lunes, 27 de febrero de 2012

TRISTE, SOLITARIO Y FINAL


 TRISTE, SOLITARIO FINAL

“La nave del amor ha saltado por los aires en mil pedazos, y quedan los restos del naufragio, que ahora hay que repartir, esto para mí, esto para ti y cada uno por su lado.” 
Patrizia Carrano  

Hay algo que admiro profundamente de la gente de la farándula y afines: su capacidad, casi milagrosa, de salir de una historia de amor y entrar en otra, no sólo en tiempo récord, sino también sin sufrir, aparentemente, ningún tipo de daño más o menos serio. Yo, que he pasado semanas, meses y años tirada en la cama llorando por señores variopintos, festejo sinceramente a las muchachas que se ahorran fortunas en pañuelos descartables y con esas fortunas se hacen las lolas.
Las rupturas amorosas suelen ser, para el común de las mujeres, situaciones de lo más dramáticas. Todas creemos que nuestra historia de amor va a ser eterna y que jamás de los jamases nos veremos privadas de las atenciones y los arrumacos de nuestra media naranja. Pero la vida no es una telenovela y, la mayoría de las veces, los noviazgos, matrimonios, concubinatos y rejuntes terminan para el culo.
Para poder superar algo tan tremendo como la ausencia del ser amado y la pérdida de la ilusión que postula al amor como algo inmarcesible, tenemos que echar mano a cuanta ayuda podamos encontrar por ahí. Amigas íntimas, hermanas sin neurosis demasiado evidentes y vecinas que se encontraban en el lugar equivocado en el momento equivocado, suelen ser nuestros vapuleados paños de lágrimas. Cuando un romance acaba, todo es desesperación en nuestras pobres almitas y rara vez sabemos para donde salir disparadas.
Si bien es cierto que el tiempo todo lo cura, hasta que pasa el tiempo una anda llorando por los rincones. Por eso, hay una serie de premisas que es importante tener en claro para que nuestra recuperación sea lo más rápida posible y, más temprano que tarde, estemos nuevamente en pie, oteando el horizonte para ver si aparece un macho apetecible.
Esta vez, y siguiendo con mi costumbre de llenarlas de recomendaciones, las más de las veces inútiles, les acerco estos consejos para superar una ruptura. Si sirven no sé, porque yo hace años que no rompo con nadie. Digamos que mi relación de pareja ha entrado en ese estado catatónico en que las partes ni siquiera tienen las suficientes fuerzas como para romper un huevo en vistas de preparar una tortilla.

10 CONSEJOS PARA SUPERAR UNA RUPTURA

1) ACEPTAR QUE LA RUPTURA DE NUESTRA PAREJA NO ES EL FIN DEL MUNDO: Primero lo primero: una pareja desavenida no es ni el fin del mundo ni el fin de nuestro mundo. Es natural que los primeros días nos sintamos, ante la ausencia de nuestro amorcito, como tristes bagrecitos boqueando fuera del agua. Urge entonces que tomemos conciencia de que ese estado doloroso de supervivencia agónica pasará, como pasa todo. Aunque nos parezca mentira, ida la cruel tormenta, volveremos a enamorarnos y, cuando nos queramos acordar, estaremos llorando por otro pavote que nos colgó la galleta.
Si nuestra pareja aún no ha llegado a su fin, pero agoniza de manera irremediable, es menester que acabemos cuanto antes con el luctuoso asunto. El mundo está lleno de posibilidades: para cada roto hay un descosido. Así que seguir tercamente aferradas al espinazo de un señor que no nos hace felices, es una tontería y una lastimosa pérdida de tiempo.

2) PONERSE LO MÁS LINDA POSIBLE: Naturalmente, cuando estamos embarcadas en una feliz relación, sonreímos con más frecuencia, encontramos el lado positivo de cada asunto (por ejemplo, una no es narigona: tiene un rostro interesante), solemos emperifollarnos más y vestirnos mejor. Rara vez andamos por la casa con calzas viejas, remeras estiradas y los pelos recogidos con ganchos abominables. Del mismo modo, cuando enfrentamos una ruptura amorosa, deambulamos por la vida con una cara de culo atroz, volvemos a tener una nariz gigantesca, no nos depilamos, no nos peinamos y apenas nos lavamos el sobaco. Craso error, amables lectoras. Cuanto peor nos sintamos más debemos esforzarnos en que nuestra apariencia sea impecable, cuando no despampanante. Supuestamente, esta mejora de nuestro aspecto físico repercutirá en nuestro estado psíquico y comenzaremos a sentirnos un poquito mejor cada día. Además, señoras, si al poco tiempo de que un masculino nos abandonó nos encuentra por la vida, es mejor que nos descubra bellas y convenientemente acicaladas, y no hechas patéticos guiñapos.

3) HACER PLANES: Cuando una es amurada como en el más triste de los tangos, debe apurarse a hacer planes con familiares y amigos. Una cabeza aturdida es una cabeza a la que no se le cruzan fuleros berretines. Pero algo tiene que quedar claro: llorarle en la oreja todo el tiempo a parientes y camaradas es absolutamente contraproducente. Primero, porque si una sigue dando vueltas sobre el asunto de la ruptura, no va ni pa’tras ni pa’lante. Y segundo, porque la gente con la que hicimos planes terminará con las partes por el piso y huirá despavorida ante nuestros pataleos y lágrimas. Está bien que, cada tanto y muy al pasar, una se queje del hijo de puta que la abandonó. Pero la finalidad de los planes no es la queja: es el divertimento y el olvido.

4) DARSE TIEMPO: Aunque la puta posmodernidad nos obligue a dar vuelta la página enseguida ante cualquier tipo de pérdida y a dejarnos de joder con tanto lamento, el duelo es la reacción natural ante un evento de esa naturaleza y hay que vivirlo. No es grato, no es fácil, no es cómodo, pero hay que vivirlo. Cuando negamos la pérdida de alguien importante para nosotras o el efecto que esta pérdida produce en nuestras vidas, estamos actuando de forma patológica. El duelo no elaborado se manifiesta en un sinnúmero de enfermedades: obesidad, alergias, migrañas, problemas respiratorios y otras dolencias aún más graves. Por eso hay que darse tiempo para sentir la pérdida, llorar si una tiene ganas, gritar si una tiene ganas, y no sentirse obligada a estar tocando la pandereta todo el día, sólo porque nuestro entorno considera que no vamos por la vida arrojando serpentinas por falta de voluntad.
Iniciar una relación inmediatamente después de haber terminado otra, nunca conduce a buen puerto. No estamos viendo al otro como alguien a quien amar sino como un “parche terapéutico”. Tratemos de no emparchar nuestro dolor; poco a poco se irá disipando.

5) DISTRAERSE: Distraerse es importante y es menester que esa distracción no se de sólo cuando estamos con amigos o con parientes tolerantes. Es necesario que una aprenda a entretenerse aún estando sola. ¿Cómo conseguirlo? Si hablamos de señoras o señoritas sedentarias como vuestra servidora, una buena distracción sería embarcarse en la feliz tarea de rever las catorce temporadas de “Bonanza” o las diez de “Beverly Hills 90210”. Si nos referimos a damas y damiselas más activas, es bueno inscribirse en un gimnasio o tomar clases de merengue.

6) SER CONSECUENTE: Algunas veces no son los señores desaprensivos quienes nos abandonan. Somos nosotras las que, por un motivo u otro, ponemos fin a la relación, aún a costa de sufrir intensamente, porque somos conscientes de que a veces es mejor terminar un romance a padecerlo. Si fuimos nosotras las que tomamos la decisión de terminar, es necesario que seamos consecuentes con esa medida. Esto quiere decir que debemos evitar tirarnos alguna canita al aire con nuestro ex, llamarlo por teléfono, espiarlo y esas pendejadas. Estas actitudes inmaduras sólo conseguirán alargar la despedida hasta hacerla insufrible. Y retrasarán inútilmente nuestra feliz recuperación.

7) DARSE ALGÚN GUSTO: Cuando estamos tristes nos hacen falta mimos. No esperemos los mimos ajenos, porque quizás no lleguen. Ya sabe una lo jodida que es la gente. Agasajémonos nosotras mismas. Un buen mimo es una tarde de despilfarro en el shopping. Comprarnos algo que nos gusta siempre nos hace sentir mejor. También podemos mimarnos con un buen masaje o una visita a la peluquería. O abalanzándonos sobre un lemon pie.

8) ANALIZAR LA RELACIÓN QUE TERMINÓ: Pasado algún tiempo después la ruptura, es bueno analizar la relación que dejamos atrás, sobre todo para no cometer los errores del pasado cuando decidamos iniciar una nueva. También es producente analizar al tipo con el que estuvimos perdiendo el tiempo, para ver cuáles son las características de personalidad que no queremos encontrar en nuestro próximo novio, amante, concubino o marido. Hay que aprender de los errores. Tropezar dos veces con la misma piedra es cosa de pavotas y suicidas.

9) RESCATAR LOS BUENOS RECUERDOS: Por jodida que haya sido una relación de pareja, siempre hay algo bueno en ella que merece ser recordado. Rescatar los buenos recuerdos de un romance que terminó nos ayudará a no guardarle rencor al señor que creímos nuestra almita gemela y pasó por nuestra vida tan fugazmente como una estrella fugaz, valga la redundancia. Siempre hay algo lindo para recordar, aún cuando una deba esforzarse mucho para encontrarlo.

10) MIRAR PARA ADELANTE: Ya está. Ya pasó el tiempo suficiente y ese dolor que parecía ocuparlo todo fue aliviándose. Ahora es tiempo de mirar para adelante. Lo que pasó, pasó, y no hay manera de corregirlo. Lo que pase en el futuro depende de nosotras. La mayoría de las veces, emergemos de una crisis con más y mejores herramientas para enfrentar la vida. Por lo menos, eso es lo que dicen los libros de Brian Weiss.

Para que el doloroso proceso que atravesamos después de una ruptura no sea vano, voy a compartir con ustedes un decálogo de mi cosecha, confeccionado hace algún tiempo, con el cual atormenté a mi amiga Rosana durante años, hasta que la tipa estuvo en condiciones de bajar la cabeza y decir: “Tenías razón, Ra.” Teniéndolo en cuenta, se evitarán unos cuantos dolores, de cabeza y de los otros.

1) Un hombre que toma o se droga, no te sirve.
2) Un hombre que no es un buen proveedor, no te sirve.
3) Un hombre que prefiere la compañía de sus amigotes a la tuya, no te sirve.
4) Un hombre que te miente, no te sirve.
5) Un hombre que te maltrata física o psicológicamente, no te sirve.
6) Un hombre que sólo te encuentra defectos, no te sirve.
7) Un hombre que no cortó el cordón umbilical, no te sirve.
8) Un hombre que le huye al trabajo, no te sirve.
9) Un hombre que no te escucha, no te sirve.
10) Un hombre que sólo piensa en sí mismo, no te sirve.

Teniendo en cuenta este humilde decálogo, cualquier dama podrá evitar enredarse con un masculino que, tarde o temprano, le cagará la vida. Doy fe.

Queridas lectoras, si están atravesando una ruptura amorosa, no se desesperen. Ningún hombre es imprescindible. Ningún hombre es irremplazable. Y a veces, señoras, es mejor estar solas que mal acompañadas. Si tener un hombre al lado sólo nos reporta el dudoso beneficio de lavar calzoncillos, es hora de replantearse la relación. Bah, es hora de darle al tipo una buena patada en el culo. Y empezar a pensar en nosotras.

De una vez y para siempre.


No hay comentarios:

Publicar un comentario