SEX ON THE BEACH (Y OTRAS
CONFESIONES DE VERANO)
“Cuando calienta el sol
aquí en la playa
siento tu cuerpo vibrar
cerca de mí.
Es tu palpitar, es tu cara,
es tu pelo,
son tus besos, me
estrmezco, oh, oh, oh…”
Rafael Gastón Pérez
Ya saben
ustedes, mis queridos, lo que vuestra servidora opina del verano: que es una
época del año repugnante y hostil en la que la boludez en sangre de
la raza humana sube hasta niveles alarmantes. Una inmundicia que sólo se
hace tolerable cuando se piensa que sólo es una antesala del maravilloso otoño,
romántico, íntimo, sensitivo y lo suficientemente fresco como para volver a las
mangas largas y dejar de mostrar los voluminosos bracitos que Dios nos dio.
Pero parece que, también, es una época en la que los instintos hot tienen piedra
libre. Sobre todo en las vacaciones. Sobre todo si esas vacaciones son en la
playa. Por lo menos eso es lo que dice la Cosmopolitan,
luego de haber realizado una calenturienta encuesta ente lectores fervorosos y
desinhibidos.
La
ausencia de obligaciones, la abundancia de tragos vespertinos y la
proliferación de gente linda y con poca ropa despatarrada en la arena, hace que
los buenos cristianos olviden rosarios y agua bendita y se larguen a tener sexo
como conejos desenfrenados. “El cortar con la rutina y con los horarios
nos predispone al encuentro con el otro”, asegura la psicóloga
Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina. Y
una, continente y templada como es, no puede dejar de preguntarse por qué el
encuentro con el otro tiene que ser necesariamente sexual.
¿No podemos encontrarnos para tomar mate o para jugar al Ludomatic?
Para que
ustedes sepan de qué se habla cuando se habla de puterío veraniego, en
el mejor de los casos, o experimenten lamentables ramalazos de
envidia, en el peor, he decidido poner en vuestro conocimiento los escandalosos
resultados de la encuesta Cosmo. Tomen nota
-El 69% de las mujeres y el 72% de los hombres que respondieron a
la jacarandosa encuesta de la Cosmo reconocieron que durante
las vacaciones se fijan en personas que usualmente evitarían. Según parece, durante las vacaciones (y a tono con el
crecimiento fatídico de boludez en sangre del que les hablé
anteriormente) damas y caballeros posan sus ojuelos en seres que, con las
neuronas menos recalentadas por el sol, evitarían. Junto con las prendas
íntimas, estas gentes ansiosas de reventar el verano,
revolean, también, sus más básicos instintos de supervivencia. Es
así como se enredan con bebedores, adictos a las maquinitas del
Casino, muertos de hambre, psicópatas y degenerados varios.
-El 58% de las mujeres y el 43% de los hombres encuestados
afirmaron que durante el verano prueban cosas nuevas en la cama. Es normal que en la temporada de los calores uno esté más suelto
en la cama. Sobre todo porque no está cuasi asfixiado por cinco voluminosas
frazadas y un acolchado de pluma de ganso. Pero también porque en el
verano hay más predisposición a tener sexo con compañeros ocasionales. Y es de
público conocimiento que lo que no se hace con consortes encorsetados se
hace con aves de paso con ganas de experimentar.
-El 5% de los hombres y las mujeres consultados por la Cosmopolitan admitieron
haber sido infieles en vacaciones. Qué quieren que les diga. A
mí 5% me parece poco. Si durante el verano los instintos hot se
descontrolan, los instintos de supervivencia brillan por su
ausencia, las neuronas y algunas partes del cuerpo menos nobles se recalientan,
la boludez en sangre crece, los tragos vespertinos hacen
estragos y todo el mundo está casi en bolas, un 5% es nada.
-El 71% de los caballeros y el 67% de las damas encuestados
admitieron haber tenido sexo con un extraño en las vacaciones. ¿Qué les dije, mis queridos? Que durante las vacaciones
los instintos de supervivencia desaparecen. Y los sistemas
de alarma, también. Por esa causa, confiadas gentes en celo corren
a encerrarse con cualquiera para desfogarse sin evaluar los riesgos que esta
conducta desaprensiva acarrea. Que pueden ir desde un simple disgusto ante
humanidades poco dotadas o performances lamentables hasta el
contagio de enfermedades varias y el riesgo de cuellos rebanados por
atractivos psicópatas sedientos de sangre. Por eso yo le digo NO al sexo con
extraños. Antes de encerrarse con alguien uno debe asegurarse de que sea lo
suficientemente limpito, lo suficientemente sanito y de que no tenga
veleidades de Jack el Destripador. Los disolutos de siempre
dirán que no hace falta encerrarse con alguien para tener sexo y que el
intercambio carnal puede realizarse en la playa sin ningún tipo de
inconveniente. ¿Y qué? Cualquier perturbado puede cercenar una garganta
amparado por la sombra de los médanos.
-El 3% de las mujeres y el 7% de los hombres consultados dijeron
haber olvidado el nombre del compañero sexual que tuvieron en las vacaciones. Los tragos, los calores, la promiscuidad y los Beach
Boys cantando “Kokomo” consiguen esto: que uno se
olvide hasta del nombre del mortal con el que compartió un alegre revolcón.
Vergüenza debería dar.
-El 32% de las mujeres y el 39% de los hombres que confesaron sus
chanchadas veraniegas a nuestra revista favorita tuvo sexo en la playa. Con lonita o sin lonita (ya dijimos más de una vez que un
poco de arena en el culo no le hace mal a nadie), el sexo en la playa es una de
las opciones más taquilleras del verano. Una, que ya peina canas, no le
encuentra mucha gracia a que la actividad erótica abandone el tálamo y se
instale en lugares más excitantes pero menos cómodos. Pero una es una vieja
sedentaria con un sillón domesticado a la Homero Simpson. Así
que, para las nuevas generaciones, el sexo en la playa está muy bien.
-El 100% de los hombres y las mujeres encuestados aseguraron que
no perdonarían a sus parejas si llegaran a engañarlos durante el verano. Mirá vos, esta gente moderna. Y una la hacía tan desprejuiciada.
Ante esta afirmación vale hacerse una pregunta vital: ¿estás personas que no
perdonarían a sus parejas si las engañaran en verano serían más clementes si la
corneada aconteciera en cualquier otra estación del año? Porque de ser
así lo de no perdonar una canita al aire estival no es más que un capricho
enfadoso. Yo sé que no es fácil olvidar un desliz de nuestro partenaire, pero
aquí nadie habla de olvidar. Perdonar una infidelidad pero no olvidarla es
bueno: uno tiene material para echarle en cara al traidor en todas las peleas
que acontezcan en la pareja de aquí a la eternidad. Y eso,
señores, vale mucho más que la indignación ante la derrapada y el orgullo mal
entendido.
-El 100% de los varones y el 18% de las mujeres juraron que nunca
perdonarían a sus parejas si supieran que besaron a otros en vacaciones. Déjense de joder, che. Un beso no amerita tanto escándalo. En este
asunto, por lo visto, las damas son mucho más razonables que los caballeros.
-El 70% de los hombres encuestados por la Cosmo confesaron
que no se sienten muy seguros cuando exhiben sus cuerpos en la playa. Lamentablemente y por obra y gracia de los medios de comunicación
masivos que nos bombardean con fotos de agraciadas e ignotas señoritas
embutidas en diminutos bikinis y de David Beckman en calzoncillos, lo que antes
era ir a la playa a disfrutar del sol, tomar mate y jugar al truco ahora
se convirtió en ir a la playa a exhibir el cuerpo. Este cambio
brutal nos ha afectado a los mujeres de forma contundente: las que antes éramos
felices comiéndonos un sánguche de milanesa debajo de la sombrilla o juntando almejas
en un baldecito ahora nos las pasamos mirándole los culos a las otras damas
para evaluar si están más o menos caídos que el nuestro o si tienen más o menos
celulitis (ese punto invento de los tiempos modernos). Y,
según parece, también ha afectado a los varones. Una lástima.
-El 35% de las mujeres y el 66% de los hombres consultados
afirmaron que sus romances veraniegos no duraron más que un verano. Y, sí. Eso de fijarse en gente en la que usualmente uno no lo
haría y, encima, darle al trago a destajo, no podía terminar más que
terminando. Para evitar quilombos venideros, cuidar el hígado y volver a
calzarse la pareja insulsa de todos los días. Los amores de verano son
efímeros. Son como delicadas mariposas que expiran cuando uno se sube al micro
de vuelta a casa y se pregunta cómo era que se llamaban los entes con los
que se revolcó en la arena.
-El 48% de las señoritas que respondieron las sesudas
preguntas de la Cosmopolitan confesaron que se sienten más sexys y seguras
cuando están bronceadas. Ante esta afirmación
lamentable sólo me cabe citar a la Bardot: “Las beldades bronceadas de
hoy son las pasas arrugadas de mañana.” Ojo.
-El 74% de los caballeros y el 84% de las damas encuestados
afirmaron que los decepcionaría volver del veraneo sin haber tenido sexo. Según la licenciada Laura Orsi, colega de la ya citada
Mónica Cruppi, las gentes en general fantaseamos demasiado acerca de lo
que puede y debe suceder en las vacaciones. Y
cuando la cosa no se da la frustración nos invade. Nos carcome. Nos consume.
Para evitar esta desagradable sensación es menester que bajemos nuestras
expectativas acerca de lo que puede pasar en el Partido de la Costa. Si en
Avellaneda no enganchamos ningún pavaote que nos haga el novio, ¿por qué
habríamos de engancharlo en San Bernardo?
-El 80% de los hombres y el 76% de las mujeres consultados
aseveraron que son más proclives a tener historias de una sola noche durante
las vacaciones. Durante el veraneo,
señoritas y señoritos aceptan de mejor grado que su pareja durante una noche de
lujuria no los llame por teléfono al otro día para ir a tomar un helado. Entre
los turistas en edad de merecer cunde la mentalidad “esto es
Bariloche”, típica de los egresados calenturientos que emprenden el
feliz viaje al sur de nuestras pampas con ansias desmesuradas de sexo,
droga y rock and roll. Todo vale.
-El 16% de las mujeres encuestadas por la Cosmopolitan dijeron
haber sido “retadas” por sus amigas a raíz de sus travesuras
sexuales en vacaciones. Perdón, pero… ¿qué clase de
amigas tienen estas chicas que andan respondiendo las preguntas de los sondeos
llevados a cabo por las revistas femeninas? ¿Amigas envidiosas, resentidas,
vírgenes a la fuerza, asexuadas o qué? Cualquier mujer que censure nuestras
actividades carnales, legítimas o no, no merece ser llamada amiga. Las amigas están
para aplaudirnos y cubrirnos las espaldas. Que quede bien
clarito.
-La última pregunta de la encuesta Cosmo fue “¿Cuál
es tu récord de parejas sexuales en una sola vacación?” El 15% de las
damas y el 5% de los caballeros respondieron lacónicamente “Cero”. El
75% de las mujeres y el 74% de los hombres, recatados pero no tanto,
mascullaron “Una”. El 6% de las féminas y el 16% de los
masculinos, algo más desenfrenados, confesaron “Dos o más”. Y
el 4% de los señoras y el 5% de los señores graznaron con desparpajo “Cinco
o más”. Como verán, mis queridos,
hay gente para todo, aunque la mayor parte de los veraneantes con una cana al
aire por temporada se conforma.
Hasta
aquí, caros lectores, las revelaciones que un grupo de ciudadanos que estaban
al divino botón hizo a la querida y nunca bien ponderada revista Cosmopolitan. Sirvan
estos datos para que se den por enterados de las actividades eróticas que
señoritas y señoritos llevan a cabo en verano. Aunque más no sea para añorar
tiempos mejores en los cuales a los caballeros les entraba el short de baño y
las damas no debíamos parapetarnos detrás de un trapo inmundo al que los
tahitianos gustaron llamar alegremente pareo.
Me
despido de ustedes, mis amores, con una bella frase extraída de la también
bella película “The notebook” (“El diario de Noah”), interpretada
por la bonita Rachel McAdams y el apetecible ex integrante del The
Mickey Mouse Club Ryan Gosling: "Los amores de verano
terminan por todo tipo de razones, pero al fin y al cabo todos tienen algo en
común: son estrellas fugaces. Un espectacular momento de luz celestial, una
efímera luz de eternidad que en un instante se va."
Buenas tardes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario