viernes, 10 de febrero de 2012

BENDITO VENENO


BENDITO VENENO
  
“Aquel día, Cupido
pensó: “Me voy de casa”,
y nos clavó
dos flechas en pleno
corazón, bendito veneno.”
“Bendito veneno”, Joaquín Sabina

Como sabrán, carísimas lectoras, hoy, 14 de febrero, se celebra el Día de los Enamorados. Por eso vamos a hablar de amor. Hablar de amor  podemos hacerlo de mil maneras distintas. Podemos echar mano a la pureza de Antoine de Saint-Exupery y decir que “amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección”. Podemos hacer nuestra la pasión de William Shakespeare y clamar: “Duda que sean fuego las estrellas, duda que el sol se mueva, duda que la verdad sea mentira, pero no dudes jamás de que te amo”. Podemos ponernos místicos como Rabindranath Tagore (“El Amor es el significado último de todo lo que nos rodea; no es un simple sentimiento, es la verdad, es la alegría que está en el origen de toda creación”), filosóficos como Friedrich Nietzsche (“Todo lo que se hace por amor, se hace más allá del bien y del mal”), escépticos como François de la Rochefoucauld (“El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto”)  o románticos como Pablo Neruda (“Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas”). O podemos ser más modernos y hacernos eco de la “Tipología de los estilos de amar” que postula  John Alan Lee, sociólogo y psicólogo canadiense  y autor de los libros “The colors of love”, “Colours of love: An exploration of the ways of loving” y “Getting sex: A new approach : more fun, less guilt”, entre otros.  
John Alan Lee postula que hay 6 tipos de amor, cada uno de ellos con determinadas características. Desasnémonos juntas, amables lectoras,  y conozcamos cuáles son esos tipos, a ver si conseguimos catalogar de una vez por todas a esa relación incomprensible y muchas veces lastimosa que nos une al hombre con el cual compartimos colchón.

 LOS 6 TIPOS DE AMOR POSTULADOS POR JOHN ALAN LEE


1) AMOR TIPO “EROS” (CORAZÓN EN LLAMAS): “Renunciar a mi pasión es como desgarrar con mis uñas una parte viva de mi corazón.” - Gabriele d' Annunzio

El amor tipo “eros” es, según vuestra servidora, el único que vale la pena. Es ese sentimiento al que le han cantado desde los juglares de tiempos idos hasta los adalides de la cumbia santafesina. El que han idealizado poetas de toda calaña. El que padeció y gozó Verónica Castro en cada una de sus telenovelas.
El amor tipo “eros” conlleva una fortísima atracción física y un deseo sexual descomunal (hablando en castizo, una calentura de aquellas). Ocurre de repente (flechazo, amor a primera vista, lo vi y me meé, etc.)  y puede terminar tan abruptamente como comenzó. Es un amor irracional, intenso, en el que los sentimientos se desmadran generando todo tipo de accidentes. Los señores y señoras envueltos en este querer casi adolescente  tienden a idealizar las relaciones románticas y dar gran importancia a la belleza, el deseo y la atracción física. Lamentablemente, las relaciones basadas en el amor tipo “eros” tienden a deteriorarse rápidamente. Los amantes necesitan vivir en un estado de pasión desenfrenada y eso se torna imposible cuando la bella en cuestión amanece con las pestañas pegoteadas de rimmel y el cabello en un estado calamitoso y el ardoroso galán ronca.  



2) AMOR TIPO “PRAGMA” (CONTABILIDAD AFECTIVA): “El secreto del éxito está en prepararse para aprovechar las oportunidades en cuanto se presenten.” - Benjamín Disraeli

El amor tipo “pragma” es aquel que prioriza el lado práctico de las cosas. Acá no hay versitos de los “Dos Corazones”, ni canciones de Valeria  Lynch ni mariposas u otros insectos revoloteando en los estómagos subyugados. El amante pragmático evalúa costos y ganancias antes de embarcarse en un romance. Si la historia puede llegar a tener futuro, invierte.  En caso contrario, desiste. Así de sencillo. Este tipo de amor lamentable es algo así como un debe y haber inmundo.
El amor tipo “pragma” es el que practican las gentes racionales. Estas personas inconcebibles tienen una lista de prerrequisitos a la hora de buscar la pareja ideal y analizan  muchísimo los pros y los contras de una relación antes de comprometerse. Deciden amar a quien mejor cumpla con sus requerimientos y necesidades.  El amante pragmático evalúa a sus potenciales parejas por su nivel de educación, su profesión, sus ingresos, su estatus social, los intereses  que puedan tener en común, su potencial como padres y sus posesiones materiales. No se enfoca en los aspectos emocionales del amor.
A mí, señores, me parece pornográfico decidir amar a alguien. El amor nos cae del cielo como un milagro o como una maldición. No se decide: se goza, se sufre y se padece. 
 

3) AMOR TIPO “STORGE” (AMANTES Y AMIGOS): Pues siempre es güeno tener palenque ande ir a rascarse.” – José Hernández

Hay romances que comienzan de una manera tan gradual que los involucrados  no saben cuándo ni cómo se originaron. Tampoco tienen muy claro si es un romance, aunque sea pobrecito, o sólo la necesidad comprensible de tener palenque ande ir a rascarse, como reza el Martín Fierro. Ese tipo de idilios  encuadran en el estilo “storge”.
En las historias de amor tipo “storge” la atracción  física es un tema secundario. No hay noches incandescentes ni música de violines. Lo que cuenta en esta relación más bien pasteurizada es la confianza mutua y los valores compartidos.  Obviamente, los románticos de hoy y de siempre renegamos del amor tipo “storge”, al que consideramos tan emocionante como una carrera de caracoles.
Estos romances insulsos se inician, generalmente, con una amistad muy fuerte, que, un buen día, desemboca en otro tipo de sentimientos. El aspecto sexual del amor tipo “storge” es menos importante que el aspecto amistoso. Un amante “storge” no nos hará perder la cabeza entre las sábanas pero puede ser un muy buen compañero para el Scrabble. Hija de los tiempos posmodernos ha nacido otro tipo de relación que puede considerarse una degeneración del amor tipo “storge”: la amistad con derecho a roce. Esta relación implica sexo entre amigos cuando son las 3 de la mañana del domingo y ninguna de las partes involucradas enganchó algo más o menos potable.


4) AMOR TIPO “ÁGAPE” (TODO PARA EL OTRO): “El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.” - Carta de San Pablo a los Corintios

El amor tipo “ágape” es aquel que se basa en el altruismo y la generosidad. Para el amante “ágape” la caridad bien entendida no empieza por casa y las necesidades afectivas del otro están siempre antes que las propias. Este enamorado se entrega totalmente a la relación y satisface como sea la voluntad de su media naranja (incluyendo los caprichos). El amante “ágape”, conocido por su amor generoso y  fraternal, no le hace ascos a ningún sacrificio con tal de ver feliz a su pareja.
En el amor tipo “ágape”  es muy loable, pero carece de emociones fuertes. Y a nosotras nos gustan las emociones fuertes, ¿no?


5) AMOR TIPO “LUDUS” (AMOR SE LLAMA EL JUEGO): “Un dólar ganado en el juego es el doble de dulce que un dólar ganado en tu sueldo.” - Paul Newman

El amor tipo “ludus” es un juego que, generalmente, no pasa de una noche de sexo. El amante “ludus” evita el compromiso y, aún cuando no pretende dañar a sus parejas, termina haciéndolo cuando se pone en evidencia la diferencia de expectativas sobre la relación. Para este Casanova imparable, el desafío de la conquista es mucho más atractivo que la persona a la que se pretende seducir. Como evita vincularse seriamente con sus conquistas, el amante “ludus” suele tener relaciones simultáneas. Los amantes lúdicos tienden a ser jugadores en el romance, son adictos a la excitación que produce formar una nueva relación romántica y no sirven para construir una relación seria y a largo plazo. Van saltando de lecho en lecho con ímpetu y alegría. El amor tipo “ludus” hace el intento, pero no llega a ser amor, valga la paradoja.


6)  AMOR TIPO “MANÍA” (ATRACCIÓN FATAL): “Y morirme contigo si te matas, y matarme contigo si te mueres…” – Joaquín Sabina

Es un clásico: cuando se quiere hablar del amor tipo “manía” se echa a mano a la pobre Alex Forrest, la protagonista femenina de “Atracción Fatal”, que pasó a la historia por hervir un conejo tan sólo porque el turro de Dan Gallagher no entraba en la olla.  El amor tipo “manía” es así: una obsesión descontrolada que puede causar estragos.  El amante “manía”  es posesivo, dependiente, celoso, controlador y totalmente adicto a la relación. Sus demandas son tan desorbitadas que es imposible colmarlas. Para este demente, él es el que más ama, el que más da, el que más se compromete, y su media naranja jamás le corresponde del mismo modo. Requiere inagotables pruebas de amor y es capaz de hacer todo tipo de locuras para llamar la atención del ser amado. El amante “manía” tiene terror a que su pareja lo abandone y rompe tanto las pelotas con esa posibilidad que su tórtolo, agotado, termina dejándolo por darle la razón, al mejor estilo Joaquín Sabina en Praga.
El amor tipo “manía” se sufre y se padece, pero jamás se goza. Una lástima.

Hasta aquí, mis queridas, la concienzuda clasificación de John Alan Lee en lo que a tipos de amor se refiere. Seguramente se habrán visto reflejados en alguno de estos estilos amatorios o habrán adivinado a sus parejas en cualquiera de ellos. Yo, señores, soy una amante “eros” con preocupantes pinceladas de “manía” que el Dr. Halsband controla a base de lamotrigina, quetiapina y clonazepán.
Doy por finalizado este sesudo artículo con una cita de Jacinto Benavente: “En asuntos de amor los locos son los que tienen más experiencia. De amor no preguntes nunca a los cuerdos; los cuerdos aman cuerdamente, que es como no haber amado nunca.”

 Au revoir. 

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