UNDER SUSPICION
"El que sospecha
invita a traicionarlo"
Voltaire
Harto
sabido es que mi existencia es bastante infecunda. No hago nada de provecho, lo
que me permite estar horas y horas en Internet averiguando cómo hace la gente
para obtener un orgasmo múltiple, tener un pene más grande, gozar de un vientre
plano o conseguir dinero rápido. Y, por supuesto, cómo hace esa misma gente
para saber si… Porque todos y todas quieren saber
si… Y necesitan que los buenos samaritanos que reparten consejos en la
Web los orienten y los inspiren para llevar a cabo tal averiguación de manera
exitosa.
Consejeros hay muchos. Algunos
parecen bastante serios. Otros pecan de improvisados. Pero todos opinan. Hasta
los Testigos de Jehová, que juran que para tener una pareja feliz basta con que el
hombre se adhiera a la mujer como una lapa inmunda (Génesis
2:24) y no se encolerice amargamente cuando ella
reviente la tarjeta de crédito en el shopping (Colosenses 3:19).
Hace
algunos días, queridos lectores, me mandé una parrafada de aquellas disertando
sobre la infidelidad femenina. Pero la encaré desde el lado de la engañadora.
Por una cuestión de solidaridad de género. Hoy, gracias a Internet y a mi
lastimosa costumbre de perder el tiempo, estoy en condiciones de cambiar de
bando y acercarles una lista de señales ineludibles que los alertarán acerca de
las ladinas intenciones de aquellos y aquellas que pretenden
ornamentar graciosamente sus cabezas sin que ustedes lo hayan consentido
previamente, o les confirmarán que ya se las ornamentaron. Y, como yapa, les
regalaré una serie de soluciones para que las ovejas descarriadas no se alejen
demasiado del redil. O vuelvan con la frente marchita si es que ya se rajaron.
SEÑALES DE ALERTA QUE NOS INDICAN QUE NUESTRA PAREJA ESTÁ PENSANDO
SERIAMENTE EN METERNOS LOS CUERNOS O NOS LOS ESTÁ METIENDO
ALERTA 1: PEDIDO DE AYUDA: Se dice que el infiel
inminente siempre pide ayuda antes de convertirse en un infiel hecho
y derecho. Esboza, ferozmente o como quien no quiere la cosa, que en
la pareja hay algo que no está funcionando. El cornudo inminentepuede
tomar nota de la situación planteada por su almita gemela y tratar de
acomodarla o puede hacer como quien oye llover. Si decide optar por la segunda
variante, el cornudo inminente perderá su calidad de inminente. Una
lástima.
Solución: Para que esta primera
señal de alerta no pase de ahí, es necesario, cómo no, que la pareja se siente
a conversar. A calzón quitado. Decirse todo. Pero todo, todo, ¿eh? Hay que
dialogar para ver qué es lo que está jodiendo el vínculo e intentar rescatarlo
de las garras siniestras de la infidelidad. Si la yunta amatoria no puede
dialogar como Dios manda, porque después de cambiar dos frases tiende a
agredirse físicamente o a realizar salidas dramáticas del hogar familiar dando
tremendos portazos, hay que considerar la posibilidad de realizar una terapia
de pareja. El terapeuta servirá de mediador y evitará los golpes e improperios.
ALERTA 2: CAMBIO REPENTINO: Parece que cuando
aparece el botox en las jetas tanto masculinas como femeninas,
hay cambios rotundos de peinado y se estrenan prendas que resaltan los
atributos físicos de los integrantes de la pareja, la cosa se pone peliaguda.
Si un hombre que no movió el culo en años se anota en un gimnasio o una fémina
que siempre vistió a la usanza amish se despacha con una
provocativa minifalda, hay que sospechar. Estos cambios indican que algún
miembro de la pareja está en la búsqueda de un tercero que le haga los honores
o, en el peor de los casos, que ya lo encontró.
Solución: Cambiar. Si
el otro cambia hay que cambiar. ¿Tu marido se pone botox en
las arrugas del entrecejo? Vos te hacés las lolas. ¿Tu mujer se hace un lifting
vaginal? Vos te rejuvenecés las partes como corresponde (ignoro como
corresponde). ¿Tu marido se anota en un gimnasio? Vos cambiás tu manera de
peinarte y maquillarte. Y así sucesivamente, por los siglos de los siglos,
amén. Estos cambios responden a dos razones fundamentales:
A) Si tu
pareja no te está engañando y sólo pasa por un período de idiotez narcisista,
las mutaciones físicas pueden significar una puerta abierta a algo nuevo e
inesperado en tu vida.
B) Si tu
pareja sí te está engañando dudará también de tu fidelidad, lo que puede
hacerte más apetecible a sus ojos. Además, ya estarás en condiciones de hacerte
de un amante y ejercer el temible cuerno por venganza.
ALERTA 3: CRÍTICAS POCO CONSTRUCTIVAS: Yo soy una señora excesivamente sensible, así que para mí
todas las críticas son destructivas. Pero debo reconocer, eso
sí, que hay algunas más destructivas que otras. Si tu pareja te acosa con
frasecitas tales como “Necesitás ir al psicólogo”, “Necesitás encontrar
ayuda”, “Conseguite un laburo”, “¿Por qué no dejás de comer porquerías?"
o “¿Por qué no vas al gimnasio?”, algo huele a podrido en
Dinamarca. De manera inconsciente, tu partenaire está poniendo en evidencia
descontentos y frustraciones inherentes a la pareja. Naturalmente, ante tal
catarata de maldades, la parte agredida reacciona con un sobrio “Leave
me alone” o con un desencajado “¿Por qué no te vas al carajo?” y
esto convierte a la relación en una fuente constante de peleas y malentendidos.
Solución: Escuchar y aprender.
Si algún miembro de la pareja le espeta al otro “Yo maduré y vos te
seguís comportando como un pendejo/ a”, no sólo está siendo crítico e
insultante: también está abriendo una puerta para hablar de los sentimientos.
La abre mal, pero la abre. Hay que alentarlo a decir más, convencerlo de que es
entendido. Porque ya se sabe: lo que las esposas y esposos no entienden
los amantes lo entienden de pe a pa. Acá la solución se pone algo
engorrosa, por lo menos para mí. Los consejeros proponen que
si un hombre le dice a su mujer “Esas dos mujeres son atractivas”, ella
debe alentarlo para que él sienta que puede hablar con su media naranja de
cualquier tema sin que la damita en cuestión enloquezca como Glenn Close en “Atracción
Fatal”. A esta altura del asunto, yo discrepo ferozmente con los consejeros. Jamás
voy a señalarle a mi marido “Mirá las gomas que tiene esa mina”. Me
parece antinatural e incluso algo retorcido. Pero parece que las palabras
pueden detener los actos. Así que cuanto más alentemos a nuestro masculino a
regodearse en los culos ajenos menos riesgo corremos de ser cabecitas
ornamentadas.
ALERTA 4: CULPA: Acá la cosa es
sencilla: cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía. Si
cualquier miembro de la yunta amatoria recibe, de pronto, excesivos regalos
materiales o atenciones de las que jamás había gozado, es altamente probable
que lo estén corneando. Esas dádivas y ternezas son frutos de la culpa: el
corneador trata de compensar al corneado con presentes y agasajos. Aquí, los consejeros enumeran
una serie de obsequios sospechosos, en este caso orientados a lavar la
conciencia de los machos infractores: un collar de diamantes, un suéter
de cachemira, un auto. Una, que conoce a más de una cornuda compensada
apenas con un ramo de claveles chotos, no puede dejar de
preguntarse si estos consejeros viven en la Luna o si las únicas cornudas que
vale la pena aconsejar son aquellas con una abultada cuenta bancaria.
Solución: Hablar rápidamente
del asunto. Aclararle al miembro de la pareja obsequioso que uno sospecha de
sus regalos. Quizás todavía se esté a tiempo de evitar la cornamenta, y el
partenaire que dispensa las atenciones sólo está aliviando la culpa que le
provoca pensar en lo que va a pasar en un futuro cercano.
ALERTA 5: RECHAZO EN LA FIESTA DE LA EMPRESA: Si vas alegremente a algún ágape organizado por la empresa
donde trabaja tu amorcito, y notás que todo el mundo te mira como si tuvieras
cuernos, tenés cuernos. Los colegas de tu amado/a saben que
hay un tercero en juego y te tratarán como algo que pronto va a ser desechado.
Es decir, no te darán bola. Esta situación incómoda puede deberse también a que
tu consorte estuvo hablando pestes de tu persona. Feo. Muy feo.
Solución: Encará al que te mire
raro. Encará al que no te de bola. Encará a tu media naranja con un explosivo “¿Se
puede saber qué carajo pasa?”
ALERTA 6: SECRETOS: Si sentís que tu
pareja tiene secretos o está ocultando algo, es menester que tomes cartas en el
asunto. Puede ser que él o ella reciban llamadas sospechosas a su celular o se
la pasen mandando mensajitos. O que se ausenten aquellas noches en las que
deberían estar en casa. Si notás que tu almita gemela pasa menos tiempo en el
sacrosanto seno del hogar, tenés que preocuparte.
Solución: Confrontación. Vale
utilizar la frase de la solución inmediatamente anterior: “¿Se puede
saber qué carajo pasa?” Poner al tanto de su conducta equívoca al
miembro díscolo de la pareja hará que tome conciencia de su error. Y vuelva al
redil como corresponde o empiece a ser más cuidadoso cuando enfila para rediles
ajenos. Acá, permítanme decirlo, los consejeros se van al
carajo: sugieren, como medidas desesperadas, chequear el identificador de
llamadas y los celulares, robarle la clave de Hotmail y
revisarle los bolsillos de las prendas de vestir en busca de algo más que un
vuelto olvidado. Feísimo.
ALERTA 7: LA HISTORIA SE REPITE: Esto,
en castizo, significa que el que metió los cuernos una vez y le tomó el gustito
a la infidelidad, probablemente vuelva a caer en la tentación. Por supuesto,
existen excepciones. Algunos ex infieles pueden cambiar sus patrones de conducta,
con tratamiento psicológico o golpiza de por medio. Una historia previa de
cuernos no obliga pero inclina, como los astros.
Solución: Establecer límites.
Cómo se hace, no sé.
Si
ustedes, amables lectores, han recibido alguna de estas señales de
alerta, deben estar alertas, valga la redundancia. La
infidelidad está rondando la pareja que supieron conseguir como perro de presa.
O ya la ha mordido. Y más de una vez.
Yo no sé
si las soluciones ofrecidas por estos anónimos consejeros de
la Web sirven para algo. A mí, personalmente, me parecen bastante pobres y, en
algunos casos, decididamente estrafalarias (amén de ilegales, porque eso de
andar inmiscuyéndose en mails y conversaciones ajenas es delito). Debo
reconocerles, para ser justa, que no tuvieron la delirante idea de contratar
los servicios de un detective privado. Eso sí que sería un bochorno.
En algo
coincidimos los consejeros y yo: una infidelidad no tiene por
qué marcar el fin de una yunta amorosa. Toda crisis es una oportunidad de
cambio y crecimiento, y esta en particular, puede redefinir el rumbo de la
pareja y hasta afianzar el vínculo. El perdón existe y el olvido también. Todo
depende de cuánto amor haya entre corneador y corneado. Porque a veces uno mete
los cuernos, a pesar de amar inmensamente a su pareja.
Así de inexplicables somos los seres humanos.
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