¿BRANDON O DYLAN?
“El pasado es lo que recuerdas, lo que imaginas recordar, lo
que te convences en recordar, o lo que pretendes recordar.”
Harold Pinter
Por fin se me dio.
Después de años y años de buscar en todos los chiringuitos
donde venden DVDs truchos las diez temporadas de “Beverly Hills 90210”, las encontré en la web. Y, tal como en mis
tiempos mozos, me prendí de la serie con frenesí. Días y días viendo capítulos
de “Beverly Hills 90210” sin parar,
me llevaron, irremediablemente a la pregunta que fue el to be or not to be de una legión de pavotas en los años ’90 (legión en la que
me incluyo, por supuesto): ¿Brandon
o Dylan?
Este interrogante, que para muchos
sonorá irrelevante y para otros tantos, demasiado jóvenes, absolutamente
incomprensible, no es un interrogante cualquiera. Elegir entre el chico bueno y bonito y
el chico conflictivo no tan bonito pero mucho más hot, no es moco de
pavo. Es absolutamente
trascendental. Y no, no estoy loca.
Brandon Walsh, el carilindo más bueno que Lassie atada, oriundo de Minnesota, e
instalado en Beverly Hills con sus padres
y su melliza, Brenda, fue
interpretado por Jason Priestley, un
rubio nacido en Vancouver el 28 de
agosto de 1969.
Gracias a ese papel, que obtuvo
cuando tenía 21 preciosos añitos, consiguió fama mundial y se convirtió en un
indiscutido ídolo adolescente. Dejó la serie en 1998, cuando la historia ya se
había convertido en un intrincado culebrón y el elenco original había sufrido
varias bajas.
Después de interpretar a Brandon, Jason actuó en varias serias y
películas para TV y dirigió otras tantas. Promovió a la banda Barenaked Ladies, se estrelló con un
auto de carreras, se casó un par de veces y escribió sus memorias, donde no
ahorró críticas a su hermana en la ficción, la siempre conflictiva Shannen Doherty. Antes de "Beverly Hills 90210", y en la vida real, compartió piso con un jovencísimo Brad Pitt.
Jason Priestley,
con casi 47 años, sigue siendo un hombre atractivo (algo petisón, diría mi
marido, que tampoco es Jared Padalecki), pero dista mucho de ser el rubiecito
esplendoroso que nos enamoró hace 25 años.
Dylan McKay, el chico conflictivo, millonario
y hot, novio de Brenda en las primeras temporadas de la serie y de varias otras
damas en las otras (incluyendo a Kelly,
la típica rubia californiana, que parece que se va a quedar con Brandon pero no, se queda con Dylan) fue interpretado por Luke Perry, actor nacido en Ohio el 11 de octubre de 1966.
Tenía 24 años cuando obtuvo el papel de
Dylan y, para ese entonces, era un obrero de la construcción. La Fox no estaba muy convencida acerca de lo
que podía ofrecer como actor, por lo que Aaron Spelling, productor de la serie
y padre en la vida real de la ingenua Donna,
pagó sus primeros sueldos de su bolsillo.
Luke realizó un cameo en la
serie animada "Los Simpsons" en el año
1993, en el capítulo “El drama de Krusty”, donde se
interpretó a sí mismo como el medio hermano de Krusty, el
payaso. En Hispanoamérica, vaya uno a saber por qué, ya que en los
’90 todos y todas sabíamos quién era
Luke Perry, nos quisieron hacer creer que el pariente de Krusty era Robert Redford, actor bastante mayor que nunca tuvo el jopo con el
que Perry fue retratado en "Los Simpsons". Hizo otro cameo en "Padre de familia", en
el capítulo “Historia de Primera Plana”, en el que Peter redactó un falso artículo afirmando que Luke era gay.
Además, le dio consejos de seducción a Johnny
Bravo en el capítulo “La Guía de Amor de Luke Perry”. Después de interpretar a Dylan, apareció
en distintas series y películas, y trabajó como actor de doblaje.
Luke Perry tiene 49 años y, según
mi mamá, está viejo. Cosa extraña, porque yo tengo 48 y me sigue retando
como si fuera una nena. Cierto es que ha quedado poco de aquel Dylan McKay que nos enloqueció en los ’90.
Pero un tirito se le hace.
Durante más de 25 años pensé y repensé la respuesta a esa pregunta que todas las damas y damitas de
mi generación nos hicimos alguna vez: ¿Brandon
o Dylan? Y hoy, 16 de junio de 2016, totalmente sobria aunque con algo de
sueño, por fin estoy en condiciones de responderla: Dylan. Se preguntarán ustedes cómo puedo ser tan grande y tan
pajarona. Les juro que yo también me lo pregunto.
Me despido, mis queridos, con una apocalíptica frase del
genial Julio Cortázar, que juzgo más que pertinente para cerrar este opúsculo
nostálgico: “Después de los cuarenta años la
verdadera cara la tenemos en la nuca, mirando desesperadamente para atrás.”
Buenas noches.
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