“REVISTAS ROBADAS EN LOS
CONSULTORIOS DE QUILMES”:
¡¿TE PIDIÓ QUEEEÉ?!
“Sobre gustos y colores no han escrito los autores.”
Buenísimos días, amables lectoras. Continuando
con la picante saga “Revistas robadas en
los consultorios de Quilmes”, les ofrezco hoy una maravillosa nota
publicada por la imprescindible revista “OhLaLa” que no
tiene desperdicio y aborda un tema tan sensible como los pedidos exóticos con los que se despachan algunos señores a la
hora de los bifes. La nota en cuestión, firmada por Denise Tempone, asesorada
por la sexóloga Silvina Valente, se intitula “¡¿Te pidió quéééé?!” y
abre el juego con la pregunta del millón:”¿Cuál es la diferencia entre un
aventurero y un depravado?” (interrogante que no se resuelve en ningún
momento, que me perdone Denise, ya que terminamos de leerla con la descorazonadora
sensación de que aventurero y depravado son la misma cosa).
Nos cuenta la Tempone (a
nosotras, que hace más de veinte años le tenemos la vela a un señor
intrascendente) que el mundo de la soltería puede ser muy divertido pero
también muy desconcertante. Y que
las pobres solteras suelen quedar anonadadas frente a algunas propuestas que
reciben de parte de los masculinos que están empezando a conocer. Porque los
machos salen con cada cosa. Estas solteras perplejas suelen creer que son a
ellas a quienes, como si de imanes humanos se tratara, se les pegan los varones
de gustos retorcidos. Pero al hablar con otras solteras se dan cuenta de que
no. De que no son ellas las que atraen a los viciosos como las moscas atraen al
dulce de leche. De que los hombres son, en general, unos degenerados. Y de que
a todas las féminas les llegan cada tanto propuestas escandalosas (menos a mí,
por supuesto, que lo más transgresor que hice en los últimos tiempos fue
contratar Netflix).
Denise Tempone explica que estas
propuestas indecentes tienen que ver con los tiempos que corren. En una
época en la que muchas personas se educan sexualmente mirando pornografía (los
llamados pornoeducated) y los touch and go dejaron de ser
exclusividad de las vedetongas, ciertos temas que antes se consideraban tabú
se flexibilizaron y llegaron a nuestras sábanas. Obviamente, no hay nada nuevo bajo el sol.
Los depravados existían aún antes de que
Tiberio retozara en los jardines
de Capri con hombres, mujeres, niños y animales (si era con todos a la vez,
tanto mejor). Y existirán hasta que suenen las aterradoras trompetas del Juicio
Final. Pero hoy estas cosas, como todas las cosas, suceden muy rápido. Y
las relaciones comienzan en la actualidad de un modo mucho más informal.
Dicho todo lo que había que
decir, paso a enumerar las propuestas que las lectoras de la “OhLaLa” reciben
cada tanto. Que las disfruten.
-“Eso te
haría del todo mía”, me dijo después de explicarme
por qué quería orinar sobre mí.
Que quede bien clarito: en el
sexo no hay conductas malas o reprobables siempre y cuando sean
consensuadas y todos los involucrados en la festichola sean mayores de
edad. Si la relación es nuevita y el señor aparece con una propuesta tan
inusual, es bueno replantearse el modo en que este hombre se les está acercando,
¿De verdad desea conocerlas y tener algo más o menos lindo con ustedes o sólo las considera un objeto de placer? Denise Tempone avisa que este
tipo de propuestas pueden ser señales del comienzo de una dinámica violenta.
-Me dijo: “¿Me dejás ponerme un vestido tuyo?”. Espere que se
riera, pero no. Más tarde, volvió a intentarlo con mis tacos.
A ustedes les gusta hacerse las sexys usando sus calzones o paseándose por el departamento con sus camisas. Lo vieron en
100.000 películas y lo quieren hacer, obvio. Bueno, este es el mismo caso, pero a
la inversa. El tipo se quiere poner sus tanguitas, sus tacos, sus medias. ¿Es
más desconcertante? Puede ser… ¿Más tabú? Puede ser… Pero hay que
modernizarse, queridas. Muchos hombres aman la ropa de mujer. Y no precisamente
porque venga con una mujer adentro. La buena noticia es que un hombre enfundado
en un vestido de lamé dorado no es necesariamente un hombre gay. Lo
que tienen que preguntarse es si se van a
divertir viendo a sus amantes disfrazados de Kim Kardashian. O se van a horrorizar.
Teniendo siempre en cuenta que este jueguito sexual no hará menos hombres a sus hombres.
Igual yo paso.
-Después de hacerlo me pidió un favor: llevarse mi ropa interior…
sucia. “Que tenga tu olor”, me sugirió.
Estamos en pleno Siglo XXI, pero
todavía existen señores que insisten en llevarse trofeos como
recordatorio de sus faenas sexuales . Si los dos integrantes de la yunta
amorosa están de acuerdo con esto, puede ser sexy, atrevido y estimulante. Si les gusta la idea y no las incomoda, pueden premiar a sus amantes con bombachas y corpiños, como a un buen
guerrero que dio una batalla épica en la cama. Pero es bueno no perder de vista
que las mujeres no somos trofeos y nuestras prendas íntimas, tampoco. Y
también es bueno hacer una justa diferenciación entre bombacha sucia y bombacha
usada.
-“No te
muevas y hacé como si no respiraras”. ¡Y fue en la primera noche!
Lo vimos en “Matador”,
allá por 1986, la increíble película de Pedro Almodóvar. Diego Montes (Nacho Martínez) es un torero retirado
por una cornada prematura, que cambia los toros por las mujeres, a las que
gusta despanzurrar en plena faena sexual. Tiene una novia que es casi Jeannette Rodríguez en la telenovela “Cristal” (Eva Cobos) a la que no despanzurra pero sí le pide
que se haga la
muertita mientras hacen el amor. El pedido puede resultar alarmante (de hecho
en “Matador” lo es), pero nuestra buena amiga Denise dice que no
deberían inquietarse si todo se da en el marco de los buenos tratos. Pero si notan que este jueguito es una forma de controlarlas o de no tener en cuenta su deseo
y eso las incomoda, presten atención a estos sentimientos. No hagan nada que las haga sentir mal.
-Nos
habíamos filmado con las supuestas camaritas de seguridad que tenía por toda la
casa y me dijo si quería ver el compilado.
¡Uf, los videos! Muy de moda, muy hot, pero si la
filmación no se consensuó previamente, esto no tiene absolutamente nada de gracioso.
Ningún hombre tiene derecho a filmarlas sin consentimiento. Ni con las
camaritas de seguridad, ni con una notebook casualmente abierta
frente a la cama ni con un celular bien posicionado. Si así fue, urge que
recuperen el material antes de que los videos aparezcan en RedTube. Y pongan las patitas en polvorosa ya.
-No
quiso tener sexo. Sólo tocarme los pies. Fue todo, y le alcanzó.
Una parafilia es un patrón de comportamiento en el que la fuente de
placer no se encuentra en la penetración en sí, sino en alguna otra cosa que la
acompaña (¡o la suplanta!). Siempre hay
un roto para un descosido, pero si ustedes no
son el tipo de mujeres que alcanzan el Nirvana cuando le tocan los pies, no pierdan el tiempo con muchachos así y búsquense candidatos que calcen mejor.
-Era
rugbier, empezó pidiendo
que le tocara la cola y terminó en cuatro rogando lo que ya saben…
Se viene el comentario discriminatorio del día, que me
perdone el INADI: no me gustan los rugbiers. Es más, no me gusta la palabra rugbier. ¿Decir jugador de rugby no es lo mismo? Hecha esta aclaración, paso a comunicarles,
mis queridas, que no hay que sorprenderse si un hombre de aspecto muy masculino
disfruta tan abiertamente de su puerta
trasera. Probablemente el tipo sea un evolucionado y sepa que aprovechar todas sus zonas erógenas a full no
significa ser gay ni mucho menos. Los hombres que la tienen clara suelen ser así de explícitos. Eso sí, si a ustedes no les gusta, no lo hagan.
-En
pleno acto, cuando él estaba por llegar, puso mis manos
sobre su cuello. “Ahorcame con todas tus fuerzas”, me dijo.
Lo que este muchacho pidió es parte de algo conocido como juegos de respiración. Dentro de estos misteriosos juegos está la hipoxifilia: la privación de oxígeno con la intención de aumentar la
intensidad del orgasmo. Como todo juego puede ser light o extremo. En este
último caso puede terminar para el traste, sobre todo si no hay una señal clara
entre los amantes que indique cuándo parar. Así que si van a ahorcar a su partenaire en pleno
fragor erótico, tengan previamente una charla que establezca un código claro
entre ambos.
-Me
pidió que le pisara los testículos con los tacos. ¡Le llamé a un taxi!
El placer del dolor es algo bastante difícil de entender
para las personas que no curten la onda sadomasoquista. Es importante aclarar que este tipo de prácticas siempre
deben ser consensuadas: “Vos me
hacés doler, yo quiero que me duela”. Ese es el
trato. No hay juego si uno obliga a otro a asumir un rol que no desee.
Hasta aquí, mis queridas, las propuestas indecentes que
reciben las lectoras de la querida revista “OhLaLa” mientras yo miro series en Netflix. Igual
no me quejo. Se me ocurre que, dada mi idiosincrasia, siempre voy a disfrutar
más de un capítulo de “Stranger Things” que de un señor contoneándose
alegremente embutido en una de mis
bombachas. Ya saben que yo soy bastante anticuada.
Sin más que agregar acerca del tema me despido de ustedes con la alegría de la tarea cumplida. Y recordándoles que , tal como reza el famoso proverbio español, sobre gustos no
hay nada escrito.
Buenos días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario