ACCIDENTS HAPPEN
“Ha habido dos grandes
accidentes en mi vida. Uno de ellos fue el de coche, y el otro fue Diego. Diego
fue de lejos el peor.” - Frida Kahlo
Los
accidentes, mal que nos pese a los accidentados, suceden todo el tiempo y en
todos los ámbitos de la vida. Yo soy adicta a las caídas: la mitad de las veces
que voy a la verdulería, por ejemplo, termino despatarrada en el piso con 1
kilo de manzanas, 1 planta de lechuga de manteca y 1 kilo de tomates esparcidos
a mi alrededor. Esto se debe a dos razones fundamentales: las veredas de
Avellaneda tienen más accidentes geográficos que toda América Central y yo no
miro por donde camino. También suelo agarrarme los dedos con
las puertas, golpearme la cabeza con los estantes de la biblioteca y quemarme
cuando plancho. Ya sé, queridos míos, lo que están pensando: que los accidentes
suceden y que yo soy una mujer muy torpe. Puede ser, puede ser.
Entre la
gama infinita de accidentes a la que estamos expuestos los mortales, existen,
cómo no, los accidentes sexuales. Una tendería a pensar que un
accidente sexual es algo tan sencillo como la rotura de un preservativo en
medio del acto amoroso. Pero parece que no. Hay otro tipo de accidentes que,
algunas veces, pueden terminar muy mal, como fue el caso de un joven de 25 años
que, en enero de 2011, en Floresta, murió al caer desde un balcón del 6º piso
de un edificio de apartamentos en momentos en que intentaba ocultarse del
marido de su amante. O el de una pareja alemana residente en Lübeck que se
precipitó al vacío desde un 2º piso mientras mantenía una relación sexual de lo
más vehemente, en julio del 2010, sufriendo ambos tórtolos diversas
contusiones.
La
compañía norteamericana Medical Insurance ha
realizado un estudio según el cual 240 millones de personas en el mundo
tienen sexo cada día. Este estudio agrega, además, que cada una de esas
personas sexualmente activas, tiene, aproximadamente, unas 112 relaciones al
año. Pero ese no es quid de la cuestión: el quid de la cuestión es que casi un
tercio de estos felices amantes termina experimentando un accidente derivado
del sexo.
Medical Insurance elaboró una
infografía que nos acerca datos de lo más interesantes: cuáles son las
lesiones más frecuentes que se sufren teniendo sexo, cuáles son los objetos que
se rompen con más asiduidad en medio del frenesí erótico y cuáles son los
lugares más peligrosos para un revolcón. Pasen y vean.
Las 10 lesiones más frecuentes que se sufren durante el sexo
El amor,
señores, es maravilloso. Pero a veces resulta tan peligroso como cruzar la
Autopista Richieri con los ojos vendados. Rasguños, moretones, magulladuras,
torceduras y dolores varios pueden ser resultado de una sesión amatoria donde
faltó precalentamiento o sobraron hervores.
1) Tirón muscular: Parece que el
traqueteo erótico es caldo de cultivo para los estiramientos o desgarros de
músculos y tendones, lo cual no significa que el 100 % de los amantes sean
atletas consumados. Basta con un movimiento incorrecto o brusco para que, lo
que pintaba como un revuelco de aquellos acabe antes de empezar.
2) Dolores en la baja espalda: Hacer el amor salvajemente (y no tanto) puede ser causa
dolor, inflamación y contractura muscular.
3) Ardor en las rodillas: Estos
ardores, productos de rasguños y raspones, son muy comunes entre
los amantes que gustan de escenarios diversos y no se conforman con dar rienda
suelta a la pasión en una cama común y silvestre. Para evitarlos suele
aconsejarse a ciertas señoritas excesivamente efusivas el uso de
rodilleras.
4) Tortícolis: El sexo también puede
provocar contracturas de cuello. Hay que tener cuidado de no excederse en los
fervores y no andar revoleando el cuello a lo Raffaella Carrà.
5) Golpes en los codos y las rodillas: Típicas magulladuras amatorias.
6) Hombros magullados: Ídem.
7) Torsión de las rodillas: Consecuencia de las
malas posiciones.
8) Esguince o tensión en las muñecas: Durante una escaramuza amatoria uno puede esguinzarse una muñeca
por una mala posición o por una caída, que puede ser rimbombante como la de
la pareja de Lübeck o, mucho más humilde: si andamos con mala
estrella es suficiente caernos del catre para hacernos pelota contra el piso.
9) Esguince o tensión en los tobillos: Ídem
10) Dedos doblados: Recontra ídem.
Los 10 objetos que se rompen con más frecuencia durante el sexo
.
Por más
cuidadoso que uno sea a la hora de los bifes, siempre hay algo que termina
roto, sobre todo si la casa es chica.
.
1) Bases de cama: A todos nos pasó
alguna vez. Demasiado traqueteo demasiado intenso durante demasiado tiempo y a
la mierda con la base o las patas de la cama. Este accidente, por lo general,
no acarrea lesiones de gravedad y puede convertirse en una anécdota graciosa o
en un elemento de flagelación cuando los ardores de la pareja han disminuido y
ya no hay ni traqueteos, ni intensidades, ni nada que se le parezca.
.
2) Copas y botellas de vino: Es muy común que, para avivar el fuego y desinhibir a los amantes,
el alcohol esté presente en la previa de las relaciones sexuales. Si la cosa se
desmadró antes de poder poner botellas y vasos a resguardo, la pasión puede
terminar con unos cuantos vidrios rotos.
3) Cuadros de la pared: Los consabidos portarretratos pueden ser desbaratados de un
manotazo o pueden desbarrancarse si se golpea la pared con demasiado ímpetu.
4) Sillas: Hacer el amor en una silla es un poco incómodo, pero
no deja de tener su encanto. Hasta que las patas del mentado mueble ceden y la
feliz pareja queda desparramada en el piso, con los culos al norte y con alguna
de las diez lesiones enumeradas anteriormente.
5) Tazas de té: Algunas
parejas antojadizas se lanzan a tener sexo luego de haber desayunado en la
cama. Las tazas de té o café suelen tener el mismo triste final que las copas y
las botellas de vino a las que hicimos referencia en el punto 2 de esta
juiciosa lista.
6) Paredes dañadas: ¿Cómo se dañan las paredes teniendo sexo? Qué se yo. Mi
experiencia en el tema es vasta, pero tampoco soy El Libro Gordo de
Petete.
7) Cajones de cómodas: Los cajones también suelen sucumbir ante los manotazos y las
patadas urgentes, tal como las copas, las botellas, los cuadros y las tazas de
té.
8) Puertas: Las puertas se suelen dañar del mismo modo que las paredes, por lo
tanto, no tengo ni puta idea cómo.
9) Ventanas: Si la pareja es algo exhibicionista o si gusta de tomar aire
cuando se entrega a la lujuria carnal, es común que haga el amor cerca de una
ventana. Si la cosa se pone muy caliente, seguro que hay vidrios rotos o
cortinas desgarradas.
10) Jarrones o floreros: Los jarrones y floreros que decoran mesas y mesitas pueden
ser barridos por manotazos involuntarios en la vida real o por manotazos
fríamente calculados en las películas, cuando el galán de turno arrasa con todo
lo que hay sobre un mueble para consumar el acto sexual sobre el mentado
bártulo.
Los 10 lugares más peligrosos para tener sexo
Buscando
desbaratar la rutina o ponerle un plus de aventura al vínculo, muchas parejas
tienen sexo en lugares que no son los que habitualmente se utilizan para los
trámites carnales. Un auto, un baño público, un cuarto ajeno asaltado en medio
de una fiesta, una plaza, la playa. Medical Insurance ha
confeccionado, después de sesudos estudios, una lista que abarca los 10 lugares
más peligrosos para hacer el amor. Como esta es una cuestión de estadísticas y
son escasos o directamente inexistentes los casos en los que una pareja se cae
de un barranco o es atacada por una estampida de rinocerontes mientras hace el
amor, los lugares que aparecen en esta lista pueden resultar de lo más
prosaicos.
1) Sofá: ¿Qué riesgo puede conllevar
hacer el amor en un sofá? ¿Qué algún resorte se clave en las calurosas
humanidades de los amantes? ¿Qué en el frenesí de la cópula rueden y terminen
en el piso? Tampoco es para tanto.
2) Escalera: Tener sexo en una escalera
sí puede ser peligroso, sobre todo si los embates eróticos arremeten contra las
barandas.
3) Auto: Salvo que el auto esté en
movimiento y uno de los implicados en el acto sexual sea el conductor, yo no
veo que sea demasiado alarmante hacer el amor en un coche. Los riesgos son, a
mi criterio, clavarse una palanca de cambios en un lugar non sancto o
ser abordados por Jason Voorhees en un mal día.
4) Ducha: Si uno tiene sexo en la
ducha corre varios riesgos: enredarse con la cortina, romper la mampara o
resbalar y caer exponiéndose a recibir algunas de las lesiones enumeradas
anteriormente u otras peores aún.
5) Cama: Ustedes dirán, y con razón,
que una cama es el lugar más seguro para hacer el amor. Pero ya les expliqué
que esto es una cuestión de estadísticas. Parece que aún en un ámbito tan
ramplón como una cama la gente tiene accidentes. Se caerán, supongo.
6) Silla: Ya hemos hablado
anteriormente de los apuros que puede acarrear tener sexo en una silla.
7) Mesa de la cocina: Parece que después de
“The Postman Always Rings Twice” (“El cartero siempre llama dos veces”),
muchas parejas han intentado emular a Jack Nicholson y Jessica Lange y dar
rienda suelta a sus ardores eróticos sobre la mesa de la cocina. Si hay gente
que se cae de la cama, imagínense ustedes cuántos chitrulos pueden llegar a
caerse de la mesa.
8) Jardín: Hacer el amor en el jardín, sobre
todo en verano, es lindo y bucólico. El gran problema lo presentan los jardines
delanteros, que nos exponen a la vista de curiosos y voyeurs. Otro
inconveniente que ofrece el jardín es la proliferación de insectos y alimañas
que pueden hacer estragos en zonas que, generalmente, no suelen ver el
sol.
9) Baño: Tener sexo en el baño puede
acarrear una serie de accidentes: si lo hacemos sentados en la tapa del
inodoro, la podemos quebrar e irnos a la miércoles, si lo hacemos contra la
pileta, la podemos arrancar e irnos a la miércoles, si lo hacemos en la ducha
ya vimos lo que puede suceder (además de irnos a la miércoles), etc.
10) Clóset: El riesgo de hacer el amor
en el clóset es cerrar la puerta en medio del frenesí y después no poder
abrirla. Situación de lo más espantosa para vuestra servidora, claustrofóbica
si las hay, que la supone como una pesadilla de Edgar Allan Poe. Yo en un
clóset no me meto ni con Jared Padalecki. Aunque el arrepentimiento me carcoma
el resto de mis días.
Hasta
aquí, mis queridos, los datos que Medical Insurance ha
aportado acerca del tema. Espero que les hayan sido de utilidad para tomar
ciertas precauciones o, por lo menos, para entretenerse un rato. Como corolario
de este escrito les dejo una frase de François de la Rochefoucauld: “No
hay accidente, por desgraciado que sea, del que los hombres hábiles no obtengan
provecho.”
Arrivederci.
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