martes, 1 de marzo de 2022

LAS FRASES DE MAMÁ


LAS FRASES DE MAMÁ

“Hubiera criado chanchos. Por lo menos me los comía.”
Anónimo

Dicen que madre hay una sola y, más de una vez, he dado gracias al Cielo por esta verdad irrefutable (imagino que mi hijo también). Pero esa sola y única madre tiene tanto peso en nuestras vidas que, tarde o temprano, nos encontramos repitiendo esas frases clásicas que detestamos cuando éramos y niñas y adolescentes y que asoman una y otra vez a los labios de todas las madres del mundo (o, por lo menos, de todas las madres latinas).
Hoy les traigo, queridos lectores, una lista de esas frases que todas las madres repetimos hasta el cansancio (una mención especial por su creatividad para la autora de la frase que abre este opúsculo cuyo nombre preferimos mantener en el anonimato porque sí, todavía le tenemos miedo).

LAS FRASES DE MAMÁ

*Mientras vivas en esta casa, se hace lo que yo digo.
¿En qué otro lugar que no sea esta casa podría vivir un infante de 8, 10, 12 años?

*Ahí tenés la puerta.
Indicada en el caso de que algún desorejado tenga el atrevimiento de cuestionar el statu quo familiar. Mal  que nos pese la madre no es una institución democrática.

*Sos igualito/a a tu padre.
Con esta frase acusadora mamá pasa por alto que a nuestro padre lo eligió ella.

*Tanto chico muriéndose de hambre en África y vos dejando comida en el plato.
Clásico de clásicos. Todas las madres saben, desde tiempos inmemoriales, que en África los chicos se mueren de hambre. En el resto del mundo parece que no.

*Voy a contar hasta tres.
Mamá siempre cuenta hasta tres. Siempre.

*No te tragués el chicle porque se te va a pegar la panza.
De dónde sacó mamá esto, ni idea. Pero esta peligrosidad hace del chicle un artículo preciadísimo para la infancia. Una variación de esta frase rayana en el realismo mágico es: “No te tragués las semillas porque te va a salir una plantita en la panza.”

*No me busques que me vas a encontrar.
Todo tiene un límite en esta vida. Incluso la paciencia de mamá. Para ser sinceros debemos reconocer que, a pesar de tanta amenaza, nunca la encontramos.

*¿Para eso querías a ese animal? ¿Para no cuidarlo?
Cierto es que, de chicos, nos encaprichamos con perros, gatos, conejos, pececitos de colores y colonias de hormigas. Salvo las hormigas, que se las arreglan bastante bien solas, los otros bichos necesitan comer y tomar agua regularmente. Al principio estamos prestos para colmar sus necesidades. Pero con el tiempo nos aburrimos. Y ahí está mamá, para recordarnos lo abandónicos que somos con nuestras mascotas.

*Los platos no se lavan solos.
Ni los platos, ni las bombachas. Las camas tampoco se hacen solas. Ya lo sabemos, mamá, ya lo sabemos.

*¿Querés llorar con motivos?
¡Uf! ¡Temible amenaza! Cuando uno llora porque se le rompió un juguete, se peleó con alguien o no le compraron un alfajor Capitán del Espacio, y no se calla cuando se lo intima, mamá puede hacer que ese lagrimeo baladí se convierta en un llanto con motivo. ¿Cómo? Con un chancletazo, un pellizcón o rompiéndote un poster de  Raffaella Carrà que había salido en la TV Guía (que encima te costó un Perú conseguir porque mamá no te compraba la revista). Mejor dejar de llorar a tiempo.

*Te lo digo por tu bien.
Por nuestro bien mamá puede decirnos las cosas más terribles. A medida que vamos creciendo se ponen más atroces todavía.

*Algo habrás hecho.
¿Te retó la maestra? Algo habrás hecho. ¿Te dejaron sin recreo? Algo habrás hecho. ¿Te insultó el vecino? Algo habrás hecho. ¿Te mordió un perro? Algo habrás hecho.

*Que sea la última vez que…
...cualquier cosa. Que contestás, que dejás la ropa tirada, que llegás tarde… Nunca es la última vez y mamá lo sabe. Pero esta frase ya se hizo carne de su carne.

*¡Te lo dije!
Frase odiosa si las hay. Porque es cierta. Mamá nos lo dijo: que las manchas de birome no salen, que los hamsters si no comen se mueren,  que esa amiga nos iba a traicionar, que ese chico no nos convenía…

*Si te duele es porque se está curando.
La lógica médica de mamá es bastante dudosa.  Si te duele, te duele.

*Si estás enfermo/a para ir a la escuela, estás enfermo/a para salir con tus amigos.
Más de la lógica médica de mamá. Esta vez, bastante más aceptable.

*Esto me va a doler más a mí que a vos.
¿En serio?

 *Si no te lo comés ahora, te lo comés a la noche y si no, mañana a la mañana.
Nunca entendí la compulsión de los adultos por hacerles comer a los chicos cosas que no les gustan. Yo detesto la polenta. Y ni hablar del mondongo. Que me obligaran a comer esas cosas sería cuasi una tortura. Pero mamá quiere que comamos eso. Y lo quiere ya.

*¿Quién te creés que soy? ¿Tu sirvienta?
Otro clásico de clásicos. La frase que mamá esgrime frente a nuestro caos, mientras junta medias sucias y papeles de caramelos del piso.

*Cuando yo era chiquita…
Cuando mamá era chiquita era un dechado de perfección, como decía la tía soltera. No contestaba, no rezongaba porque no le gustaba la comida, no decía esperá cuando la mandaban a buscar un sifón, no peleaba con sus hermanos, no lloraba porque no le compraban algo (y eso que ella usaba la ropa usada de las primas ricas y acostaba a su única uniquísima muñeca en un cajoncito de madera de los que traían dulce de membrillo). Se lavaba la bombacha y se hacía la cama. Sabía todas las tablas, incluso la del 7, que es la más jodida. Cuando era chiquita mamá era un tesoro. 

*Deberías aprender de Fulanito/a
Fulanito/a puede ser un hermano, un primo, un amigo, un vecino. No interesa. Lo que interesa es que nos quede bien claro que dejamos mucho que desear (Horas de terapia nos va a costar esta frasecita. Horas.)

*¿Tus amigos no tienen casa?
Frase que mamá suelta en la cúspide de su hartazgo, cuando nuestros amigos ya desayunaron, almorzaron y merendaron en casa, y ya va siendo hora de la cena.

*Si todos tus amigos se tiran de un puente, ¿vos también te tirás?
Clásico de clásicos. Inútil es tratar de hacerle entender a una madre que todos lo hacen (lo que sea) y que si nosotros no lo hacemos nuestra sensación de pertenencia a un grupo se verá afectada. Ante esta frase, lo mejor es mascullar un “No” o, simplemente, bajar la cabeza. El atrevido que vaya por el “Sí” tendrá que soportar las consecuencias.

*Vos te creés que yo nací ayer.
Es muy, muy difícil engañar a mamá. Ella sabe. Sabe todo. Intentar venderle un buzón es un insulto a la inteligencia.

*Cuando vos fuiste, yo fui y vine dos veces.
Ya les dije que mamá sabe. No insistan.

*Estas no son horas de llamar a una casa decente.
Las casas decentes tienen horarios. Y se supone que la nuestra es una casa decente.  Que el teléfono suene después de las 10 de la noche es un sacrilegio.

*Ya vas a venir cuando necesites algo.
Y, sí. ¿Dónde vamos a ir  cuando necesitemos cualquier cosa en la vida? ¡A la casa de mamá! Cuando tengamos ganas de comer algo rico. Cuando haya que hacer un dobladillo. Cuando nos falten cinco para el peso. Cuando nos separemos.

*Esto no es un hotel.
Claro que no. En los hoteles se pueden dejar las camas sin hacer y las toallas tiradas en el baño. Eso es parte de su encanto. Esta frase, por supuesto, está dirigida a adolescentes que comen y duermen en casa, y el resto del día andan vagando por ahí sin tener en cuenta que tienen una Madre. La variación de mi abuela (la Madre de todas las Madres) era: “Esto no es una fonda”.

*Pero, ¿qué hice yo para merecer esto?
Frase de reminiscencias almodovarianas que no puede faltar en el repertorio de una madre que se precie. ¿Por qué si mamá fue siempre dulce, buena, hacendosa, limpita, parió a unos forajidos cómo nosotros? ¿Qué culpa está purgando? ¡Pobre mujer!

*Todo lo que me sacrifiqué por vos, ¿y me lo pagás así?
El altruismo de mamá es mucho, pero nunca es tanto como para no echarnos en cara las penurias físicas y psicológicas que atravesó por nuestra culpa. 20 kilos de sobrepeso. 48 horas de trabajo de parto. 3 años sin dormir. 3 años intentando que aprendamos las tablas de multiplicar. Es mucho.

*Al fin te acordás de que tenés madre.
La culpa. Esa emoción tan atroz que mamá explota tanto y tan bien. Créanme cuando les digo que esta es la frase que más he escuchado  en mi vida. Mi madre la pronuncia con tono enojado y/o lastimoso por lo menos una vez al día.

*Cuando tengas hijos, te vas a acordar de mí.
Como diría mamá, verdad grande como una casa.

* Porque soy tu madre y punto.
Sí, cuando mamá se va quedando sin argumentos o sin paciencia, saca a relucir esta máxima que zanja cualquier discusión. De nada vale que insistamos. El punto es un punto final.

Y CUANDO EMPEZAMOS A SALIR…

*Si te vas a tomar una gaseosa, que la destapen delante tuyo.
Para mamá cualquier botella destapada fuera de nuestro campo de visión será adulterada con drogas varias.

*Yo acá, asustada, preocupada. ¿Tanto te cuesta llamar por teléfono?
Y no, la verdad es que no cuesta nada. Antes era más complicado y podíamos poner como excusa la escasez de cospeles. Una versión moderna de esta máxima es: “¿Para qué tenés teléfono si nunca contestás?”

PEQUEÑOS DIÁLOGOS QUE TODOS TUVIMOS ALGUNA VEZ CON MAMÁ

- Mamá, ¿qué hay de comer? 
-¡Comida!
Por supuesto, mamá, todavía no comemos piedras o papel.

-Mamaaaaaá, ¿dónde está mi remera roja?    
- En su lugar.    
- No, no está, no la encuentro.
-¡Si voy yo y la encuentro ya vas a ver! 
Y mamá va, y la encuentra. ¿Cómo hace? Ni idea. Porque la remera no estaba en su lugar. ¿O buscamos mal?

- Pero  a Fulanita/o lo dejan ir.
-Pero Fulanita/a no es mi hijo/a 
A mamá no le importa cuán permisivos son los padres de nuestros amigos, vecinos o conocidos. Ella decide dónde vamos y dónde no vamos basándose en criterios muchas veces de los más estrambóticos. Recuerdo que allá por finales de 1982 y principios de 1983 todas mis condiscípulas festejaron sus soñados Cumpleaños de 15. Mi madre, la reina de las arbitrariedades, decidió que iba a un cumpleaños sí y a un cumpleaños no. El permiso se alternaba con el no permiso porque sí, porque a ella se le daba la gana.

Cada mamá tiene, además de estas frases hechas, algunas de su exclusiva creación. La mía, por ejemplo, ante mis ínfulas de niña rica (que no era) solía preguntarme: “¿Quién te creés que sos? ¿La hija de Mitre?”. En ese entonces lo único que yo sabía de Mitre era que así se llamaba una calle, por lo que no entendía mucho esta amonestación materna. Con los años lo comprendí. Como tantas otras cosas.

Hasta aquí, amables lectores, este grato recuerdo de las frases que nuestras madres solían repetir y que, sí, extrañamos un poco (y a veces repetimos casi inconscientemente). Me despido de ustedes con una cita del poeta William Ross Wallace: “La mano que mece la cuna rige al mundo.”

Buenas noches.

4 comentarios:

  1. falta un comentario de una mamá yoooo jajaja cuando mis hijos no me prestan atención les digo¨pero porqué no habré sido caballo estaría por ahí relinchando libre en los campos, y enseguida digo ¨¨ay nooo mejor no, porque seguro sería uno de esos caballos que tiran los carros y nadie les da bola lo mismo¨todos nos reímos y aprovecho y digo...ME ESCUCHAN jiji

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    1. Jajajajjajaja. Me encantó! Todas las mamis tenemos una frase de cosecha propia. Abrazo y gracias por pasar!

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  2. Leyendo casi llegué a creer que mi mama tuvo otra hija más! No ouedo creer todas las frases calcadas de mi madre, seria la época? Y te agrego otra frase: cría cuervos y te arrancarán los ojos! El nivel de inseguridad que aún tengo no hace falta que te lo explique...

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