GLORIA
Y DECADENCIA DEL VAMPIRO II
"Los vampiros arrastrados por antiguos temores se
repugnaban a sí mismas, corriendo un tupido velo en la mente. Se convertían,
pues, en esclavos solitarios de la noche, almas perdidas y agobiadas, que
buscaban descanso en la tierra nativa para sentirse unidos a algo, a cualquier
cosa."
Richard Matheson
Aquí me tienen de vuelta, mis
queridos, dispuesta a ofrecerles la segunda y última parte de mi Top Ten vampiros cinematográficos que prueba,
para tristeza de muchos, que la hórrida y divina criatura se encuentra en
franca decadencia gracias a las estupideces que se han escrito en los últimos y
lamentables años. Estupideces que privaron al vampiro de su misterio y
sensualidad y lo convirtieron en un galancete de escuela secundaria. Pasen y vean.
DRACULA (1979, EE. UU)
De la mano de Frank Langella
regresó a la pantalla grande un Conde Drácula sensual,
elegante, seductor y, para regocijo de las damas, sumamente romántico. John
Dadham fue el director de “Dracula”, de 1979, también basada
muy libremente en la novela de Bram Stoker, aunque el filme obvia las clásicas
escenas en los Cárpatos y se desarrolla por completo en la ciudad inglesa de
Whitby.
Frank Langella no será Robert
Pattinson pero tiene (o mejor dicho, tenía) lo suyo. Si ustedes
están buscando vampiros y romance, esta es la película ideal. Olvídense
de cualquier otra.
LOVE AT FIRST BITE (1979, EE. UU.)
“Love at First Bite” (“Amor al primer mordisco”) es una comedia de terror de 1979 dirigida por Stan Dragoti, que se
hace entrañable de tan delirante. El Conde Drácula (interpretado
por George Hamilton, con lunar a lo Marilyn y todo) es expulsado de su castillo
en Rumania por el gobierno comunista, que planea convertirlo en un centro de
entrenamiento de gimnastas. Emigra al Nuevo Mundo y se instala en
Nueva York, donde descubre con regocijo los bancos de sangre y se dedica a
perseguir a una modelito hueca a la que considera la reencarnación de su antiguo
amor, Mina
Harker. Nuestro vampiro favorito tiene tan mala pata que el
novio de la chica (quien además es su psicólogo) resulta hijo de un antiguo
enemigo, el cazavampiros Van
Helsing.
“Amor al primer mordisco” no es una obra maestra, pero
merece ser vista. En ésta también hay romance. Y la historia es
casi tan traída de los pelos como la de "Crepúsculo".
FRIGHT NIGHT (1985, EE. UU.)
“Fright Night” (“La hora del
espanto”), comedia de terror vampírico, fue dirigida en 1985
por Tom Holland. Cuenta la historia de un adolescente aficionado a las
películas de terror que descubre, por casualidad, que su nuevo vecino es un bebedor
de sangre. Cuando el vecino se entera de que ha develado su tenebroso
secreto e intenta asesinarlo, el chico recurre a Peter Vincent (personaje
cuyo nombre es un abierto homenaje a dos grandes del cine de terror: Peter
Cushing y Vincent Price), antiguo actor de películas de vampiros.
“La hora del espanto” no es un largometraje
con grandes pretensiones, pero entretiene. Como nota de color les diré que el
vecino vampiro fue interpretado por Chris Sarandon, el actor
que prestó su voz a Jack Skellington en la maravillosa fábula
de Tim Burton “Pesadilla antes de Navidad” (otra gran excusa
para cortarla con Kristen Stewart, damita menos apetecible que un caramelo Media
Hora pegoteado y lleno de pelusa).
BRAM STOKER'S DRACULA (1992, EE. UU.)
“Bram Stoker's Dracula” (“Drácula, de Bram Stoker”)
es, hasta la fecha, la adaptación cinematográfica más fiel a la novela del
escritor irlandés. Exquisitamente ambientada, con un vestuario y un maquillaje
sorprendentes y un Gary Oldman inolvidable en la piel del Conde,
esta película de Francis Ford Coppola significó, no sólo el retorno al éxito
del talentoso director, sino un regreso triunfal al monstruo original, el que
asusta y enamora. Pero asusta. Cosa que los vampiros inocuos
de “Crepúsculo” y compañía no logran hacer aunque se pongan la
máscara de Ghostface y nos acorralen con un Tramontina.
“Drácula, de Bram Stoker” es una película estupenda,
imposible de pasar por alto. Gary Oldman es un actor excelente, pero
además es tan hot. Como
Sid Vicious, como Drácula, como Beethoven, como Sirius Black... Impresionante.
INTERVIEW WITH THE VAMPIRE: THE VAMPIRE CHRONICLES (1994, EE. UU.)
“Interview with the Vampire:
The Vampire Chronicles” (“Entrevista con el vampiro”) es una película de 1994
dirigida por Neil Jordan y basada en la novela homónima de Anne Rice, publicada
en 1976. Narra la historia de Louis de Pointe du Lac (Brad
Pitt), sabroso pero melancólico rubio que se topa con el vampiro Lestat
de Lioncourt (Tom Cruise), quien lo transforma en uno de los
suyos. Lestat y Louis comparten una epopeya
que abarca más de cien años. La novela de Anne Rice no es mala y la película
tampoco lo es, pero significan, de alguna manera, un punto de inflexión (quizá
no del todo afortunado) en lo que a historias de vampiros se
refiere. No sólo se deja de lado la clásica parafernalia vampírica (ajos,
cruces, estacas, agua bendita): se transforma al bebedor de sangre en
un ser ateo, dueño de sí mismo. Lo que otrora era satánico ya
no lo es. El vampiro pierde así su calidad de mito
y se convierte, simplemente, en el eslabón más fuerte de la cadena trófica. Un
eslabón bellísimo, eso sí, porque los vampiros de Anne Rice
son divinos.
“Entrevista con el vampiro” es, sin dudas, un
recreo para los ojos femeninos. Yo me quedo con Gary Oldman, pero no se puede
negar que Tom Cruise, Brad Pitt y Antonio Banderas les pasan el trapo
sin piedad a todos los varones de la familia Cullen.
TWILIGHT (2008, EE. UU.)
“Twilight” (“Crepúsculo”),
película de 2008 dirigida por Catherine Hardwicke, nos introduce de lleno en la
vida de los anodinos vampiros del Siglo XXI. Es la primera
parte de la eterna saga escrita por Stephenie Meyer, que narra las vicisitudes
de una pareja interracial: él es vampiro, ella humana…
¡pero se casan y tienen bebés como si fueran vecinos de los Ingalls!
Todo lo demás es aderezo para hacer un poco más atractiva una historia de amor
de lo más comunacha. Así como Béla Lugosi marcó la hora
de gloria del vampiro, Robert Pattinson marca su decadencia
total. Vale aclarar, mis queridos, que yo no tengo nada contra
Pattinson: es más, me parece sumamente atractivo, a pesar de su poco gusto por
el shampoo y sus ojos sanpaku. Pero lo prefiero cien mil veces
como Cedric Diggory. Contra Kristen Stewart tampoco
tengo nada, aunque la chica me resulta tan insulsa como una
ameba en coma. Stephenie
Meyer es, sencillamente, una mala escritora.
Imagino que, después de leer
este panfleto, los fanáticos de “Crepúsculo” escupirán sobre
mi tumba. Están en todo su derecho pero déjenme decirles, caros lectores, que
cuando yo hablo de vampiros sé de lo que hablo. Recuerden que a los
ocho años ya dormía con un cuchillo debajo de la almohada por si alguno
en formato murciélago se me metía por la ventana (hubiera sido
mucho más pío dormir con un crucifijo o un rosario, pero yo ya era una loquita
de chica). El vampiro, además de seducir, debe asustar. En esa
ambivalencia reside todo su atractivo. Las mujeres queremos ser deseadas y
aterrorizadas. Ya lo dijo el mítico Lugosi: “Son las mujeres quienes aman el
horror. Se regodean con él. Se alimentan de él. Y el horror se nutre de ellas.
Las mujeres se estremecen, se encogen, gritan y siempre vuelven por más.”
Siempre.