"REVISTAS ROBADAS DE LOS CONSULTORIOS DE
QUILMES":
MIMANDO A LOS GEMELOS
“Amigos
son los huevos, que están en el mismo nido y nunca se regañan.”
Roberto
Fontanarrosa
Pocas cosas hay que me provoquen tanto placer como
estar en la sala de espera de un médico, frente a una prometedora pila de
revistas y, además, sola. Casi nunca se dan estas tres variables juntas. A
veces no estoy en la sala de espera de un médico. A veces estoy, pero en la
mentada sala no hay revistas. A veces estoy y hay revistas, pero hay otros
pacientes en la sala, cosa que en mi caso, por ejemplo, inhibe mucho las
conductas vandálicas. Pero hoy se alinearon los planetas y se me dio: estuve
casi media hora en la sala de espera de mi nueva psiquiatra, frente a una pila
de revistas, sola. Dirán ustedes que las revistas de las salas de espera suelen
tener tres o cuatro años encima, lo que les quita todo viso de novedad. Pero no es tan así. Porque hay revistas como
la “Cosmopolitan” o la “OhLaLa” que jamás envejecen. La
estupidez nunca pasa de moda. Los tips,
las movidas y los styles, tampoco. Con frenesí y apuro,
por si aparecía alguien, vandalicé las “OhLaLa”,
mamotretos enormes que no entran en ninguna cartera. Arranqué hojas y
hojas. La única “Cosmopolitan” que
había me la metí en el bolso. Sí, es un despropósito que una mujer de mi edad
robe revistas de una sala de espera. Pero tengan en cuenta que es la sala de espera de una psiquiatra.
Pedirme un comportamiento normal sería como pedirle peras al olmo.
Cuando concluí mis actividades ilícitas me entró
la paranoia. ¿Y si en la sala de espera había alguna cámara de seguridad? No
voy a ir en cana por unas revistas (viejas). Pero el papelón sería mayúsculo.
Gracias a Dios, no me escrachó ninguna cámara. Y llegué a mi casa feliz, con
suculento material para compartir con mis lectoras. Así que hoy empieza un
ciclo sensacional intitulado “Revistas
robadas en los consultorios de Quilmes”, donde recrearé todo lo que le hurté a la pobre Dra. Aliggi.
Y, como no podía ser de otro modo, este ciclo arranca con la “Cosmopolitan”. Que cansada de penes y
penes, esta vez, se antojó con los testículos. Cuando leí el título de la nota (“Dos puntos que no podés pasar por alto”)
y vi la foto que la ilustraba (una flaquita en una playa con un coco en cada
mano) pensé que el tema tratado tenía que ver con verano, tragos y bartenders hot. Pero nada que ver. Es
una pulposa lista de consejos para volarle la cabeza al chico Cosmo probando movidas en sus testículos. Sí, yo también
estoy patidifusa.
La “Cosmo”
da por sentado que, a la hora de mimar el miembro de un hombre, toda chica
cuenta con un repertorio que puede llevarlo a nirvanas insospechados. Pero que,
en este franeleo erótico, casi ninguna incluye a los testículos (llamados
amorosamente los gemelos en el
indescriptible Mundo Cosmo). La
sexóloga clínica Elsa Astolfi, que atiende (o por lo menos atendía en marzo
del 2011) en el Hospital Italiano declara: “Muchas
mujeres no tienen en cuenta los testículos durante el juego previo ni en el
intercambio sexual porque creen que no tienen sensibilidad en absoluto o que
son demasiado delicados para ser manipulados.” Y aclara que ninguna de las
dos cosas es cierta: los testículos
son una zona de placer casi inexplorada y estimulados correctamente, pueden
disparar la excitación de nuestro pastelito e intensificar su orgasmo.
Los testículos están recubiertos por una delgada
capa de músculo que llega hasta el abdomen, lo que permite que el placer del
clímax se irradie en todo el cuerpo. Para lograr este prodigio, la “Cosmopolitan”, nos aconseja sabiamente.
Así que tomen nota.
1)
Empezá despacio: Patty Taylor, terapeuta sexual autora del libro “Expanded orgasm” (“Orgasmo expandido”), aclara que la sensibilidad de cada hombre es
esta área injustamente olvidada es diferente. Para saber qué le viene bien al
chico Cosmo, la revista aconseja recoger sus
joyas (sí, sí, leyeron bien) en el hueco de una mano mientras con la otra
frotás su pene. De poquito vas
apretando, no sin antes pedirle que te avise cuando el dolor de huevos sea
insoportable, con el perdón de los presentes. Eso te permitirá conocer su
umbral. También le podés pedir que te apriete una lola con la misma intensidad
que pretende que sus gemelos sean
apretados. Esto lo aconseja otra sexóloga, Sadie Allison, autora del
jacarandoso libro “Tickle His Pickle”
(“Hacele cosquillas a su pepino”). Como verán, mis queridos, la
desvergüenza no conoce fronteras. ¡Mirá que escribir un libro con ese nombre!
2) Los gemelos tienen un punto secreto,
mucho más sensible que el resto del área: Si observás la bolsa
testicular notaras que tiene una especie de costura
que desciende hasta la base del pene: se llama rafe y yo que me hago tanto la viva no lo sabía. Y es la zona más
propicia para generar placer. Con saliva o lubricante untados en el dedo,
recorré la mentada costura. Doblá la apuesta y recórrela con la lengua. El chico Cosmo va a flashear.
3)
Ponelo en llamas sólo con tus manos: Casi todas sabemos que, a la
hora del sexo oral, aferrar las joyas de nuestro partenaire es fundamental.
Pero, ¿qué hacemos con ellas? ¿Las apretamos, las sopesamos? ¿Qué? Ya les
cuento: hay que sujetarlas con una mano y hacerlas rotar, deslizando un
testículo sobre el otro. A tu chico,
la novedad le va a encantar.
4) Él
nunca sintió una lengua haciéndole algo así: Lamé sus mellizos, alternando entre el dorso
y la punta de tu lengua. Circunvalá a
uno de ellos y, luego, lengüetealo lentamente. Hacé lo propio con el otro. Esta movida lo va a enloquecer.
5)
Arañalo de la manera más hot: Vamos,
chicas, a usar las uñas. Despacito, de arriba hacia abajo y viceversa.
Siéntanse Gatúbela.
6) Una
forma simple de llevarlos a tu boca: Juntá tus labios como si fueras
a darle un beso y, suavemente, succioná la pielcita que rodea a sus gemelos. Tratá de introducirlos en
tu boca. Nada de tarascones. Esta movida
lo va a poner en llamas. Después repimpoloteá por la zona con tu lengua y, si
podés, murmurá su nombre. Al carajo el
LSD: el chico Cosmo alucinará sin
ayuda de drogas psicodélicas.
7)
Funcionan como un control remoto para su orgasmo: Acá
aparece un sexólogo, don León Gindín, que sabe por sexólogo pero más sabe por
hombre. Nuestro amigo León escribió el libro
“La nueva sexualidad del varón” y explica que durante la calentura los
testículos se elevan y aumentan de tamaño. Los
gemelos suben y crecen hasta que el
chico alcanza el clímax. Si se trata de un eyaculador precoz tirar
suavemente de sus joyas ayudará a retardar el asunto. Si, en cambio, la hace
demasiado larga y aburre, sujetar los mellizos con una mano y hacerlos subir
apresurará la grande finale.
8) Regalale
un clímax que nunca va a olvidar: Después del sexo, sus gemelos
van a estar irritados por la acción y tu deber de chica Cosmo es ayudar a refrescarlos. Tomá un sorbo de agua fría y
mantenelo unos segundos en tu boca antes de tragarlo. Inmediatamente, prendete
de sus chiches. Y se va la segunda.
Hasta aquí, los consejos de la Cosmo para mimar las joyas de tu chico.
Pero la nota no termina: como corolario, hay un pequeño apartado donde algunos chicos Cosmo confiesan cuál es el apodo
que les han puesto a sus mellizos. Vean qué imaginativos.
-“French
y Berutti” (Leandro, 21)
-“Dúo
Dinámico” (Andrés, 23)
-“Tonto
y Retonto” (Sergio, 27)
-“Juan
y Pinchame” (Javier, 26)
-“Los
Cadillacs” (Ignacio, 22)
-“Carozo
y Narizota” (Hernán, 34)
Yo sugeriría:
-“Lennon
y McCartney”, para los beatlemaníacos.
-“Pinky
y Cerebro”, para los que quieren dominar al mundo pero son
demasiado flojos como para hacerlo.
-“Gardel
y Lepera”, para los tangueros.
-“Timón
y Pumba”, para los fans de Disney.
-“Mario
y Luigi”, para los obnubilados por los videojuegos.
-“Sandra
y Celeste”, para los que preferirían no tenerlos.
-“Simon y Garfunkel”, para los hippies tardíos.
-“R2D2 y C3PO” (“Arturito y
Citripio”),
para los fans de "La Guerra de las Galaxias".
-“Brandon y Dylan”, para los nostálgicos de los
’90.
-“Olmedo y Porcel”, para los cultores del humor
chabacano.
-“Sacco y Vanzetti”, para los
anarquistas rezagados.
-“Abbot y Costello”, para los cultores del humor inocentón.
- “Starsky &
Hutch”, para los nostálgicos de los ’70.
-“Butch Cassidy” y “Sundance Kid”, para los cowboys frustrados.
-"Dolce y Gabbana", para los fashionistas.
Y
basta.
Hasta
aquí, queridas mías, la primera nota de la saga intitulada “Revistas robadas en los consultorios de
Quilmes”. Me retiro feliz con el trabajo realizado y con una frase de
Candace Bushnell, cosa de que esmeren pero hasta ahí: “Era una de esas cosas que se aprenden en la vida, que a los hombres les
encanta el sexo. Y que por muy genial que éste sea, no significa que quieran
casarse con una. Para ellos no es más que eso: sexo genial.”
Buenas
noches.
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