COACHING SEXUAL: A ENTRENAR
QUE SE ACABA EL MUNDO
“Si el sexo no fuese la
cosa más importante de la vida, el Génesis no empezaría por ahí.”
Cesare Pavese
Hojeando
un viejo ejemplar del diario "Clarín" me enteré de
algunas cositas intrascendentes que no vale la pena mencionar, y de otras
tan, pero tan trascendentes, que pueden cambiar para siempre la insulsa vida de
una simple mortal como yo. Entre esas noticias sensacionales hubo
una que se destacó por su emoción y algarabía: el arribo a nuestro querido país
del sex coaching, una novedosa terapia para levantar el deseo,
entre otras cosas. Si ustedes quieren una vida sexual poderosa y
no una vida simple y aburrida, no pueden verbalizar con sus parejas
sus preferencias y necesidades sexuales o, simplemente, quieren hacer de
cada encuentro erótico una experiencia inolvidable, tienen que recurrir ya a
una gratificante sesión de coaching sexual, donde un entrenador los
pondrá a tiro para conseguir todas aquellas puercas delicias carnales que hasta
el día de hoy les han sido vedadas. Eso, por lo menos, es lo que nos
cuenta Alejandro Gorenstein, autor del artículo que publicó nuestro vapuleado
diario de cada día.
El coaching
sexual nació en los encuentros gestálticos de la Escuela
de Palo Alto (California, Estados Unidos), en los años '60 y '70, como
un recurso eficaz para solucionar algunos problemitas sexuales en
las parejas (el nombre de la escuela, mis queridos, es sólo una feliz
casualidad). Desde hace aproximadamente diez jacarandosos años esta
lujuriosa terapia comenzó a utilizarse en América Latina y, muy recientemente,
llegó a nuestras pampas. Según la psicóloga Celia Laniado, miembro
de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana y líder del coaching
sexual en nuestro país, las que toman la iniciativa para que las
parejas desmotivadas se enreden en este tratamiento innovador son las mujeres,
ávidas por encontrar más y mejores formas de gozar. Los señores, en cambio, son
mucho más reservados y tradicionales a la hora de hacerle frente sus
entuertos sexuales: consultan a un sexólogo.
Las
sesiones duran entre 45 minutos y una hora, tienen una frecuencia semanal o
quincenal, y cuentan con dos modalidades: presencial (en
consultorio) y on line. Según Olga Marega, especialista en Sexología
Clínica y Master en Sexualidad Humana, la primera
opción es, sin ninguna duda, la más adecuada, pero, dada la falta de
especialistas idóneos en lugares como La Quiaca, la modalidad virtual, a través
de una videoconferencia, es también una opción válida para las parejas que
viven en el traste del mundo y están ansiosas de mejorar sus encuentros
amorosos. En estas sesiones, el entrenador sexual trabaja con
preguntas especialmente formuladas para detectar temores, prejuicios y
estupideces varias que atentan arteramente contra los orgasmos bien avenidos y
les encarga a los tórtolos desmotivados una serie de tareas que incluyen
diferentes ejercicios eróticos. Como no podía ser de otro modo, para levantar
ardores y corazones, se utilizan técnicas orientales milenarias, como el sexo
tántrico, el jugoso repertorio del Kamasutra, métodos de
respiración y meditación hinduista, y sexo Karezza, basado en un
prolongado contacto físico con la pareja.“También les doy preguntas para
reflexionar y escribir durante la semana”, dice Celia Laniado, y una,
adicta a lápices, lapiceras, viejas Olivetti y modernos teclados, no puede
dejar de sospechar que esa debe ser la parte más divertida del asunto.
Yo no sé
si será cierto o no, pero varios artículos recogidos en Internet y
revistas femeninas casquivanas hablan de una tercera modalidad: in
situ. La particularidad de la misma es que el coach presencia
el acto sexual de los consultantes, dando precisas indicaciones para que se
lleve a cabo de una manera harto exitosa. Por supuesto, esta es una variante
para osados y/o exhibicionistas, ya que la mayoría de las personas de bien no
tolerarían a un señor que, en pleno acto carnal, les diera indicaciones típicas
de un director de película porno ( “Así está muy bien, chicos, no se
agiten tanto, respiren hondo… Vos acercate un poco más hacia el torso de él…
Así, ¡muy bien!… ¿Sentís cómo él te roza?”, etc.).
“El coaching sexual permite vivir de otro modo la propia
sexualidad, adquiriendo nuevas habilidades sexuales y mejorando la intimidad
con la pareja. Esta actividad no tiene ninguna contra siempre que sea realizado
por profesionales especializados”, comenta la licenciada Diana
Resnicoff, psicóloga y sexóloga, pero advierte que hay temas como la capacidad
de desarrollar amor e intimidad, que no pueden enseñarse.
Eric
Amaranth es, según mis averiguaciones más recientes, siempre orientadas a dar
felicidad y bienestar a mis lectores, el coach sexual del
momento. Vive En Nueva York y trata a varios famosos. Ya saben ustedes, mis
queridos, que los famosos están tan al divino botón que se enganchan con
cualquier iglesia, escuela, terapia o secta más o menos novedosa.
El
artículo del diario "Clarín", además de presentarnos esta
nueva argucia para optimizar nuestros devaneos lúbricos, ofrece también una
serie de consejos elaborados por los entrenadores sexuales para
ir mejorando nuestro erotismo antes de dar el gran paso y contratar a uno de
ellos, tales como bailar desnudos en pareja antes de acostarnos (frente esta
sugerencia mi consorte me espetó que le daba vergüenza de pensarlo
nomás), concretar románticas escapadas de fin de semana por lo menos dos o tres
veces al año, encontrarse fuera de la casa para hablar de sexo (no, en el patio
no vale, hay que buscar locaciones más venturosas, como cafés, bares,
restaurantes, etc.), potenciar al máximo nuestra creatividad e innovar el
escenario del encuentro sexual.
Informados
ustedes de esta nueva terapia doy por cumplida la misión que me propuse al
sentarme a escribir este esclarecedor opúsculo. Considerando que, quienes
se animan a contratar un coach sexual buscan aprender algo más
acerca de su sexualidad y de la sexualidad de sus parejas, me despido con un
pensamiento de Jim Rohn: “El aprendizaje es el principio de la riqueza.
El aprendizaje es el principio de la salud. El aprendizaje es el principio de
la espiritualidad. En la búsqueda y el aprendizaje comienza todo el proceso
milagroso.”
De nada.
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