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VERDADES SOBRE ELLOS – III
“¿Qué impide decir la verdad
con humor?”
Quinto Horacio Flaco
Caras lectoras, después de
haber encarado junto a ustedes, a la revista Cosmopolitan
y a sus doctos especialistas 50 verdades sobre ellos con moderado éxito, estoy en condiciones de culminar esta
empresa en la que me embarqué tan alegremente y transitar las 25 verdades restantes, siempre en pos de favorecer
a la comunidad femenina y de echar luz sobre las zonas oscuras de los hombres
que supimos conseguir.
Vayan anotando.
75 VERDADES SOBRE ELLOS – III
Sin más preámbulos (la verdad
y hablando de verdades, ya no sé qué decir) paso a enumerar las últimas 25 verdades así termino de una vez por todas.
51) ¿Por qué un hombre no se
da cuenta de que su amiga está enganchadísima con él? La Cosmo,
sabiamente, nos informa que el susodicho sí sabe que la amiga muere por su
persona, pero que se hace el burro porque la admiración de la damita en
cuestión es un mimo enorme para su autoestima. Lo mejor, en estos casos, es no
ser tan obvia. Una mujer ahogándose en baba por un amigo esquivo da pena.
52) ¿Por qué mi novio no se
veía contento cuando le regalé una remera? Porque sos una estúpida, nena. Tenés un ejército de especialistas Cosmo para despejar tus dudas sobre ellos y lo desperdiciás preguntando
boludeces. La Cosmopolitan asegura que una encuesta reciente
demostró que los hombres se sienten en deuda (y no agradecidos)
cuando reciben un obsequio y es por eso que el novio de la chica Cosmo le puso cara de culo a la
remera. Yo disiento con estas apreciaciones, un poco por mi espíritu de
contradicción y otro poco porque desconfío de las encuestas. Si la damita
en cuestión le hubiera regalado a su media naranja una Xbox 360, una PlayStation 4 o
una Wii, el
muchacho tendría una sonrisa de oreja a oreja y estaría más agradecido que
perro adoptado. Ya se sabe que los hombres no maduran más.
53) ¿Debo preocuparme
porque a veces se ve con su ex? “No, siempre que te incluya
en el encuentro”, dice la Cosmo. Aquí también me permito disentir
con la revista y con los eruditos abocados a esclarecer las dudas femeninas: la
única razón viable para que un hombre se vea con su ex es tener hijos en común.
Si no hay hijos, lo más sano es que cada uno siga su ruta y si te he visto no
me acuerdo. ¿Para qué querría alguien verse con un/a ex? No me vengan con el
bolazo de la amistad porque no me van a convencer.
54) ¿Por qué él se paraliza
cuando quiero que tengamos una conversación seria? Fácil: porque los hombres huyen de las
conversaciones y huyen de las cosas serias. Y,
según la Cosmo, porque a
ellos los aterran los escándalos y temen que la conversación tome el rumbo de
los tomates y termine en pandemónium. La verdad, es lindo esto de saber que a
los hombres los intimidan los escándalos. Para ser muy escandalosa cuando
se lo merezcan.
55) ¿Es mala señal que sus
amigos me caigan pésimo? La Cosmo dice que sí, porque si odiamos a los
amigos de nuestro tórtolo vamos a tener un foco de conflicto de por vida. Yo
digo que no, porque odiar a los esbirros del masculino que supimos conseguir es
la cosa más natural del mundo y todas las mujeres odiamos a esos sátrapas que
se interponen entre nuestra media naranja y nos.
56) ¿Por qué cuando está
nervioso o tiene un problema, se aísla? Parece que, cuando un varón
se estresa, la actividad en el área del cerebro que lo ayuda a relacionarse con
otros disminuye. Por esta razón científica es que, cuando ellos tienen un
quilombo en el trabajo o alguna preocupación extra, no quieren relacionarse con
nosotras. No es personal, son cosas del intrincado cerebro masculino que sí,
existe.
57) ¿Cómo debo reaccionar si
él se angustia? Para serles del todo sincera,
mis queridas, a mí los hombres que se angustian mucha gracia no me hacen. Para
angustiada estoy yo, que voy por la vida poniendo los ojos en blanco y
retorciendo pañuelos. Pero si ustedes son capaces de tolerar a un hombre
que se angustia sigan los consejos de la Cosmo: para un ataque de congoja nada mejor
que un abrazo. El contacto físico hará que el martirizado en cuestión se sienta
mucho mejor.
58) ¿Mi chico va a avisarme cuando quiera que
deje mi ropa en su casa? Si estás esperando que tu chico te diga, entre serpentinas y papel
picado: “¿Cuándo te mudás
conmigo?”, olvídalo. Él jamás
te lo dirá. La única manera de instalarse en la casa de un hombre es hacerlo
sutilmente: hoy dejo un cepillo de dientes, mañana una bombacha… Y cuando el
tipo se quiere acordar ya lo tapamos con nuestras porquerías. Los especialistas dicen que no es necesario que el pibe
te diga nada, pero que si te quedás a dormir más de dos veces por semana en su
casa, dejar unas pilchas allí se cae de maduro. Resuelto este punto, paso
a instalar entre mis lectoras un interrogante que me atormenta: “¿De
qué, o mejor dicho de quién, viven los hoteles alojamiento?”. Porque las
chicas duermen en las casas de los chicos. Los novios, en las de las novias.
Las señoras (solas), en las de los señores (solos). Y yo no he visto que ningún telo se fundiera por falta de clientes. La
única respuesta posible es que estos garitos viven de la trampa y de los
tramposos. De los infieles, bah. Que deben ser muchos más de lo que dicen las
encuestas de la Cosmo y muchísimos más de lo que una se
imagina.
59) ¿Cómo hago para encarar a
un desconocido? “Decile: ‘Hola, soy Fulana’,
y elogiá algo de su look”, aconseja la Cosmopolitan, que
no tiene vergüenza. Como yo jamás encararía a un desconocido, por una
cuestión de sobriedad y educación, y sólo me limitaría a desparramar una pila
de libros o de papeles en las narices del susodicho para que me ayude a
recogerlos, no puedo poner en tela de juicio lo que dice la Cosmo.
60) ¿Por qué, cada vez que
salimos, mi novio me pide que elija a dónde ir? Les juro por Dior (por Gucci y por Chanel) que yo no
entiendo a la chica Cosmo. Debería dar gracias a los dioses
por poder elegir a dónde quiere ir cada vez que la sacan a variar. Aunque ella,
inmersa en su mundo de coqueta ignorancia no lo sepa, se está ahorrando ver en
el cine “Duro de matar 525” o “Rápido y furioso
702”. En su pequeña
vida habrá muchas menos explosiones, muchas menos persecuciones
automovilísticas y casi ningún Big Mac. Los
especialistas, que tienen
respuesta para todo, aseguran que el hombre que no elige el lugar donde ir con
su pareja, teme cometer un error. Y hace muy bien en temer. Muy bien.
61) ¿Por qué ellos necesitan
dormir con el aire acondicionado el mango? Parece que, si bien los
varones y las mujeres tenemos la misma temperatura corporal, la de nuestra piel
es ligeramente menor. Una respuesta que no aporta demasiado a la vida de
la pareja, salvo que se trate de una yunta tan vacua que sus grandes despelotes
pasen por la temperatura ambiente.
62) ¿Para qué me llama por
teléfono, si no tiene nada nuevo para contarme? La Cosmo dice que lo hace porque él cree que es
lo que vos querés, pero yo opino de manera mucho más dura: lo hace para
controlarte. Para saber dónde y con quién estás. Y haciendo qué. Para eso
están los teléfonos celulares de última generación, ¿no? Y las redes sociales. Para espiarnos.
La verdad, yo detesto hablar por teléfono. Mucho más, por teléfono celular.
Muchísimo más recibir llamadas apremiantes mientras estoy almorzando con una
amiga o depilándome la entrepierna. Trato de que no me controlen, porque
no me gusta, y trato de no controlar, porque tampoco me gusta. Jamás le pegaría
al vehículo de mi consorte una de esas calcomanías inmundas donde
aparecen mamá, papá, el nene y
el perro y tienen como único
y malvado fin dejar bien clarito que el señor sentado detrás del volante está comprometido. A mí que no me llamen.
63) Él se bajonea cuando su
equipo pierde. ¿Qué puedo decirle para animarlo? Hay muchas y muy variadas cosas para decirle a
un señor desanimado porque es de River. Lo de la B indeleble es una guachada.
64) ¿Es importante para mi
novio que me lleve bien con su mamá? La Cosmopolitan dice que sí, que es importante, que
nuestro hombre no espera que seamos carne y uña con esa vieja de miércoles pero
que, por lo menos, nos tratemos con cordialidad y respeto.
65) ¿Qué hago para que él
sepa que quiero un segundo round sexual? “Acariciá la parte superior
de su muslo interno: esa zona está llena de terminaciones nerviosas que
conectan con sus genitales”, dice la Cosmo. Sería bueno que, alguna vez, alguna
revista le aconsejara a las mujeres verbalizar sus necesidades. Hablar no puede ser
tan difícil.
66) ¿Por qué algunos tipos
dicen cosas muy desubicadas cuando tratan de seducirnos? Toda la vida creí que lo hacían porque eran unos
imbéciles, pero parece que hay una razón mucho más compleja para que ese señor
que trata de conquistarnos diga una burrada tras otra: si rechazamos al
desubicado, él asumirá que no lo rechazamos a él sino a una frase poco
feliz. Y su autoestima saldrá ilesa del fracasado lance amoroso.
67) ¿Qué buscan ellos cuando
revisan mi perfil de Facebook? Toooooooooodooooooooo. Buscan información (salvo
los que me lo revisan a mí, hijo y marido, que buscan fotos de Jared Padalecki
en sunga para reírseme en la cara).
68) ¿Por qué a él le cuesta
tanto darse cuenta de que estoy ofendida o enojada por algo? Ante este interrogante yo me inclinaría a
responder: “Se da cuenta, nena.
Se hace el boludo para pasarla bien.” Pero
no. Parece que también hay una explicación científica para este comportamiento
deleznable: “En los varones, el
área del cerebro que ayuda a reconocer un problema (el corpus callosum) no es
tan activa.” Ah.
69) ¿Cuál es la mejor forma
de pedirle que haga alguna tarea de la casa? Qué ingenuos son los especialistas algunas veces. Piensan que con un
piropo doméstico del tipo “¡Qué sexy te queda
la escoba!” una va a
conseguir que un hombre se ponga a barrer. Los hombres detestan hacer cualquier
tarea del hogar y están convencidísimos de que es nuestra responsabilidad conseguir
que el cuchitril donde hacemos nido sea un lugar más o menos habitable.
70) No quiso acompañarme a un
recital porque tenía sueño, pero me mandó SMS toda la noche. ¿Cómo se
entiende? ¡Nena, apagá el teléfono de
una puta vez! Para él, mandar mensajitos invasores es una forma de marcar
territorio. Si fuera un perro te haría pis encima, pero como es un varón te
atormenta con el teléfono y, de ese modo, se hace visible aún donde no es
visible y deja claro que vos sos de su propiedad.
71) ¿Por qué prefiere
mandarme un SMS en vez de llamarme? “Porque le resulta más fácil
escribir que hablar.” Creo que por fin encontré mi
costado masculino.
72) ¿Qué es lo que les
fascina tanto del porno? La Cosmo nos aclara (por enésima vez) que a
la hora del erotismo ellos responden mejor a los estímulos visuales. Además, si
hay una teta de por medio, los hombres hacen caso omiso a cualquier argumento,
así que no se aburren como nosotras, que esperamos que en medio de una orgía
aparezca Hamlet con el “To be, or not to be”.
73) ¿Por qué tienen un
comportamiento infantil cuando se enferman? Según una encuesta lo hacen
para generar más simpatía, así que estaría muy bien que alguien les avisara que
les está saliendo el tiro por la culata y que para enfermos demandantes,
caprichosos e insoportables ya tenemos a nuestros hijos.
74) ¿Qué puedo hacer para que
baje los decibeles cuando discutimos? “Apoyá tu mano en la zona
alta de su hombro”, aconseja la Cosmopolitan y nos asegura que este contacto los
calmará inmediatamente. Cosa ‘e
Mandinga.
75) ¿Qué es lo que quieren
escuchar después de hacerlo? “¡Guau!”, dice la Cosmo.Puede ser,
puede ser. Pero un ¡Guau! no es para cualquiera. Es para el
señor que se esmeró y trabajó a conciencia. Tampoco vamos a ir por la vida
regalando nota.
Dilucidadas ya las 75 verdades sobre
ellos prometidas por la Cosmopolitan, doy
por terminado el tema esperando que estas exactitudes aquí expuestas las ayuden
a lidiar con el macho que les arrastra el ala. Déjenme decirles que, para mi
gusto, estas 75 verdades contienen demasiadas justificaciones
científicas para el comportamiento ignominioso de algunos varones,
por lo que deduzco que los
especialistas que intentaron
evacuar nuestras inquietudes son hombres. De otro modo, no se explica tanta
corteza cerebral, tanto hipotálamo y tanto corpus callosum.
Para despedirme, caras mías,
les dejo unas palabras de Georg Christoph Lichtenberg, científico alemán que a
finales del siglo XVII se codeó con la crème
de la crème: “Resulta imposible
atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la
barba.”
Espero no haber chamuscado a
nadie.
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