LAS
PEORES FRASES PARA TERMINAR UNA RELACIÓN
“El
amor tiene fácil la entrada y difícil la salida.”
Félix
Lope De Vega
En los albores del siglo XXI,
inmerso en un mar de dudas existenciales, el filósofo
argentino Rodrigo Bueno se
preguntaba desesperado: “¿Cómo
le digo a mi mujer que ya no la quiero más?” Salta
a la vista, gratos lectores, que no hubo nadie capaz de darle una respuesta más
o menos creativa, porque los hombres siguen terminando sus relaciones de manera
calamitosa. Cierto es que, en general, los seres humanos no nos caracterizamos
por nuestra nobleza ni por nuestro arrojo. Mucho más cierto, aún, que el
bendito cromosoma Y es el feliz portador de un plus
indiscutido de cobardía
amorosa. Pero terminar noviazgos, amantazgos, concubinatos y matrimonios mal avenidos se ha convertido para la
grey masculina es un patético muestrario de frases hechas capaces de sacar de
sus casillas al mismísimo Dalai
Lama. Si no me creen, pasen y lean.
LAS PEORES FREASES PARA
TERMINAR UNA RELACIÓN
-NO SOS VOS, SOY YO. Frase trillada si las hay (y pelotuda, y carente
de sentido), “No sos vos, soy yo” se lleva las palmas en lo que a
excusas imbéciles a la hora de dejar a una pareja se refiere. Mis queridos, ya
sabemos que son ustedes y no
nosotras los que quieren
terminar la relación. Son
ustedes y no nosotras los que
ya no aman. Son ustedes
y no nosotras los que se
aburrieron del sexo compartido. Son
ustedes y no nosotras los que
ya tienen palenque ande
ir a rascarse. Eso está
clarísimo. Lo que queremos saber es por
qué, cuándo y cómo. Por qué nos
desechan, cuándo dejaron de amarnos y cómo se atrevieron a dejar de solazarse con
nuestras gratas y abundantes humanidades y empezaron a solazarse con las de
otras (mucho más magras que las nuestras, para colmo de males). Si no nos van a
dar las explicaciones pertinentes, más vale que hagan mutis por el foro. Retírense en silencio. Callen con
bonhomía. Métanse el no sos
vos, soy yo en algún lugar
donde no les quede cómodo.
-NECESITO TIEMPO. Hete aquí otra frase que hace furor entre los
señores dispuestos a recuperar su soltería a costa de lo que sea: “Necesito
tiempo”. Ante esta excusa
vil que, además, ni siquiera marca un final contundente y nos deja en una
especie de stand by inmundo, aferradas a la pajarona
ilusión de que nuestro amado encuentre el tiempo que necesita y vuelva al redil
con un Rolex de regalo, vale preguntarnos: ¿Para
qué necesita tiempo este turro? ¿Para ver las catorce temporadas de Bonanza en DVD? ¿Para aprender chino cantonés?
¿Para tejer la bufanda más larga del mundo y entrar al libro Guinness? No, los hombres no necesitan tiempo: necesitan
arrancarnos del jardín de su vida como si fuéramos una mala hierba.
-ESTOY ATRAVESANDO UN MOMENTO
DIFÍCIL. “Estoy atravesando un momento difícil” es otro enunciado muy taquillero entre los
masculinos dispuestos a poner fin a un romance. ¿Qué tiene que ver atravesar un momento difícil con abandonar
a la mujer que supo ser sostén de muchos otros momentos peliagudos? ¿Alguna
de ustedes atravesó alguna vez un momento más difícil que un parto? ¿No? ¡Claro
que no! Y a ninguna se le ocurrió pedirle a una enfermera que le avisara al
padre de la criatura por nacer que iba a poner fin a la pareja debido a las
dificultades de la situación. Tampoco abandonamos a nuestros hombres cuando se
murieron nuestros parientes, nos quedamos sin trabajo o nos dejaron de entrar
los jeans talle 36. Que quede bien clarito: el único momento difícil que amerita el final de una pareja es
la portación ilegal de amantes.
-NECESITO ENCONTRARME. “Necesito
encontrarme” es la excusa favorita a la
hora de colgarnos la galleta de los machos que presumen de sensibles. Pintores, músicos, poetas y todo tipo
de vagos y malentretenidos que se autotitulan artistas, son propensos a perderse. Y salir a buscarse es, para ellos, un motivo más que
válido para cortar amarras y perderse para siempre en el
océano del mundo. Mujeres, no se dejen engañar por estos señores sensitivos a los que no les vendría nada mal un
GPS incrustado en alguna zona non
sancta: estos caballeros no necesitan encontrarse. Necesitan encontrar a otra dama a quien impresionar con sus
dotes amatorias. O, en el peor de los casos, ya
la encontraron.
-ESTOY CONFUNDIDO. ¿Qué nos quiere decir un hombre cuando nos
escupe en la jeta que está
confundido? ¿Qué no sabe si nos ama como
a una mujer o como a una amiga o qué duda entre embutirse en un
calzón Eyelit o en una tanguita animal print? Chi lo sa? La deplorable frase “Estoy
confundido” también
aparece a menudo en la boca de los machos ávidos de libertad pero carentes de
testículos.
-SOS DEMASIADO BUENA PARA MÍ
Y NO QUIERO LASTIMARTE. “Sos demasiado buena para mí y no quiero lastimarte” es otra sentencia que los varones juzgan apta
para terminar una historia de amor menguante sin recibir ningún tipo de golpe o
improperio. Parece que, algunas veces, las mujeres somos tan buenas que terminamos siendo demasiado buenas. Y, como esa bondad titánica hace
que nuestros hombres no deseen lastimarnos, ellos terminan haciendo algo
totalmente incoherente: nos
lastiman. Si nuestros machos no quieren dañarnos, ¿por qué nos infligen el daño mayor, que es abandonarnos? ¿Dejarnos
olvidadas y en un rincón oscuro como a un sospechoso yogurt vencido en un supermercado
chino es cuidarnos? ¿Por
qué no se van a la puta que los parió?
-NECESITO EXTRAÑARTE PARA
SABER SI DE VERDAD TE AMO. Cuando un caballero nos toma de las manos y con cara de
circunstancia adversa nos zampa: “Necesito extrañarte para saber si de
verdad te amo”, nos está mintiendo. De
acá a la China. Para
saber si amamos a alguien no
necesitamos extrañarlo. Y, si
amamos a alguien, no queremos extrañarlo. Queremos tenerlo en
nuestra cama, en nuestra mesa y en nuestro inodoro. Aunque después lo tengamos
que limpiar nosotras. Con esta excusa pelotuda que aspira a ser romántica, los muchachos intentan dejarnos y,
además, quedar como dignos discípulos de Shakespeare.
Hasta aquí, mi gente bella,
lo que vuestra servidora se ha cansado de escuchar en boca de señores huidizos
y de señoras abandonadas que le relataron con estupor las excusas bochornosas
que ciertos caballeros indecorosos usaron para pegarse el piro. Excusas todas sumamente pobres,
orientadas a obviar una frase rotunda y que deja poco espacio para los malos
entendidos: “No te quiero
más.” Una frase
dura, es cierto, pero mucho más digna que toda la cháchara inmunda con la que
los caballeros y, muchas veces las damas, disfrazamos nuestros verdaderos
sentimientos. Me despido de ustedes con un sabio pensamiento de Alexander
Graham Bell, apto para tener en cuenta en los duros momentos en los que el amor
decide plantarnos y partir en busca de nuevos horizontes: “Cuando una puerta se cierra, otra
se abre, pero a menudo vemos tanto tiempo y con tanta tristeza la puerta que se
cierra que no notamos otra que se ha abierto para nosotros.”
Buenas tardes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario