domingo, 26 de mayo de 2019

UNDER SUSPICION


UNDER SUSPICION

"El que sospecha invita a traicionarlo" 
 Voltaire

Harto sabido es que mi existencia es bastante infecunda. No hago nada de provecho, lo que me permite estar horas y horas en Internet averiguando cómo hace la gente para obtener un orgasmo múltiple, tener un pene más grande, gozar de un vientre plano o conseguir dinero rápido. Y, por supuesto, cómo hace esa misma gente para saber si… Porque todos y todas quieren saber si… Y necesitan que los buenos samaritanos que reparten consejos en la Web los orienten y los inspiren para llevar a cabo tal averiguación de manera exitosa.
Consejeros hay muchos. Algunos parecen bastante serios. Otros pecan de improvisados. Pero todos opinan. Hasta los Testigos de Jehová, que juran que para tener una pareja feliz basta con que el hombre se adhiera a la mujer como una lapa inmunda (Génesis 2:24) y no se encolerice amargamente cuando ella reviente la tarjeta de crédito en el shopping (Colosenses 3:19).

Hace algunos días, queridos lectores, me mandé una parrafada de aquellas disertando sobre la infidelidad femenina. Pero la encaré desde el lado de la engañadora. Por una cuestión de solidaridad de género. Hoy, gracias a Internet y a mi lastimosa costumbre de perder el tiempo, estoy en condiciones de cambiar de bando y acercarles una lista de señales ineludibles que los alertarán acerca de las ladinas intenciones de aquellos y aquellas que pretenden ornamentar graciosamente sus cabezas sin que ustedes lo hayan consentido previamente, o les confirmarán que ya se las ornamentaron. Y, como yapa, les regalaré una serie de soluciones para que las ovejas descarriadas no se alejen demasiado del redil. O vuelvan con la frente marchita si es que ya se rajaron.

SEÑALES DE ALERTA QUE NOS INDICAN QUE NUESTRA PAREJA ESTÁ PENSANDO SERIAMENTE EN METERNOS LOS CUERNOS O NOS LOS ESTÁ METIENDO

ALERTA 1: PEDIDO DE AYUDA: Se dice que el infiel inminente siempre pide ayuda antes de convertirse en un infiel hecho y derecho. Esboza, ferozmente o como quien no quiere la cosa, que en la pareja hay algo que no está funcionando. El cornudo inminentepuede tomar nota de la situación planteada por su almita gemela y tratar de acomodarla o puede hacer como quien oye llover. Si decide optar por la segunda variante, el cornudo inminente perderá su calidad de inminente. Una lástima.
Solución: Para que esta primera señal de alerta no pase de ahí, es necesario, cómo no, que la pareja se siente a conversar. A calzón quitado. Decirse todo. Pero todo, todo, ¿eh? Hay que dialogar para ver qué es lo que está jodiendo el vínculo e intentar rescatarlo de las garras siniestras de la infidelidad. Si la yunta amatoria no puede dialogar como Dios manda, porque después de cambiar dos frases tiende a agredirse físicamente o a realizar salidas dramáticas del hogar familiar dando tremendos portazos, hay que considerar la posibilidad de realizar una terapia de pareja. El terapeuta servirá de mediador y evitará los golpes e improperios.

ALERTA 2: CAMBIO REPENTINO: Parece que cuando aparece el botox en las jetas tanto masculinas como femeninas, hay cambios rotundos de peinado y se estrenan prendas que resaltan los atributos físicos de los integrantes de la pareja, la cosa se pone peliaguda. Si un hombre que no movió el culo en años se anota en un gimnasio o una fémina que siempre vistió a la usanza amish se despacha con una provocativa minifalda, hay que sospechar. Estos cambios indican que algún miembro de la pareja está en la búsqueda de un tercero que le haga los honores o, en el peor de los casos, que ya lo encontró.
Solución: Cambiar. Si el otro cambia hay que cambiar. ¿Tu marido se pone botox en las arrugas del entrecejo? Vos te hacés las lolas. ¿Tu mujer se hace un lifting vaginal? Vos te rejuvenecés las partes como corresponde (ignoro como corresponde). ¿Tu marido se anota en un gimnasio? Vos cambiás tu manera de peinarte y maquillarte. Y así sucesivamente, por los siglos de los siglos, amén. Estos cambios responden a dos razones fundamentales:
A) Si tu pareja no te está engañando y sólo pasa por un período de idiotez narcisista, las mutaciones físicas pueden significar una puerta abierta a algo nuevo e inesperado en tu vida.
B) Si tu pareja sí te está engañando dudará también de tu fidelidad, lo que puede hacerte más apetecible a sus ojos. Además, ya estarás en condiciones de hacerte de un amante y ejercer el temible cuerno por venganza.

ALERTA 3: CRÍTICAS POCO CONSTRUCTIVAS: Yo soy una señora excesivamente sensible, así que para mí todas las críticas son destructivas. Pero debo reconocer, eso sí, que hay algunas más destructivas que otras. Si tu pareja te acosa con frasecitas tales como “Necesitás ir al psicólogo”, “Necesitás encontrar ayuda”, “Conseguite un laburo”, “¿Por qué no dejás de comer porquerías?" o “¿Por qué no vas al gimnasio?”, algo huele a podrido en Dinamarca. De manera inconsciente, tu partenaire está poniendo en evidencia descontentos y frustraciones inherentes a la pareja. Naturalmente, ante tal catarata de maldades, la parte agredida reacciona con un sobrio “Leave me alone” o con un desencajado “¿Por qué no te vas al carajo?” y esto convierte a la relación en una fuente constante de peleas y malentendidos.
Solución: Escuchar y aprender. Si algún miembro de la pareja le espeta al otro “Yo maduré y vos te seguís comportando como un pendejo/ a”, no sólo está siendo crítico e insultante: también está abriendo una puerta para hablar de los sentimientos. La abre mal, pero la abre. Hay que alentarlo a decir más, convencerlo de que es entendido. Porque ya se sabe: lo que las esposas y esposos no entienden los amantes lo entienden de pe a pa. Acá la solución se pone algo engorrosa, por lo menos para mí. Los consejeros proponen que si un hombre le dice a su mujer “Esas dos mujeres son atractivas”, ella debe alentarlo para que él sienta que puede hablar con su media naranja de cualquier tema sin que la damita en cuestión enloquezca como Glenn Close en “Atracción Fatal”. A esta altura del asunto, yo discrepo ferozmente con los consejeros. Jamás voy a señalarle a mi marido “Mirá las gomas que tiene esa mina”. Me parece antinatural e incluso algo retorcido. Pero parece que las palabras pueden detener los actos. Así que cuanto más alentemos a nuestro masculino a regodearse en los culos ajenos menos riesgo corremos de ser cabecitas ornamentadas.

ALERTA 4: CULPA: Acá la cosa es sencilla: cuando la limosna es grande hasta el santo desconfía. Si cualquier miembro de la yunta amatoria recibe, de pronto, excesivos regalos materiales o atenciones de las que jamás había gozado, es altamente probable que lo estén corneando. Esas dádivas y ternezas son frutos de la culpa: el corneador trata de compensar al corneado con presentes y agasajos. Aquí, los consejeros enumeran una serie de obsequios sospechosos, en este caso orientados a lavar la conciencia de los machos infractores: un collar de diamantes, un suéter de cachemira, un auto. Una, que conoce a más de una cornuda compensada apenas con un ramo de claveles chotos, no puede dejar de preguntarse si estos consejeros viven en la Luna o si las únicas cornudas que vale la pena aconsejar son aquellas con una abultada cuenta bancaria.
Solución: Hablar rápidamente del asunto. Aclararle al miembro de la pareja obsequioso que uno sospecha de sus regalos. Quizás todavía se esté a tiempo de evitar la cornamenta, y el partenaire que dispensa las atenciones sólo está aliviando la culpa que le provoca pensar en lo que va a pasar en un futuro cercano.

ALERTA 5: RECHAZO EN LA FIESTA DE LA EMPRESA: Si vas alegremente a algún ágape organizado por la empresa donde trabaja tu amorcito, y notás que todo el mundo te mira como si tuvieras cuernos, tenés cuernos. Los colegas de tu amado/a saben que hay un tercero en juego y te tratarán como algo que pronto va a ser desechado. Es decir, no te darán bola. Esta situación incómoda puede deberse también a que tu consorte estuvo hablando pestes de tu persona. Feo. Muy feo.
Solución: Encará al que te mire raro. Encará al que no te de bola. Encará a tu media naranja con un explosivo “¿Se puede saber qué carajo pasa?”

ALERTA 6: SECRETOS: Si sentís que tu pareja tiene secretos o está ocultando algo, es menester que tomes cartas en el asunto. Puede ser que él o ella reciban llamadas sospechosas a su celular o se la pasen mandando mensajitos. O que se ausenten aquellas noches en las que deberían estar en casa. Si notás que tu almita gemela pasa menos tiempo en el sacrosanto seno del hogar, tenés que preocuparte.
Solución: Confrontación. Vale utilizar la frase de la solución inmediatamente anterior: “¿Se puede saber qué carajo pasa?” Poner al tanto de su conducta equívoca al miembro díscolo de la pareja hará que tome conciencia de su error. Y vuelva al redil como corresponde o empiece a ser más cuidadoso cuando enfila para rediles ajenos. Acá, permítanme decirlo, los consejeros se van al carajo: sugieren, como medidas desesperadas, chequear el identificador de llamadas y los celulares, robarle la clave de Hotmail y revisarle los bolsillos de las prendas de vestir en busca de algo más que un vuelto olvidado. Feísimo.

ALERTA 7: LA HISTORIA SE REPITE: Esto, en castizo, significa que el que metió los cuernos una vez y le tomó el gustito a la infidelidad, probablemente vuelva a caer en la tentación. Por supuesto, existen excepciones. Algunos ex infieles pueden cambiar sus patrones de conducta, con tratamiento psicológico o golpiza de por medio. Una historia previa de cuernos no obliga pero inclina, como los astros.
Solución: Establecer límites. Cómo se hace, no sé.

Si ustedes, amables lectores, han recibido alguna de estas señales de alerta, deben estar alertas, valga la redundancia. La infidelidad está rondando la pareja que supieron conseguir como perro de presa. O ya la ha mordido. Y más de una vez.
Yo no sé si las soluciones ofrecidas por estos anónimos consejeros de la Web sirven para algo. A mí, personalmente, me parecen bastante pobres y, en algunos casos, decididamente estrafalarias (amén de ilegales, porque eso de andar inmiscuyéndose en mails y conversaciones ajenas es delito). Debo reconocerles, para ser justa, que no tuvieron la delirante idea de contratar los servicios de un detective privado. Eso sí que sería un bochorno.
En algo coincidimos los consejeros y yo: una infidelidad no tiene por qué marcar el fin de una yunta amorosa. Toda crisis es una oportunidad de cambio y crecimiento, y esta en particular, puede redefinir el rumbo de la pareja y hasta afianzar el vínculo. El perdón existe y el olvido también. Todo depende de cuánto amor haya entre corneador y corneado. Porque a veces uno mete los cuernos, a pesar de amar inmensamente a su pareja.

Así de inexplicables somos los seres humanos.


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