REINA MÁXIMA
"Todas íbamos a ser
reinas,
y de verídico
reinar..."
Gabriela Mistral
¡Y al fin
llegó el día! Hoy, en un hecho histórico para los holandeses y para las cholulas de
la realeza como vuestra servidora, a quien Disney y sus príncipes inverosímiles
le sorbieron el seso a muy temprana edad, Máxima Zorreguieta, dignísima
representante de la calle más larga, el río más ancho, las minas más
lindas del mundo, ha dejado de ser la Princesa de Orange para
convertirse en la Reina de Holanda. La primera Reina
Argentina, murmuran algunos emocionados. Yo, mis queridos, que siempre
anduve bastante floja de nacionalismo pero nací con una
revista “Hola” bajo el brazo, no hago demasiado hincapié en el
país de origen de la flamante Reina, aún cuando ese país sea
el mío, pero no puedo sustraerme al abyecto encanto de las coronas, los cetros,
los tronos y toda la parafernalia monárquica. Sabrán ustedes que, gracias a
Dios, tengo a alguien cerca que comparte mi pasión enfermiza por estos
elementos medievales y que también le saltaría encima a Andrea Casiraghi si
lo tuviera a tiro. Así que, concluida la ceremonia de Entronización,
manotear el teléfono y llamar a esa vieja y frívola amiga
fue inevitable:
-¿Viste
la Entronización? Porque fue una Entronización no
una Coronación, como creíamos nosotras. Las Coronaciones son
ceremonias religiosas y esta fue una ceremonia laica…
-¡Obvio,
nena, cómo no la voy a ver! ¡Fue emocionante!
-Ay, sí,
me encantó. Me encantaron los vestidos de Máxima: el rosadito,
divino. ¡Pero el azul! Ahhhhhhhhhhh. El azul es un sueño. Una buena muestra de
cómo se puede usar encaje sin parecer una amortajada…
-…ni una
mortadela…
-Para que
tomen nota.
-¿Y la
corona? La Gran Tiara de Zafiros de la Reina Emma. ¡Con sólo
decir el nombre se me pone la piel de pollo!
-¡Tiene
31 zafiros y 655 diamantes! Espero que no se la manotee ninguno de los chorros
de la delegación argentina, porque esta gente del gobierno para hacernos quedar
para el culo es mandada a hacer. Y como afanar les tira…
-Y, sí,
acá afanar les tira a muchos… ¿Te acordás cuando le robaron la capa a la Reina
Sofía?
-¡Sí, me
acuerdo! ¿Te das cuenta de que estamos hechas unas viejas chotas?
-Y, sí.
Igual éramos muy chiquitas cuando le robaron la capa a la Reina…
¿Qué fue, en el ’79?
-Sí, más
o menos… Che, nena, ¿viste la joya que tenía en el cuello la esposa del Emir
de Qatar? ¿Era oro puro eso? ¡Que lo parió!
-Y, sí,
seguro que era oro puro, si los árabes están podridos en guita. Linda mina la Emira…
aunque ya tiene la cara medio... ¿viste? Se le nota mucho el botoqueado…
-Si el Emir tiene
tres mujeres, ¿cómo se decide quién va a los eventos?
-Qué se
yo, le tocará una vez a cada una, como para todo… ¿Y la Princesa
Letizia? El color del vestido que tenía puesto era sublime… un gris perla
divino… pero ella, pobrecita, siempre tan lavadita. No dice nada esa chica.
-Un
pajarito. Ya te lo dije: te dan ganas de tirarle un puñado de alpiste. Camila estaba
de celeste. A las inglesas les gustan esos colores pastel… Tenía un tocado
bastante discretito, eso me llamó la atención…
-Carlos está
viejísimo…
-Obvio,
nena, ¿o te creés que el tiempo pasa solamente para las plebeyas como
nosotras? La que me encantó fue Matilde de Bélgica. La dama de
rosa. Sabés que a mí me fascina el rosa. Y ese escote tipo bote…
Y Federico de Dinamarca, ¿lo viste? Está bastante potable.
Bastante. Y ese tan pendejito no es…
-Las
princesitas me encantaron. ¡Qué lindas nenas! ¡Tan educaditas! Y la gente
estaba feliz. Realmente feliz.
-Leí quen
el "Barrio Rojo" de Ámsterdam ofrecen sex toys,
lencería erótica y preservativos con motivos reales. ¿Te imaginás si hicieran
eso acá? ¿Una bombacha con la cara dealgún político?
-¡Te la
ponés y no culeás más en tu vida!
-Ay,
nena, ¡qué bruta que sos! Pero tenés razón. Igual, un calzón con Guillermo de Holanda no
me hace mucha gracia tampoco…
-Y, no.
Muy erótico no es, pobre.
-Bueno
nena, todo muy lindo, pero yo todavía no hice ni las camas, así que lo que
falta lo chusmeamos después, ¿te parece?
-Dale,
dale, yo también me voy a poner a hacer algo. Beso.
-Beso.
Como
habrán notado, caros lectores, después de finalizado el obligatorio intercambio
de banalidades que mi amiga y yo llevamos a cabo de forma consuetudinaria cada
vez que la monarquía europea se ve afectada por un acontecimiento destacado, ni
se me ocurrió ir a hacer las camas. Me puse a escribir este folletín que
pretende, de algún modo, ser un homenaje a la Reina Máxima, a
la que no tengo el gusto de conocer personalmente (ni lo tendré, presumo), pero
es depositaria de todo mi afecto tan sólo por la ojeriza que le tiene cierta
gentuza nacional y popular empeñada en defenestrar a todo
aquel que provenga de la puta oligarquía. Y porque es, por
mucho que les cueste reconocerlo a ciertas damas republicanas, la que cumplió el
sueño de todas. Porque todas íbamos a ser reinas.
¿Se acuerdan?
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