viernes, 26 de abril de 2013

¿QUÉ AMAN LOS HOMBRES?


¿QUÉ AMAN LOS HOMBRES?

“Escoge a una mujer de la cual puedas decir: hubiera podido escogerla más bella, pero no mejor.” 
Pitágoras

Buscando en mi biblioteca un ejemplar de la “Divina Comedia” que, por supuesto no encontré, me topé con un librito lo suficientemente pavote como para que ningún ente humano reclamara su autoría. (Mi biblioteca es sumamente ecléctica: Dante convive con Brian Weiss, que a su vez convive con Kundera, que a su vez convive con Stephen King, que a su vez convive con Flaubert, que a su vez convive con Sylvia Plath, y todos tan contentos).
El librito en cuestión se llama “¿Qué aman los hombres?”, y su autoría se la adjudica vagamente el staff de una revista “femenina” hoy desaparecida.
No sé ni cuándo ni por qué compré semejante porquería. Imagino que la habré adquirido hace algún tiempo porque, hoy por hoy, lo que aman los hombres me importa un rábano.
Es poco lo que las mujeres sabemos de los hombres, a pesar de que hace miles de años que convivimos con ellos. Lo único que sabemos a ciencia cierta es que tienen un lenguaje ambiguo o, para ser más brutales, abiertamente mentiroso:
-“Te llamo” significa, en realidad: “No te quiero volver a ver ni en figuritas”
-“Necesito un tiempo” significa, en realidad: “No te quiero volver a ver ni en figuritas”
-“No sos vos, soy yo”
 significa, en realidad: “No te quiero volver a ver ni en figuritas”
Y así sucesivamente, por los siglos de los siglos. Amén.
Parece que una encuesta hecha entre 350 bobos fue lo suficientemente reveladora como para concluir que los hombres aman las siguientes pavadas:

1- ELLOS AMAN QUE SEAMOS FEMENINAS

Un tal Carlos, ingeniero, dice muy suelto de cuerpo: “Quiero una mujer que sea ingeniera química, ingeniera nuclear o lo que ella quiera (…) pero que no reniegue de esas cosas tan típicamente femeninas como son la fragilidad, la coquetería y la ternura que se expresa tanto a través de una caricia como de un plato de sopa preparado con amor.”
Si una es un poquito avispada, caza al vuelo que al tal Carlos no le interesan ni la fragilidad, ni la coquetería, ni la ternura, ni la caricia. Lo único que le interesa, ¿para qué engañarnos?, es el plato de sopa. Que, además, debe estar preparado “con amor”. Así que no vale utilizar calditos “Knorr Suiza”, que son tan impersonales. Hay que hacerle la sopa a pulmón.
Deduzco que, cuando ellos aman “que seamos femeninas”, aman, a todas luces, “que seamos sus siervas”.

2- ELLOS AMAN QUE NOS DEJEMOS CONQUISTAR

Damián, otro de los encuestados, se anima a decir sin enrojecer hasta el paroxismo: “Con las mujeres me pasa como con el dinero: las valoro más y las cuido más si siento que me las he ganado yo, que no me han venido de arriba.”
Evidentemente, las mujeres somos objetos que ellos deben ganar. Bonitos trofeos. Tenemos que ser, además, lo suficientemente hipócritas como para fingir que un señor no nos interesa, sólo para que él se sienta un cazador intrépido. Y olvidarnos de tener iniciativa.
Cuando ellos “aman que nos dejemos conquistar”, están amando “que seamos un florero”.

3- ELLOS AMAN QUE NO HABLEMOS DEL FUTURO

“Pretender que uno firme en seguida un contrato de amor eterno me parece una actitud femenina poco generosa”, se despacha Gerardo, a quien imagino tan infinitamente generoso como todos sus congéneres.
Los hombres no quieren comprometerse. Asumámoslo de una vez. Somos el objeto en boga hasta que aparezca otro mejor.
Es indiscutible que cuando ellos aman “que no hablemos del futuro”, aman sin tapujos, “que no nos tomemos la relación en serio”.

4- ELLOS AMAN QUE LOS HAGAMOS SENTIR SUPERMAN

Resulta que con la posmodernidad y con la quema sistemática de corpiños en los ’60, la virginidad dejó de ser un valor. Fanfarrias. Aplausos.
El hombre se resignó a no ser el primero. Pero quiere ser el mejor. El que la tiene más grande y el que la usa con más pericia. Y una, que pa’ algo es mujer, tiene que “actuar” (nunca mejor utilizada esta palabra) de forma que él, aunque sea un inútil, se sienta “el mejor”.
Desde el estreno de “Cuando Harry conoció a Sally” no debe haber mujer en el mundo que no sepa fingir un orgasmo (aunque sospecho que nuestras abuelas ya los fingían, sin la ayuda de Meg Ryan). Aunque Moria jure que ella “jamás, jamás, jamás, porque para tener un orgasmo basta con que le corten la uña del dedo gordo del pie”, todas sabemos que hay hombres tan incompetentes que nos obligan a hacer un poco de aspaviento para apurar el trámite. Pero con fingir placer no basta: el 75% de los encuestados quiere que, durante el acto, se les recuerde verbalmente lo portentosos que son. Si una es poco imaginativa para estas cosas, supongo que con largar un “viva” o un “hurra” de vez en cuando será suficiente.
A no engañarse: cuando ellos aman “que los hagamos sentir Superman” aman “que no busquemos obtener placer sino darlo”.

5- ELLOS AMAN QUE SEAMOS MISTERIOSAS

Sebastián prefiere que las mujeres “dejen algunas zonas de su personalidad en sombras”. Que ellas no cuenten todo. Que ellas no comenten todo. Que ellas no detallen todo. Bah, que se callen. Los hombres quieren que las mujeres se callen. Y punto.
Cuando ellos aman “que seamos misteriosas” aman, en realidad, “que seamos poco habladoras” o, en el mejor de los casos, “mudas”.

6- ELLOS AMAN QUE JUGUEMOS A LA MAMÁ

Parece que la mujer tiene que “sacar su costado maternal” si quiere ser festejada por un hombre. Lo que significa, entre otras cosas, recoger los calzones sucios que el amador dejó esparcidos por toda la casa. Con una sonrisa en los labios, además.
No hay que ser una luz para comprender que cuando ellos aman “que juguemos a la mamá” aman, en realidad, “que seamos sus siervas” (Bis).

7- ELLOS AMAN QUE LOS AYUDEMOS A CONSOLIDAR SU IMAGEN SOCIAL

Ángel asegura que la mujer “se tiene que poner a la altura de la imagen que el hombre tiene que dar en su trabajo. De lo contrario lo hará hacer el ridículo.”
La mujer, salvo que sea una reverenda hija de puta, sabrá que su deber es acompañar al hombre a sus compromisos sociales bien vestida, bien peinada, bien perfumada, y ser, además, simpática, agradable y nada conflictiva. La mujer no debe tocar ningún tema ríspido ni mostrarse en desacuerdo con nadie. Es obligación de la mujer vegetar durante todo el evento con una copa de champagne en la mano y una sonrisa idiota, aunque tenga un dolor de cabeza atroz.
Cuando ellos aman “que los ayudemos a consolidar su imagen social” aman que “seamos un florero” (Bis).

8- ELLOS AMAN QUE NO ASUMAMOS POSICIONES FEMINISTAS

Matías odia a la mujer que pretende que los hombres se comporten como caballeros sin resignar su independencia. “Si puede sola, que se la banque.”
Que se la banque implica aceptar que el tipo sea un maleducado y que la trate como al pibe que hace los repartos en Coto.
Clarito como el agua: ellos no aman "que no asumamos posiciones feministas”. Ellos aman “que no seamos autosuficientes”.

9- ELLOS AMAN QUE NO LOS OBLIGUEMOS A CAMBIAR

“Quiero que me quiera y me acepte como soy. ¿O acaso pretende modelarme a su imagen y semejanza”, se queja Gustavo.
Aceptarlo “tal como es” trae aparejado que, sin un atisbo de culpa, el tipo eructe en la mesa, boludee con los amigos tres veces por semana mientras una reniega con los pibes y, of course, deje los calzones sucios esparcidos por toda la casa.
Cuando los señores aseguran que aman “que no los obliguemos a cambiar” aman, se cae de maduro, “que no los jodamos”.

10- ELLOS AMAN QUE TENGAMOS UNA DOSIS DE SOFISTICACIÓN

Dardo dispara: “Me gustan los estilos elaborados, no me gusta que se vean las costuras, las cosas que están pinchadas con alfileres”. Las “costuras que se ven” y “las cosas pinchadas con alfileres” son, precisamente, lo que diferencia a una mujer de una muñeca inflable: sus rasgos de personalidad. Que incluyen flaquezas e inseguridades. Y la hacen única en el mundo. Adorablemente única.
Pero a los hombres, aparentemente, buscan erradicar ese “unicato” con la excusa de la “sofisticación”. La autenticidad es un defecto atroz. Hay que ser “sofisticadas”.Todas perfectamente igualitas a las chicas de tapa de las revistas.
Cuando ellos aman “que tengamos una dosis de sofisticación” aman, en realidad, “que estemos hechas en serie.”

11- ELLOS AMAN QUE SEAMOS SUS GEISHAS PRIVADAS

“No sé por qué las mujeres se quejan tanto cuando se las considera una fuente de placer”, cavila Alberto. Aunque la mujer trabaje fuera de casa, ella, por no ser la “proveedora” por antonomasia, no tiene que padecer las presiones y tensiones que padecen los hombres. Por eso, aunque una esté agotada, cuando el tipo llega a la casa, hay que servirlo. En la cama o en el suelo. Donde sea. Pero siempre con alegría.
Y si una no tiene ganas de servir, que se joda.
Ellos no aman “que seamos sus geishas privadas”, ellos aman “que seamos sus esclavas sexuales”.

12- ELLOS AMAN QUE NO LES PIDAMOS RATIFICACIÓN CONSTANTE DE SUS SENTIMIENTOS

“Las mujeres preguntan cada cinco minutos, ¿me querés?”, se queja Juan. A cualquier hombre le rompe soberanamente las pelotas que una le ande preguntando si la quiere o no. Eso se sabe.
También se sabe que cuando ellos juran que aman “que no les pidamos ratificación constante de sus sentimientos”, aman, indiscutiblemente, “que no los obliguemos a mentir tan seguido”.

13- ELLOS AMAN QUE EN EL JUEGO DE LA SEDUCCIÓN DEMOS CIERTOS MENSAJES AMBIGUOS

Parece que a los hombres les gusta el “sí, pero no”. Porque eso hace que la cacería sea más emocionante y el trofeo más valioso. No es lo mismo un coto de caza que la selva africana.
Cuando los tipos dicen que aman “que en el juego de la seducción demos ciertos mensajes ambiguos” aman, sin dudas, “que nos hagamos un poco las difíciles para alimentar su ego”.

14- ELLOS AMAN QUE TENGAMOS UN FRENTE O UN DERRIÈRE ABUNDANTE, O AMBAS ABUNDANCIAS A LA VEZ

Acá son sinceros. Aman eso, nomás.

15 - ELLOS AMAN QUE TENGAMOS HERMOSOS OJOS Y UNA BOCA SENSUAL

Ésta no se la cree nadie. Los hombres no reparan ni en los ojos ni en las bocas de las mujeres. Es más, creo que aún no notaron que las mujeres tienen ojos y bocas.
Cuando los hombres sostienen que aman “que tengamos hermosos ojos y una boca sensual”, aman que “tengamos un frente o in derrière abundante” (hablando en castizo que seamos culonas o tetonas).

Lo malo, en realidad, no es que los 350 imbéciles encuestados hayan dicho tantas huevadas y mentido tan alevosamente. Lo malo es que las revistas “femeninas” nos aseguren que para “conquistar a un hombre” hay que ser una mujercita patética y servil. Una boluda, bah.
No sé si alguna vez confesé que odio las revistas “femeninas”. Las detesto. Sueño que algún día no muy lejano señoras y señoritas hagamos cola para comprar la “National Geographic”.

Y que más de uno se meta la “Para ti” en el culo.

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