101 TRUCOS ULTRA ARDIENTES
“El sexo es la broma más grande que Dios ha hecho a los seres humanos.”
Bette
Davis
Hay algo que se conoce como “atracción del vacío”. O “por el vacío”, no sé. Es esa urgencia por dejarnos caer cuando nos asomamos a un precipicio. Por eso yo a muchos precipicios no me asomo. Por las dudas. Pero cada tanto me asomo a los kioscos de revistas. Y no puedo resistirme a caer de cabeza en la “Cosmopolitan”. Un asco.
La “Cosmo” es una revista que
trae de todo. De todo, de todo. No, recetas de cocina no. De todo pero erótico.
Ya dije muchas veces que la “Cosmopolitan” es la revista de las calenturientas. Yo la compro cada tanto por razones científicas. Calenturienta no soy, en serio.
Ustedes saben, gratos
lectores, como me gusta desmenuzar y analizar los consejos que las revistas
femeninas ofrecen a las mujeres para que sean más lindas, más flacas, más
buenas y más hot. A la “Cosmo” único que le interesa es que una sea
más hot. Mucho más hot. Que ande
incinerándose por ahí sin el menor atisbo de vergüenza.
Esta vez, los Consejeros Cosmo nos traen “101 trucos ultra ardientes” para mantener la adrenalina entre las
sábanas. Porque, no sé si sabrán, el placer se nutre de la novedad. Y hay que
ser muy novedosa para que el señor que nos acompaña no anteponga un partido
entre Sacachispa y Argentino
de Merlo a nuestros reclamos
lúbricos.
Estos consejos
imprescindibles para vivir la vida bien, pero bien loca, están agrupados en
cinco apartados: “Jugando con
fuego”, “Burbujas de placer”, “Movidas de lunes a viernes”, “Fantasías y algo
más” y “Trucos para delirar”.
Aviso a los lectores impresionables que este artículo puede dañar sus sensibilidades. A los pacatos, que mis elucubraciones de hoy pueden resultarles demasiado atrevidas. A mi mamá, que yo estas cosas las escribo pero no las hago.
Hecha las aclaraciones pertinentes, procedo a pasarles estos consejitos que harán que las temperaturas de las muchedumbres suban y suban como la espumita. Como no quiero atosigarlos, les tiro los primeros veinte, nomás. Y otro día la seguimos.
Aviso a los lectores impresionables que este artículo puede dañar sus sensibilidades. A los pacatos, que mis elucubraciones de hoy pueden resultarles demasiado atrevidas. A mi mamá, que yo estas cosas las escribo pero no las hago.
Hecha las aclaraciones pertinentes, procedo a pasarles estos consejitos que harán que las temperaturas de las muchedumbres suban y suban como la espumita. Como no quiero atosigarlos, les tiro los primeros veinte, nomás. Y otro día la seguimos.
JUGANDO CON FUEGO
1-¡Manos arriba! Para darse placer uno al otro vale todo, menos usar los deditos. Resulta que para ser novedosa hay que hacer algo así como esa odiosa pavada de “a vos no te toco, toco el aire”. Porque para que un señor entre en ebullición no hay nada mejor que restregarse contra su humanidad como un gato ardoroso, pero sin ponerle los dedos encima. No sé, para mí un buen manotazo vale más que cien amagues. Será porque yo me relaciono con señores arcaicos, de esos que gustan ser toqueteados.
2-Conviértanse en unos vampiros sexy: recreen las escenas más hot de la peli Eclipse o de la serie True Blood. Esto de recrear las escenas de las películas de vampiros suena bastante prometedor. Pero no crean que va a ser tan fácil que los señores conservadores se calcen los colmillitos de cotillón y entren a repartir mordiscos. Los hombres, salvo que sean pajarones o afeminados, odian estas cosas. Lo más seguro es que si les acercamos esta sanguinolenta propuesta nos saquen cagando.
3-Escriban una lista de las seis poses y movidas que desean disfrutar esa noche y asígnenle un número a cada una. Lleven un dado a la cama y dejen que el azar decida en qué orden van a cumplirlas. Pervertida como soy, he especulado con llevar de todo a la cama. Menos un dado, una perinola o un Ludomatic. Mucho menos para este bochornoso asunto del azar erótico. ¿Y si tiramos y tiramos el dado y siempre nos sale el número 2 y nosotras tenemos ganas de hacer el 3 o el 4? Además, detener el trámite lujurioso para tirar el dado como que me corta el clima.
4-Organizá una búsqueda del tesoro erótica. Escondé tus sex toys, a medida que él vaya encontrándolos, prueben sus virtudes. Esta búsqueda del tesoro me parece una reverenda payasada, sepan disculparme estas gentes avivadoras de pasiones. Además, como yo soy vetusta y primitiva, gusto de los sex toys que vengan adosados a un masculino más o menos agraciado. Y sería bastante difícil esconder un señor en el ropero y otros dos en la piscina.
5- Vendale los ojos y pedile que agarre una prenda del cajón de tu ropa interior. Previamente, inventá un código de colores: el rojo sexo oral a él; el negro, sexo oral a vos; y el blanco, tu postura favorita. Yo no puedo creer que alguien piense seriamente que estas huevadas pueden impulsar las hogueras venidas a menos. Conmigo estas cosas no van. Porque yo soy tan mezquina que llenaría el cajón de bombachas negras. Y es feo hacer eso. Muy feo.
6-Esto es igual que elegir tu destino de vacaciones con un globo terráqueo: asociá una movida sexual con un determinado país (las de Francia y Turquía son las más obvia, ¿no?), y… ¡a girar! Heme aquí patitiesa, cuarentona e ignorante. ¿Cuál es la postura obvia de Francia? La de Turquía me la imagino, porque es de público conocimiento que los turcos son unos disolutos. Pero la de Francia, no sé. Además, llevar un globo terráqueo al lecho es tan desusado como llevar un dado.
7-Escriban en papelitos los prototipos de parejas hot (la colegiala y el profesor, la deportista y su entrenador, etc.). Sorteen cuál van a personificar esa noche. ¿Pero esto qué es, un telo o un casino? En cualquier momento estos instigadores de calores nos proponen un ménage à trois que incluya a la quinielera de la esquina. Yo no sé si tanto sorteo no termina siendo perjudicial a la hora de los bifes. Me parece que el acto es una cosa más seria. Esta kermesse de los sábados le quita gravedad al asunto. Además, la obviedad de las parejas hot propuestas me parece desafortunada. Ya que el quid de la cuestión es ser novedosa, ¿por qué no abrimos nuestras mentes y concebimos nuevas parejas para nuestros escarceos mórbidos? Anteojito y Antifaz, los hermanos Pimpinela, Abbott y Costello…
8-Una variante del juego de rol: elijan quién quieren que sea el otro y vístanse de acuerdo con ese deseo. ¿Algunas ideas? Traje de conejita, musculosa de obrero, delantal de mucama y jeans de rock star. Yo me imagino a mi marido disfrazado de Axl Rose y la líbido se me va a los suelos. Imagino que si él me imaginara vestida de Bugs Bunny le pasaría otro tanto. Estos disfraces son tan obvios como las parejas hot que proponen los Consejeros. El delantal de mucama que se lo metan en el culo. Yo no uso delantal ni en serio ni en joda. A ver si todavía me mandan a limpiar.
9-Usá una peluca. Tu chico va a flashear cuando le abra la puerta a una despampanante pelirroja… ¡en ropa interior! Cómo llegaste a la casa de tu chico en ropa interior sin que te ningún degenerado se te tirara encima, no sé. Pero llegaste. Y con peluca. Este recurso me parece lamentable. ¿Por qué una tiene que ponerse peluca para complacer al masculino? ¿Acaso él se pondría una peluca para nosotras? No, no, seguro que no. Pensándolo bien, mejor.
10-Jueguen al tarot erótico. Si sale primero una figura masculina, tenés que cumplir su sueño. Si es femenina, él tiene que realizar el tuyo. La verdad, ¿hay hombres que se presten a estas cosas? ¿Sí? ¿Dónde están? En mi casa, no. Seguro.
11-Ponete un poco de gel lubricante íntimo con efecto calor en el interior de tu vagina. Pero no le digas nada: dejá que él se sorprenda con el efecto. Yo no creo en los lubricantes íntimos del mismo modo que no creo en la Teoría de la Evolución de Darwin, ¿estamos?
12-Presentale a tu mejor amigo: mantené tu sex toy en su potencia mínima, colocalo en la base del pene y subí lentamente hasta el frenillo. La verdad que este asunto de los sex toys me parece lastimoso. O sea, no estoy en contra del uso de vibradores y afines. Pero juzgo patético y peligroso que se conviertan en tus mejores amigos. Estos artilugios modernos están ocupando el lugar que otrora ocupaban los amantes. ¡Yo brego por la vuelta de los amantes! Qué se yo, es lindo que alguien te diga una boludez de vez en cuando. Los amantes dicen lindas boludeces. Los adminículos a pilas, no.
13-Masajealo con una brocha de maquillaje desde los pies hasta los genitales. Vuelvo a preguntar, ¿hay hombres que se presten a estas cosas? ¿Me perdí de algo?
14-Mediante el “piedra, papel o tijera”, determinen quién de los dos será el esclavo sexual del otro esa noche. Mirá vos; yo pensé que el “piedra, papel o tijera” no se usaba más. Pero parece que se usa. Con respecto al asunto de la esclavitud sexual debo reconocer que un poquito de curiosidad me causa. Un poquito, nomás.
15-Torturalo: atale las manos con una pashmina y tocate frente a él. Yo digo que hay formas mucho, pero mucho más perversas y sutiles para torturar a un hombre. Si no me creen, pregúntenle a mi marido.
16-Durante toda la noche sólo
pueden besarse. Seguro que al otro día no van a poder quitarse las manos de
encima. Yo de noche duermo. A mí que no me jodan.
17-Agasajalo con un desfile
de ropa interior y tacos. No puede tocar a la modelo hasta que el show haya
terminado. En mi larga e improductiva
vida he caído en el ridículo cientos de veces. Multitudes desalmadas se me han
reído en las narices. He muerto de vergüenza, resucitado y vuelto a morir. Pero
un desfile en ropa interior y tacos, no. Bajo ningún concepto. Tengo alma de
bufona, pero tampoco la pavada.
18-Tené a mano una pluma, una
cuchara y una fruta, y desafialo a que invente un juego erótico con cada uno de
esos objetos. Ya se sabe que los hombres
muy imaginativos no son, por lo que propongo que la fruta en cuestión sea una
banana, para facilitarle el trámite. Lo más probable es que la cuchara siga el
mismo periplo que el mentado plátano. La pluma, no sé.
19-Anímense a hacerlo a puertas cerradas. Cerradísimas. Meterse en un ropero lleno de prendas es la mejor opción para experimentar esta forma de “ahogo erótico”. Ah, no. Si me niego al desfile de ropa interior y tacos, me niego aún más rotundamente a meterme en un ropero, cualquiera sea la finalidad del depravado encierro. Al ropero no me meto ni que me prometan Narnia. Yo soy claustrofóbica, ¿capisci?
19-Anímense a hacerlo a puertas cerradas. Cerradísimas. Meterse en un ropero lleno de prendas es la mejor opción para experimentar esta forma de “ahogo erótico”. Ah, no. Si me niego al desfile de ropa interior y tacos, me niego aún más rotundamente a meterme en un ropero, cualquiera sea la finalidad del depravado encierro. Al ropero no me meto ni que me prometan Narnia. Yo soy claustrofóbica, ¿capisci?
20-Juegen al espejo hot. En la cama, cada uno tiene que imitar la movida del otro. Jajajajjajajaja.
Estos son los consejos lúdicos que la “Cosmopolitan” ofrece para calentar el ambiente, avivar la hoguera, desatar ímpetus, encontrar nuevas formas de disfrutar. En el fondo, a pesar de mis jocosidades y mis extravagancias, soy una mujer de ánimo lúgubre y pesimista. Esto trucos ultra ardientes me resultan tan vacuos como el laguito con cisnes en los cementerios privados. Explico: dado que al muerto no se le ha dado la grata posibilidad de avistar el laguito con cisnes, se supone que está ahí para que lo contemplen los acongojados deudos. Mientras a los deudos les duela el fallecido, no repararán en el laguito con cisnes. Cuando el fallecido no les duela más, dejarán de ir al cementerio. Así que el laguito con cisnes es una de las cosas que más al pedo está en la vida, ¿me explico? Cuando una esté enamorada, embalada y enardecida, no necesitará echar mano a ningún truquito erótico. Cuando se harte del masculino que tiene al lado, no habrá pase mágico lujurioso que valga. Las pasiones no resucitan. Aunque llevemos al catre “El Cerebro Mágico” y dos docenas de bananas. Es triste, ya sé. Pero es la verdad desnuda.
Ya les dije, gentes, que los trucos ardorosos que ofrece la “Cosmopolitan” son 101. Que yo sea una incrédula no significa que prive a mis leedores de las 81 recomendaciones restantes. Así que esto también continuará.
Mientras tanto, vayan a cambiándole las pilas al sex toy.
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