viernes, 23 de julio de 2010

EL WINCHESTER QUE FALTABA


EL WINCHESTER QUE FALTABA

“La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla.” Hermann Hesse

A la mierda. Si puse uno pongo al otro y sanseacabó. Una no puede concebir al Gordo sin el Flaco, ni a Abbott sin Costello ni a Tom sin Jerry. Hay cosas que vienen de a dos. Cosos, digo.
Jensen Ackles nació el 1 de marzo de 1978, en Texas, igual que su hermanito en la ficción, Jared Padalecki. No sé, yo creo que en Texas debe haber algo en al agua. De otro modo no se explica esta proliferación de machos apetecibles (sí, ya sé, dos no es una proliferación, pero ya saben que a mí me encanta exagerar). Este agraciado niño iba a ser médico pero terminó siendo actor. Comenzó su carrera en 1996, interpretando pequeños papeles en series como Seventh heaven, Mr. Rhodes, Sweet Valley High y Cybill. Intervino en varios capítulos de Dawson's Creek y, más tarde, tuvo un rol de cierta importancia en Dark Angel. Anduvo por Smallville y, gracias a la Providencia, consiguió un papel protagónico en Supernatural: Jensen es Dean Winchester, cazador de criaturas malvadas y bonito a más no poder.
Jensen Ackles formó parte del elenco de algunas películas. La única que vi fue My Bloody Valentine (2009), una remake del film ochentoso homónimo. La película abunda en ojos arrancados, mandíbulas desencajadas y cabezas escindidas. Cómo me gustan esas cosas.
Jensen se casó en mayo de este año con Danneel Harris. Y tiene planificado visitar Argentina en el 2011, para asistir a la convención de Supernatural, Rising Con. ¿Qué tal me ven en una convención de Supernatural?
Bien saben ustedes que, contra mi voluntad, he sido contaminada por la lujuria de algunas señoritas de sospechoso pedigree y ahora me consagro a la evaluación vergonzosa de traseros masculinos. Yo no era así. Juro que no era así. Yo siempre fui una señora decente. Pero derrapé. Difícil no derrapar frente a tantas redondeces y abundancias como ofrecen las malditas series de televisión a las cuales soy fastidiosamente adicta. Lo único que tengo para decir a mi favor es que abandoné por completo los programas de chimentos. Me tenían harta.
Si puse uno, pongo al otro.
He aquí, para todas las señoras y señoritas ávidas de cuerpecitos portentosos, el Winchester que faltaba.

De nada.







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