jueves, 15 de julio de 2010

LA CAJA BOBA Y LA DAMA BOBA: DOS A QUERERSE


LA CAJA BOBA Y LA DAMA BOBA: DOS A QUERERSE

“No nos une el amor sino el espanto…” 
Jorge Luis Borges

Si uno quiere sacar chapa de inteligente, intelectual o/y superado, seguramente soltará, como al descuido, una frasecita que he escuchado miles de veces: “Yo no miro televisión”. Y, si reconoce que mira televisión,  el sabio en cuestión aclarará que sólo se sienta frente a la “caja boba” para deleitarse con “Canal A”, “Films & Arts”, o alguno de esos canales que subyugan a la gente con mucho seso.
Sospecho que no soy ni inteligente, ni intelectual, ni superada, porque yo  miro televisión.  Y no miro ópera y ballet, precisamente. Me castigo lindo con chismes, personajes bizarros y películas “comerciales” de toda laya (nunca entendí del todo el concepto de “comercial” ni en cine, ni en literatura, ni en música: pagué mi entrada de rigor para ver “Gladiator”, de  Ridley Scott, pero también pagué para ver Constans”, de Krzysztof Zanussi).
En fin, mi romance con la TV  se remonta a tiempos remotos, cuando no podía dormir sin mi dosis diaria de “Pantera Rosa”. Y se fue afianzando con el paso de los años, “Wonder Woman” y novelas de Thalía de por medio (me gusta Thalía, canta para el traste pero es simpática; por el contrario, aborrezco a Shakira y, cuando me da la locura mística y suelto alguna oración hereje, la termino invariablemente con un deseo bastante prosaico: “…y que Shakira se quede muda. Amén”).

“INTRUSOS”, “PONELE LA FIRMA”, “BENDITA TV” Y LOS REPORTAJES DE ANABELLA: ¿A  QUIÉN LE ROBARON EL CONCHERO?

Me gustan los chismes. Me fascinan los chismes. Cuando iba al secundario, lo que más disfrutaba era la “letra chica” de los libros de historia de Ibáñez, llamadas a pie de página bastante intrascendentes pero no por eso menos jugosas: uno podía enterarse, gracias a estos parrafitos, de que la Reina Virgen  (Isabel I de Inglaterra) se había bañado sólo dos veces en su vida y de que a Carlos II de Austria le supuraban los ojos cuando estaba al aire libre.
Menos históricos pero más divertidos, son los dimes y diretes de la “farándula” local. Así que soy asidua espectadora de todos los programas que se encargan de sacar al sol los trapitos de los gatos, gatitos y tigres de Bengala que pululan en la bendita TV, lo que deviene en que mis temas de conversación sean, muchas veces, altamente pedorros.
-Qué turra la Marengo, echarle en cara a Wanda el asunto del video. (Sabrán ustedes, si su coeficiente intelectual es tan bajo como el mío, que Wanda Nara saltó a la fama por un video casero, donde se la veía entusiastamente prendida –con la boca- de un miembro masculino).
-¿Por qué? Si esa pendeja es una atorranta. (A mi marido le gusta la Marengo).
- Claro, la Marengo es una Carmelita Descalza.
-…
-Además, lo que le pasó a Wanda le puede pasar a cualquiera.
-¿Te estás atajando por si aparece algún video tuyo?
-¡Qué estúpido que sos! Es “normal” que una pareja se filme en los momentos íntimos, ¿no? Y, si el tipo resulta un hijo de puta, a lo mejor, cuando cortás, te sube los videos a Internet.
-¿De dónde sacaste que es “normal” filmarse teniendo sexo?
-Qué se yo, son juegos. A mí me parece algo “normal”.
-Vos estás loca: eso de “normal” no tiene nada (a esta altura empiezo a sospechar que me casé con Ned Flanders).
-Haceme el favor: andá a leer a la Rampolla (en mi biblioteca hay un libro de la Rampolla que, obviamente, sólo leí yo).
-Yo leí en una revista la biografía de la Rampolla y me parece que esa mina tiene mucha teoría y poca práctica.
-Tarado, ¡no era la biografía lo que tenías que leer!

“LOS SIMPSON”  Y “FUTURAMA”: QUIERO VIVIR EN AMARILLO

Desconfío de quien afirma que no gusta de los Simpson. Hay que ser muy reventado para no prendarse de la familia amarilla.
Hace unos cuantos años se creía que determinadas fisonomías se correspondían con una marcada inclinación a la delincuencia: esta pseudociencia se llamaba “antropometría” y postulaba que la forma y el tamaño del cráneo y algunos otros huesos humanos permitían dilucidar el carácter de las personas (por ejemplo, los hombres con mandíbula prominente eran asesinos). Estos “estudios” degeneraron en una sarta de incoherencias: un lampiño con dedos largos era carterista; un tipo con nariz grande y ojos pequeños, falsificador; un señor con nariz de boxeador, ladrón (¡Marlon Brando, robame toda!).
La “antropometría” cayó en el olvido, a Dios gracias, pero yo tengo mi mecanismo, bastante bizarro, para reconocer a aquellos que son un peligro latente para la sociedad: si a usted no le gustan los Simpson, es un delincuente en potencia.
Cosa juzgada.

“NICK AT NITE”: CUANDO YO SEA GRANDE QUIERO SER CHIQUITITA

Siempre sostuve que, además de boba, soy una dama nostalgiosa. Por eso me prendo de “Nick at Nite” como una garrapata. Y hasta lloro viendo “Alf”, “Hechizada” y “Mi bella genio” (a los diez años me enamoré de Larry Hagman, me desenamoré cuando lo vi en “Dallas” porque estaba demasiado viejo y, ahora que yo estoy vieja también, me volví a enamorar).
Ante un despelote descomunal, ¿quién no soñó con agitar la naricita o cruzarse de brazos, cerrar los ojos y mover la cabeza para solucionar todo como por arte de magia? La fantasía de ser Samantha Stephens me persigue aún hoy en día: frente a una pila monstruosa de ropa para planchar o un piso que da asco intento menear la nariz, pero no hay caso. Soy bruja, pero no tanto.
Otra joyita de “Nick at Nite” son “Los locos Addams”. Recuerdo que cuando era pequeña solía agarrarme de los pelos con mi hermana porque en un canal de televisión emitían “Los locos Addams” y en otro “Jacinta Pichimahuida”, ambos programas en el mismo horario. Yo quería ver a los locos, y mi hermana, a la boluda de Jacinta.
Ironías de la vida: la que terminó siendo maestra fui yo. Aunque locas estamos las dos.

“FRIENDS”, “THE NANNY” Y “BEVERLY HILLS 90210”: ¿OTRA VEZ SOPA?

Hay series que no puedo dejar de mirar. En mi casa me reprochan esta obsesión, echándome en cara que conozco los diálogos de memoria (cosa que es absolutamente cierta). Sospecho que estos programitas tienen algo de adictivo.
Day after day me instalo cómodamente frente a la “cajita boba” a rememorar las andanzas de los amigos newyorkinos, la Srta. Fine, Brandon y Brenda, y lo disfruto como loca.
-¿Otra vez estás viendo “Friends”?
-Seeeeeeeee.
-¿Cómo te podés reír con un chiste que ya escuchaste 500 veces?
-Me río.
-Qué pedo que tenés.
-¿Sabés lo que no entiendo? Como Brad Pitt pudo cambiar a una mujer fina y hermosa como Jennifer Aniston por la Jolie. Esa mina es absolutamente grasa; le falta el echarpe de mortadela, nomás.
-…
-La Paltrow también era fina y hermosa. ¿Qué le pasó a este tipo para terminar con una mina tan berreta?
-…
-Para mí que le saltó la térmica.
-Algo tendrá la Jolie.
-Tiene más grasa que un paquete de bizcochitos “Don Satur”.
-…
-Encima esa trompa mal operada: es un asco.
-…

“ANIMAL PLANET”: CON ESTO ME REDIMO, ¿O NO?

Soy fanática de “Animal Planet”. Siempre me gustaron los animales, pero cuanto más vieja me pongo, más se va agudizando mi complejo de Brigitte Bardot.
Además, el canal en cuestión no sólo nos provee de encantadoras e inocentes criaturas del reino animal: los hombres más lindos de la TV están en “Animal Planet”.
Me enamoré de Steve Irwin y lloré como loca cuando murió.
Me enamoré de Jeff Corwin.
Me enamoré Austin Stevens.
…Y de los dos presentadores de los “videos divertidos”, el blanco y el negro (para estar a tono con la temática, diré que ante esta dupla, mis ratones alcanzan el tamaño de tiranosaurios rex).
En mi próxima vida quiero ser cocodrilo.

PELICULEJAS VARIAS: DÍAS DE CABLE

Amo el cine. Estoy una obsesionada con el séptimo arte (era el séptimo, ¿no?). Cuando conozco a una mina muy hija de puta, le digo enfermera Ratched (y la mayoría de la gente no sabe de qué mierda estoy hablando).Y no le hago asco a nada: voy de Kurosawa a George Romero sin ninguna culpa.
He obligado a mi consorte a ver todo tipo de películas. Algunas fascinantes. Otras fascinantes para mí y mis gustos escabrosos.
-No me vengas a cambiar de canal que estoy viendo una película.
-¿Qué película?
-“La casa de los 1000 cuerpos”.
-¡Qué nombre raro!
-Seeeeeeeeeee.
-Raquel, esta película es de cuarta.
-Está buena.
-Es un asco.
-Es una película de Rob Zombie. Lo que pasa es que vos no entendés la estética.
-¿Qué estética?
-Nada, dejá. A vos te sacan del “debe” y el “haber” y no entendés nada (soy bastante injusta cuando le digo esto a mi contador sensible, porque a mí me meten en el “debe” y el “haber” y me quiero cortar las venas con la “Cuenta Caja”).

“HARPER’S ISLAND”: WHO WILL BE NEXT?

Sospecho que soy la única persona del cono sur que mira “Harper’s Island”. No importa, a mí me encanta. Chicos lindos y asesinatos bizarros, ¿qué más se puede pedir?
Les confieso que ya sé quién es el asesino: me dediqué a averiguarlo en Internet, porque además de ser una dama boba y nostalgiosa, soy horriblemente ansiosa. Pero guardo el secreto bajo siete llaves, para que ninguno de mis hombres (marido e hijo, que con tanta tele no tengo tiempo para amantes) me diga: “¿Para qué mirás una mierda que ya sabés como termina?”

Lo repito orgullosamente: no soy ni inteligente, ni intelectual, ni superada. Yo sí miro televisión. Me codeo con Jason Priestley y con Zulma Lobato. Sé quién le robó el corpiño y las Barbies a la Ritó y como se llamaba el monito que tenía Ross en la primera temporada de “Friends” (Marcel, para más datos).

¿Me van a condenar por hereje?



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