domingo, 4 de julio de 2010

SOÑAR NO CUESTA NADA


SOÑAR NO CUESTA NADA

“¿Qué es la vida? Un frenesí. 
¿Qué es la vida? Una ilusión, 
una sombra, una ficción, 
y el mayor bien es pequeño; 
que toda la vida es sueño, 
y los sueños, sueños son.” 
"La vida es sueño",  Pedro Calderón de la Barca
.
Hete aquí, queridas gentes, que estaba yo chocha de la vida en los fornidos brazos de Morfeo, cuando alguien me arrancó brutalmente de mis ensoñaciones. Abrí los ojos e inmediatamente volví a cerrarlos, con la ingenua pretensión de retomar el hilo del sueño donde lo había dejado. Pero fue en vano: el sueño se había perdido. Para siempre.
Suelo abandonar el lecho sin atisbos de malhumor, pero esta vez, dado el tipo de sueño que había tenido y el cruel hecho de que no podía seguir teniéndolo, salí de las sábanas con una cara de culo apoteósica. Necesitando urgentes explicaciones, porque yo estaba dormida y alguien me había despertado, procedí a patotear a mis convivientes (que son, como es de público conocimiento, un viejo antipático y un adolescente maleducado).
-Estaba soñando que salía con Jared Padalecki. ¿Quién fue? ¿Quién fue el idiota que me despertó?
Mi consorte respondió lacónicamente:
-Te despertaste sola.
-¡No, no puede ser! ¿Quién fue el tarado que me despertó?
-Te despertaste sola.
-¡No puede ser! ¡Si yo estaba haciendo fuerza para no despertarme!
A esta altura de la lamentable conversación, intervino mi hijo, que no sería mi hijo si no aportara a cada día su cuotita de veneno.
-Cada día más pedófila estás vos, ¿eh? Además, nunca tuviste chances de salir con un tipo así.
-¡Sí que las tuve! Las desperdicié con tu papá.
Comprendí que seguir discutiendo el asunto con los seres obtusos con los que cohabito, sería una lamentable pérdida de tiempo. Pero mientras reñía con mi esposo porque tuve la feliz idea de comentar que Messi era feo (es feo) y él, la de gritarme que de belleza yo no sabía un carajo porque en el ’86 me gustaba Mickey Rourke, seguí cavilando acerca del affaire Padalecki. Mientras contendía con mi consorte por el polvo, los ácaros, la mugre y todo lo demás, seguí mascullando los pormenores del affaire Padalecki. Y cada vez me daba más bronca haberme despertado.
Analítica como soy cuando se me da la gana, concluí en que el affaire Padalecki podría tener varias y disímiles interpretaciones, según los diversos criterios que se usaran para examinar el asunto. Las gentes interpretan el mismo sueño de manera distinta. Veamos:

1) Freud:
 Es de público conocimiento todas las interpretaciones freudianas de los sueños giran alrededor de la sexualidad. Hombres y mujeres soñamos sexo todo el tiempo. Hay momentos en que esta elucidación psicoanalítica se cae de madura: por ejemplo, cuando soñamos con bananas. Otros casos, como cuando soñamos con ranas o con osos de peluche, son mucho más misteriosos.
En esta situación puntual, considerando que en el sueño a desentrañar yo salía con Jared Padalecki, debo excusar a Freud y a sus interpretaciones por considerarlas innecesarias. Es obvio que soñé con sexo. Pueden ahorrarse el análisis.

2) Brujos, chamanes y toda esa lacra: Estas gentes arcanas dirán, sin ninguna duda, que el mío es un sueño de transición. Un sueño de transición implica una evolución o una metamorfosis. No sé, espero que no me pase como a Gregorio Samsa. Yo asumo que transitaré de soñar boludeces a soñar otras boludeces, pero tendré la madurez de no contárselas a nadie, evitando, de esa manera, ser el hazmerreír del barrio.

3) Revistas femeninas: Las revistas femeninas analizarán el sueño así, muy por arriba, y me enchufaran dos o tres decanatos, un Venus en Escorpio y un Marte en Sagitario, como eje del asunto. Parece que Venus está que arde, y Marte ni te cuento. Darán algunas vueltas más por el espacio sólo para decirme que, detrás del affaire Padalecki, se esconde mi urgente necesidad de comunicación con los seres que me rodean. Ok., ok., me comunico para el traste con la gente que me rodea, pero eso no explica por qué en el sueño cabalgaba tan felizmente con un señor que no era mi marido. Y, para colmo, con un señor tan joven.

4) Quinieleros y afines:
 Estos sujetos adictos a la timba, analizarán el sueño de forma concienzuda, para soltar sólo un escueto “Jugale al 27”. Son gentes no sirven de mucho, salvo que el 27 salga a la cabeza.

5) Yo: Yo soy la soñadora, señores. Yo soy la que le sacó los pantalones a Padalecki. Así que tengo tanto derecho a analizar como Freud, los brujos y chamanes, la revista “Mía” y la quinielera de la esquina.
Yo le encontré al affaire Padalecki cuatro o cinco explicaciones posibles, a saber:

1-Ver seis capítulos de “Supernatural” por día me está haciendo mal.

2-Estoy necesitada de atención afectiva y erótica, pero la posibilidad de conseguirla me parece tan, pero tan remota, que le puse a esa necesidad la cara de un hombre con el que jamás, jamás, podría tener nada.

3-Estoy harta de mi marido y me urge empezar ya los trámites para cambiarlo por un modelo más joven.

4-Mi vida es tan pero tan espantosa que sueño cosas lindas como compensación.

5- Estoy caliente con Jared Padalecki.

Como podrán comprobar, gratos lectores, yo soy una de esas mujeres que hacen una tormenta en un vaso de agua. Un sueño que podría haber pasado sin pena ni gloria se convirtió en una serie de elucubraciones, enunciados, observaciones y análisis. Después de tanto zarandeo mental me quedó más o menos clarito por qué soñé que salía con Jared Padalecki.

Ahora quiero saber quién fue el imbécil que me despertó.

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