIRES QUERIDO

Gardel es, sin ninguna duda, una de las figuras más importantes y queridas de la cultura popular argentina. Aún hoy sigue en boga el famoso latiguillo “Cada día canta mejor”.
El 24 de junio de 1935, el avión en el que viajaba se estrelló en Medellín, Colombia, en condiciones que nunca fueron aclaradasGardel murió con sólo 45 años y ahí nació el mito.
Hay un culto popular que rodea la figura del cantante y consiste en colocar un clavel en la solapa izquierda de la estatua que lo representa en el Cementerio de la Chacarita, donde descansan sus restos, y un cigarrillo encendido, también en su mano izquierda. Hasta aquí la cosa sería bastante comprensible. Pero va más allá. Hay quienes creen que  el “Rey del Tango” es un “santo” y que puede conceder “milagros” a sus seguidores. 


SAN SON: DEL QUE COME SALIÓ COMIDA, Y DEL FUERTE SALIÓ DULZURA

¿Quién carajo es San Son? ¿El “Santo Patrono de los Patovicas”? Parece que se trata del forzudo héroe bíblico, “canonizado” como consecuencia de la engañosa primera sílaba de su nombre (con este descabellado criterio podríamos tener un “San Día”, que sería el “Santo Patrono de los Fruteros” o un “San Dalia”, que haría lo propio con los fabricantes, vendedores y reparadores de zapatos).
San Son es representado siempre acompañado de un león al que le está retorciendo el pescuezo o algo así. Es un “santo” muy requerido por los que tienen penas de amor, al igual que San Marcos y San Jorge. Y tiene devotos que le encienden velas, le rezan oraciones sacrílegas y le piden la solución a sus problemas.
Debo reconocer que San Son me cae simpático. Por lo menos no era un chorro.

 
  
EVITA: OH, DIOS, POR TU INFINITA MISERICORDIA INSPIRASTE A EVA UN AMOR GRANDE AL PRÓJIMO…

Evita Perón es una figura controvertida de la historia argentina. Se la ama o se la odia. No es mi intención detenerme en la biografía política de Eva,  harto conocida. Pero quiero llamar la atención sobre un hecho que me parece de lo más absurdo: hay gente trabajando para la “santificación” de Evita y para su nombramiento como “Patrona Benemérita” de los países del Mercosur. Entre las intenciones de estos trasnochados se encuentra “reconocer su gloria eterna, junto a Dios Nuestro Señor”  y bregar porque los cristianos en apuros apelen “a su memoria, siempre bendita”.
Acá hay algún fumado (unos cuantos fumados, mejor dicho). Y algunos de ellos, no se sorprendan, pertenecen a la Santa Iglesia Católica.
Queridos hermanos sacerdotes, dejen la marihuana y pónganse a laburar.


 RODRIGO: UN LARGO CAMINO AL CIELO

Que Rodrigo Bueno era un bombonazo está fuera de toda discusión. Que tenía un carisma extraordinario, también. Pero de ahí a “canonizarlo” hay un largo, largo trecho.
Rodrigo era un cantante cuartetero que, en la madrugada del 24 de junio de  2000, cuando regresaba de dar un concierto en City Bell, se mató en un terrible accidente. Tenía apenas 27 años.
A partir de ese momento, comenzaron los “milagros” de Rodrigo. Al costado de la autopista donde se mató se levantó un “santuario” donde los peregrinos se acercan, no sólo a rendirle su admiración al artista, sino también a encender velas y a realizar pedidos, fundamentalmente de trabajo y salud. Se supone que su “misión divina”, tal como la de Gilda, era “traer alegría a la Tierra”.
Por supuesto, y debido a mis inquietudes pseudo antropológicas, también fui a sacar fotos al “santuario” de Rodrigo, pero esta vez sin mi marido, para tener total libertad de acción.

Muchos de ustedes estarán pensando, sin duda, que soy una irrespetuosa y una maleducada y que merezco ser devorada por las llamas del Infierno (Infierno en el que, de más está aclararlo, no creo). Pero no es para tanto. Es más, tengo un par de propuestas para engrosar la lista de los “santos populares”. Se podría “canonizar” a Luca Prodan y a Alfonsín, nombrándolos, respectivamente, “Santo Patrono de la Ginebra” y “Santo Patrono de la Democracia”.
¿Qué lleva a los argentinos a creer todas estas sandeces? Qué se yo. Sólo sé que en mi billetera llevo una estampita de “San John Lennon” (siempre fui una anglófila detestable) y que, cada tanto, le pido alguna cosita. 

Pa’ ver si cumple, nomás.

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