MISTERIOSA BUENOS AIRES V
"Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso."
Jorge Luis Borges
Buenas tardes, amables lectores. Aquí estoy nuevamente para ofrecerles la quinta parte de “Misteriosa Buenos Aires”, para que sigamos descubriendo
esos rincones de la ciudad que nos maravillan y nos desafían.
-El hombre del perro de Plaza Irlanda (Avenida Gaona y Avenida Donato Álvarez, Caballito)
La Plaza
Irlanda es uno de los principales espacios verdes de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Se
encuentra en el barrio de Caballito. Antiguamente este predio fue parte de lo denominado
como Quinta de Gregorini.
En marzo
de 1897, la Asociación
Católica Irlandesa compró los terrenos que ocupan en la
actualidad el Colegio Santa Brígida, el Colegio
Monseñor Dillon y, además, el terreno delimitado por las
actuales avenidas Gaona y Donato Álvarez y las calles Neuquén y
Seguí. Este predio era utilizado como potrero,
usado habitualmente para partidos de fútbol amistosos, dentro de la liga local
de fútbol. En el año 1905 se
intentó construir en el lugar un horno de ladrillos, aunque la Municipalidad lo
impidió debido a las quejas de los vecinos. Quince años después, en 1920, se fundó en estos
terrenos el Club Ítalo-Argentino del Giocco al Pallone (juego
parecido a la pelota paleta), que luego sería trasladado a la Heredia 1225.
En diciembre
de 1922, la Municipalidad de Buenos Aires, por
iniciativa del intendente Carlos M. Noel,
compró estos terrenos a la Asociación
Católica Irlandesa. El parque fue inaugurado el 12 de octubre
de 1927 por
el intendente sucesor, Horacio Casco, con la presencia de
representantes de la comunidad irlandesa en Buenos Aires. El nombre de la plaza
es un homenaje a los inmigrantes
irlandeses en la República Argentina.
Antes de la
medianoche y hasta la mañana del día siguiente se cierran los ingresos a Plaza
Irlanda, y los vecinos ya tienen claro que para disfrutarla deben manejarse
dentro de ciertos horarios. Sin embargo, parece ser que hay alguien que todavía
no está enterado del asunto: un hombre alto y delgado que pasea su
perro con paso lento y tranquilo suele aparecerse en la plaza ya entrada la
noche. Nadie sabe de dónde vienen el hombre y su perro, y ambos caminan sin
apuro hasta perderse de vista.
Una de las
personas que los vio y dice haber cruzado algunas palabras con el presunto
espectro contó que es un hombre de unos 60 años que
va con su perro ovejero alemán bastante viejo,
que apenas quiere caminar junto al dueño. Un día lo encontró en la plaza y el
extraño personaje le preguntó: “¿Sabés cómo puedo hacer para
salir?”. Todas las rejas estaban cerradas. Y antes de que pudiera
ensayar una respuesta el hombre y su perro habían desaparecido.
-El dragón (Avenida Scalabrini Ortíz y Avenida Córdoba, Villa Crespo)
Cuenta la leyenda que, en la década de 1980, en una
casa ubicada en Scalabrini Ortiz y Córdoba, en el barrio de Villa Crespo, comenzaron a suceder acontecimientos
inexplicables. Las continuas roturas de espejos, los movimientos de muebles, el
vaivén de las arañas y las rajaduras en paredes y pisos, llevaron a sus
habitantes a creer en la existencia de un posible fenómeno paranormal. Ante la
duda, contactan a un obispo de la Iglesia Mariavita, llamado Paleka, especialista en exorcismos. Ante semejante cuadro de destrucción,y sin
descartar la posibilidad de actividad sísmica, Paleka realizó un trabajo de
purificación en la vivienda. El ritual no tuvo éxito, ya que días más tarde el
obispo fue contactado nuevamente y citado en el lugar. Al llegar, encontró a la
familia en la vereda y la casa en medio de una polvareda, con obreros corriendo
de un lado a otro. La dueña le explicó que las grietas en el suelo se hacían
cada vez más profundas, por lo que llamó a los obreros para repararlas. En medio
del trabajo el piso comenzó a vibrar y abrirse en dos. Cavando profundo para encontrar
la raíz del problema, los trabajadores hallaron un reptil de más de 10 metros de largo, con las características de un dragón de Komodo,
que emitía sonidos ensordecedores. Enseguida llegaron efectivos de la Comisaría
25ª, ubicada en Avenida Raúl
Scalabrini Ortiz 1350, quienes dieron el alerta a la Municipalidad. Se envió al lugar a personal de Control de Plagas que, al cabo de un tiempo
abandonó la casa, cargando contenedores con las partes del cadáver del inusual
animal.
El dueño de la casa y el exorcista se adentraron en el agujero del
piso, tratando de descubrir de donde procedía el animal y descubrieron un
antiguo túnel que conducía directamente hasta el entubado del arroyo Maldonado.
Cuando se indaga en las historias y anécdotas del barrio y del Maldonado,
aparece una sucedida el 2 de
abril de 1903, cuando un pescador del Río de la Plata,
patrón de una lancha llamada "Destino del Cielo", pescó una ballena
de casi 30 metros de largo y 200 toneladas de peso en la desembocadura del
arroyo. Ya muerta, la remolcó hasta Berazategui, apareciendo fotografiada en los periódicos del día. El mito, reforzado
por las leyenda del “dragón que se
alimentaba de pescados” y “vivía bajo la tierra” contadas por los ancianos de
la comunidad siria que moraban en el barrio, dice que la ballena había muerto a causa del ataque de un
animal indeterminado que vivía en el arroyo.
-La Planchadora sin cabeza de Parque Rivadavia (Avenida
Rivadavia 4800, Caballito)
El Parque Rivadavia, originalmente conocido
como Plaza Lezica por haber sido parte de la Quinta Lezica, es un espacio
público verde que ocupa una superficie de seis hectáreas, ubicado entre
la Avenida Rivadavia y las calles
Doblas, Chaco, Rosario y Beauchef, en el barrio de Caballito. Su diseño
original fue realizado por Carlos
Lavecchea, bajo la dirección de Carlos Thays. Actualmente presenta una gran arboleda, un
pequeño lago artificial, el monumento a Simón Bolívar, una antigua noria (única
construcción original de la época en que el parque pertenecía a la familia
Lezica), un anfiteatro, juegos para niños y una pista de patinaje.
Durante las
vacaciones de verano de 1861, Candelaria Lezica de Serantos, una bella
adolescente, se instaló en la quinta de su bisabuelo. La joven disfrutaba mucho
de los martes, cuando por la tarde su madre, aprovechando que los hombres de la familia salían por
negocios, abría las puertas de la quinta para brindar fiestas de té y baile a
los hombres de apellidos importantes con el objetivo de emparejar a su hija con
el más rico del barrio. La señora indicaba a la servidumbre qué tareas
cumplir y les ordenaba que atendieran a todos cordialidad. Además, le exigía a
la encargada de planchar que se quedara en el patio trasero para no ser vista
por los invitados. Ella se retiraba
con la plancha y los canastos de ropa, se paraba al lado del ombú y dicen que repetía a modo de protesta: “La
negra planchadora bajo el ombú se queda, planchando trajes y enaguas, para que
no la vean”.
Cierta tarde, un
joven forastero cruzó la galería y entró a la casa con una gran sonrisa. Llevaba puesto un sombrero chato y rápidamente se dirigió, seductor, hacia
Candelaria. "Magníficos ventanales para una magnífica casa", dijo elogiando las
ventanas de vidrios color azul y caramelo que decoraban la galería. La
chica se ruborizó cuando el forastero, sin cumplir con la formalidad de pedir
permiso a su madre, la invitó a bailar. Su actitud insolente no pasó
inadvertida. Algún pretendiente de
la muchacha se sintió ofendido; otro, respetuoso y con buenas maneras,
quiso intervenir. La prohibición de la madre de Candelaria de acercarse al
joven llegó enseguida. La chica protestó pero fue enviada a su habitación,
terminando así el romance antes de que comenzara. El forastero fue invitado a
abandonar la quinta.
Nadie vio a la
planchadora hasta el día siguiente, pero no se alarmaron. Creyeron que Candelaria la
había despedido enojada tras encontrarla con uno de sus pretendientes, ya que
la mujer recibía hombres en su
pieza cuando oscurecía y muchos caballeros de los alrededores conocían su
reputación de buena amante. Pero cerca del mediodía, el jardinero de la
quinta entró espantado a la cocina y contó haberla encontrado,
sin cabeza, recostada al lado del ombú.
Allí mismo la
enterraron y días más tarde se supo que su verdugo había sido un amante que,
debido al escándalo que había suscitado el día anterior la presencia del
forastero atrevido, no pudo ser atendido por la negra. El hombre, furioso, la
decapitó con un hacha, dejó su cuerpo ensangrentado sobre el pasto y huyó arrastrando
del pelo la cabeza de la infortunada mujer.
Años más tarde,
en 1927, el nieto de la ya fallecida Candelaria, le vendió la quinta del viejo
Lezica al Estado y el presidente Marcelo T. de Alvear inauguró allí el Parque
Rivadavia demoliendo la casa, pero conservando el enorme ombú. Desde
entonces, no faltan quienes aseguran que, cada martes por la noche, la
planchadora se pasea sin cabeza por el parque, con su plancha al rojo vivo y
cuelga harapos en las ramas del ombú mientras protesta: “La negra
planchadora bajo el ombú se queda, planchando trajes y enaguas, para que no la
vean”.
-El fantasma del Parque de la Ciudad (Av. Escalada 4502, Villa Soldati)
El Parque de la Ciudad es el primer gran parque
temático construido en la Argentina. Funcionó entre 1982 y 2008. Se inauguró el 21
de septiembre de 1982 con el nombre de Interama. Tenía
5 lugares temáticos: Latino-Carnaval-Futuro-Fantasía-Internacional. Se ubica en
el barrio de Villa Soldati, en la zona sur de la ciudad de Buenos
Aires.
En el año 2013, el jefe de gobierno porteño Mauricio
Macri anunció que el
predio pasaría a llamarse "Ciudad del Rock" y se utilizaría sólo para
recitales. El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desmanteló el Parque de la
Ciudad.
El domingo 18 de febrero de
2001, un joven operario del Parque, Hernán Fichettise, murió al salir
despedido mientras probaba el funcionamiento de uno de los juegos llamado
"Huracán". A pesar de que las autoridades del parque de diversiones aseguraron
que la máquina se encontraba en perfectas condiciones, algunas personas que se
subieron al “Huracán” el sábado 17 afirmaron que ya ese día se escucharon ruidos
extraños, "como si algo estuviera fallando". La versión
oficial es que Fichettise cayó del juego porque no llevaba puesto el cinturón
de seguridad.
-La tumba de Facundo Quiroga (Junín 1760, Cementerio de la Recoleta)
Juan Facundo Quiroga, nacido en la
provincia de La Rioja el 27 de noviembre de 1788
y conocido como el tigre de los Llanos, fue un político, militar, gobernador y caudillo argentino de la primera mitad del siglo XIX, partidario de un gobierno federal durante las guerras
intestinas en el país, posteriores a la declaración de la
independencia. Hacia el año 1835 llegó a consolidar una fuerte influencia y
liderazgo sobre las provincias de La Rioja, San Juan, Catamarca, Tucumán, San
Luis, Mendoza, Salta y Jujuy.
Quiroga fue asesinado el 16 de febrero de 1835, cuando una partida
al mando del capitán de milicias cordobés Santos Pérez emboscó su carruaje en
los breñales de un lugar solitario llamado Barranca Yaco,
en el norte de la provincia de Córdoba. Quiroga se asomó con tono envalentonado
por la ventana de la galera exclamando “¿Quién manda a esta partida?” y, como
toda respuesta, recibió un tiro en el ojo. Su cadáver fue luego tajeado y
lanceado.
El cuerpo de
Quiroga fue inhumado en la Catedral de Córdoba. Se lo trasladó en
1946 a la una bóveda en el
Cementerio de la Recoleta. El 9 de diciembre de 2004,
luego de romper una pared de ladrillos de la bóveda que es actualmente propiedad de
Leonardo De Marchi, se encontró el ataúd de bronce con los restos de Facundo
Quiroga. El lugar fue ubicado gracias a un geo-radar, que es un aparato
similar a un ecógrafo capaz de detectar si hay huecos detrás de un muro.
"Se sabía que el cadáver había sido traído a la Recoleta y que estaba en
la bóveda familiar", dijo Cattáneo. La leyenda indicaba que los restos de
Quiroga fueron ocultados en los muros de la bóveda, para "liberarlos de la
amenaza de exhumarlos y quemarlos", formulada por sus enemigos. Tal como
aseguraba el mito, Quiroga estaba enterrado de pie, pero no para hacerle frente al Creador y al juicio de la historia,
sino por una cuestión de espacio. Los descendientes del caudillo no permitieron abrir el ataúd, para poder así comprobar si a sus
pies reposan los huesos de su esposa, como cuenta otra leyenda.
La estatua de la Virgen La Dolorosa que preside la tumba de Quiroga
es una exquisita obra del del artista italiano Antonio Tantardini.
Hasta aquí, mis queridos, todo lo que tenía para ofrecerles hoy. Me despido de ustedes con la letra del precioso tango de Alberto Suárez Villanueva y Oscar Rubens:
Hasta aquí, mis queridos, todo lo que tenía para ofrecerles hoy. Me despido de ustedes con la letra del precioso tango de Alberto Suárez Villanueva y Oscar Rubens:
LEJOS DE BUENOS AIRES
Con la mueca del pesar; viejo, triste y sin valor...
Lento el paso al caminar... Voy cargando mi dolor.
Lejos de la gran ciudad que me ha visto florecer,
en las calles más extrañas siento el alma oscurecer.
Nadie observa mi final, ni le importa mi dolor...
Nadie quiere mi amistad, ¡sólo estoy con mi amargor!
Y así vago sin cesar desde el día que llegué
cuando en pos de un sueño loco todo, todo abandoné...
Y andando sin destino de pronto reaccioné
al escuchar de un disco el tango aquel:
"Mozo traiga otra copa" -que lo cantaba Carlos Gardel.
Y al escucharlo recordé todo el pasado,
los años mozos tan felices que pasé...
Mi viejecita, la barra amiga...
la noviecita que abandoné...
¡Tango que trae recuerdos!
¡Mi Buenos Aires... quiero volver!
Buenos Aires, mi ciudad... ¡cuánto extraño tu emoción!
Hoy que vuelvo a recordar se me parte el corazón...
¡Cómo pude yo dejar, cómo pude abandonar!,
el calor de aquella tierra que me dio ternura y paz.
La casita paternal que me vio feliz crecer,
mi amorcito pasional y la barra del café;
todo vuelve a resurgir en la dulce evocación
y al pensar lo que he dejado
se me escapa un lagrimón.
Por eso, emocionado me ha hecho estremecer
al escuchar de un disco el tango aquel:
"Mozo traiga otra copa" -que lo cantaba Carlos Gardel.
Y al escucharlo recordé todo el pasado,
los años mozos tan felices que pasé...
Mi viejecita, la barra amiga...
la noviecita que abandoné...
¡Tango que trae recuerdos!
¡Mi Buenos Aires... quiero volver!
Lento el paso al caminar... Voy cargando mi dolor.
Lejos de la gran ciudad que me ha visto florecer,
en las calles más extrañas siento el alma oscurecer.
Nadie observa mi final, ni le importa mi dolor...
Nadie quiere mi amistad, ¡sólo estoy con mi amargor!
Y así vago sin cesar desde el día que llegué
cuando en pos de un sueño loco todo, todo abandoné...
Y andando sin destino de pronto reaccioné
al escuchar de un disco el tango aquel:
"Mozo traiga otra copa" -que lo cantaba Carlos Gardel.
Y al escucharlo recordé todo el pasado,
los años mozos tan felices que pasé...
Mi viejecita, la barra amiga...
la noviecita que abandoné...
¡Tango que trae recuerdos!
¡Mi Buenos Aires... quiero volver!
Buenos Aires, mi ciudad... ¡cuánto extraño tu emoción!
Hoy que vuelvo a recordar se me parte el corazón...
¡Cómo pude yo dejar, cómo pude abandonar!,
el calor de aquella tierra que me dio ternura y paz.
La casita paternal que me vio feliz crecer,
mi amorcito pasional y la barra del café;
todo vuelve a resurgir en la dulce evocación
y al pensar lo que he dejado
se me escapa un lagrimón.
Por eso, emocionado me ha hecho estremecer
al escuchar de un disco el tango aquel:
"Mozo traiga otra copa" -que lo cantaba Carlos Gardel.
Y al escucharlo recordé todo el pasado,
los años mozos tan felices que pasé...
Mi viejecita, la barra amiga...
la noviecita que abandoné...
¡Tango que trae recuerdos!
¡Mi Buenos Aires... quiero volver!
Buenas tardes.
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