jueves, 28 de junio de 2012

101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – V



101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – V

“No más sobre sexo, es demasiado aburrido.” 
 Lawrence Durrell

Los Consejeros Cosmo quieren que deliremos. Que seamos presa de la demencia, la enajenación, la locura. Que el más desencajado frenesí anegue nuestras sábanas. Que el desvarío y la alucinación se codeen con nuestras bombachas.
Con el lascivo propósito de que el desatino diga presente a la hora de los bifes, las gentes calenturientas de la “Cosmopolitan” nos acercan estos extraviados “Trucos para delirar”. Debo confesar que yo los estudié concienzudamente y mucho no deliré. Pero ya se sabe que yo soy una mujer extraña. Que gusta más de una porción de lemon pie que de un masculino dispuesto a la consumación del acto. Una gorda inmunda, bah. Y a mucha honra.

TRUCOS PARA DELIRAR

82-Atacalo cuando esté en la cocina. Háganlo de pie, con la puerta de la heladera abierta. El frío y la sensación de urgencia son estímulos muy poderosos. Delirar con la puerta de la heladera abierta es, por lo menos, extraño. La sensación de urgencia no sé por dónde viene, si por la urgencia de cerrar la puerta de la heladera porque abierta pierde el frío, como dice mi mamá o porque en otra habitación de la casa está la suegra mirando tele. A los Cosmo le gustan estas chanchadas.

83-Tengan sexo en cámara lenta: hagan lo mismo de siempre, pero de una manera muy lenta. La sensación será inolvidable. Para delirar con este tip hace falta que la suegra no esté mirando la tele en otra habitación de la casa.

84-Hacer el amor desnuda y con la cara cubierta por un pañuelo o una pashmina puede ser una experiencia ultra hot. Bue, si esta gente lo dice.

85-Con algún programa de diseño (como el Corel o el InDesig), editá para él una revista estilo Maxim. Por supuesto: la protagonista de todas las notas sos vos. Estas gentes de la “Cosmo” son muy propensas al onanismo cibernético. Los señores no computarizados se quedan sin delirar la mayoría de las veces. Lamentable.

86-Untá su miembro con miel. Después, limpialo con tu lengua. Si los Consejeros Cosmo hubieran recomendado untar las partes con el señor a festejar con salsa chutney, salsa vongole o coulis de kiwi, esta sugerencia delirante tendría un touch de primicia. Pero la cuestión de la miel es una obviedad. Además, ¿a quién le gusta la miel a destajo? A Winnie Pooh, nomás. La gente normal no se empacha con miel. Se empacha con dulce de leche.

87-Ubicate en la cama boca arriba, con las piernas separadas, sin bombacha. Él tiene que acostarse con las piernas apuntando hacia vos. De esta manera podrá tocar tu Zona V con los dedos del pie. Una, que tiene encima muchas más horas de televisión que de reviente, no puede dejar de relacionar la Zona V con el espinoso asunto de la Invasión Extraterrestre. Pero, no. Cuando los Consejeros Cosmo se refieren a la Zona V aluden a las partes femeninas. Yo no sé si es un lugar para que un masculino ande metiendo las patas. No me parece.

88-Al mejor estilo Samantha Jones en "Sex and the City", rescotate sobre el capot del auto con las piernas abiertas y preparate para recibir el mejor sexo oral de tu vida. Qué les dije. Que estas gentes estrafalarias suponen que una vive dentro de un capítulo de "Sex and the City". Pero, no. Una vive en el conurbano bonaerense. Va a la verdulería y todo. Este truco, además, puede resultar glamoroso si el capot sobre el que una se recuesta lujuriosamente pertenece a un Bugatti Veyron o un Rolls-Royce Phantom. Pero desparramarse encima de un Renault 4 es muy triste. Muy.

89-Durante el misionero, levantá tus piernas y apoyalas sobre los hombros de él. La penetración va a sentirse mucho más ajustada y profunda. ¿La novedad?

90-Háganlo contra la pared, frente a un espejo. Todo será doblemente excitante. Sigo esperando la novedad.

91-Durante una sesión de sexo oral, en el momento exacto en el que él está a punto de cruzar la línea de llegada, detenete. Repetí esta jugada varias veces. ¡Vas a enloquecerlo! Además, corrés el riego de que el tipo te golpeé, lo que para algunas mentes perversas, no deja de ser excitante.

92-Mojá con tu lengua la tela de los boxers que cubre su paquete y exhalá aire caliente sobre la zona. Vas a provocarle escalofríos de placer. En el maravilloso mundo de la “Cosmopolitan” no hay hombres que usen slips con elásticos estirados y porten lastimosos paquetitos.

93-Proponele un desafío, tiene que recorrer tu cuerpo sólo con un dedo y lograr excitarte sin apelar a los recursos más obvios. ¿Recursos más obvios son los cinco dedos?

94-Sólo para golosos: sentate desnuda, abrí las piernas y colocá un copo de crema batida sobre tu clítoris. No vale que diga que está a dieta. Habrán notado ustedes, carísimos lectores, que mis comentarios acerca de estos trucos ultra ardientes son cada vez más escuetos. Es que, ante tanta pavada erótica hasta yo, que tengo un pico que da miedo, me quedo sin palabras.

95-Durante un mes, tengan sexo todos los días. Tené presente que el erotismo se retroalimenta. O sea: cuanto más tenés, más querés. O sea, ¿cómo se hace para tener sexo todos los días con un señor rebelde que pretende dormir, mirar la tele o repasar su colección de estampillas? Hay masculinos sediciosos que se niegan rotundamente a poner el cuerpo día tras día para que nosotras satisfagamos nuestros caprichos sexuales. Llama la atención que los ediores de la "Cosmopolitan" desconozcan de plano la existencia de estos señores duros de tumbar.

96-Grabá tus sesiones de autoplacer y después pasáselas al MP3. Analizar detalladamente los trucos, consejos, tips y recomendaciones que la revista “Cosmopolitan” imparte a sus lectoras, nos hace concluir que la chica Cosmo pura dedica el 90% de su día al sexo. Si tiene un señor a mano, bienvenido sea. Si no lo tiene, bienvenida sea su colección de sex toys. Ninguna acción llevada a cabo por esta hembra insaciable apunta a fines más elevados que el placer, el autoplacer, el goce y el regodeo. Una vergüenza.

97-Apagá las luces del cuarto y señalá el área dónde querés ser besada con un puntero láser. Truco muy Scout, orientado a que el masculino concrete su buena acción del día.

98-Sorprendelo con estímulos no obvios. Frotá su cara con tu tanga o recorré sus pies con tu lengua. Imagino cuán atrevida deberá ser una mujer para frotar la cara del señor agasajado con sus calzones. Yo, la verdad, no me animo a tanto, que me perdone la “Cosmopolitan”.

99-Por una noche, tus lolas deben ser las únicas protagonistas. El puede hacerles cosquillas con las pestañas o decorarlas con chocolate, por ejemplo. Si dentro del sorprendente universo de las revistas femeninas existiera cierta lógica, todas las actividades erótico culinarias propuestas por las mismas no se llevarían a cabo con productos que las mujeres tenemos definitivamente prohibidos, como el dulce de leche, el chocolate o el helado. Nuestras lolas deberían ser decoradas con yogurt “Ser” y nuestros clítoris coronados con una porción de mermelada “BC”. Es altamente conflictivo y categóricamente nocivo para nuestro equilibrio emocional untar nuestras humanidades con manjares mientras nos vemos obligadas a consumir viandas inmundas.

100-Mientras tu chico habla por teléfono con un amigo, montate sobre él y, sin decir una palabra, empezá a cabalgarlo. Insisten los Cosmo en que una no diga ni una palabra. Ya sé que a los hombres les gustan las muditas. Pero yo no puedo.

101-En el misionero, mientras él está adentro de vos, empezá a acariciarte. No sólo vas a ofrecerle un espectáculo impresionante: vas a lograr un Gran O extraordinario. La “Cosmo” es, como verán, una revista que maneja un argot propio y particular. Aclaro, para los menos despiertos, que un Gran O es un orgasmo, ¿capisci?

Gracias a Dios y a su cohorte de ángeles, hasta aquí llegan los trucos ultra ardientes que ofrece la “Cosmopolitan” con el impúdico fin de que nuestras sábanas se incineren en un feliz caso de combustión espontánea.
Yo, que mucha experiencia en el tema no tengo, pero que más o menos me defiendo, sostengo que tanta premeditación va en contra de la eficaz consumación del episodio lúbrico. Este asunto de tocate, ponete, sacate, filmate, gemí, no gimas, entrompate, tirá el dado, revoleá el jabón, etc., etc., etc., convierte al acto amoroso en una puesta en escena de lo más deplorable.
Ignoro si estos puerquísimos pases mágicos habrán aportado alguna novedad a vuestras vidas íntimas. Si los habrán incinerado como corresponde. No sé. No importa. Yo me vi en la obligación moral de transmitírselos y así lo he hecho. No me lo agradezcan.

Ya les dije que lo mío es un sacerdocio.

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