jueves, 6 de octubre de 2011

LAS BRUJAS NO EXISTEN, PERO QUE LAS HAY, LAS HAY


LAS BRUJAS NO EXISTEN, PERO QUE LAS HAY, LAS HAY

“Realmente, el mundo está poblado de brujas; unas más benignas, otras más implacables; pero el reino no solo de la fantasía, sino el de la realidad evidente pertenece a las brujas.” 
Reinaldo Arenas

La mujer que asegura que nunca visitó a una bruja, vidente o tarotista, miente descaradamente. Ante una situación desesperada, las féminas echamos mano a cualquier cosa, y entre esas cosas se encuentran, cómo no, estas arribistas con diploma trucho que te juran y perjuran que lo que te pasa es cuestión de envidia, malas vibraciones o “trabajos” pérfidos realizados por otras mujeres, con bruja de cabecera y menos escrúpulos que nosotras, que no matamos ni a una mosca.
Yo, por supuesto, he incursionado en las lides mágicas. Pero tengo mis límites: no hago daños, sólo me defiendo, y ni drogada atento contra la vida de ningún ser vivo, que andar degollando gallinas no es lo mío.
Todas las brujas, sin excepción, te dicen que “él te ama”, como si fueran una versión femenina y tercermundista de “Los Beatles”. Y todas cobran en efectivo, no vaya a ser que les reboten algún cheque.
He aquí una pequeña reseña de mis escarceos con el  fantástico mundo de los hechizos y los contrahechizos.

LA GITANA CALLEJERA: MAL FIN TENGA TU CUERPO, PERMITA DIOS QUE TE VEAS EN LAS MANOS DEL VERDUGO Y ARRASTRADO COMO LAS CULEBRAS…

Esta fue la que me despuntó el vicio. Caminaba yo muy tranquilamente por la plaza de Luján, después de haber visitado la Basílica, cuando se me acerca una mujer vestida de manera bastante extravagante, con faldas y sobrefaldas de colores vivos, y me ofrece, con un acento bastante pintoresco, leerme las líneas de la mano. Como siempre fui una mujer curiosa, accedí encantada. Previo pago de la suma acordada (que nada es gratis en esta vida), la gitana procedió a la lectura: “Tendrás muchas lágrimas y muchos amores, viajarás por el mundo y vivirás muchos años”. ¿Nada más? ¿Tantas líneas al pedo tengo en la mano?
Aunque me acusen de xenofóbica o racista, vale señalar que, cuando la gitana desapareció entre el gentío que llenaba la plaza, me di cuenta de que me faltaba el anillo de oro que mi novio me había regalado.
La curiosidad mató al gato.

LA TAROTISTA DE LA ESQUINA: A VOS TE COBRO MENOS PORQUE SOS VECINA

No contenta con los escuetos pronósticos de la gitana, me decidí a ir de la bruja que vive en la esquina de mi casa, para que me tirara las cartas. Tarotista y peluquera, el “consultorio” era un quilombo de tijeras, ruleros (en esa época todavía se usaban) y  estampitas variopintas de santos oficiales y pseudo santos sospechosos.
La vecina me tiró el Tarot Egipcio y me dijo que iba a tener una vida larga y feliz, y una situación económica esplendorosa. Volví a mi casa contenta como perro con dos colas y me decidí esperar a que la fortuna llamara a mi puerta.
Todavía sigo esperando.

LA QUE TE HACE VOMITAR HASTA EL PRIMER BIBERÓN: ENTRE LA ERA DE ACUARIO,  LAS FLORES DE BACH Y EL TAROT DE MARSELLA

La siguiente bruja de la lista era una gordita simpaticona con aires de “new age”. Yo estaba en una relación que se había complicado mucho y me agarraba de los pelos con mi novio día por medio. Necesitaba una solución urgente para atemperar tanta riña.
Lo primero que hizo esta hechicera de la Era de Acuario fue indicarme que tomara unas Flores de Bach (que me vendió ella, obvio). Después, procedió a  tirarme las cartas. Usó un precioso Tarot de Marsella y frunció el ceño más de una vez, mientras yo me preguntaba, con terror, cuáles serían las catástrofes que los arcanos estaban augurando.
-La soledad está muy marcada en tu vida –dijo la gordi con cara compungida (vale acotar que tengo varios hermanos, una madre sobreprotectora, un tío soltero que vive en mi casa, marido, hijo, perro, pececito y dos tortugas, así que únicamente estoy sola cuando me baño) – Además, a vos te hicieron un “daño”, por eso te peleás tanto con tu novio.
-¿Un “daño”? –balbuceé con el corazón estrujado y las manos temblorosas.
-Sí, te lo hizo tu suegra (la verdad es que mi suegra de aquel entonces no era una santa, pero tampoco era Lucrecia Borgia).
La gordita siguió con su perorata:
-¿Vos comiste empanadas en la casa de tu suegra? Porque el “daño” estaba en una empanada.
Yo me devanaba los sesos pensando cuándo había sido la última vez que mi suegra me había dado una empanada, y la gordita siguió:
-Vos tenés un “bicho” adentro.
-¿Un “bicho”?- pregunté yo, que ya me sentía como Sigourney Weaver en “Alien”.
-Sí, pero yo te lo voy a sacar. Te voy a dar algo para que tomes y lo vomites.
En síntesis, me hizo tomar cinco litros de té frío y vomité hasta decir basta. Eso sí, del “bicho” ni noticias.
Mejor me vuelvo a la Era de Piscis.

LA VIEJA MISTERIOSA: SAN MARCOS DE LEÓN, TÚ QUE DESARMASTE A LA FIERA MÁS GRANDE DEL MUNDO…

A esta altura, y después de una agarrada de pelos un poco más fuerte que las otras, mi novio había decidido que no iba más. Así que, cabeza dura como soy, decidí visitar a otra bruja.  Esta era una vieja misteriosa que atendía en el comedor de su casa, que siempre tenía las persianas cerradas y una humedad que reíte de Mar del Plata.
La vieja me tiró las cartas españolas, y me dijo a grandes rasgos, lo mismo que la “new age”, que me habían hecho un “daño”. Pero esta vez, la autora de tal perjuicio no había sido mi suegra, que quedó libre de toda culpa y cargo, sino una ex-novia despechada.
-Prendele estas velas (que te cobro, obviamente) a San Jorge y, todas las noches, antes de acostarte, rezale 20 veces esta oración a San Marcos de León (la mina tenía su veta católica).
Y ahí fui yo, a prender velitas y a repetir como una letanía: “San Marcos de León, tú que desarmaste a la fiera más grande del mundo, desármale el corazón a Fulanito, para que venga, que venga, que nada lo detenga, que corra, que corra, que nadie lo socorra…”
De más está decir que el tipo no vino, ni corriendo ni trotando. Se ve que lo socorrieron por el camino.

LA DULCE ANCIANITA RESENTIDA: TODOS LOS HOMBRES SON UNA MIERDA

Mi siguiente incursión con las artes mágicas tuvo su costado científico. Un día me desperté con culebrilla. Para los que desconocen el tema, la culebrilla es una enfermedad que provoca una erupción en la piel siguiendo una línea. Se cree que cuando la línea (culebra) une sus dos puntas (la cabeza se junta con la cola) tiene consecuencias fatales para el portador.
Una vecina me recomendó a una “curandera” que me embadurnó con tinta china la zona afectada, porque frotármela con un sapo, ni en pedo.
Tuve que ir siete días seguidos a la casa de la “curandera”, lo que me permitió ser testigo de un puñado de delicias de la vida conyugal. La vieja tenía un marido por lo menos veinte años menor que ella, que no laburaba, y al que se pasaba todo el día puteando a los gritos.
-¿Sabés qué pasa, nena? ¡Todos los hombres son una mierda!
Si vuelvo a tener mal de amores, pensé yo, mejor rumbeo para otro lado.

LA ANTEOJUDA DESPISTADA: EL POZO Y EL PÉNDULO

“Las cartas no me están dando resultado”, pensé. “¿Y si pruebo con otra cosa?” Recomendada, como siempre, por otra mujer desesperada, fui a ver a una bruja que te adivinaba el futuro por medio del péndulo. Esta era una anteojuda que no sabía muy bien dónde estaba parada y  se olvidaba mi nombre cada cinco minutos.
-No soy Mabel, ni Grisel, ni Adabel. Soy RAQUEL.
La radiestesista desorientada sostuvo el hilo del famoso péndulo con los dedos índice y pulgar y lo suspendió sobre la palma de mi mano Con cara de concentración me dijo lo que ya me venían diciendo las otras: “A vos te hicieron un daño”.
Otro daño y van…
Agradecí (en efectivo, claro) los servicios de la dama pendular y decidí, en un rapto de lucidez que aún hoy me sorprende, que esta vez no iba a prender velitas, ni a rezar oraciones sacrílegas, ni a tomar té frío hasta reventar.
Vos guardate el péndulo, que yo salgo del pozo sola.

LA VIEJA CABEZA DE FÓSFORO: LLAMARADA MOE

Pero no pude salir sola. Como una adicta sin control, volví a caer en las garras de otra adivinadora. Esta era una vieja con el pelo teñido de un rojo rabioso y que, a diferencia de sus colegas, te atendía parada. En las paredes del consultorio había un enorme cuadro de un Cristo despistado que no sabía muy bien qué estaba haciendo en ese antro de herejes. Por entonces yo salía con un hombre legalmente casado (con otra) y quería saber cómo iba a terminar el asunto. La cabeza de fósforo me pidió una foto del susodicho y después de manosearla como si se tratara de una bola de plastilina, me dijo que el tipo me quería, pero que por el momento no iba a dejar a la mujer porque ésta, enterada del amantazgo, me había hecho un “daño”.
-El mes que viene viajo a Brasil –dijo la bruja- Si vos querés (y pagás) yo te puedo hacer un “trabajo” allá, para que sea más potente, así contrarrestamos el “trabajo” que te hizo ella.
-¿Y cuánto me va a salir?
-¡Nena, eso es un detalle menor, la felicidad no tiene precio!
La felicidad no tiene precio pero es bastante cara. La vieja viajó a Brasil y, si te he visto no me acuerdo.
Ojalá que se intoxique con caipirinha.

EL PAI QUE SE PASÓ DE VIVO: EL MANOSANTA ESTÁ CARGADO

Viendo que el sexo femenino no pegaba una y, siguiendo los consejos de una amiga que estaba más loca que yo, rumbeé para el “consultorio” de un “pai”, que, según la promotora del encuentro, “te adivinaba todo”.
Este “consultorio” era bastante sobrio, cosa que me llamó la atención, porque pensaba encontrarme con figuras de Iemanjá, la Pomba Gira y un desubicado San Jorge por los cuatro costados.
-A vos te hicieron un “trabajo”, me dijo el tipo en cuanto me vio- Estás cargada de energías negativas. Pero yo te voy a ayudar.
Enseguida comenzó una tarea de “descarga” que consistía en pasarme las manos por todo el cuerpo y murmurar palabras ininteligibles pero, de todos modos, inquietantes.
Hasta yo, que soy una chitrula, me di cuenta de que la ceremonia había tomado el rumbo de los tomates (“¿Éste tipo me está “descargando” o me está tocando el culo?”).
Huí despavorida del “consultorio”, jurando no volver a permitir que ningún loco me pusiera la mano encima.
El manosanta estaba cargadísimo.

SANTA GILDA: “Y ENTRE UN TE QUIERO Y TE QUIERO VAMOS REMONTANDO AL CIELO….”

“Nunca más me “atiendo” con un hombre”, me dije. Así que busqué otra bruja y la encontré. El “consultorio” de la susodicha no tenía ningún Cristo, pero sí una foto enorme de Gilda, rodeada de flores  y velas de colores (siempre sostuve que si Lennon hubiera muerto en Argentina, tendríamos un santo de anteojitos redondos y guitarra al hombro).
Nueva tirada de cartas. Otra vez con el Tarot Egipcio.
-Este hombre te quiere, pero hay que darle un empujoncito para que se quede con vos, porque está indeciso.
Y bueno, dale, lo empujamos.
El empujón salió unos buenos mangos. Y el empujado ni se enteró.
No me arrepiento de este amor.

LA MINA DE LOS GATOS: ¿ESTO ES UN “CONSULTORIO” O EL JARDÍN BOTÁNICO?

Pasaron algunos años y lo mío había dejado de ser mala suerte en el amor para convertirse en un meadero de dinosaurios. Otro hombre, otro final anunciado, y la necesidad imperiosa de echar mano a cualquier recurso para sentirme mejor.
Fui a comprar puchos al kiosquito de la esquina y me encontré con un rudimentario cartelito que anunciaba: “Tarot – Videncia”, y tenía, además, un número telefónico.
Como no había escarmentado con mi frustrado  periplo mágico, llamé y concerté una cita con la tarotista.
Esta bruja también atendía en el comedor de la casa, que estaba repleto de gatos. Gatos sobre las sillas, sobre las mesas, sobre la heladera y sobre el alfeizar de la ventana.
La mina me tiró las cartas, mientras un gato irrespetuoso, pisoteaba sin ningún miramiento a La Sacerdotisa y al Carro de la Fortuna (que me salió patas para arriba, obviamente).
-Quedate tranquila, nena, que este hombre te quiere y te va a llamar –me dijo la bruja acariciando a una gata con cara de pocos amigos –eso sí, tenés que prender unas velitas blancas con forma de paloma que te voy a dar (a vender, bah).
A pesar de las palomitas blancas, el tipo no llamó más.
Y voló, voló…

LA BRUJA DE BELGRANO: ¡DEVOLVEME EL “SUMMER BY KENZO”!

Paseaba yo por la Avenida Cabildo y un flaquito con cara de aburrido me acercó un volante. “Tarotista – Vidente natural”, y otro número de teléfono. Y ahí voy yo, que si abren el pan me meto sola, a ser el jamón del sándwich.
Coqueto departamento y bruja descalza y con muchas pulseras y collares. La consabida tirada de cartas y el consabido pronóstico:
-A vos te hicieron un “trabajo”. Hay que limpiarte. Porque este hombre te quiere, pero no vuelve por el “trabajo”.
Será cuestión de aseo, entonces.
-Bueno, límpieme. ¿Cuánto me sale?
-Te sale tanto y tanto, pero los “materiales” se cobran aparte.
La mina me limpió, pero del tipo, ni noticias. La volví loca por teléfono: “No me llama, no me llama, no me llama” y caí por el “consultorio” un par de veces con la misma cantinela.
-No te llama porque reforzaron el “trabajo”. Tenemos que hacer esto, y esto, y esto.
De más está decir que “esto, y esto, y esto” no era gratis.
-Mirá, vos me tenés que traer un perfume para que yo te lo “prepare”. Te lo ponés todos los días después de bañarte y es una fija que este hombre vuelve. Eso sí, el perfume tiene que ser bueno, porque los otros tienen mucho alcohol, tiene que ser importado.
Con todo el dolor del ama, eché mano a medio frasco de “Summer by Kenzo” que me había quedado como fragante recuerdo del 1 a 1. Se lo llevé a la bruja, ella lo “preparó” y me devolvió un frasquito de plástico con un líquido sospechoso que no olía a “Summer by Kenzo”, sino a colonia “Polyana” del año del pedo.
El mejunje tampoco dio resultado. El tipo seguía sin llamar.
Volví al “consultorio” con mis reclamos y la bruja, muy suelta de cuerpo, me dijo que otra vez habían reforzado el “trabajo” y que lo que había que hacer era encender un velón rosado que salía $50 y era infalible.
A esta altura, el tipo que había motivado la consulta, había dejado de interesarme, y lo único que quería era meterle a la tipa el velón en el culo.
La próxima vez, llevo un perfume de Avon.

Aunque, la verdad, no creo que haya próxima vez. Me curé de espanto. Ahora ni siquiera leo el horóscopo del diario.
Así que ya saben, chicas, antes de invertir un centavo en una “bruja”, cómprense pilchas, que es mucho más reconfortante.

O hagan un tour por Hogwarts.

No hay comentarios:

Publicar un comentario