LAS BRUJAS NO EXISTEN, PERO
QUE LAS HAY, LAS HAY
“Realmente, el mundo está
poblado de brujas; unas más benignas, otras más implacables; pero el reino no
solo de la fantasía, sino el de la realidad evidente pertenece a las
brujas.”
Reinaldo Arenas
La mujer
que asegura que nunca visitó a una bruja, vidente o tarotista, miente
descaradamente. Ante una situación desesperada, las féminas echamos mano a
cualquier cosa, y entre esas cosas se encuentran, cómo no, estas arribistas con
diploma trucho que te juran y perjuran que lo que te pasa es cuestión de
envidia, malas vibraciones o “trabajos” pérfidos realizados
por otras mujeres, con bruja de cabecera y menos escrúpulos que nosotras, que
no matamos ni a una mosca.
Yo, por
supuesto, he incursionado en las lides mágicas. Pero tengo mis límites: no hago
daños, sólo me defiendo, y ni drogada atento contra la vida de ningún ser vivo,
que andar degollando gallinas no es lo mío.
Todas las
brujas, sin excepción, te dicen que “él te ama”, como si
fueran una versión femenina y tercermundista de “Los Beatles”. Y
todas cobran en efectivo, no vaya a ser que les reboten algún cheque.
He aquí
una pequeña reseña de mis escarceos con el fantástico mundo de los
hechizos y los contrahechizos.
LA GITANA CALLEJERA: MAL FIN TENGA TU CUERPO, PERMITA
DIOS QUE TE VEAS EN LAS MANOS DEL VERDUGO Y ARRASTRADO COMO LAS CULEBRAS…
Esta fue
la que me despuntó el vicio. Caminaba yo muy tranquilamente por la plaza de
Luján, después de haber visitado la Basílica, cuando se me acerca una mujer
vestida de manera bastante extravagante, con faldas y sobrefaldas de colores
vivos, y me ofrece, con un acento bastante pintoresco, leerme las líneas de la
mano. Como siempre fui una mujer curiosa, accedí encantada. Previo pago de la
suma acordada (que nada es gratis en esta vida), la gitana procedió a la
lectura: “Tendrás muchas lágrimas y muchos amores, viajarás por el
mundo y vivirás muchos años”. ¿Nada más? ¿Tantas líneas al pedo tengo
en la mano?
Aunque me
acusen de xenofóbica o racista, vale señalar que, cuando la gitana desapareció
entre el gentío que llenaba la plaza, me di cuenta de que me faltaba el anillo
de oro que mi novio me había regalado.
La
curiosidad mató al gato.
LA TAROTISTA DE LA ESQUINA: A VOS TE COBRO MENOS PORQUE
SOS VECINA
No
contenta con los escuetos pronósticos de la gitana, me decidí a ir de la bruja
que vive en la esquina de mi casa, para que me tirara las cartas. Tarotista y
peluquera, el “consultorio” era un quilombo de tijeras,
ruleros (en esa época todavía se usaban) y estampitas variopintas de
santos oficiales y pseudo santos sospechosos.
La vecina
me tiró el Tarot Egipcio y me dijo que iba a tener una vida
larga y feliz, y una situación económica esplendorosa. Volví a mi casa contenta
como perro con dos colas y me decidí esperar a que la fortuna llamara a mi
puerta.
Todavía
sigo esperando.
LA QUE TE HACE VOMITAR HASTA EL PRIMER BIBERÓN: ENTRE LA ERA
DE ACUARIO, LAS FLORES DE BACH Y EL TAROT DE MARSELLA
La
siguiente bruja de la lista era una gordita simpaticona con aires de “new
age”. Yo estaba en una relación que se había complicado mucho y me
agarraba de los pelos con mi novio día por medio. Necesitaba una solución
urgente para atemperar tanta riña.
Lo
primero que hizo esta hechicera de la Era de Acuario fue
indicarme que tomara unas Flores de Bach (que me vendió ella,
obvio). Después, procedió a tirarme las cartas. Usó un precioso Tarot
de Marsella y frunció el ceño más de una vez, mientras yo me
preguntaba, con terror, cuáles serían las catástrofes que los arcanos estaban
augurando.
-La
soledad está muy marcada en tu vida –dijo la gordi con cara compungida (vale
acotar que tengo varios hermanos, una madre sobreprotectora, un tío soltero que
vive en mi casa, marido, hijo, perro, pececito y dos tortugas, así que
únicamente estoy sola cuando me baño) – Además, a vos te hicieron un “daño”, por
eso te peleás tanto con tu novio.
-¿Un “daño”?
–balbuceé con el corazón estrujado y las manos temblorosas.
-Sí, te
lo hizo tu suegra (la verdad es que mi suegra de aquel entonces no era una
santa, pero tampoco era Lucrecia Borgia).
La
gordita siguió con su perorata:
-¿Vos
comiste empanadas en la casa de tu suegra? Porque el “daño” estaba
en una empanada.
Yo me
devanaba los sesos pensando cuándo había sido la última vez que mi suegra me
había dado una empanada, y la gordita siguió:
-Vos
tenés un “bicho” adentro.
-¿Un “bicho”?-
pregunté yo, que ya me sentía como Sigourney Weaver en “Alien”.
-Sí, pero
yo te lo voy a sacar. Te voy a dar algo para que tomes y lo vomites.
En
síntesis, me hizo tomar cinco litros de té frío y vomité hasta decir basta. Eso
sí, del “bicho” ni noticias.
Mejor me
vuelvo a la Era de Piscis.
LA VIEJA MISTERIOSA: SAN MARCOS DE LEÓN, TÚ QUE DESARMASTE A LA
FIERA MÁS GRANDE DEL MUNDO…
A esta
altura, y después de una agarrada de pelos un poco más fuerte que las otras, mi
novio había decidido que no iba más. Así que, cabeza dura como soy, decidí
visitar a otra bruja. Esta era una vieja misteriosa que atendía en el
comedor de su casa, que siempre tenía las persianas cerradas y una humedad que
reíte de Mar del Plata.
La vieja
me tiró las cartas españolas, y me dijo a grandes rasgos, lo
mismo que la “new age”, que me habían hecho un “daño”. Pero
esta vez, la autora de tal perjuicio no había sido mi suegra, que quedó libre
de toda culpa y cargo, sino una ex-novia despechada.
-Prendele
estas velas (que te cobro, obviamente) a San Jorge y, todas las noches, antes
de acostarte, rezale 20 veces esta oración a San Marcos de León (la mina tenía
su veta católica).
Y ahí fui
yo, a prender velitas y a repetir como una letanía: “San Marcos de
León, tú que desarmaste a la fiera más grande del mundo, desármale el corazón a
Fulanito, para que venga, que venga, que nada lo detenga, que corra, que corra,
que nadie lo socorra…”
De más
está decir que el tipo no vino, ni corriendo ni trotando. Se ve que lo
socorrieron por el camino.
LA DULCE ANCIANITA RESENTIDA: TODOS LOS HOMBRES SON UNA
MIERDA
Mi
siguiente incursión con las artes mágicas tuvo su costado científico.
Un día me desperté con culebrilla. Para los que desconocen el tema,
la culebrilla es una enfermedad que provoca una erupción en la
piel siguiendo una línea. Se cree que cuando la línea (culebra) une sus dos
puntas (la cabeza se junta con la cola) tiene consecuencias fatales para el
portador.
Una
vecina me recomendó a una “curandera” que me embadurnó con
tinta china la zona afectada, porque frotármela con un sapo, ni en pedo.
Tuve que
ir siete días seguidos a la casa de la “curandera”, lo que me
permitió ser testigo de un puñado de delicias de la vida conyugal. La vieja
tenía un marido por lo menos veinte años menor que ella, que no laburaba, y al
que se pasaba todo el día puteando a los gritos.
-¿Sabés
qué pasa, nena? ¡Todos los hombres son una mierda!
Si vuelvo
a tener mal de amores, pensé yo, mejor rumbeo para otro lado.
LA ANTEOJUDA DESPISTADA: EL POZO Y EL PÉNDULO
“Las cartas no me están dando resultado”, pensé. “¿Y si pruebo con otra cosa?” Recomendada,
como siempre, por otra mujer desesperada, fui a ver a una bruja que te
adivinaba el futuro por medio del péndulo. Esta era una anteojuda
que no sabía muy bien dónde estaba parada y se olvidaba mi nombre cada
cinco minutos.
-No soy
Mabel, ni Grisel, ni Adabel. Soy RAQUEL.
La radiestesista desorientada
sostuvo el hilo del famoso péndulo con los dedos índice y
pulgar y lo suspendió sobre la palma de mi mano Con cara de concentración me
dijo lo que ya me venían diciendo las otras: “A vos te hicieron un
daño”.
Otro daño
y van…
Agradecí
(en efectivo, claro) los servicios de la dama pendular y decidí, en un rapto de
lucidez que aún hoy me sorprende, que esta vez no iba a prender velitas, ni a
rezar oraciones sacrílegas, ni a tomar té frío hasta reventar.
Vos
guardate el péndulo, que yo salgo del pozo sola.
LA VIEJA CABEZA DE FÓSFORO: LLAMARADA MOE
Pero no
pude salir sola. Como una adicta sin control, volví a caer en las garras de
otra adivinadora. Esta era una vieja con el pelo teñido de un rojo rabioso y
que, a diferencia de sus colegas, te atendía parada. En las paredes del
consultorio había un enorme cuadro de un Cristo despistado que no sabía muy
bien qué estaba haciendo en ese antro de herejes. Por entonces yo salía con un
hombre legalmente casado (con otra) y quería saber cómo iba a terminar el
asunto. La cabeza de fósforo me pidió una foto del susodicho y después de
manosearla como si se tratara de una bola de plastilina, me dijo que el tipo me
quería, pero que por el momento no iba a dejar a la mujer porque ésta, enterada
del amantazgo, me había hecho un “daño”.
-El mes
que viene viajo a Brasil –dijo la bruja- Si vos querés (y pagás) yo te puedo
hacer un “trabajo” allá, para que sea más potente, así
contrarrestamos el “trabajo” que te hizo ella.
-¿Y
cuánto me va a salir?
-¡Nena,
eso es un detalle menor, la felicidad no tiene precio!
La
felicidad no tiene precio pero es bastante cara. La vieja viajó a Brasil y, si
te he visto no me acuerdo.
Ojalá que
se intoxique con caipirinha.
EL PAI QUE SE PASÓ DE VIVO: EL MANOSANTA ESTÁ CARGADO
Viendo
que el sexo femenino no pegaba una y, siguiendo los consejos de una amiga que
estaba más loca que yo, rumbeé para el “consultorio” de un “pai”, que,
según la promotora del encuentro, “te adivinaba todo”.
Este “consultorio” era
bastante sobrio, cosa que me llamó la atención, porque pensaba encontrarme con
figuras de Iemanjá, la Pomba Gira y un
desubicado San Jorge por los cuatro costados.
-A vos te
hicieron un “trabajo”, me dijo el tipo en cuanto me vio- Estás
cargada de energías negativas. Pero yo te voy a ayudar.
Enseguida
comenzó una tarea de “descarga” que consistía en pasarme las
manos por todo el cuerpo y murmurar palabras ininteligibles pero, de todos
modos, inquietantes.
Hasta yo,
que soy una chitrula, me di cuenta de que la ceremonia había tomado el rumbo de
los tomates (“¿Éste tipo me está “descargando” o me está tocando el
culo?”).
Huí
despavorida del “consultorio”, jurando no volver a permitir
que ningún loco me pusiera la mano encima.
El
manosanta estaba cargadísimo.
SANTA GILDA: “Y ENTRE UN TE QUIERO Y TE QUIERO VAMOS REMONTANDO AL
CIELO….”
“Nunca más me “atiendo” con un hombre”, me dije. Así que busqué otra bruja y la encontré. El “consultorio” de
la susodicha no tenía ningún Cristo, pero sí una foto enorme de Gilda, rodeada
de flores y velas de colores (siempre sostuve que si Lennon hubiera
muerto en Argentina, tendríamos un santo de anteojitos redondos y guitarra al
hombro).
Nueva
tirada de cartas. Otra vez con el Tarot Egipcio.
-Este
hombre te quiere, pero hay que darle un empujoncito para que se quede con vos,
porque está indeciso.
Y bueno,
dale, lo empujamos.
El
empujón salió unos buenos mangos. Y el empujado ni se enteró.
No me
arrepiento de este amor.
LA MINA DE LOS GATOS: ¿ESTO ES UN “CONSULTORIO” O EL JARDÍN
BOTÁNICO?
Pasaron
algunos años y lo mío había dejado de ser mala suerte en el amor para
convertirse en un meadero de dinosaurios. Otro hombre, otro final anunciado, y
la necesidad imperiosa de echar mano a cualquier recurso para sentirme mejor.
Fui a
comprar puchos al kiosquito de la esquina y me encontré con un rudimentario
cartelito que anunciaba: “Tarot – Videncia”, y tenía, además,
un número telefónico.
Como no
había escarmentado con mi frustrado periplo mágico, llamé y concerté una
cita con la tarotista.
Esta
bruja también atendía en el comedor de la casa, que estaba repleto de gatos.
Gatos sobre las sillas, sobre las mesas, sobre la heladera y sobre el alfeizar
de la ventana.
La mina
me tiró las cartas, mientras un gato irrespetuoso, pisoteaba sin ningún miramiento
a La Sacerdotisa y al Carro de la Fortuna (que
me salió patas para arriba, obviamente).
-Quedate
tranquila, nena, que este hombre te quiere y te va a llamar –me dijo la bruja
acariciando a una gata con cara de pocos amigos –eso sí, tenés que prender unas
velitas blancas con forma de paloma que te voy a dar (a vender, bah).
A pesar
de las palomitas blancas, el tipo no llamó más.
Y voló,
voló…
LA BRUJA DE BELGRANO: ¡DEVOLVEME EL “SUMMER BY KENZO”!
Paseaba
yo por la Avenida Cabildo y un flaquito con cara de aburrido me acercó un
volante. “Tarotista – Vidente natural”, y otro número de
teléfono. Y ahí voy yo, que si abren el pan me meto sola, a ser el jamón del
sándwich.
Coqueto
departamento y bruja descalza y con muchas pulseras y collares. La consabida
tirada de cartas y el consabido pronóstico:
-A vos te
hicieron un “trabajo”. Hay que limpiarte. Porque este hombre
te quiere, pero no vuelve por el “trabajo”.
Será
cuestión de aseo, entonces.
-Bueno,
límpieme. ¿Cuánto me sale?
-Te sale
tanto y tanto, pero los “materiales” se cobran aparte.
La mina
me limpió, pero del tipo, ni noticias. La volví loca por teléfono: “No
me llama, no me llama, no me llama” y caí por el “consultorio” un
par de veces con la misma cantinela.
-No te
llama porque reforzaron el “trabajo”. Tenemos que hacer esto,
y esto, y esto.
De más
está decir que “esto, y esto, y esto” no era gratis.
-Mirá,
vos me tenés que traer un perfume para que yo te lo “prepare”. Te
lo ponés todos los días después de bañarte y es una fija que este hombre
vuelve. Eso sí, el perfume tiene que ser bueno, porque los otros tienen mucho
alcohol, tiene que ser importado.
Con todo
el dolor del ama, eché mano a medio frasco de “Summer by Kenzo” que
me había quedado como fragante recuerdo del 1 a 1. Se lo llevé a la bruja, ella
lo “preparó” y me devolvió un frasquito de plástico con un
líquido sospechoso que no olía a “Summer by Kenzo”, sino a
colonia “Polyana” del año del pedo.
El
mejunje tampoco dio resultado. El tipo seguía sin llamar.
Volví al “consultorio” con
mis reclamos y la bruja, muy suelta de cuerpo, me dijo que otra vez habían
reforzado el “trabajo” y que lo que había que hacer era
encender un velón rosado que salía $50 y era infalible.
A esta
altura, el tipo que había motivado la consulta, había dejado de interesarme, y
lo único que quería era meterle a la tipa el velón en el culo.
La
próxima vez, llevo un perfume de Avon.
Aunque,
la verdad, no creo que haya próxima vez. Me curé de espanto. Ahora ni siquiera
leo el horóscopo del diario.
Así que
ya saben, chicas, antes de invertir un centavo en una “bruja”, cómprense
pilchas, que es mucho más reconfortante.
O hagan un tour por Hogwarts.
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