viernes, 1 de junio de 2012

101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – II


101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES – II

“Sólo existen dos cosas importantes en la vida. La primera es el sexo y la segunda no me acuerdo.” 
 Woody Allen

¿Recuerdan las burbujas de amor de Juan Luis Guerra? El tipo era un ente inaudito que quería ser un pez y hacer burbujas de amor por donde quiera. Una cosa extraña, sí. Porque los peces son más bien inexpresivos. Yo hubiera querido ser una cosa menos pavota. Pero bue. Retomando el gustoso asunto de los “101 trucos ultra ardientes” que los Consejeros Cosmo nos ofrecen para promover la novedad entre las sábanas, les cuento, queridos amigos, que esta vez la movida erótica viene de lo más burbujeante. Pero estas burbujas orientadas a levantar corazones e intimidades no son burbujas de amor. Ya sabemos que la “Cosmopolitan” no se ocupa de esta emoción tan arcaica Son burbujas de placer.
Debo confesar que si alguien me susurra al oído burbujas de placer, yo pienso inmediatamente en una damajuana de champagne. Es harto conocida mi lastimera inclinación a la botella, cuando de este líquido precioso se trata. Pero no. Estas burbujas son de jabón, porque la premisa es bañarse acompañado y aprovechar la boleada para hacer alguna otra cosa más que honrar nuestra higiene personal.
Abordé estos trucos calenturientos con más escepticismo que el acostumbrado, si esto es posible. Porque la timba erótica, a pesar de ser una reverenda boludez, podía llegar a caerme simpática. Pero el baño acompañado me resulta de lo más chocante.
A mí me gusta bañarme sola, por dos motivos cardinales. En primer lugar, porque considero que el del baño es uno de los pocos momentos realmente íntimos y privados que tenemos en la vida. En el devenir cotidiano nos vemos atosigados por novios, maridos, amantes, padres, hijos, abuelos, tíos y primos. Es difícil que podamos encontrar un instante para estar a solas con nosotras mismas. La hora del baño es ideal para este menester. Bajo ningún concepto permitiría que un masculino invadiera este espacio sacrosanto. En segundo lugar, porque coincido con Bradbury: “¿Por qué nadie me dijo que se podía llorar en la ducha? Qué buen sitio para llorar, qué sitio singular para abandonarse y saber que nadie oye…” Llorar hay que llorar. Es conocido por las muchedumbres que moramos en un valle de lágrimas y despropósitos. Pero llorar en público termina siendo contraproducente: uno acaba viéndose embestido por pañuelos descartables, antidepresivos, ansiolíticos y abrazos inoportunos. Así que hay que llorar en la ducha, donde nadie nos rompe las pelotas.
Hecha estas aclaraciones, paso a propagar otros veinte trucos ultra ardientes, agrupados esta vez bajo el apartado “Burbujas de placer”. Ustedes se fijan que hacen con estos abracadabras lúbricos.

BURBUJAS DE PLACER

21-Tomá un sorbo de té y enseguida lleva su miembro de paseo por tu boca. No me queda muy claro cuál es el papel que tienen las burbujas en este atrevido consejo. Bien distintas hubieran sido las cosas si el sorbo a tomar fuera de soda o de Coca Cola. Pero lo del té es un misterio absoluto. De todas formas, mi experiencia me dice que el sorbo previo es irrelevante. Acá lo importante es el paseo.

22-Invitalo a ducharse con vos, pero con una condición: nada de sexo. La prohibición va a funcionar como el mejor estimulante. Debo aceptar que esta vez los Consejeros han dado en el clavo: las prohibiciones siempre funcionan como estimulante. Por eso cuando estamos a dieta nos zampamos porciones de pizza y barras de chocolate a granel. Yo ya aclaré que jamás invitaría a un masculino a ducharse conmigo. Pero sobre gustos no hay nada escrito.

23-Duchate y salí del baño como si no te hubieras dado cuenta del efecto “camiseta mojada”. ¡El va a encenderse al instante! Yo parienta de Máxima Zorreguieta no soy, pero, dentro de mis limitaciones y a pesar de mi triste linaje, trato de ir por la vida de una forma más o menos decorosa. El efecto “camiseta mojada” es una grasada inmunda. Tan inmunda como ese asunto de la cola Reef. El efecto “camiseta mojada”, recurso indigno y ordinario, se lo dejo para las mujeres que arreglan todo con un par de tetas. Yo estoy para otra cosa.

24-Comprate un duchador y estrenalo frente a tu chico. Va a quedarse bizco al ver todos los usos que le das. Una chanchada.

25-Después de un día agotador, nada como compartir un baño de inmersión con él... ¡y un vibrador! Usalo para masajearle el cuello (al principio, al menos). Estas gentes disolutas de la “Cosmopolitan” tienen una obsesión malsana con el vibrador. Ya saben, leedores asiduos, que yo pugno por el sex toy ecológico. Hay que tener muy en claro que una pila común tarda en degradarse entre 500 y 1000 años y que puede llegar a contaminar 3.000 litros de agua. Así que antes de comprar un vibrador, hay que evaluar el hecho de salir a la calle y hacerle una caída de ojos al primer señor que pase. Siempre en pos del cuidado del planeta. Pero, además (sí, sí, soy vieja, chota y maniática) los baños de inmersión me parecen repulsivos. Una ensucia el agua y luego retoza amablemente en esa solución mugrienta. Yo ni siquiera me meto en una pileta. Porque los bañistas ensucian el agua y ni loca voy a dejar que un líquido nauseabundo que tocó las partes de de otras gentes toque mis partes. Ni loca.

26-Llená la bañera hasta la mitad, acomodate panza abajo y después invitalo a avanzar por detrás. Panza abajo no sonó muy elegante que digamos. Avanzar por detrás, menos que menos. Los Consejeros van mostrando la hilacha. Para llevarlos a tomar el té al Palacio de Buckingham no están.

27-Cuando él se esté afeitando, tomalo por asalto. Pegate a su espalda y masajeá su parte trasera (antes, lubricate los dedos). Acá no se aclara debidamente si la parte de atrás del señor que se está afeitando es la espalda o el traste. No sé.

28-Después de tomar un baño súper sexy, no se sequen: vayan directo a la cama. El mix de urgencia, piel desnuda y humedad es in-fa-li-ble. ¿Bañarme para volverme a ensuciar? No, gracias.

29- Apenas él salga de la ducha, envolvé su mástil con tu pelo y friccioná suavemente. Leer este truco y caer redonda fueron situaciones simultáneas. ¿¿¿¿¿Qué es eso del mástil????? ¿¿¿¿¿Dónde hay hombres con mástiles????? ¿¿¿¿¿Me perdí de algo?????

30-Llená el baño de vapor y animate a grabar tu propio video Triple X. Yo no sé si esto de la grabación del video se dice en sentido literal o en sentido figurado. Pero todos sabemos como termina este asunto de los videos y una no es Pamela Anderson como para que sus intimidades se anden propagando por Internet. Además, ¿por qué el vapor? ¿Para dar vida a una nueva y esplendorosa pareja hot? ¿Sherlock Holmes y su querido Watson? ¿Carlos, Príncipe de Gales y Camilla Parker-Bowles? ¿Winnie the Pooh y Tigger?

31-Regalale una noche digna de un rey: preparale un baño de inmersión, secalo con una toalla tibia, llevalo a la cama y hacelo que alcance el cielo. Al otro día, el tiene que hacer lo mismo con vos. Estos Consejeros, o bien son excesivamente limpitos o bien piensan que la gente está tan al pedo que puede bañarse diez veces al día.

32-Cuando compartan un baño de inmersión, pedile que te de un masaje de lolas con óleo hidratante. Imaginate cómo termina todo. Llama la atención que estás gentes que hablan sin tapujos de acomodarse panza abajo e invitar al masculino a avanzar por detrás, recurran, esta vez, a un innecesario eufemismo. Deberían hablar en criollo e indicarle a la muchacha ansiosa de encender los petardos del sexo que le cante la justa al masculino y le pida que le toque las tetas. Más directo, menos rebuscado.

33-¡Desafialo! ¿Quién inventa la pose sexual más hot en la bañadera? El premio: una sesión de sexo oral. Vuelve a llamar la atención que estos entes modernos y liberados de la "Cosmopolitan" utilicen una palabra tan rancia y vetusta como bañadera.

34-Cuando te estés duchando pedile que te alcance tu sex toy sumergible. Él no va a poder resistir la tentación de espiarte… ¡e intervenir! Digo yo, ¿para calentar a un tipo es necesario contaminar el planeta de forma tan irreflexiva? ¿Tengo que repetir todo el engorroso asunto de las pilas? Déjense de romper las bolas con los sex toy. Además, ¿si una tenía un vibrador sumergible para qué se compró el duchador? ¿No será mucho?

35-Probá el efecto del aire caliente del secador de pelo sobre su espalda mojada… ¡y su paquete! ¿Qué paquete? ¿Un paquete de masas? ¿Un paquete de jabón en polvo? ¿Un paquete de yerba? ¿Hace falta usar una expresión tan grasa para referirse a los atributos varoniles del señor que supimos conseguir? ¿Qué les pasa a los Consejeros Cosmopolitan? A veces nos hablan como si fuéramos Carrie Fisher. Otras veces, como si fuéramos Silvia Süller. Me desconciertan. Absolutamente.

36-Después de ducharte, salí del baño en bata, tiralo sobre la cama y dedicale la mejor jineteada de tu vida sin dirigirle una sola palabra. Ya dije que, por una cuestión de sentido común, yo me baño después, no antes. Y no puedo relacionarme con nadie sin dirigirle una sola palabra. A mí me pierde la lengua.

37-Convertí tu esponja de baño en un chiche erótico: friccioná suavemente con ella su pene en más de una dirección. La verdad, ya me estoy aburriendo un poco de las burbujas de placer.

38-Apenas salga de la ducha, mientras se seca, dale sexo oral. ¿El detalle? Meté en tu boca un puñadito de arroz para que la movida se vuelva más sexy. Esta no la sabía. Juro por Dios que no la sabía. De todos modos, me opongo a la moción. ¿Y si me atraganto?

39-Masticá un cubito de hielo. Después, pedile que se acueste boca arriba, atale las manos con una corbata, empezá a lamer sus tetillas y seguí bajando. ¡El efecto helado va a encenderlo! Todo este jugueteo perverso de novedoso no tiene nada. Yo, “Nueve semanas y media” la vi hace veinte años. Ingenuamente, creí que los Consejeros se iban a despachar con trucos sensacionales, con pases de magia insólitos, con giros despampanantes. Pero, no. La misma boludez de siempre.

40-Cuando él se esté bañando, tomalo por asalto. Metete en la ducha y ayudalo a enjabonarse, esmerándote en sus áreas sensibles. Decididamente, ya me aburrí.

Quiero decirles, leyentes míos, que si ustedes no tienen tiempo para el boludeo antedicho, basta con echar mano a una pastillita de Viagra. Y listo. Porque si los consejos del apartado “Jugando con fuego” eran fastidiosos, estos son directamente insufribles.
Ya saben cuál es mi trágico pensamiento: todas estas huevadas no sirven para nada si entre nos y el señor bañado, masajeado y entalcado todo está muerto.
Los editores de la “Cosmopolitan” se jactan de que sus lectoras son sex-pertas. Pasan por alto, eso sí, que estén desnaturalizadas y lobotomizadas. Estas mujeres enardecidas ignoran olímpicamente el drama de Anna Karenina, las fatalidades de Tristán e Isolda y las novelas de Verónica Castro. Para ellas todo es matraca. Matraca y matraca.
Con esfuerzo y paciencia he puesto a su disposición, caros amigos, cuarenta trucos ultra ardientes para inflamar las sábanas, las duchas y los pasillos. Pero faltan. Faltan unos cuantos más. Tengan paciencia.

Y no larguen los jabones.

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