martes, 3 de abril de 2012

ROCKEANDO CON SATANÁS


ROCKEANDO CON SATANÁS

Palacio de Justicia de Los Ángeles (California). Junio de 1970.

-Le comprendo perfectamente Sr. Manson -contesta el fiscal Bugliosi al acusado- . Usted es Cristo o Satán según su estado de ánimo… y es por amor que ha organizado esa masacre en la mansión de Polansky. Y según sus declaraciones ente este tribunal, fueron Los Beatles quienes guiaron sus actos.
-Usted no lo entiende. Lennon, el profeta, me dijo: “Charlie, levántate: ¡degüella a esos cerdos que se lo pasan bomba en sus mansiones de Hollywood! Los tiempos han llegado. ¡Tú eres el Hijo del Hombre y el Ángel Exterminador!”
Los miembros del jurado permanecen expectantes mientras el letrado coloca el disco bajo la aguja del gramófono. Sosteniendo la carátula del ‘Álbum Blanco’ de Los Beatles, el fiscal se dirige hacia la tribuna donde se sienta el acusado: un extraño hombrecillo que apenas supera el metro y medio de estatura y con cuyo rostro se han impreso millones de camisetas como si del Che Guevara se tratase. El tocadiscos comienza a rodar…
-¿Reconoce esta cacofonía?
Ensimismado durante unos segundos, Charles Manson alza la cabeza y presta atención.
-“Helter Skelter” –exclama.
-Exacto –confirma el fiscal-. El Apocalipsis según Los Beatles , o en otras palabras: el Quinto Evangelio.

Antonio Luis Moyano, “Cine y música malditos”

He dicho ya,  en alguna oportunidad,  que soy una chica tan, pero tan educadita, que estuve más de dos horas escuchando la diatriba de una Testigo de Jehová que intentó convencerme de lo diabólico que es el rock.
Mucha pelota no le di, pero su pintoresca cháchara cristiana me llevó a interiorizarme sobre la funesta relación “Rock and roll – Satanás”. Conté con la inestimable colaboración de Antonio Luis Moyano, autor de “Cine y música malditos”, y con las teatrales opiniones y advertencias de un curita italiano, Corrado Balducci, autor de “Adoradores del Diablo y rock satánico”.
Les cuento lo que descubrí. Si les interesa.


YA LO DIJE UN MILLÓN DE VECES: TODO EMPEZÓ CON LOS BEATLES…

A principios de la década del ’70, la prensa dio a conocer los hallazgos de Peter Greenwald, un pastor protestante que se dedicó, con gran empeño, a escuchar canciones de rock pasando los discos al revés. Según el religioso al dar oídos al reverso de canciones como  “Stairway  to Heaven” (Led Zeppelin) o “Revolution 9” (The Beatles) se escuchaban, claramente, mensajes del Maligno.
El “Álbum Blanco”, de Los Beatles, tiene el dudoso privilegio de ser el primer disco de rock en el cual se encontraron supuestos recados de Satanás. Escuchado al revés, según algunas mentes calenturientas, el estribillo de “Revolution 9” repite constantemente la frase “Turn me on, dead man”, perversamente traducida al castellano como “Excítame, hombre muerto”. Parece que este “hombre muerto” es Jesús. Por lo menos, así opinó Greenwald.
Por supuesto, nada se puede oír pasando la canción al revés. Si uno no está loquito, bah. El psicópata Charles Manson escuchó claramente mensajes que lo urgían a  cometer los horribles asesinatos que llevó a cabo con  sus desequilibrados seguidores (“La Familia”) y que costaron la vida de Sharon Tate, la esposa del director de cine Roman Polansky, con un estado de embarazo bastante avanzado, entre otras.
También se vincula a Los Beatles con el satanismo debido que en la portada de “Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band” aparece, entre otros personajes, Aleister Crowley (1875 – 1947), célebre nigromante que reconocía, sin empacho, estar al servicio del demonio.
Por último y para reforzar la supuesta relación de Los Beatles con las huestes satánicas, los cristianos ultra conservadores los acusan de haber abierto las puertas de Occidente a las sectas, por su conocido flirteo con las religiones orientales y su adhesión al Maharishi Mahesh Yogui.
Satanás pasó factura el 8 de diciembre de 1980, cuando John Lennon fue asesinado por un fan desquiciado en la puerta de su hogar, el edificio Dakota,  que fue utilizado en algunas escenas de “Rosemary’s Baby”, film dirigido por Roman Polansky, cuyo argumento gira en torno de temas satánicos. Y donde, además, vivió Aleister Crowley.


 …Y SIGUIÓ CON TODOS LOS DEMÁS

Después de que Peter Greenwald hiciera público su rimbombante descubrimiento, miles de locuelos religiosos dedicaron el precioso tiempo que podrían haber utilizado para hacer algo edificante a tratar de desentrañar los apocalípticos  mensajes del rock. Así, por ejemplo, escuchando el reverso de “Hot summer nigth” (Met Loaf) pudieron oír la abominable frase  “Satanás, busco seguirte.”
Las mentes arrebatadas pergeñaron una loca teoría según la cual los grupos de rock negociaban con Satanás ofreciendo a cambio del éxito las inocentes y sempiternas almas de sus incautos seguidores.
La cruzada de Greenwald fue tomando cada vez más fuerza y sus correligionarios, no contentos con desentrañar mensajes subliminales, comenzaron a buscar otras señales de la ominosa relación “Rock and roll – Satanás”. Descubrieron, entonces, que algunos grupos camuflaban consignas satánicas en sus nombres de guerra: AC/DC no significaría “alternating current/direct current” (corriente alterna/corriente continua), sino “Anti-Christ/Dead-Christ”; WASP no sería “avispa” sino “We Are Sexual Perverts” (Nosotros somos pervertidos sexuales); Kiss no se traduciría como “beso” sino como “Kings in Satan’s Service” (Reyes al servicio de Satán), etc., etc., etc.
Algunos rockeros le facilitaron el trabajito a estos benditos soldados de Dios y se desmadraron: los mensajes satánicos comenzaron a aparecer en sus canciones sin ningún atisbo de disimulo: “Sympathy for the Devil” (Rolling Stone), “Highway to Hell” (AC/DC) “From Here to Eternity” (Iron Maiden), entre otras, son perturbadoras muestras de lo que los grupos de rock pueden llegar a hacer para promocionar las bondades de “pasarse al lado oscuro”.


 HOTEL CALIFORNIA: ESTO DEBE SER EL CIELO O EL INFIERNO

Como ya he comentado, la febril imaginación de los religiosos exaltados, adhirió a la  teoría según la cual los rockeros negociaban con Lucifer prometiendo a cambio del éxito las almas de sus fanáticos. Los músicos echaron más leña al fuego: los Rolling Stones fueron iniciados en el satanismo por  Kenneth Anger, discípulo de Anton La Vey, el excéntrico fundador  de la Iglesia de Satán. Jagger declaró más de una vez que el disco “Their Satanic Majesties Request” está inspirado en la figura de La Vey (que, paradójicamente odiaba el rock, siendo  a su vez detestado por los músicos fundadores del black metal noruego, que piensan que el satanismo de La Vey es un juego de niños).
Se ha dicho repetidamente que la canción “Hotel California” (Eagles) es una apología a la Iglesia de Satán, cuya sede se encuentra en San Francisco, California (palabra que según una  insólita hipótesis significa etimológicamente “los hornos de Kali”, la más brava de las diosas hindúes). También se ha dicho que el mentado Hotel California es la mismísima Iglesia de Satán y que en la portada del disco puede verse a Anton La Vey asomado a una de las ventanas del hospedaje.
La letra de “Hotel California” es enigmática, líricamente atractiva, y tiene, como todo texto poético, infinidad de interpretaciones. La más aceptada por aquellos que sostienen que no es una abierta ponderación  a la iglesia de La Vey la considera como una alegoría que nos advierte acerca de los riesgos que acarrea entrar en una secta.
Supuestamente la canción fue escrita en un hotel llamado “California” en el pequeño poblado de Todos Santos, Baja California Sur. Los pobladores del lugar aseguraban que  algunas noches aparecía el fantasma de Mercedes, una chica que invitaba a tomar a los parroquianos en el bar del hotel. Esta leyenda local, el nombre del pequeño hotel y la vena poética de Don Henley se conjugaron para dar nacimiento a una de las canciones más bellas de todos los tiempos.
Cabe acotar que La Iglesia de Satán está reconocida como un culto legítimo en Estados Unidos y promueve la humanidad y la libertad, renegando de un cristianismo al cual consideran represor y censurando los sacrificios y profanaciones que otros proclamados satánicos realizan, acusándolos de ser tan estúpidos como los cristianos y de contribuir a la mala fama del satanismo.


 ESCALERA AL CIELO: HAY DOS SENDEROS POR LOS QUE PUEDES IR

“Stairway to Heaven” (Escalera al Cielo), la famosísima balada de Led Zeppelin, es una de las canciones acusadas reiteradamente de ser  alabanzas a Satanás.
La simpatía de Jimmy Page por todo lo relacionado con el ocultismo y por la figura de Aleister Crowley sirvió como excusa para justificar el éxito del grupo que, según los cristianos fanáticos, había sido obtenido gracias a  rituales de magia negra celebrados en Boleskine House, antigua residencia de  Crowley, a orillas del Lago Ness, en la que se rodaron algunas escenas del documental de Led Zeppelin “The Song Remains the Same”. Los creyentes exaltados aseguraron que Page confesó que “Stairway to Heaven” le fue dictada por entes oscuros en una sesión de espiritismo.
Parece que a fines de los ’70 el Diablo empezó a pasar factura: una serie de desgracias cayeron sobre los integrantes de Led Zeppelin (algunas teorías sostienen que Page tuvo un altercado con Kenneth Anger y éste lo maldijo). En 1977 el hijito de Robert Plant, vocalista de Led Zeppelin, murió a causa de una extraña infección. En 1980, ahogado en su propio vómito, consecuencia de una tremenda borrachera, falleció John Bomhan, baterista del grupo.
La letra de “Stairway to Heaven” hace alusión a misterioso flautista que nos invita a seguirle. Obviamente, según las interpretaciones de los acólitos de Greenwald, el flautista es el mismísimo Satanás. También se habla de dos caminos a seguir: eufemísticamente el Bien y el Mal.
Los religiosos sostienen que escuchando la canción al revés emerge el siguiente mensaje: “No hay escape… Ningún otro hizo el camino… Él te dará el 666…”


 ELDORADO: POR FIN HE DESCUBIERTO LO QUE BUSCABA

“Eldorado” (Electric Light Orchestra) es otra cancioncita de temer. Del líder de la banda, Thomas Thorn, se dice que es un fiel admirador de Charles Manson y sus “ideas” (además de apellidarse Thorn como Damien, el famoso anticristo cinematográfico).
El álbum “Eldorado”, así como la canción del mismo nombre, evocan el famoso relato de Frank Baum “El mago de Oz”. La canción hace alusión al peregrinaje de un viajero que también tiene ante sí dos caminos. Pero la elección de la senda es irrelevante: todos los caminos conducen a Roma, es decir, a Eldorado.  Allí, el viajero asegura: “…(aunque) no hay vida eterna para mí, por fin he descubierto lo que buscaba…”
La canción fue interpretada como una alegoría que invita al oyente a emanciparse del dogma cristiano de la salvación. En sentido inverso, como era de esperar, es pródiga en blasfemias: “Él es un dios desagradable… Cristo es desagradable, así como tú eres infernal”.

 
JUDAS PRIEST: LOS REINOS DE LA MUERTE Y LOS CHIVOS EXPIATORIOS

A causa del revuelo levantado por los perturbadores descubrimientos  de Peter Greenwald, tanto las compañías discográficas como los fanáticos religiosos decidieron que había que alimentar el mito. Las discográficas para sacarle jugo al asunto y los fanáticos porque habían encontrado la excusa perfecta para sofocar cualquier atisbo de rebeldía en la juventud: todo lo que hacían, pensaban y decían los jóvenes era cosa del diablo.
El rock pasó a ser el chivo expiatorio perfecto para cargar con los problemas de la juventud: suicidios, drogadicción, trastornos de conducta… todo era cosa de Mandinga. Comportamientos inducidos por los mensajes satánicos de las canciones que los chicos escuchaban.
El 23 de diciembre de 1985, Raymond Belkamp y James Vance, dos jóvenes de Reno (Nevada), se suicidaron. Según se dijo, lo hicieron después de escuchar repetidamente la canción “Beyond The Realms Of Death” (Más allá de los reinos de la muerte), de Judas Priest. Las familias de Belkamp y Vance, eludiendo toda responsabilidad relacionada con la muerte de sus hijos, decidieron llevar a juicio al grupo, acusándolo de incitar al suicidio a través de sus canciones.  Sostenían que en “Beyond The Realms Of Death” se había incluido un mensaje subliminal: “Do it, do it” (Hazlo, hazlo), pero, por supuesto, el mensaje, además de escueto era inaudible.  La acusación de los padres de Raymond y Vance fue desestimada. Y se quedaron sin los seis millones de dólares que pretendían birlarle a Judas Priest.

 
BLACK SABBATH: OSCULUM INFAME Y OTRAS YERBAS

Acusar de satánico al grupo integrado por  Ozzy Osbourne, Tony Iommi, Geezer Butler y Bill Ward era lo más sencillo del mundo: bastaba sólo con hacer hincapié en su nombre, Black Sabbath, que aludía a los aquelarres del medioevo. Existió el rumor de que la banda había realizado un pacto con Satanás bajo la advocación del líder de una sociedad inglesa de Wicca (religión neopagana que hace culto de la hechicería). Los Black Sabbath pagaron poco por los favores del demonio: parece que bastó con bailotear unas cuantas noches sobre las tumbas de un cementerio.
En realidad, la estética demoníaca de Black Sabbath respondía, en parte, a una estrategia de la empresa discográfica que editó su primer disco. La cubierta del mismo fue catalogada como “la portada más misteriosa de la historia del rock” y presenta a una dama de negro junto a un estanque. Al fondo, se ve un caserón antiguo. En la entrada del caserón aparece un siniestro rostro desdibujado.
La portada del segundo disco de la banda, “Sabbath Bloody Sabbath” es bastante más explícita: una horda de diablitos acosan a un joven tendido en su cama, con una serpiente a modo de bufanda. Hay también una calavera que ostenta el ominoso 666.
Esta parafernalia satánica era sazonada con las declaraciones de Osbourne: “No sé si soy el médium de un poder externo, pero sea lo que sea, espero que no sea lo que estoy pensando…”


SATÁNICOS REFORMADOS: BIENVENIDO AL REINO DE DIOS

Del único lugar del que no se vuelve es del ridículo. Del satanismo se puede volver. Dan prueba de ello, por ejemplo, Tom Araya (voz y bajo de Slayer) y Alice Cooper.
Slayer es una agrupación musical de heavy metal estadounidense fundada en 1981 por los guitarristas Jeff Hanneman y Kerry King en Huntington Park, California. Tanto sus letras como las portadas de sus álbumes versan sobre álgidos: satanismo, violencia, asesinato, asesinos seriales y guerras. Kerry King declaró: “Prefiero cantar sobre el Diablo que sobre Dios, ya que me gusta leer acerca del tema porque me interesa. Pero no sacrificamos bebés, ni quemamos iglesias, ni nada de eso.”
En 1998, Tom Araya decidió dar a conocer su veta católica: “Sí, creo en Dios. Vengo de un país católico, nací y me criaron en un país católico. Mis padres, mi padre y mi madre, ayudaban en una iglesia en Los Ángeles… De hecho mi padre, que falleció hace un tiempo, era diácono y mi madre todavía enseña catequesis los días domingo. Así que tengo mucha fe en Dios”. Cabe aclarar que Tom Araya es chileno.

 
COMO LO CUENTO YO ES ABURRIDO

Sí, como lo cuento yo es aburrido. O, por lo menos, poco turbador: el satanismo en el rock es sólo cartón pintado, un mito alimentado por los fanáticos religiosos, que tienen a quien culpar de la decadencia de la sociedad y por las compañías discográficas, que buscan hacerse de unos cuantos dólares con esta historia.
Como lo cuentan los Testigos de Jehová es otra cosa: “Marilyn Manson, quien se  llama a sí mismo  el "Anticristo” y cuyo nombre evoca a la actriz Marilyn Monroe, quien se suicidó y  Charles Manson, un terrible asesino, se operó las dos últimas costillas para poder realizarse él mismo  sexo oral, se colocó senos, se maquilla los ojos y la boca como una bruja, se viste de mujer, usa tangas brasileras.
Billie Joe Armstrong, del grupo Green Day, se desnuda en los conciertos. Alanis Morissette le imprime un alto contenido de violencia y salvajismo a sus canciones e induce al sexo bestial. Los Red Hot Chili Peppers se desnudan en público,  su música  es estrambótica y en sus videos hay bombardeos de imágenes y sonidos que estimulan la drogadicción y las perversiones sexuales. La mayoría de los grupos norteamericanos tiene como símbolo la cola de Satán o el número 666, que según dice San Juan en el Apocalipsis es el número de la bestia. Se disfrazan casi siempre de diablos, con pezuñas, aretes con cruces al revés y levantan las manos haciendo una "U" con los dedos meñique y pulgar. Los integrantes del grupo Kiss, se pintaban y vestían de forma grotesca, durante los conciertos escupían sangre, hacían gestos eróticos, prendían fuego y dominaban al público con toda clase de símbolos satánicos. Alice Cooper, cuyo verdadero nombre es Vincent Fournier, cuenta que hace algunos años fue a una sesión espiritista donde un espíritu le prometió fama mundial si le permitía posesionarse de su cuerpo. Cooper se dedica en los conciertos a sacrificar pájaros, perros y gatos, como si realmente estuviera poseído. Otros como los Rolling Stones, Black Sabbath, Slayer (que traduce asesino), Ozzy Osbourne, Iron Maiden, despedazan gallinas ante el público y se toman su sangre, comen murciélagos, recogen saliva de los asistentes y luego la beben, pisan pollitos y los matan, en fin, realizan rituales similares  a los del Vudú…”
Como lo cuentan los Testigos de Jehová es divino.

Por eso los escucho.

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