HISTORIAS DE TAXIS
“Fantasmas y fantoches, a troche y moche.”
.
Entre
tantos libros que vale la pena leer hay uno, "Buenos Aires es
Leyenda", de Guillermo Barrantes y Víctor Coviello, que
recomiendo calurosamente. En realidad, hay tres: Barrantes y Coviello
escribieron también “Buenos Aires es Leyenda 2” y “Buenos
Aires es Leyenda 3”, y ninguno de los volúmenes tiene desperdicio.
Hablan de los mitos urbanos que ha generado nuestra misteriosa
y bella ciudad. Algunos muy populares. Otros, no tanto. Pero todos
interesantísimos. Para la investigación de cada uno de estos mitos, los autores
recurrieron a testimonios personales, archivos históricos y documentos
policiales. Y consiguieron un resultado ameno y casi siempre atrapante.
De todas las historias que Guillermo Barrantes y Víctor Coviello abordan es sus libros, la que más me sedujo fue, sin duda, “El último taxi”. Vaya uno a saber por qué. Cierto es que mi abuelo era taxista, pero no creo que mi rancio abolengo haya tenido que ver con este favoritismo.
De todas las historias que Guillermo Barrantes y Víctor Coviello abordan es sus libros, la que más me sedujo fue, sin duda, “El último taxi”. Vaya uno a saber por qué. Cierto es que mi abuelo era taxista, pero no creo que mi rancio abolengo haya tenido que ver con este favoritismo.
Según
cuentan Barrantes y Coviello, existe en el barrio de Chacarita un mito que
habla de un taxi cuyo conductor sólo recoge a personas que salen del
conocido cementerio. Se dice que quien suba a este sospechoso
vehículo, será convertido en cadáver y dejado nuevamente en el camposanto para
su descanso eterno. Los floristas de la zona aseguran haberlo visto: cuentan
que su conductor es un hombre delgado y pálido, que pasa
lentamente por la puerta de la necrópolis. Parece que el taxi es cuestión es un
auto bastante viejo y su patente, como no podría ser de otro modo, reza RIP
666.
Se supone
que el origen de esta leyenda urbana se remonta al hallazgo de
una muchacha muerta sobre la tumba de su madre. Parece que, según conjeturaron
los vecinos de Chacarita, la chica había ido a presentarle sus respetos a su
difunta madre y, ya fuera del cementerio, se subió al temido RIP 666. Iba
pensando en su madre y no prestaba demasiada atención a su entorno, pero de
pronto comenzó a sentir muchísimo frío. En ese momento, notó, además, que el
taxista era un individuo pálido, de aspecto cadavérico. Y al
verse reflejada en el espejo retrovisor, comprobó con horror que era el mismo
aspecto que tenía ella. El taxi volvió al cementerio, y allí la dejó, porque
ya estaba muerta.
La historia resulta increíble, pero, así y todo, mucha gente que visita a sus muertos en el Cementerio de la Chacarita, no tomaría jamás un taxi en la puerta de dicho camposanto. Más vale prevenir que curar. Incluso hay testigos (entrevistados por los autores del libro) que aseguran haber subido al taxi mortal y haber escapado de su maldición por los pelos. Uno de ellos comentó que, cuando iba en el taxi, vio la imagen de su padre muerto andando en bicicleta al lado del automóvil, cosa que lo sacó del sopor en el que había empezado a caer y le permitió tirarse del taxi y cambiar una muerte segura por un buen golpe. Contó también que veía constantemente al taxi fantasma pasar frente a él lentamente, con los ojos del macabro conductor clavados en su persona. Créase o no, Guillermo Barrantes y Víctor Coviello, aseguran que, una semana después de ofrecer su testimonio para el libro, este testigo estaba… ¿cómo decirlo? ...six feet under.
La historia resulta increíble, pero, así y todo, mucha gente que visita a sus muertos en el Cementerio de la Chacarita, no tomaría jamás un taxi en la puerta de dicho camposanto. Más vale prevenir que curar. Incluso hay testigos (entrevistados por los autores del libro) que aseguran haber subido al taxi mortal y haber escapado de su maldición por los pelos. Uno de ellos comentó que, cuando iba en el taxi, vio la imagen de su padre muerto andando en bicicleta al lado del automóvil, cosa que lo sacó del sopor en el que había empezado a caer y le permitió tirarse del taxi y cambiar una muerte segura por un buen golpe. Contó también que veía constantemente al taxi fantasma pasar frente a él lentamente, con los ojos del macabro conductor clavados en su persona. Créase o no, Guillermo Barrantes y Víctor Coviello, aseguran que, una semana después de ofrecer su testimonio para el libro, este testigo estaba… ¿cómo decirlo? ...six feet under.
Los mitos
sobre taxis son muchos y muy variados. Podemos encontrar leyendas famosas, como
la del taxista de estrellas de Hollywood, Thomas L. Hommer, quien aseguró que
el 15 de octubre de 1959 subió a su taxi el actor Errol Flynn (solía llevarlo a
los estudios de grabación), pero que, a mitad del viaje, el galán desapareció
misteriosamente del asiento trasero. Más tarde, el taxista se enteraría de que
Errol Flynn había muerto el día anterior, el 14 de octubre de 1959.
Otro mito, también proveniente de los Estados Unidos, más precisamente de Chicago, es el que gira alrededor del mafioso Jossepe, asesinado mientras viajaba en un taxi. Esta leyenda que se remonta a los tiempos de Al Capone, cuenta que el taxi en cuestión (llamado cariñosamente Betty Fly) fue poseído por el alma de la víctima. El dueño del auto aseguraba escuchar, mientras viajaba solo, las risotadas del mafioso. Y una vez, según confesó, se topó con el rostro del muerto reflejado en el espejo retrovisor.
Otro mito, también proveniente de los Estados Unidos, más precisamente de Chicago, es el que gira alrededor del mafioso Jossepe, asesinado mientras viajaba en un taxi. Esta leyenda que se remonta a los tiempos de Al Capone, cuenta que el taxi en cuestión (llamado cariñosamente Betty Fly) fue poseído por el alma de la víctima. El dueño del auto aseguraba escuchar, mientras viajaba solo, las risotadas del mafioso. Y una vez, según confesó, se topó con el rostro del muerto reflejado en el espejo retrovisor.
En ambas
leyendas, los extraños sucesos son vividos por choferes. En cambio, en nuestro
mito del Cementerio de la Chacarita, la víctima es el
pasajero. La nuestra es una historia que posee las mismas características que
la del taxi fantasma de Londres. Y todo parece indicar que el
mito del taxi mortal de la Chacarita es una mutación del
inglés, muchísimo más antiguo.
La leyenda británica dice que las brumosas calles de Londres son recorridas por un auto típico de principios del siglo XX, que se desvía en ciertos pasajes y callejones en los que desaparece sin dejar rastro. Un taxi que nadie puede alcanzar. O casi nadie. Porque, los pocos que lo consiguen, suben y jamás se bajan. Al menos en este mundo.
La leyenda británica dice que las brumosas calles de Londres son recorridas por un auto típico de principios del siglo XX, que se desvía en ciertos pasajes y callejones en los que desaparece sin dejar rastro. Un taxi que nadie puede alcanzar. O casi nadie. Porque, los pocos que lo consiguen, suben y jamás se bajan. Al menos en este mundo.
Existe
otro mito que probablemente tenga que ver con el surgimiento de la leyenda del taxi
mortal. Esta leyenda urbana es conocida como “El
solitario” y relata las peripecias de un conductor que encuentra a
alguien haciendo dedo en la ruta. Lo recoge con su auto y, entre ambos, nace
una charla cordial. El autoestopista termina hablando de la soledad y de lo
triste que es vagar sin compañía por el mundo de los vivos. El
conductor mira perplejo a su acompañante después de esta última frase, pero es
demasiado tarde: de repente, éste toma el volante y el conductor pierde el
control de su auto. “Ven conmigo”, son las últimas palabras
que escucha la víctima. En este relato, como en el mito de Chacarita, se
captura a un vivo para llevarlo al mundo de los muertos. Podemos decir
que la historia del taxi maldito de Chacarita parece ser el
resultado de la combinación de un mito universal, el del taxi fantasma, con
el excelente caldo de cultivo para las historias fantásticas que ofrece un
cementerio. Imagino que Stephen King se habrá inspirado en estas leyendas
urbanas que no conocen fronteras para crear su magnífica novela “Riding
the Bullet” (Montado en la bala), en la cual un muchacho se ve
obligado a hacer autostop para llegar al hospital a ver a su madre, víctima de
un derrame cerebral. El chico termina en el coche de un difunto que lo obliga a
elegir entre su vida y la de su madre enferma.
Otro
barrio de Buenos Aires donde se pueden encontrar mitos urbanos relacionados
con taxis es Parque Chas. El particular trazado de las calles del barrio hace
que sea terreno propicio para las historias de transeúntes, colectivos
y taxis perdidos. El mito del taxi perdido comienza haciendo
hincapié en que casi no se ven taxis en el corazón de Parque Chas, ya que la
mayoría de ellos evita el intrincado barrio. Pero no habría historia sin un
audaz conductor que se atreviera a desafiar el laberinto. El valiente conductor
hace su aparición y, como es de esperarse, se pierde. Luego de ir y venir,
desorientado, durante algunas horas, desemboca en la calle Berlín. Toma por
esta calle, girando a la derecha, y se topa con una plaza. Entonces siente una
frenada y un golpe en la parte trasera de su vehículo: otro taxi, también
perdido, lo embiste desde atrás. El taxista opta por no bajarse de su auto y
ponerse a discutir con el otro conductor, pero ve por su espejo retrovisor que
éste si se baja, pero se detiene luego de dar unos pasos. Decide continuar su
marcha, sin desviarse, por la calle Berlín. Continúa y continúa hasta que, de
repente, delante de él, desde la calle lateral que está por cruzar, aparece
otro taxi y toma por Berlín. Clava los frenos para no tocarlo, pero no puede
evitar el contacto. La trompa de su taxi da contra el baúl del otro coche. Dos
choques en un rato parece demasiado. Se baja del auto y da unos pasos hacia el
otro taxi. Pero se para en seco: el auto que ha embestido tiene el
mismo número de patente que el suyo. Entonces mira a su alrededor y
comprende: ahí está la misma plaza que había visto al tomar aquella calle. Había
regresado al mismo lugar por el cual había ingresado a la calle Berlín. Pero no
se trataba de un retorno físico solamente, pues había llegado al lugar en el
mismo momento que él tomaba la calle. Justo a tiempo para chocarse a sí mismo. La
fábula del eterno retorno del taxi perdido tiene su basamento
en que Berlín es una calle circular, una serpiente que se muerde la cola.
Estas historia tiene una variante: hay quienes dicen que el taxi nunca escapó de Parque Chas y aún hoy uno puede cruzárselo, manejado por un conductor que murió hace ya mucho tiempo. De un taxi manejado por un muerto a un taxi manejado por la Muerte hay poca distancia lingüística, distancia que el de boca en boca puede salvar sin ningún inconveniente. ¿Estarán relacionados este costado del mito del taxi de Parque Chas con la leyenda del taxi cercano al cementerio de Chacarita?
Estas historia tiene una variante: hay quienes dicen que el taxi nunca escapó de Parque Chas y aún hoy uno puede cruzárselo, manejado por un conductor que murió hace ya mucho tiempo. De un taxi manejado por un muerto a un taxi manejado por la Muerte hay poca distancia lingüística, distancia que el de boca en boca puede salvar sin ningún inconveniente. ¿Estarán relacionados este costado del mito del taxi de Parque Chas con la leyenda del taxi cercano al cementerio de Chacarita?
Personalmente,
lo peor que podría pasarme al subir a un taxi sería que Ricardo Arjona
fuera el conductor y se pusiera a cantar. Y lo mejor, que el taxi
fuera el Taxi-Mambo de “Mujeres al borde de un ataque
de nervios”. Pero yo no viajo en taxi. Viajo en remis.
Por las dudas.
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