sábado, 4 de agosto de 2012

LET’S SPEND THE NIGHT TOGETHER


LET’S SPEND THE NIGHT TOGETHER 

"Algo vino sobre mí en la presencia de los ídolos del rock, algo vil y despreciable, algo maravilloso y santo." 
Pamela Des Barres
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Cuando Pamela Des Barres –una “groupie” de las más famosas y de las más afortunadas, ya que logró casarse con Michael Des Barres, vocalista de Silverhead, que no sería Mick Jagger pero tenía lo suyo- publicó su libro "Let's Spend the Night Together: Backstage Secrets of Rock Muses and Supergroupies", las feministas norteamericanas se rasgaron las vestiduras. Era escandaloso que una mujer reconociera su rol de objeto erótico y, además, se jactara de él. Pamela, que además de famosa y afortunada, es una mujer con respuestas para todo, se encogió de hombros y disparó: “Yo era una mujer que hacía lo que quería. ¿Acaso el feminismo no se trata de eso?”
Para las mujeres como Pamela –denominadas “groupies”, palabra que hoy en día tiene un dejo despectivo pero que alguna vez, allá por los dorados ’70, sirvió para nombrar a las chicas que “acompañaban” a las bandas y se enorgullecían de eso- “hacer lo que querían” era coleccionar amantes entre las estrellas de rock. Que suena mucho más divertido que incendiar corpiños o patalear contra el avasallamiento del típico macho de clase media. Sabrán ustedes disculpar que con esta impúdica afirmación ponga en evidencia mi irrefranable alma de bataclana.
Todo aquel que pretende descifrar el mundo de las “groupies” especula con que estas chicas indecentes mostraron la hilacha a principios de la década del ’50, con el explosivo nacimiento del rock and roll. Discrepo con esta apreciación. Sabido es de sobra que grandes músicos como Mozart o Beethoven tuvieron más de un amorío con melómanas burguesas y, en muchos casos, comprometidas. Las “groupies” existen desde que el mundo es mundo o, por lo menos, desde que a alguien se le ocurrió prolongar y elevar los sonidos del lenguaje para producir ese prodigio que llamamos música.
Pero volvamos a los ’50. Dicen los que saben que fue en esa década cuando surgieron las primeras fans desquiciadas. Pero no fue hasta los ’60, con el arribo de The Beatles, que las chicas enloquecieron del todo. Cada vez que el público de los Fab Four abandonaba la sala donde se había celebrado uno de sus conciertos, había un charquito delator debajo de las butacas que ocupaban las fanáticas más ardorosas. Literalmente, las chicas se hacían pis por The Beatles.
Cuando los muchachuelos de Liverpool hacían sus pinitos en The Cavern ya tenían seguidoras dispuestas a todo. Chicas “de cuchillo en liga” atacaron más de una vez a Cynthia Powell o Maureen Cox, las novias oficiales de John y Ringo. Pero cuando The Beatles se catapultaron vertiginosamente al estrellato, la cosa tomó un cariz alarmante. Grupos de chicas comenzaron a hacer guardia día y noche en las puertas de sus casas. Los músicos se mudaron a locaciones que se mantenían en secreto. Eso no evitó que unas cuantas fanáticas se colaran en el domicilio de Paul y se llevaran algunas cositas a modo de souvenirs. Diane Ashley se metió en la casa del músico “por la ventana del baño” y, una vez adentro, abrió las puertas para que entraran las otras chicas. Semejante osadía fue inmortalizada por McCartney en su canción "She Came In Through the Bathroom Window".
Las chicas que montaban guardia frente a la casa de Paul (el beatle más cordial con las fanáticas), en los alrededores de los los estudios “Abbey Road” y en las puertas de las oficinas de “Apple” fueron bautizadas despectivamente por George Harrison como Apple Scruffs, lo que no impidió que Georgie escribiera para una de ellas una canción románticamente sospechosa. Para perpetuar la leyenda rosa que envuelve a The Beatles se dice que estas niñas sólo pretendían de los músicos un autógrafo o una palabra amable. Pero yo, la verdad, no pongo las manos en el fuego por nadie.
Hubo “guopies beatle” realmente afortunadas: Lizzie Bravo y Gayleen Pease grabaron los coros de "Across The Universe" junto al grupo.Y la australiana Jenny Kee, de ascendencia cantonesa, asegura en sus memorias (a las “groupies” les encanta escribir memorias) que fue “la primera chica asiática de John Lennon”.
Pero las fans de The Beatles resultaron niñitas de pecho cuando, en los años ’70, las “groupies” más enloquecidas alcanzaron el estrellato. Algunas, como las chicas stone Anita Pallenberg y Marianne Faithfull, además de querer divertirse, eran bellas, talentosas, marcaban tendencia en el mundo de la moda y tenían relaciones más o menos estables con los músicos (lo que no impedía, como ustedes comprenderán, los revolcones por otros lares). Anita fue, en un principio, novia de Brian Jones, de cuyo maltrato fue rescatada por Keith Richards (y todo queda en familia). Marianne era amante de Mick Jagger y de Richards, quienes, según cuenta la leyenda, compartían bombones en la vagina de la alocada  niña (y todo vuelve a quedar en familia). Faithfull , que fue la primera persona en pronunciar la palabra “fuck” en una película (I'll Never Forget What's 'Isname), declaró, para disgusto de Mick, que Keith lo aventajaba notablemente en las lides amorosas. En sus memorias, obvio.
La ya citada Pamela Des Barres se dio el lujo de hacer el amor con unos cuantos músicos, entre ellos nada más y nada menos que Jim Morrison. Y de llegar a los 60 y pico hecha una reina. Eso para los que dicen que el puterío avejenta. Pamela formó parte del grupo musical The Girls Together Outrageously (GTO), bancado por Frank Zappa, y escribió unos cuantos libros donde relata sus experiencias amatorias y foguea a otras “groupies” para que relaten las suyas, abundando en detalles pintorescos sobre poses, caprichos y tamaños. Y si hablamos de tamaños no podemos ignorar a Cynthia Plaster Caster que tenía (y aún tiene) una inquietud artística de lo más pintoresca: hacer moldes de yeso de los penes en erección de las estrellas de rock. Cuando en el año 2008 la productora pornográfica Vivid Entertainment lanzó un video porno casero presuntamente protagonizado por Jimi Hendrix, contó los ojos avizores de estas dos damas para verificar que el pene que aparecía en la película en cuestión era, efectivamente, el del célebre Jimi.
Lori Madoxx, una preciosa morocha que perdió su virginidad a los 13 años, en un ménage à trois con David y Angie Bowie, conoció a Jimmy Page a los 14 (después de haber “conocido” a otros muchos señores rockeros). Tuvieron un romance volcánico que acabó cuando Page la dejó por Bebe Buell (la bella madre de Liv Tyler que, como quien dice, no dejó títere con cabeza). Lori salía de parranda con Sable Starr, Queenie Glam, Karen Umphrey y Shray Mecham. Todas pibitas que no pasaban de los 15 años pero que darían vuelta como un guante a una pavota de 44 como yo (que sólo tuve un novio bajista a los 20 que, encima, tocaba mal). Los Led Zeppelin las preferían jovencísimas. Y no las trataban muy bien que digamos. Nada que ver David Bowie, que les pintaba las uñas. Josette Caruso, otra locuela notoria, contó que Robert Plant se dirigía a ella como si fuera la peor de las prostitutas. La chica lo aceptaba como algo natural: “Bueno, ¡seguía siendo Robert Plant! Tú sabes, no era el chico de una estación de servicio.”
Sable Starr, una rubita que se teñía el vello púbico de verde e iba a los conciertos prácticamente desnuda, era idealizada por Nancy Spungen (“groupie” que terminó apuñalada por su partenaire, Sid Vicious) y odiada por Pamela Des Barres, que la defenestró en su libro "I’m With the Band", donde puso en duda su condición de musa y la catalogó como una simple putita.
Bueno es saber que Cynthia Plaster Caster no era la única “groupie” con costumbres exóticas: Barbara “The Butter Queen” alcanzó la celebridad cubriendo con manteca los miembros amatorios de sus célebres parejas sexuales. Que fueron muchas. Hasta se dio el lujo de untar a mi adorado David Cassidy, la muy yegua. Jenny Fabian, la "groupie"psicodélica británica, estaba siempre fumada pero era honesta: cada vez que se llevaba a la cama a un músico le avisaba que en el futuro lo iba a escarchar en un libro.
Jo Jo Laine, que perdió su virginidad con Jimi Hendrix en el festival de Woodstock, no le hizo asco a nada y terminó casándose con Denny Laine, guitarrista de Wings. A Linda McCartney se le ponían los pelos de punta cada vez que la alegre Jo Jo acompañaba al grupo a una gira. Temía que la desprejuiciada muchacha pusiera sus libidinosos ojitos en Paul (temor bastante justificado, considerando que, cuando era adolescente, Jo Jo Laine estaba enamorada de McCartney, le escribía extensas cartas y juraba que se iba a casar con él).
Sweet Connie y Dee Dee Keel, ambas expertas en sexo oral, tenían algo que las diferenciaba de las otras “groupies”: su espíritu democrático. Estas lenguas entusiastas atendían a músicos y a roadies por igual. Aunque fueron sus nombres los que pasaron a la historia, muchas chicas hicieron favores a la periferia para llegar a los músicos. Alice Cooper, que es loco pero no tanto, declaró una vez: “Muchas de estas chicas son vírgenes, se comportan decentemente en su vida personal, tiene novios a los que no han dado acceso a su intimidad. Y, sin embargo, con un músico, en la cama se comportan como expertas prostitutas y son capaces de dejarse sodomizar, de participar de una orgía o de mamarles el pene a todos los integrantes de la banda. Conocí a una chica de quince años, virgen, que para llegar al camarín a saludarnos tuvo sexo con el chofer que transportaba los equipos. Tuvimos que darle una paliza inolvidable al sujeto y luego indemnizar a la chica”.
Los nombres siguen: Star Stowe (chica Playboy enredada con Gene Simmons y estrangulada cuando apenas tenía cuarenta años por uno de sus sórdidos acompañantes), Patti D'Arbanville (el gran amor de Cat Stevens), Margaret Moser (que hacía estragos entre los músicos con su lujurioso grupete The Texas Blondes), Cyrinda Foxe (con un aire a Marilyn Monroe y una hija de Steve Tyler: Mia, modelo XXL), Morgana Welch (que también tenía su grupo, las L.A. Queens), Pennie Lane (destacada miembro de The Flying Garter Girls, un conjunto de cinco "groupies" que giraba con muchas bandas de rock a principio de los ’70, e inspiración de la película Almost Famous, de Cameron Crowe), Devon Wilson ( la “Dolly Dagger” de Jimi Hendrix), Christine Boris (considerada la principal atracción de las bandas de rock en EEUU)... y más. Muchas más. Bautizadas por la historia como "supergroupies".
Algunos dicen que este jubiloso gremio de "supergroupies" no se extinguió , como podría suponerse, con los últimos estertores de los ’70 y que, además, goza de buena salud. Citan como presuntas "supergroupies" a Pamela Anderson, Carmen Electra y Kate Moss. Pero no, no, no. “Supergroupies” eran las de antes.
Se preguntarán ustedes cómo es que sé tanto de estas ilustres atorrantas. Ya les dije: tengo alma de bataclana. Y reivindico a las bailarinas de burlesque, a las rubias tetonas de los años ’50 y a las encantadoras pin ups que pintó Alberto Vargas. Y a las “groupies”, obvio.

Porque si el feminismo no se trata de hacer lo que una quiere, aunque lo que una quiera es saltar alegremente de cama en cama, ¿me quieren decir de qué corno se trata?

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