LET’S SPEND THE NIGHT TOGETHER
"Algo vino sobre mí en la presencia de los ídolos del rock, algo vil y despreciable, algo maravilloso y santo."
Pamela Des Barres
.
Cuando
Pamela Des Barres –una “groupie” de las más famosas y de las
más afortunadas, ya que logró casarse con Michael Des Barres, vocalista de Silverhead,
que no sería Mick Jagger pero tenía lo suyo- publicó su libro "Let's
Spend the Night Together: Backstage Secrets of Rock Muses and Supergroupies", las
feministas norteamericanas se rasgaron las vestiduras. Era escandaloso que una
mujer reconociera su rol de objeto erótico y, además, se jactara de él. Pamela,
que además de famosa y afortunada, es una mujer con respuestas para todo, se
encogió de hombros y disparó: “Yo era una mujer que hacía lo que
quería. ¿Acaso el feminismo no se trata de eso?”
Para las
mujeres como Pamela –denominadas “groupies”, palabra que hoy
en día tiene un dejo despectivo pero que alguna vez, allá por los dorados ’70,
sirvió para nombrar a las chicas que “acompañaban” a las
bandas y se enorgullecían de eso- “hacer lo que querían” era
coleccionar amantes entre las estrellas de rock. Que suena mucho más divertido
que incendiar corpiños o patalear contra el avasallamiento del típico macho de
clase media. Sabrán ustedes disculpar que con esta impúdica afirmación ponga en
evidencia mi irrefranable alma de bataclana.
Todo
aquel que pretende descifrar el mundo de las “groupies” especula
con que estas chicas indecentes mostraron la hilacha a principios de la década
del ’50, con el explosivo nacimiento del rock and roll. Discrepo con esta
apreciación. Sabido es de sobra que grandes músicos como Mozart o Beethoven
tuvieron más de un amorío con melómanas burguesas y, en muchos casos, comprometidas.
Las “groupies” existen desde que el mundo es mundo o, por lo
menos, desde que a alguien se le ocurrió prolongar y elevar los sonidos del
lenguaje para producir ese prodigio que llamamos música.
Pero
volvamos a los ’50. Dicen los que saben que fue en esa década cuando surgieron
las primeras fans desquiciadas. Pero no fue hasta los ’60, con el arribo de The
Beatles, que las chicas enloquecieron del todo. Cada vez que el público de
los Fab Four abandonaba la sala donde se había celebrado uno
de sus conciertos, había un charquito delator debajo de las butacas que
ocupaban las fanáticas más ardorosas. Literalmente, las chicas se hacían pis
por The Beatles.
Cuando
los muchachuelos de Liverpool hacían sus pinitos en The Cavern ya
tenían seguidoras dispuestas a todo. Chicas “de cuchillo en liga” atacaron
más de una vez a Cynthia Powell o Maureen Cox, las novias oficiales de John y
Ringo. Pero cuando The Beatles se catapultaron
vertiginosamente al estrellato, la cosa tomó un cariz alarmante. Grupos de
chicas comenzaron a hacer guardia día y noche en las puertas de sus casas. Los
músicos se mudaron a locaciones que se mantenían en secreto. Eso no evitó que
unas cuantas fanáticas se colaran en el domicilio de Paul y se llevaran algunas
cositas a modo de souvenirs. Diane Ashley se metió en la casa del músico “por
la ventana del baño” y, una vez adentro, abrió las puertas para que
entraran las otras chicas. Semejante osadía fue inmortalizada por McCartney en su
canción "She Came In Through the Bathroom Window".
Las
chicas que montaban guardia frente a la casa de Paul (el beatle más cordial con
las fanáticas), en los alrededores de los los estudios “Abbey Road” y
en las puertas de las oficinas de “Apple” fueron bautizadas
despectivamente por George Harrison como Apple Scruffs, lo que no
impidió que Georgie escribiera para una de ellas una canción románticamente
sospechosa. Para perpetuar la leyenda rosa que envuelve a The Beatles se
dice que estas niñas sólo pretendían de los músicos un autógrafo o una palabra
amable. Pero yo, la verdad, no pongo las manos en el fuego por nadie.
Hubo “guopies
beatle” realmente afortunadas: Lizzie Bravo y Gayleen Pease grabaron
los coros de "Across The Universe" junto al grupo.Y la
australiana Jenny Kee, de ascendencia cantonesa, asegura en sus memorias (a las “groupies” les
encanta escribir memorias) que fue “la primera chica asiática de John
Lennon”.
Pero las
fans de The Beatles resultaron niñitas de pecho cuando, en los
años ’70, las “groupies” más enloquecidas alcanzaron el
estrellato. Algunas, como las chicas stone Anita Pallenberg y
Marianne Faithfull, además de querer divertirse, eran bellas, talentosas,
marcaban tendencia en el mundo de la moda y tenían relaciones más o menos
estables con los músicos (lo que no impedía, como ustedes comprenderán, los
revolcones por otros lares). Anita fue, en un principio, novia de Brian Jones,
de cuyo maltrato fue rescatada por Keith Richards (y todo queda en familia).
Marianne era amante de Mick Jagger y de Richards, quienes, según cuenta la
leyenda, compartían bombones en la vagina de la alocada niña (y todo
vuelve a quedar en familia). Faithfull , que fue la primera persona en
pronunciar la palabra “fuck” en una película (I'll Never
Forget What's 'Isname), declaró, para disgusto de Mick, que Keith lo
aventajaba notablemente en las lides amorosas. En sus memorias, obvio.
La ya
citada Pamela Des Barres se dio el lujo de hacer el amor con unos cuantos
músicos, entre ellos nada más y nada menos que Jim Morrison. Y de llegar a los
60 y pico hecha una reina. Eso para los que dicen que el puterío avejenta.
Pamela formó parte del grupo musical The Girls Together Outrageously
(GTO), bancado por Frank Zappa, y escribió unos cuantos libros donde relata
sus experiencias amatorias y foguea a otras “groupies” para
que relaten las suyas, abundando en detalles pintorescos sobre poses, caprichos
y tamaños. Y si hablamos de tamaños no podemos ignorar a Cynthia Plaster Caster
que tenía (y aún tiene) una inquietud artística de lo más pintoresca: hacer
moldes de yeso de los penes en erección de las estrellas de rock. Cuando en el
año 2008 la productora pornográfica Vivid Entertainment lanzó
un video porno casero presuntamente protagonizado por Jimi Hendrix, contó los
ojos avizores de estas dos damas para verificar que el pene que aparecía en la
película en cuestión era, efectivamente, el del célebre Jimi.
Lori
Madoxx, una preciosa morocha que perdió su virginidad a los 13 años, en un ménage
à trois con David y Angie Bowie, conoció a Jimmy Page a los 14
(después de haber “conocido” a otros muchos señores rockeros).
Tuvieron un romance volcánico que acabó cuando Page la dejó por Bebe Buell (la
bella madre de Liv Tyler que, como quien dice, no dejó títere con cabeza). Lori
salía de parranda con Sable Starr, Queenie Glam, Karen Umphrey y Shray Mecham.
Todas pibitas que no pasaban de los 15 años pero que darían vuelta como un
guante a una pavota de 44 como yo (que sólo tuve un novio bajista a los 20 que,
encima, tocaba mal). Los Led Zeppelin las preferían
jovencísimas. Y no las trataban muy bien que digamos. Nada que ver David Bowie,
que les pintaba las uñas. Josette Caruso, otra locuela notoria, contó que
Robert Plant se dirigía a ella como si fuera la peor de las prostitutas. La
chica lo aceptaba como algo natural: “Bueno, ¡seguía siendo Robert
Plant! Tú sabes, no era el chico de una estación de servicio.”
Sable
Starr, una rubita que se teñía el vello púbico de verde e iba a los conciertos
prácticamente desnuda, era idealizada por Nancy Spungen (“groupie” que
terminó apuñalada por su partenaire, Sid Vicious) y odiada por Pamela Des
Barres, que la defenestró en su libro "I’m With the Band",
donde puso en duda su condición de musa y la catalogó como una simple putita.
Bueno es
saber que Cynthia Plaster Caster no era la única “groupie” con
costumbres exóticas: Barbara “The Butter Queen” alcanzó la
celebridad cubriendo con manteca los miembros amatorios de sus célebres parejas
sexuales. Que fueron muchas. Hasta se dio el lujo de untar a mi adorado David
Cassidy, la muy yegua. Jenny Fabian, la "groupie"psicodélica
británica, estaba siempre fumada pero era honesta: cada vez que se llevaba a la
cama a un músico le avisaba que en el futuro lo iba a escarchar en un libro.
Jo Jo
Laine, que perdió su virginidad con Jimi Hendrix en el festival de Woodstock,
no le hizo asco a nada y terminó casándose con Denny Laine, guitarrista de Wings. A
Linda McCartney se le ponían los pelos de punta cada vez que la alegre Jo Jo
acompañaba al grupo a una gira. Temía que la desprejuiciada muchacha pusiera
sus libidinosos ojitos en Paul (temor bastante justificado, considerando que,
cuando era adolescente, Jo Jo Laine estaba enamorada de McCartney, le escribía
extensas cartas y juraba que se iba a casar con él).
Sweet
Connie y Dee Dee Keel, ambas expertas en sexo oral, tenían algo que las
diferenciaba de las otras “groupies”: su espíritu democrático.
Estas lenguas entusiastas atendían a músicos y a roadies por igual. Aunque
fueron sus nombres los que pasaron a la historia, muchas chicas hicieron
favores a la periferia para llegar a los músicos. Alice Cooper, que es loco
pero no tanto, declaró una vez: “Muchas de estas chicas son vírgenes, se
comportan decentemente en su vida personal, tiene novios a los que no han dado
acceso a su intimidad. Y, sin embargo, con un músico, en la cama se comportan
como expertas prostitutas y son capaces de dejarse sodomizar, de participar de
una orgía o de mamarles el pene a todos los integrantes de la banda. Conocí a
una chica de quince años, virgen, que para llegar al camarín a saludarnos tuvo
sexo con el chofer que transportaba los equipos. Tuvimos que darle una paliza
inolvidable al sujeto y luego indemnizar a la chica”.
Los
nombres siguen: Star Stowe (chica Playboy enredada con Gene
Simmons y estrangulada cuando apenas tenía cuarenta años por uno de sus
sórdidos acompañantes), Patti D'Arbanville (el gran amor de Cat Stevens),
Margaret Moser (que hacía estragos entre los músicos con su lujurioso grupete The
Texas Blondes), Cyrinda Foxe (con un aire a Marilyn Monroe y una hija de
Steve Tyler: Mia, modelo XXL), Morgana Welch (que también tenía su grupo, las L.A.
Queens), Pennie Lane (destacada miembro de The Flying Garter Girls,
un conjunto de cinco "groupies" que giraba con
muchas bandas de rock a principio de los ’70, e inspiración de la película Almost
Famous, de Cameron Crowe), Devon Wilson ( la “Dolly Dagger” de
Jimi Hendrix), Christine Boris (considerada la principal atracción de las
bandas de rock en EEUU)... y más. Muchas más. Bautizadas por la historia como "supergroupies".
Algunos
dicen que este jubiloso gremio de "supergroupies" no
se extinguió , como podría suponerse, con los últimos estertores de los ’70 y
que, además, goza de buena salud. Citan como presuntas "supergroupies" a
Pamela Anderson, Carmen Electra y Kate Moss. Pero no, no, no. “Supergroupies” eran
las de antes.
Se
preguntarán ustedes cómo es que sé tanto de estas ilustres atorrantas. Ya les
dije: tengo alma de bataclana. Y reivindico a las bailarinas de burlesque, a
las rubias tetonas de los años ’50 y a las encantadoras pin ups que
pintó Alberto Vargas. Y a las “groupies”, obvio.
Porque si el feminismo no se trata de hacer lo que una quiere,
aunque lo que una quiera es saltar alegremente de cama en cama, ¿me quieren
decir de qué corno se trata?
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