BELICOSAS CRIATURAS PERFUMADAS
"¿Quieren saber una cosa? Siempre
quise ver mi nombre en los diarios. Antes de conocer a Amos salía seguido con
ese ricachón, ese repugnante contrabandista de licores. A él le gustaba emperifollarme
toda, sacarme a pasear y mostrarme. A los tipos repugnantes les encanta hacer
eso. Una vez un diario puso: Mafioso Al Capelli visto en tratoría céntrica con
bella corista pelirroja. Esa era yo. Lo recorté y me lo guardé. Ahora miren:
ROXIE HACE TEMBLAR CHICAGO. Tomen, léanlo. Bueno, voy a contarles la verdad. No
es que la verdad importe mucho, pero se las voy a contar igual. La cosa es
que..., a ver..., tengo más edad de la que siempre hubiera querido tener. Toda
mi vida quise ser bailarina de varieté. Ay, sí. Tener mi propio espectáculo.
Pero no. No. No. No. No. No. Fue un gran mundo repleto de NO, la vida. Entonces
llegó Amos. El dulce, incondicional Amos, que nunca dice que no. Saben que hay
tipos que son como espejos, y cuando yo me veo a mí misma en la cara de Amos
soy siempre una chiquita. Cualquiera amaría a un tipo así.
Ahora sí: tengo que decirlo, y espero que esto no sea demasiado crudo. En el área cama, Amos era ... cero. O sea, cuando nos acostábamos me hacía el amor como si estuviera arreglando un carburador, o algo así. Te quiero, mamita, te quiero. En fin, para hacerla corta, empecé a divertirme por ahí. Después empecé a revolcarme por ahí, que es lo mismo que divertirse por ahí pero sin cena previa. Abandoné la idea del varieté, porque después de todos estos años... bueno, creí que la oportunidad me había pasado de largo. ¡Ah!, pero no. Ah, no, no, no, pero no. Si este tipo Flynn me saca de acá, con toda esta publicidad, todavía podría meterme en el varieté. Todavía podría tener mi propio espectáculo. Ahora vivo en un mundo lleno de SÍ."
Ahora sí: tengo que decirlo, y espero que esto no sea demasiado crudo. En el área cama, Amos era ... cero. O sea, cuando nos acostábamos me hacía el amor como si estuviera arreglando un carburador, o algo así. Te quiero, mamita, te quiero. En fin, para hacerla corta, empecé a divertirme por ahí. Después empecé a revolcarme por ahí, que es lo mismo que divertirse por ahí pero sin cena previa. Abandoné la idea del varieté, porque después de todos estos años... bueno, creí que la oportunidad me había pasado de largo. ¡Ah!, pero no. Ah, no, no, no, pero no. Si este tipo Flynn me saca de acá, con toda esta publicidad, todavía podría meterme en el varieté. Todavía podría tener mi propio espectáculo. Ahora vivo en un mundo lleno de SÍ."
Monólogo de Roxie,
"Chicago"
1924. Un
tiempo de flecos, lentejuelas, licor, jazz, rufianes y chicas alegres. Un
tiempo para vivir como te gusta y gozar lo que vivís... En una casa del centro
de Chicago, la conflictiva “Ciudad de los Vientos”, la señora
Beulah Annan, una pizpireta y bonita joven de 20 años, casada con el mecánico
Al Annan, le disparó a su amante por la espalda. Mientras el susodicho moría
frente a sus ojos impávidos, Beulah no dejó de empinar el codo y de escuchar
una y otra vez en su vitrola el foxtrot “Hula Lou”, muy popular en
la época. Luego llamó a su marido y le declaró histriónicamente que había
matado a un hombre para defender su honor. Honor que, para qué negarlo, ya
estaba para ese entonces bastante baqueteado, a pesar de la corta edad de la
alocada muchacha. Cuando la policía llegó a la escena del crimen, Beulah estaba
tan borracha que confesó el asesinato con lujo de detalles: refirió que Harry
Kolstadt era su amante y que lo había ultimado porque el muy sinvergüenza
pretendía dejarla. La chica estaba convencida de haber hecho justicia y no
vamos a ser nosotros quienes la pongamos en entredicho. Ya se sabe que casi
todos los hombres se merecen un tirito de vez en cuando.
Una vez
encarcelada, la joven Beulah trabó amistad con la señora Belva Gaertner, de 38
años, una cantante de cabaret dos veces divorciada, acusada de dispararle a su
amante mientras el infeliz estaba sentado en su automóvil esperándola. El 6 de
abril de 1924, las dos bellas reas posaron para los fotógrafos y
cronistas de los principales medios gráficos de la ciudad. Entre ellos se
encontraba una joven reportera del Chicago Tribune, Maurine Dallas
Watkins, quien, con su pluma y su talento, ayudó a cambiar la historia de estas
dos delincuentes, generando una fascinación por sus bizarros crímenes que
perdura hasta el día de hoy.
Todo el
mundo sabía que Beulah Annan había asesinado a Harry Kolstadt, su amante, quien
era, además, compañero de trabajo de su cándido marido. Beulah había confesado
el crimen a la policía con pelos y señales, pero a pesar de haberse ido de
boca, decidió convertir su juicio en un esplendoroso circo. De tres pistas. Su
imagen apareció en todos los periódicos y revistas de la nación y pronto se
convirtió en una estrella. Sus admiradores la llenaron de flores y cartas
afectuosas, y los más enloquecidos no dudaron en proponerle matrimonio. Además
de ser bonita y pizpireta, Beulah era ferozmente inteligente: después de que su
imagen estuvo instalada en la retina del gran público, se jugó el todo por el
todo y anunció que estaba embarazada. La fiscalía, incrédula, trató de demorar
el juicio, pero su brillante abogado defensor, WW O’Brien se negó rotundamente
a dilatar el asunto y Beulah fue juzgada cuando su supuesto embarazo aún no se
hacía notar.
La
aparición en el estrado de Beulah –bautizada por Maurine Dallas Watkins en sus
artículos periodísticos como “la asesina más bonita”- incluyó
vestuario y maquillaje a la altura de las circunstancias. El jurado fue elegido
cuidadosamente: todos sus integrantes fueron varones jóvenes y apuestos.
Incluso cuatro de ellos eran solteros.
El
abogado de Beulah reveló en el juicio que su bella cliente había mantenido una
discusión con su amante y que ambos forcejearon por un arma, con la que Beulah
había intentando asustarlo, disparándose ésta involuntariamente. El fiscal le
suplicó al jurado que no creyera esta florida historia sólo porque la acusada
era joven y agraciada, pero fue en vano. Cincuenta y tres días después del
asesinato de Harry Kolstadt, y luego de sólo dos horas de deliberación, el
jurado dio su veredicto: “No culpable”. Esa tarde Beulah salió
libre del brazo de su marido. Nunca se supo nada del supuesto bebé.
Al mes
siguiente, el 6 de junio, Belva Gaertner - que fue bautizada por Dallas Watkins
como “la asesina más elegante”- también fue declarada “No
culpable”. Su defensa se basó en que la glamorosa cantante había
estado bebiendo y no recordaba lo que había pasado.
Dos meses
después del juicio, Beulah Annan se divorció de su aburrido marido y se casó
con un joven publicista. El matrimonio sólo duró cinco meses. “La
asesina más bonita” murió en el año 1928, en un hospital psiquiátrico.
Los detalles de su internación y su posterior fallecimiento se perdieron.
Después de todo, asuntos tan prosaicos no eran lo importante.
Maurine
Dallas Watkins, la joven reportera del Chicago Tribune, fue
informando a sus lectores de los acontecimientos que se iban sucediendo en las
vidas de Beulah y Belva durante su estadía en prisión, y éstos simpatizaron
inmediatamente con las famosas asesinas. Dallas Watkins citó a Belva Gaertner
declarando: “¿Por qué digo que es tonto haber asesinado a Walter? Me gustó
y él me amó, pero ninguna mujer puede amar a un hombre lo suficiente para
matarlo. No vale la pena, porque siempre hay muchos más”. Los lectores del Chicago
Tribune la adoraron.
Las
historias que Maurine Dallas Watkins publicó en el periódico contribuyeron a
que estas dos mujeres fueran absueltas: “Así a Beulah Annan, cuya
búsqueda de licor, hombres, jazz y música fue interrumpida por su dedo en el
gatillo, se le concedió la libertad por su belleza a prueba de jurados”, se
permitió bromear la reportera.
Poco
después de la absolución de Beulah y Belva, Maurine Dallas Watkins dejó el
periodismo y se dirigió a Yale. Y escribió una obra de teatro, “Chicago”, satirizando
los juicios y el papel que la prensa había tenido en ellos. Beulah Annan se
convirtió en la ambiciosa Roxie Hart y, Belva Gaertner, en la picante Velma
Kelly. Roxie se carga a su amante, Fred Casely. Bien por ella: el tipo era un
repulsivo farsante. Velma pone fin a los días de su hermana Verónica y su
maridito Charlie, quienes osaron revolcarse al ritmo del jazz en sus ofendidas
narices. Bien por ella también. De haber estado en sus zapatos, hubiéramos
hecho lo mismo. ¿O no?
La obra
fue un éxito y dio origen a la película “Roxie Hart”, de 1942,
interpretada por Ginger Rogers y dirigida por William A. Wellman. Felizmente,
en 1975, el increíble Bob Fosse convirtió las andanzas de Roxie y Velma en el
delicioso musical “Chicago”. Desde entonces y hasta el día de hoy,
no ha dejado de representarse en los teatros de todo el mundo. En 1978, se
ofreció en Buenos Aires una versión de lujo de la obra, con Ambar La Fox y
Nélida Lobato en los roles protagónicos.
En el año
2002, Rob Marshall llevó a la gran pantalla una nueva versión de “Chicago”, magistralmente
interpretada por Renée Zellweger y Catherine Zeta-Jones. Divinas.
Yo tengo
una irrefutable alma de bataclana y, además, soy una mujer de talante sumamente
belicoso, así que de más está decir que siempre soñé con ser Roxie Hart. Las
gentes serias pensarán, seguramente, que ya estoy grande para estas cosas y que
en lugar de fantasear con brillantina y tacos carretel debería
preocuparme por lo jodido que está el mundo. Pero ya lo dije más de una vez:
soy una mujercita venturosamente hueca y mi sacrosanta madre me parió para ser
sólo una cara bonita. Es lamentable, ya sé. ¿Pero qué voy a hacer? El que nace
para pito nunca llega a ser corneta.
Así que,
por favor, déjenme que me sacuda, rompa el portaligas y me aturda de blues y de
coctel. Porque ya se sabe: el pudor lo perdí hace rato.
...Y todo el mundo quiere que siga el jazz.
Arte: Juan Albuerne
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