domingo, 20 de octubre de 2019

DIME QUÉ SÁBANAS USAS…


DIME QUÉ SÁBANAS USAS…

“Debe ser cierto eso de que quiénes han compartido sábanas nunca se apartan del todo.
Laura Restrepo

En la Era Mesozoica (mi indiscutido período de esplendor) cuando una dama iba a dormir a la casa de un caballero, no se fijaba en las sábanas del tálamo a compartir. Bueno, sí, se fijaba que estuvieran limpias. Y nada más. Porque las chicas de aquel entonces no teníamos  tantas revistejas y sitios femeninos comiéndonos el coco y no buscábamos conocer más a nuestro hombre analizando qué tipo de ropa de cama usaba: compartir tiempo con él era mucho más sencillo.  Pero hoy las cosas han cambiado y los expertos se han despachado con que la cama de una persona es el reflejo de su personalidad. Y juran que analizando las sábanas del lecho de un masculino podemos saber qué tipo de relación nos espera con el susodicho. Así lo afirma el sitio web Nosotras.com  en una nota intitulada ¿Qué revelan las sábanas de tu chico?… ¡La cama de un hombre nos dice cómo es!, firmada por Judit Perez e ilustrada con la fotografía de una glamorosa pareja cuyo elemento masculino es el apetecible Jon Kortajarena. Ya sé: parece cosa de Mandinga. Pero no lo es. Es ciencia pura. Se los juro.
Judit, muy amablemente, nos aconseja que, si estamos estrenando relación, prestemos mucha atención a las sábanas con las que nuestro tórtolo nos recibe la primera vez que pernoctamos en su hogar, porque ellas nos dirán con qué clase de macho nos estamos enredando. Tomen nota.

- Sábanas lisas o blancas: Si nuestro hombre nos recibe con sábanas lisas y, en el peor de los casos, blancas, mala fariña: estamos ante una persona muy poco imaginativa, que, probablemente, no nos sorprenderá jamás ni en la cama ni fuera de ella. Este tipo de sábanas son las que eligen los devotos de la poco novedosa posición del misionero. Acarrean eternidades de vacaciones en Santa Teresita y domingos de ravioles en casa de mamá. Huyan, chicas, huyan.

- Sábanas con dibujos: Si el masculino que supimos conseguir nos invita a una cama con sábanas estampadas con dibujitos de Bob Esponja y Patricio, mala fariña otra vez: esas sábanas se las compró la madre (todas las cosas bochornosas las compramos las madres, mi hijo todavía me echa en cara haberlo obsequiado con algunas prendas de vestir que arruinaron su infancia). Este hombre sólo está buscando una segunda mamá, alguien que se haga cargo de él y de sus asuntos, para poder seguir jugando a la Play tranquilo. Huyan, chicas, huyan.

-Sábanas de seda: Si nuestro tórtolo ha embellecido su lecho con sugerentes sábanas de seda, nuevamente mala fariña: estamos frente a un mujeriego empedernido. Las sábanas de seda son una trampa pérfida en la cual las señoras y señoritas caen como pajaritas atontadas.  Si ya tenían calado al masculino antes de conocer sus sábanas, pueden permitirse un alegre revolcón. Si soñaban instalarse en su hogar y tener estufa, dos gatos y tele color, huyan chicas, huyan.

-Sábanas de látex: Perdón, ¿qué es eso? ¿Sábanas de látex? Juro que en la Mesozoica no había. Parece que las sábanas de látex, ideales para el sexo desenfrenado, son las elegidas por señores adictos a las emociones fuertes, muy innovadores, sobre todo en el terreno sexual. Tan innovadores que en cualquier momento las innovan por otras. ¿Hace falta que lo diga? Mala fariña y huyan, chicas, huyan.

Hasta aquí, lo que nuestra amiga Judit tenía para decir acerca de las sábanas de las camas de los masculinos que supimos conseguir. Y sí, es bastante descorazonador. Así que vayan a un hotel como en los buenos viejos tiempos y olvídense de toda esta cháchara que las obligará a ir por la vida descartando hombres como si de carilinas se tratara, simplemente porque no les gustan sus sábanas.

Me despido de ustedes con la alegría de la tarea cumplida y un precioso poema de la uruguaya Idea Vilariño:

Entre tus brazos
entre mis brazos
entre las blandas sábanas
entre la noche
tiernos
solos
feroces
entre la sombra
entre las horas
entre
un antes y un después.

Buenas noches.  

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